La vida está llena de pensamientos, sentimientos, personas negativas… Pero, aunque a veces nos veamos y nos sintamos tentados a dejarnos llevar por esa negatividad, debemos potenciar todo aquello positivo que nos haga sentir bien con nosotros mismos.
Hay muchas cosas que podemos hacer y que nos hacen sentir bien con
nosotros mismos. Una
sensación que no se puede comparar con nada. Un sentimiento de gratificación
que nos produce una gran felicidad.
“Creo que he aprendido que la mejor manera de levantarse uno
mismo es ayudar a otra persona”
-Booker T. Washington-
Uno de los pensamientos y acciones en las que más pecamos,
es la de dar siempre algo esperando recibir una recompensa por
ello. A esto no se le puede denominar dar y ayudar, no recibiremos la
misma gratificación que si lo hiciésemos sin esperar nada a cambio, pues en el
caso de esperarlo es un intercambio.
¿Alguna vez has dado o ayudado de verdad sin esperar nada?,
¿verdad que has sentido una sensación de bienestar inexplicable? Potenciar
estas pequeñas cosas que en ocasiones creemos insignificantes, nos permitirá
ser mucho más felices.
Una sonrisa a
la cajera del supermercado, ayudar con las bolsas a alguien que va muy cargado,
devolver una cartera que se le ha caído al transeúnte que va delante de
nosotros… Todo esto, todas las
pequeñas acciones que realizamos de forma voluntaria, nos provocan una
sensación de placer y bienestar inexplicables.
Hay un dicho que circula y que dice que “quién da más, recibe más“, pero eso sí siempre sin querer
recibir recompensa alguna por ello o reciprocidad en sus actos. Una forma
desinteresada de ayudar a alguien, una forma de sentirnos bien con nosotros
mismos y de hacer
sentirse bien a los demás.
Atrévete a caminar aunque sea descalzo, a sonreír aunque no
tengas motivos, a ayudar a otros sin recibir aplausos.
En muchas ocasiones te habrá ocurrido que has ayudado a
alguien que ha rechazado tu ayuda o que has ayudado, y al final esa ayuda no se
ha visto plasmada. Debemos fijarnos bien y observar quién de verdad necesita nuestra ayuda y quien puede
“arreglárselas solo”, pues en ocasiones las personas tienen que pasar por
ciertas dificultades para hacerse más fuertes y aprender.
También, existen las personas que por orgullo o arrogancia
no desean tu ayuda porque se sienten insultadas. Creen que las ves como personas débiles y
eso les incomoda. Ante esto, no te esfuerces. Las personas
que de buenas a primeras rechazan tu ayuda no merecen que sigas insistiendo, más que nada porque lo
harás peor.
Ayuda y da, deliberadamente, a aquellas personas que de verdad lo
necesiten. Personas que pueden ser cercanas o totalmente
desconocidos.
Dar y ayudar también puede ser una muy buena forma de hacer
buenas amistades, de interactuar con los demás y descubrir personas muy
especiales y bellas.
Nunca olvides que recibes lo que un día sembraste
Aunque no recibas nada, el placer que
sientes al dar y ayudar de forma desinteresada no te lo podrá dar nada más. Además, piensa que las
cosas buenas que das, las cosas buenas que tú haces, eso es lo que recibirás el
día de mañana.
Todo lo que hagamos influirá en nuestro futuro. ¡Cómo
quejarnos de lo mal que nos va si en un pasado actuamos con maldad! La bondad, el
bien por hacer el bien, es lo que realmente luego da sus frutos. Da sonrisas y recibirás
sonrisas, reparte bondad y recibirás bondad.
El mundo es un lugar que aún tiene muchas cosas que
descubrirte. Cosas que son positivas.
Pero debemos
empezar a apreciar esos pequeños actos que, en ocasiones, no le
damos la importancia que debiéramos.
Lo que daremos, lo recibiremos, de alguna u otra forma.
Empieza desde hoy mismo a practicar aún más si cabe el placer de dar y ayudar.
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