Muchos son los consejos y recomendaciones para escribir de
manera entendible, eficaz y amena; pero la mayoría coincide en que es
imprescindible saber, aunque sea de manera somera, la función que cada palabra
cumple dentro de la oración; usar adecuadamente los signos de puntuación,
conocer las palabras por la índole de la entonación, amén de otros aspectos que
se deben tener presentes a la hora de plasmar el pensamiento en el papel.
Algunos textos, que normalmente se consiguen en Internet, recomiendan no usar
sinónimos innecesarios, respetar el orden de la frase y no abusar de los
números.
A eso habría que agregarle que, para no crear confusiones,
es fundamental usar las palabras que correspondan al contexto, es decir, las
adecuadas, sin rebuscamientos y sin exhibicionismo. El idioma español es
abundoso en sinónimos, y por eso es recomendable apelar a esa amplia gama, en
virtud de no repetir siempre los vocablos. Se debe tener presente que un buen
texto no necesariamente será el más largo, con base en la regla de Ockham: “Si
puedes decir una cosa con dos palabras, no la digas con cuatro”.
Es encomiable que los redactores de manera habitual utilicen
palabras poco comunes en el habla cotidiana, siempre que conozcan el
significado de estas. Esa práctica tiene doble aprovechamiento, dado que por un
lado permite que quien las escriba adquiera relativa facilidad en la escritura,
y el por el otro, hará posible que el lector amplíe su léxico, si se lo
propone. Lo cuestionable es que usen términos cuyo significado desconozcan, lo
cual, aparte de evidenciar su ignorancia, incide negativamente en el público.
Muchos de los errores comunes en los medios de comunicación,
que por el inmenso poder inductivo que estos ejercer se han arraigado en el
vocabulario del común del hablante, tienen su origen en el empleo de términos
con significado muy diferente del que registran los diccionarios. El caso
típico es el de sendos y su correspondiente femenino, que la mayoría usa como
sinónimo de grande, inmenso, enorme, descomunal, extraordinario, cuando en
realidad significa “uno para cada uno de las personas o cosas mencionadas”. Se
debe tener en cuenta que no equivale a “ambos” ni admite singular.
Se ha vuelto una mala costumbre el empleo de verbos que nada
tienen que ver con el contexto en que se los usa, como por ejemplo detentar,
sobre todo en las crónicas de sucesos. Se ha dicho que, por ejemplo, “Fulano de
Tal fue detenido por detentación de armas de fuego”. ¿Se habrán preocupado esos
reporteros policiales por averiguar qué significa detentar? ¡No lo creo!
A todas esas, es indispensable que cada persona, sea
periodista, abogado, docente o usuario habitual del lenguaje escrito y oral, se
persuada de la importancia de escribir con propiedad, con sencillez, sin falsas
posturas y convencido de que siempre se deben emplear las palabras adecuadas.
“La forma en que se expresan las ideas, es la mejor carta de presentación”,
dicen los que conocen del tema.
No hay comentarios:
Publicar un comentario