El consumo parece ser la categoría predominante de nuestros
tiempos: a los humanos nos encanta dividirnos por nacionalidades, géneros, raza
o preferencias de todo tipo, pero nada segrega más en la práctica que la
capacidad de consumo. No nos referimos solamente a la adquisición de todo lo
necesario para sobrevivir, desde comida hasta vestido y alojamiento, sino a la
subdivisión infinita de esas necesidades en opciones de consumo
hiperpersonalizadas.
El hombre más rico del mundo, Carlos Slim, incluso se ha
manifestado a favor de que la semana laboral sea de 3 días, y aunque los
avances en materia de robótica y cibernética todavía no nos entregan un futuro
donde el trabajo sea un placer más que un engranaje del sistema, en el
presente, el trabajo de muchas personas ni siquiera les alcanza para cubrir
esas “necesidades básicas”, mientras que otras se estresan más allá de toda
racionalidad por participar en la vida del consumo.
¿Pero qué ocurre si nuestras necesidades “básicas” no pasan
por adquirir los nuevos gadgets de la temporada sino por hacernos de tiempo
libre para el ocio y la contemplación? ¿Qué sucede cuando lo “básico” para
nosotros es aire y agua limpios, convivencia familiar, tiempo para organizar
nuestra biblioteca o nuestra colección de libros o estampillas? ¿Por qué
trabajamos, a pesar de que el estrés asociado al trabajo es nocivo para la salud?
Escapar del consumo en masa no es cosa fácil, pero es posible hacernos una
pregunta pertinente: ¿trabajamos para ganarnos la vida o para ganar el derecho
a consumir?
Mohit
Satyanand dejó
de trabajar en una oficina hace unos años luego de visitar un paradisíaco lugar
en las montañas de la India, donde decidió quedarse con
su esposa para criar a su hijo durante sus primeros años. Comenzó a trabajar
remotamente y, aunque pronto se dio cuenta de que ganaba una fracción de lo que
le pagaban en su trabajo regular según sus años de experiencia, se sentía
agradecido porque su calidad de vida estaba tasada según términos relevantes
para él.
Satyanand no pasa por alto algunas de las desventajas: su
auto es una antigüedad, y concede que el aislamiento extremo de la civilización
no es para todos, pero renunciar al consumo masivo le dio una sensación de
independencia y autonomía imposible de definir.
Probablemente la mayor lección que podríamos extraer de ese
caso es lo que dice cuando le preguntan cómo hizo para poder tener esa vida:
según Satyanand, la clave es no pedir permiso.
No va a llegar nadie a darte la libertad para vivir tu vida en tus propios
términos, pero sin duda llegarán muchos a decirte cómo debes vivirla según los
de ellos. El mercado es parte de esa fuerza que pretende que todos vivamos
pendientes de la moda y el consumo simplemente para mantener dicho mercado con
vida. (Queda pendiente explorar el potencial político del consumo dirigido:
¿qué pasaría si la gente se comportara como ciudadanos y utilizara su poder de
consumo para pedir sistemáticamente mejoras en las condiciones de vida de
quienes producen lo que ellos consumen, que muchas veces viven en condiciones de esclavitud? ¿Qué pasaría si penalizamos
a las marcas o productos que dañan el medio ambiente y que no dan buenas
condiciones laborales a su personal, en favor de otras que sí?).
Sin duda dejar de trabajar no es una opción para muchos de
nosotros, pero aunque siempre existan las famosas “cuentas por pagar”, hay que
preguntarnos de vez en cuando qué haríamos si no tuviéramos el trabajo que
tenemos. Simplemente por el hecho de tener acceso a Internet (y estar leyendo
esta página, por ejemplo) seguramente vives en un mundo que millones de
personas considerarían privilegiado, incluso “excéntrico”; podemos pensar que
para un pescador en Guerrero o un minero en Sierra Leona, comprar el último
videojuego/la última camioneta/el último smartphone/beber cafés
saborizados/asistir al cine/etc., son ocupaciones superficiales e incluso
excéntricas, y (también en el orden de la suposición) experimentan la
alienación laboral de otra manera.
Si bien no es posible desentenderse por entero del trabajo
(al menos no sin asumir ciertos riesgos, como estas personas que no sólo se
alejaron del trabajo sino de la sociedad en su conjunto), trabajar únicamente
por la opción de participar en la cultura del consumo suena bastante tonto.
Pero si participar en dicha cultura es una respuesta válida para ti,
seguramente existen razones igualmente válidas para asumir la alienación
capitalista con alegría (pero ignoramos dichas razones).
En otras palabras, ¿buscas el trabajo de tus sueños o la vida de tus sueños? ¿Una y otra son enteramente compatibles?
En otras palabras, ¿buscas el trabajo de tus sueños o la vida de tus sueños? ¿Una y otra son enteramente compatibles?
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