Al principio somos como niños ansiosos. Queremos que
todo llegue lo antes posible, soñamos con devorar experiencias, con exprimir la
vida. Más tarde llegan los triunfos, las desilusiones, las piedras en el
camino… No obstante, de eso trata la vida, de avanzar, de asumir cambios y ser humildes en todo ese
maravilloso trayecto vital.
¿Quién no ha querido alguna vez que algo llegue lo más
pronto posible? ¿Y quién no ha deseado en alguna ocasión que un momento
fuera eterno, que el tiempo se detuviera ahí mismo como esas rocas que se alzan
firmes en medio del océano?
No importa, porque los buenos momentos siempre se quedarán
impresos en nuestra memoria. El hombre, por así decirlo, está hecho
de recuerdos y nos pasamos gran parte del día evocando buenos y malos
instantes.
Admitir que nuestra vida discurre un poco más cada día y que
avanza con un tic-tac que nadie puede detener, es sin duda algo que
nos asusta y que nos obliga a reflexionar. No obstante, no hay que tener
miedo a ese camino, a ese avanzar.
Todos somos breves inquilinos es este mundo imperfecto lleno
de cosas maravillosas. No hay que tenerle miedo a los años, sino a la vida
no vivida, a los años vacíos huecos de emociones,
de triunfos y por qué no, también de fracasos nunca experimentados. Esos de los
que tanto aprendemos.
Reflexionemos hoy brevemente sobre este avanzar de nuestra
existencia, hablemos de esos aspectos permanentes que debemos cuidar
cada día para llevar una vida más plena.
En la vida todo cambia, excepto las esencias
En efecto, podríamos decir que en esta vida todo llega, todo
pasa y todo cambia. No obstante, hay algunos elementos que deben ser
puntos fijos en nuestro microuniverso particular:
Tu autoestima, tu necesidad por aprender e ilusionarte
El amor, el respeto, la dignidad y nuestra necesidad por
cultivar el crecimiento personal, deben ser pilares esenciales en tu día a día.
Veletas que guiar con fuerza y entereza tu camino, sea cual sea.
Hay veces en que en esta extensa aventura vital,
declinamos muchos de estos aspectos en favor de otras personas. Hay quien
prioriza en algún momento de su vida a sus parejas hasta tal punto, que se
olvida de uno mismo.
Y si bien todo es justificable si los sentimientos son
intensos, hay que saber mantener el equilibrio. Ofrecernos a los demás hasta
el punto de olvidar nuestras necesidades, nos hará caer tarde o temprano en la frustración, y por tanto dejaremos de avanzar.
Cuando pierdes tu capacidad por ilusionarte, cuando tus días
están aferrados a la preocupación o la insatisfacción, tu vida ha dejado de
avanzar. El peso que acumulas te arraiga ya al sufrimiento. Respira, relativiza todo lo que te aferra y rompe las cadenas que
creas necesarias…
Puede que pienses también que otro aspecto que no debe
cambiar a lo largo de nuestra vida, son sin duda los valores. Bien, sin lugar a dudas
existirán esos esquemas básicos que nunca romperemos, como es el respeto a uno
mismo y a los demás, la
honestidad, la valentía…
Ahora bien, dentro de este avanzar vital, todos podemos
llegar a hacer pequeños cambios en nuestra personalidad e incluso en nuestra
escala de valores de acuerdo a las experiencias vividas. Y todo será sin duda para
bien porque forma parte del proceso de aprendizaje y de crecimiento.
No le tengas miedo a los cambios, son anclas que
rompemos para avanzar con un poco más de sabiduría de acuerdo a los actos
vividos.
Tú eres la prioridad, el protagonista de tu vida y
eres importante dentro de tu mundo. No te aferres a los miedos o a la
indecisión porque a largo plazo, llegará la frustración, el lamento por una vida no vivida.
Nunca dejes de cuidar a ese “niño interior“.
Debes ilusionarte por ti y por la vida, ser espontáneo dentro de toda la
sabiduría que has adquirido. Disfruta de las cosas sencillas, ama, experimenta,
atrévete.
No te ancles a los errores del pasado ni te alimentes de
nostalgias, la vida no espera a quien se detiene en sus propias oscuridades. La
vida busca luz y su propia libertad, permítete
crecer con ella, con optimismo, con ilusión y sencillez.
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