jueves, 15 de noviembre de 2018

La Salud Mental


La enfermedad mental no es como una infección. No se puede esperar que tomando una pastilla desaparezca. Nuestros cerebros son complejos y la salud mental abarca desde la ansiedad y los trastornos del estado de ánimo que tienen un efecto grave y tangible en sus emociones y la motivación, a los trastornos psicóticos como la esquizofrenia que afectan a las percepciones o sentidos con delirios y alucinaciones. Los enigmas que envuelven a estas enfermedades provocan un importante número de creencias falsas que hacen mucho más difícil la recuperación. Desmontamos algunos de los mitos que todo el mundo debe conocer ya sea víctima de una enfermedad mental o no.

“Los problemas de salud mental son para siempre”
Son numerosas las personas que cuando mencionan las enfermedades mentales aseguran que nunca se curan. Creen que es una forma de reducir las expectativas que tiene el paciente porque rara veces hay una cura en el sentido tradicional y estricto de la palabra y al mismo tiempo creen que así ayudan a otras personas a entender la lucha que se ha de atravesar cuando se sufre una enfermedad mental. El problema está que a menudo se interpreta en el sentido de que los síntomas de la enfermedad mental nunca desaparecen. Si esto fuera cierto, la terapia y los tratamientos no tendrían sentido. De hecho, decirle a alguien con un trastorno de estado de ánimo como la depresión que sus problemas no desaparecerán puede minar su motivación y decidir no continuar su tratamiento. Sin embargo, la verdad es que si bien no se sabe aún cómo se puede curar la enfermedad mental, es muy posible tratar muchos tipos de enfermedades mentales hasta el punto de que los síntomas se pueden manejar y una persona puede vivir una vida plena y feliz.

Durante muchas décadas, se asumió que una vez que una persona alcanza la edad adulta, su cerebro ya no puede cambiar. Sin embargo, en las últimas décadas, los investigadores han descubierto cada vez más que la neuroplasticidad, que simplemente significa que el cerebro crea nuevas conexiones y se reestructura a lo largo de la vida, puede desempeñar un papel muy importante en cómo se desarrolla el cerebro y cambia con el tiempo. El concepto de neuroplasticidad es todavía una nueva área de investigación, pero da esperanza a las personas con enfermedad mental: sólo porque los síntomas sean intensos e insoportable en este momento no significa que siempre lo vayan a ser. Con el tiempo y con la ayuda de la terapia y el tratamiento, el cerebro puede adaptarse. Es posible que nunca se pueda “curar”, pero puede ser que algún día experimentar estas enfermedades sean una molestia menor.

“Sólo las personas violentas o inestables tienen problemas de salud mental”
Las enfermedades mentales son, por su propia naturaleza, perjudiciales para la vida de una persona. Sin embargo, la forma en que se manifiestan puede variar mucho de una persona a otra. La enfermedad mental no es el único factor que determina la forma en que una persona se comporta e interactúa con los demás. Algunos enfermos de depresión internalizan sus síntomas y pueden aparentar ser feliz para los demás, mientras que otros pueden muestras de forma evidente sus síntomas. La ansiedad puede hacer que una persona se vuelva irritable o simplemente evite las interacciones sociales.  En cuanto al estereotipo de la violencia, no hay ninguna evidencia que sugiera que la enfermedad mental y la violencia tienen ninguna correlación significativa. 

Tener un trastorno mental no convierte a alguien violento, ni tampoco ser violento indica que alguien tenga una enfermedad mental.

Eso no quiere decir que en ocasiones no se relacionen ambos términos. Las personas con trastornos del estado de ánimo y de ansiedad pueden ser violentos. Lo mismo ocurre con cualquier otra persona. Si es amigo de alguien con un trastorno del estado de ánimo, no tiene que preocuparse de que vaya a ser violento a menos que previamente haya demostrado ya una propensión hacia la violencia. Todo el mundo, independientemente de su personalidad, estilo de vida, o forma de ser, puede sufrir una enfermedad mental
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“Un enfermo mental no puede manejar relaciones sociales”
Sufrir una enfermedad mental no es un estado ideal para una persona, pero no significa que un paciente no pueda disfrutar de una vida normal y actúe como cualquier otra, teniendo relaciones personales. Como el estrés es una de las causas con las que se empeora si se tiene enfermedad mental, se cree que puede ser peligroso mantener amistades, relaciones de trabajo, o relaciones de pareja. Sin embargo es todo lo contrario. El aislamiento puede ser un obstáculo para la recuperación. 

Años de investigación han demostrado que tener apoyo social es una parte esencial de la recuperación de la enfermedad mental. Las relaciones de pareja, en particular, son importantes para la depresión, porque una buena relación puede ayudar a reforzar a alguien que está pasando por un episodio depresivo, mientras que una mala relación puede desencadenar la depresión o hacer que ésta sea aún peor.

Los amigos y seres queridos proporcionan un contrapeso necesario para que la persona con depresión mantenga los pies en la tierra y evite que vire hacia conductas autodestructivas. Aunque las enfermedades mentales puedan cobrar un peaje en las relaciones de pareja también son cruciales en la recuperación. 

Sin duda puede parecer difícil mantener una relación con una persona con una enfermedad mental pero no lo es más que mantenerla con una persona que tiene una enfermedad terminal, alguien que tiene hijos de una relación anterior o mantener una relación a distancia. Las relaciones de pareja en general no son fáciles pero sufrir una enfermedad mental no descalifica a nadie para tener una relación

“El paciente puede salir sólo de la enfermedad mental”
Una de las peores y más frecuentes ideas erróneas sobre la enfermedad mental es creer que uno solo puede salir de esa situación. Cuando se comenta que se tiene un problema de este tipo a un amigo no es raro escucharle frases del tipo “todo está en tu cabeza”, “no le des más importancia” o “hay que seguir adelante. A pesar de mostrarnos su apoyo, al final acaban creyendo que esa persona da más importancia a las cosas cuando la imposibilidad de superar algo por uno mismo es exactamente el problema que sufren. El cerebro “sano” es capaz de filtrar las emociones de los pensamientos. Todo el mundo tiene problemas para manejar sus emociones y le vendría bien un poco de aliento a veces. Lo que hace que precisamente que una persona sufra de una enfermedad mental es que esa parte del cerebro que ayuda a recuperar la normalidad no funciona correctamente.

No siempre mantenerse positivo con una persona que sufre depresión le ayuda a superar su situación. Cuando el paciente se siente incapaz de volver a su estado original, verse rodeado de tantos mensajes simples y optimistas acerca de superar ese estado de desesperanza agrava aún más el problema. Sentir que a pesar de estar luchando contra uno mismo se es incapaz de superar esa situación es el mayor síntoma de saber que se está sufriendo una enfermedad mental. Si todo el mundo le dice a esa persona que sea optimista y se sienta diferente pero él no puede, el estrés que le producirá no conseguirlo agravará la situación. La incapacidad para controlar la ansiedad vuelve a las personas más ansiosas. Lo mismo ocurre con la depresión. Es un círculo vicioso del que sólo se puede salir con ayuda profesional. 

“El tratamiento es una pérdida de tiempo”
Pero sin duda el error más perjudicial para la enfermedad mental es considerar que cualquier terapia es una pérdida de tiempo. Este sentimiento provoca que los enfermos se sientan sin esperanza y que las personas cercanas al paciente se sientan también frustradas. Por desgracia, la neurociencia es todavía un campo en desarrollo, lo que significa que incluso los profesionales de salud mental pueden equivocarse. Si los costes del tratamiento son demasiado altos, puede sentirse en ocasiones que está tirando el dinero al no ver los resultados esperados. La psicoterapia puede parecer una pérdida de tiempo pero no está pagando a alguien para hablarle únicamente si no para obtener la experiencia de ese profesional.


Algunos métodos de tratamiento como la terapia dialéctica conductual puede llevar que se necesiten varias sesiones hasta saber cómo afrontar los mecanismos o estrategias para ayudar a lidiar con brotes emocionales. Si el médico receta un medicamento, puede tener que probar varios tipos de píldoras antes de encontrar uno que funcione y produzca los efectos deseados. Todo ello es complicado de afrontar para una persona con este tipo de problemas y no es fácil mantener la motivación de continuar los tratamientos. 

Sin embargo es importante recordar que por pequeña que sean las posibilidades de mejora es mejor que no hacer nada por superarlo.

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