Una vez alguien me dio un consejo que no he querido ni
podido olvidar nunca: no corras detrás de alguien que sabe
dónde estás, ni siquiera por una exigencia moral. Cuando
pregunté por qué debía ser tan radical con mi forma de actuar, lo que me
contestaron me ha servido para abrir los ojos en muchos momentos de mi vida.
En primer lugar, me dijeron, ‘no corras detrás de nadie, ni
siquiera detrás de ti mismo, porque nadie necesita a alguien detrás, necesita a
alguien al lado‘. Después, me afirmaron: ‘si ya no te aporta
nada, déjalo ir porque si aún tiene algo que ofrecer a tu día a día, no hará
falta que se lo supliques’.
“El secreto no es correr detrás de la mariposa, es cuidar
el jardín para que ellas vengan hacia ti.”
-Mario Quintana-
Más abajo hablaremos de qué ocurre al buscar a alguien que
no eres tú sin encontrar respuesta pero, ¿y si lo que ocurre es que corres
detrás de ti mismo? Parece raro, pero puede pasarte. Muchas veces nos sentimos mejor cuando huimos
de lo que nos pasa o
dejamos que todo huya al nuestro alrededor
.
Cuando corremos detrás de algo que ya no está, estamos
corriendo detrás de nosotros mismos y eso nunca es bueno. Es necesario mirar
siempre hacia delante, persiguiendo algo que no sabemos dónde está y que
queremos encontrar como nuestro futuro. Si corremos detrás de lo que fuimos y no
somos, nunca nos superaremos.
En muchas ocasiones no nos atrevemos a parar en seco porque
nos da miedo mirar al vacío y reflejarnos en él. Sin embargo, nunca encontraremos vacío siempre que
aceptemos que es a nosotros a quienes deberíamos querer primero y para querernos
tenemos la obligación de superarnos día a día. Esto mismo ocurre cuando
pensamos en nuestra relación con los demás.
Seguro que estás pensando que decir todo esto es muy
fácil, pero que en nuestra vida existe ese grupo pequeño de personas que
queremos que estén o sigan estando ahí, a pesar de que no quieran que estemos.
No es fácil, por ejemplo, aceptar como parece que pueden sacarnos de la
vida de otra persona después de haberla compartido.
Sin embargo, por muy complicado que sea, es muy beneficioso
que nos recordáramos que para mantener una relación viva el mayor ingrediente
que se necesita es el interés. Si no hay interés, no hay relación, porque
lo que nos mantiene unidos son las ganas de conocerse recíprocamente, con todo
lo que eso conlleva.
“La ausencia paulatina de tu interés por mí, la falta
progresiva de tus ‘buenos días’, la elección egoísta de tu lejanía, fueron los
que determinaron que no hiciera falta viajar a Macondo; bastaba besar tus
labios para sentir… Cien años de Soledad.”
-Gabriel García Márquez-
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