En ocasiones, las
personalidades narcisistas suelen atraernos en un principio. Puede que hasta te
deslumbren. Pero es un brillo fugaz que acaba haciéndote daño.
Son personas que a primera vista parecen muy seguras de sí
mismas, saben
ensalzar sus propias virtudes y
el mundo, simplemente, parece girar a su alrededor como un satélite alrededor
de un planeta.
No debes dejarte engañar por su aparente atractivo… porque en su centro,
habitualmente solo hay vacíos e inseguridad. Todo revestido de unas ansias muy
afinadas por maquillar defectos de personalidad muy evidentes.
El narcicismo es uno más de esos perfiles tóxicos que todos
nos hemos encontrado alguna vez. Es necesario saber defenderse, saber tratarlos
para mejorar en lo que podamos su forma de ser y poder convivir con ellos.
Siempre que te sea posible, evidentemente, siempre que no veas vulnerados tus valores y tu propia integridad.
Hay unos rasgos marcados que pueden ayudar a identificar a
un narcisista. Son los siguientes:
Suelen ser hipersensibles. Sus cambios de humor son casi
constantes y varían en función de si son reconocidos o no en sus círculos
personales y sociales. Si los demás no ven su valía, sus aciertos y su
superioridad, se sienten maltratados y muy dañados. Son hábiles manipuladores.
Buscan siempre sentirse importantes. Les trae sin cuidado el
contexto o la situación.
Hemos de ir con cuidado en ocasiones, si les criticamos
o les llamamos la atención, su primera reacción será ponerse a la defensiva.
Pueden increparnos incluso señalándonos que lo que sentimos en realidad por
ellos, es envidia.
Aparentan siempre preocuparse por los demás y expresan su
deseo por apoyarnos. Pero ese apoyo esconde siempre un doble filo. Explotarnos. Siempre
esperarán algo a cambio.
Su interés no es sincero, puesto que su prioridad es siempre
su propia persona a pesar de que a primera vista nos despiste su cercanía y
calidez.
Suelen ser adictos a criticar a segundas y terceras
personas. Sus palabras siempre son hirientes cuando la persona en cuestión
no está delante. Criticar los reafirma a ellos, les hace sentirse importantes,
de ahí que casi siempre estén comparándose con los demás.
Son hábiles “traficantes
de culpa”. Saben manipular en sus conversaciones para que los demás
se sientan mal, para llamarnos la atención y atacar nuestros sentimientos.
Suelen tener bastantes amistades. Pero son amistades
vacías sin apenas cercanía o autenticidad.
Debemos tenerlo claro. Tras su solvente apariencia y sus locuaces
palabras, hay solo una persona que en realidad, se percibe a sí misma como
incapaz. Suele envidiar muchos aspectos que otros tienen, su autoestima
es muy frágil y
se defienden siempre con una especie de coraza que lejos de protegerle, lo que
hace es alejar a los demás.
Hay personalidades narcisistas más dañinas que otros. Si
adviertes que en el fondo de dicha persona sobresale más su debilidad de
carácter que el continuo ataque del narcisista clásico, vale la pena
hacerle entender las siguientes dimensiones:
Con su comportamiento aleja
a las personas y lo único que conseguirá es sentirse más vulnerable y más
solo.
Debemos también hacerle ver en primera persona sus propios
comportamientos. Dale un ejemplo de cómo habla anteponiendo siempre el
pronombre “yo”, de cómo no tiene en cuenta a los demás. Pregúntale cómo se
sentiría él si fuera tratado así.
Explícale cuáles pueden ser las consecuencias de seguir en
esa misma línea: que los demás dejen de tenerlo en cuenta, que lo vean como un
personaje ridículo que solo busca aparentar y que al final, se convierta en su
propia marioneta. Alguien roto y solo.
Hazle entender que la autoestima se
construye desde dentro, con uno mismo. No tenemos por qué necesitar
reconocimiento externo para querernos a nosotros mismos. No es de
fuera-adentro, sino de dentro-fuera.
Si es necesario, defiéndete
Ahora bien, si la persona narcisista está dentro de tu
círculo social o laboral, y no ves forma de poder ayudarla o hacerle ver su
“toxicidad comportamental”, debes poner pautas en ti mismo para
defenderte. Pon límites desde el principio.
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