El hombre es un lobo para el hombre
“El hombre es un lobo para el hombre” (en latín homo
homini lupus) es una frase célebre extraída de la obra dramática Asinaria,
obra del comediógrafo latino Plauto (250-184 a. de C.). Sin embargo, fue
popularizada por el filósofo del siglo XVIII Thomas Hobbes en su obra El
Leviatán (1651), para referirse a que el estado natural del hombre es
la lucha continúa contra su prójimo.
La frase, en ese sentido, se convierte en la metáfora del
animal salvaje que el hombre lleva por dentro capaz de realizar grandes
atrocidades y barbaridades contra elementos de su propia especie. Algunas de
esas acciones son dirigir guerras, practicar exterminio a un grupo social,
realizar atentados, asesinatos y secuestros, someter a otros individuos a la
esclavitud, tráfico ilegal de personas, etc.
No obstante, para la conservación de la humanidad Thomas
Hobbes indica que la paz y la unión social pueden ser alcanzadas cuando son
establecidas en un contrato social con un poder centralizado que tiene la
autoridad absoluta para proteger a la sociedad, creando una comunidad
civilizada.
Es de considerar que el hombre puede presentar una
conducta buena e intachable, pero también muy destructora y egoísta,
específicamente cuando se mueve por sus propios intereses, por ejemplo, un
ascenso en el trabajo.
La frase opuesta a "el hombres es un lobo para el
hombre" es aquella que sentencia que "el hombre es bueno por
naturaleza", de Jean-Jacques Rousseau, quien contrariamente a Hobbes
sostenía que los seres humanos nacen buenos y libres, pero el mundo los
corrompe.
Análisis de la frase
Según el filósofo Hobbes, el estado natural de los seres
humanos es el de las confrontaciones de unos con otros, generando acciones
violentas, crueles y salvajes. Es por ello que se puede afirmar que todas las
amenazas que afronta un ser humano son generadas por otros seres humanos, por
lo que se puede concluir, a juicio de Hobbes, que el hombre es un depredador
del propio hombre.
Generalmente, en la mayoría de los supuestos de hecho, el
individuo más fuerte explota o maltrata al más débil, cuando lo más correcto es
que el fuerte proteja al débil y, en vista de que la especie humana no posee
tal comportamiento, Hobbes presenta el contrato social para lograr una
convivencia armoniosa, equilibrada y en paz entre los ciudadanos de una
sociedad.
Como tal, el contrato social es diseñado con la intención de
establecer una autoridad, normas morales y leyes a las que están sometidos y
deben cumplir los individuos. El propio contrato social le otorga a cada
individuo derechos y deberes a cambio de abandonar la libertad que posee en
estado natural para asegurar su sobrevivencia en la sociedad. No obstante, los
términos establecidos en el contrato social pueden cambiar con la condición de
que todos los intervinientes en él estén de acuerdo y así lo deseen.
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