La enfermedad
mental no es como una infección. No se puede esperar que
tomando una pastilla desaparezca. Nuestros cerebros son
complejos y la salud mental abarca desde la ansiedad y los
trastornos del estado de ánimo que tienen un efecto grave y tangible en sus
emociones y la motivación, a los trastornos psicóticos como la esquizofrenia que
afectan a las percepciones o sentidos con delirios y alucinaciones.
Los enigmas que envuelven a estas enfermedades provocan un importante
número de creencias falsas que hacen mucho más difícil la recuperación. Desmontamos
algunos de los mitos que todo el mundo debe conocer ya sea víctima de una
enfermedad mental o no.
“Los problemas de salud mental son para siempre”
Son numerosas las personas que cuando mencionan
las enfermedades mentales aseguran que nunca se curan. Creen que es una
forma de reducir las expectativas que tiene el paciente porque rara veces hay
una cura en el sentido tradicional y estricto de la palabra y al mismo tiempo
creen que así ayudan a otras personas a entender la lucha que se ha de
atravesar cuando se sufre una enfermedad mental. El problema está que a
menudo se interpreta en el sentido de que los síntomas de la enfermedad
mental nunca desaparecen. Si esto fuera cierto, la terapia y los tratamientos no
tendrían sentido. De hecho, decirle a alguien con un trastorno de estado
de ánimo como la depresión que
sus problemas no desaparecerán puede minar su motivación y decidir no continuar
su tratamiento. Sin embargo, la verdad es que si bien no se sabe aún cómo
se puede curar la enfermedad mental, es muy posible tratar muchos
tipos de enfermedades mentales hasta el punto de que los síntomas se pueden
manejar y una persona puede vivir una vida plena y feliz.
Durante muchas décadas, se asumió que una vez que una
persona alcanza la edad adulta, su cerebro ya no puede cambiar. Sin embargo, en
las últimas décadas, los investigadores han descubierto cada vez más que la
neuroplasticidad, que simplemente significa que el cerebro crea nuevas
conexiones y se reestructura a lo largo de la vida, puede desempeñar un
papel muy importante en cómo se desarrolla el cerebro y cambia con el
tiempo. El concepto de neuroplasticidad es todavía una nueva área de
investigación, pero da esperanza a las personas con enfermedad mental: sólo
porque los síntomas sean intensos e insoportable en este momento no
significa que siempre lo vayan a ser. Con el tiempo y con la ayuda de
la terapia y el tratamiento, el cerebro puede adaptarse. Es posible que nunca
se pueda “curar”, pero puede ser que algún día experimentar estas enfermedades
sean una molestia menor.
“Sólo las personas violentas o inestables tienen problemas
de salud mental”
Las enfermedades mentales son, por su propia naturaleza,
perjudiciales para la vida de una persona. Sin embargo, la forma en que se
manifiestan puede variar mucho de una persona a otra. La enfermedad mental no
es el único factor que determina la forma en que una persona se comporta e
interactúa con los demás. Algunos enfermos de depresión internalizan sus
síntomas y pueden aparentar ser feliz para los demás, mientras que otros
pueden muestras de forma evidente sus síntomas. La ansiedad puede hacer
que una persona se vuelva irritable o simplemente evite las interacciones
sociales. En cuanto al estereotipo de la violencia, no hay
ninguna evidencia que sugiera que la enfermedad mental y la violencia tienen
ninguna correlación significativa.
Tener un trastorno mental no
convierte a alguien violento, ni tampoco ser violento indica que alguien
tenga una enfermedad mental.
Eso no quiere decir que en ocasiones no se relacionen ambos
términos. Las personas con trastornos del estado de ánimo y de ansiedad pueden
ser violentos. Lo mismo ocurre con cualquier otra persona. Si es amigo de
alguien con un trastorno del estado de ánimo, no tiene que preocuparse de que
vaya a ser violento a menos que previamente haya demostrado ya una propensión
hacia la violencia. Todo el mundo, independientemente de su personalidad,
estilo de vida, o forma de ser, puede sufrir una enfermedad mental
.
“Un enfermo mental no puede manejar relaciones sociales”
Sufrir una enfermedad mental no es un estado ideal para
una persona, pero no significa que un paciente no pueda disfrutar de una
vida normal y actúe como cualquier otra, teniendo relaciones personales.
Como el estrés es
una de las causas con las que se empeora si se tiene enfermedad
mental, se cree que puede ser peligroso mantener amistades, relaciones de
trabajo, o relaciones de pareja. Sin embargo es todo lo contrario. El
aislamiento puede ser un obstáculo para la recuperación.
Años de
investigación han demostrado que tener apoyo social es una parte esencial
de la recuperación de la enfermedad mental. Las relaciones de pareja, en
particular, son importantes para la depresión, porque una buena relación puede
ayudar a reforzar a alguien que está pasando por un episodio depresivo,
mientras que una mala relación puede desencadenar la depresión o hacer que ésta
sea aún peor.
Los amigos y seres queridos proporcionan un contrapeso
necesario para que la persona con depresión mantenga los pies en la tierra y
evite que vire hacia conductas autodestructivas. Aunque las enfermedades
mentales puedan cobrar un peaje en las relaciones de pareja también son
cruciales en la recuperación.
Sin duda puede parecer difícil mantener una relación
con una persona con una enfermedad mental pero no lo es más que mantenerla con
una persona que tiene una enfermedad terminal, alguien que tiene hijos de una
relación anterior o mantener una relación a distancia. Las relaciones de
pareja en general no son fáciles pero sufrir una enfermedad mental no
descalifica a nadie para tener una relación
“El paciente puede salir sólo de la enfermedad mental”
Una de las peores y más frecuentes ideas erróneas
sobre la enfermedad mental es creer que uno solo puede salir de esa
situación. Cuando se comenta que se tiene un problema de este tipo a un amigo
no es raro escucharle frases del tipo “todo está en tu cabeza”, “no le des más
importancia” o “hay que seguir adelante. A pesar de mostrarnos su apoyo, al
final acaban creyendo que esa persona da más importancia a las cosas
cuando la imposibilidad de superar algo por uno mismo es exactamente el
problema que sufren. El cerebro “sano” es capaz de filtrar
las emociones de los pensamientos. Todo el mundo tiene problemas para
manejar sus emociones y le vendría bien un poco de aliento a veces. Lo que hace
que precisamente que una persona sufra de una enfermedad mental es que
esa parte del cerebro que ayuda a recuperar la normalidad no funciona
correctamente.
No siempre mantenerse positivo con una persona que
sufre depresión le ayuda a superar su situación. Cuando el paciente
se siente incapaz de volver a su estado original, verse rodeado de tantos
mensajes simples y optimistas acerca de superar ese estado de desesperanza
agrava aún más el problema. Sentir que a pesar de estar luchando contra
uno mismo se es incapaz de superar esa situación es el mayor síntoma de saber
que se está sufriendo una enfermedad mental. Si todo el mundo le dice
a esa persona que sea optimista y se sienta diferente pero él no puede, el
estrés que le producirá no conseguirlo agravará la situación. La incapacidad
para controlar la ansiedad vuelve a las personas más ansiosas. Lo mismo
ocurre con la depresión. Es un círculo vicioso del que sólo se puede salir
con ayuda profesional.
“El tratamiento es una pérdida de tiempo”
Pero sin duda el error más perjudicial para la
enfermedad mental es considerar que cualquier terapia es una pérdida de tiempo. Este
sentimiento provoca que los enfermos se sientan sin esperanza y que las
personas cercanas al paciente se sientan también frustradas. Por
desgracia, la neurociencia es
todavía un campo en desarrollo, lo que significa que incluso los
profesionales de salud mental pueden equivocarse. Si los costes del
tratamiento son demasiado altos, puede sentirse en ocasiones que está tirando
el dinero al no ver los resultados esperados. La psicoterapia puede parecer
una pérdida de tiempo pero no está pagando a alguien para hablarle únicamente
si no para obtener la experiencia de ese profesional.
Algunos métodos de tratamiento como la terapia
dialéctica conductual puede llevar que se necesiten varias
sesiones hasta saber cómo afrontar los mecanismos o estrategias para
ayudar a lidiar con brotes emocionales. Si el médico receta un medicamento,
puede tener que probar varios tipos de píldoras antes de encontrar uno que
funcione y produzca los efectos deseados. Todo ello es complicado de afrontar
para una persona con este tipo de problemas y no es fácil mantener la
motivación de continuar los tratamientos.
Sin embargo es importante
recordar que por pequeña que sean las posibilidades de mejora es mejor que no
hacer nada por superarlo.
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