Parece que ha llegado el momento, siguiendo las señas de Kuhn y Fleck, de
intentar una provisoria definición de paradigma. Paradigma sería "un
estilo de 'ver', y percibir, conocer y pensar, que es producido
predominantemente por las comunidades científicas, que recoge creencias
anidadas en el pensar colectivo que no es científico, que se traduce en
palabras principalmente escritas, consagradas oficialmente por manuales, y que
se establece institucionalmente en organizaciones que se forman a su
alrededor". Un paradigma puede originariamente surgir de una ciencia
muy especializada, pero tiene la particularidad de desbordar su lugar de
nacimiento, transmitiéndose a múltiples ciencias y disciplinas, donde actúa
como modelo o principio rector que en un momento determinado deja
de ser sólo científico y se transforma en cultural..
De este modo, cuando
se afirma que lo que hoy está siendo cuestionado son los paradigmas de la
modernidad, significa que determinados modelos o principios rectores pierden
vigencia. Pero, como observó Kuhn, un paradigma no desaparece, sino que
es -empleando un término político- derrocado por otro paradigma, en un proceso
a veces extraordinariamente largo (1976, p.142).
De la misma manera, el
triunfo de un paradigma sobre otro no significa que el anterior pierda validez,
pero sí significa que es remitido a una condición subalterna. Para
decirlo con un ejemplo: los motores de autos originados durante el período
maquinal seguirán funcionando por mucho tiempo.
Pero no todo seguirá
funcionando como un motor de auto, y a nadie hoy día se le puede ocurrir la
idea utópica de Henry Ford, relativa a que la sociedad funcionará como un
motor.
Sería un error
pedagógico, sin embargo, dar por muertos los paradigmas de la modernidad sin
precisar en qué consisten, ya que así no se entenderían las características de
los que les suceden pues particularidad de los nuevos paradigmas es que se
encuentran en clinch con los que le anteceden.
Todo paradigma surge como
oposición a otro, de modo que su lógica afirmativa sólo es transparente a
partir del conocimiento del paradigma cuestionado. El paradigma de la
modernidad, por contradecir principios religiosos- categorías que son propias a
la religión, razón por la cual asumen el carácter de una segunda
secularización, o lo que es parecido, radicalizan la lógica secularizante
surgida en el siglo XVII, llevándola a un punto que deja de ser asimilable por
ella.
No olvidemos:
posmodernidad -en tanto no surja un concepto unitario que caracterice los
tiempos que comienzan con el fin de este siglo- es también modernidad.
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