lunes, 26 de noviembre de 2018

Rasgos De Una Buena Persona


Uno de los rasgos de una buena persona es que suelen ser personas empáticas. El dolor ajeno no debe de ser invisible a los ojos de nadie. La empatía, la humanidad y la solidaridad muestran que una persona se siente mejor consigo misma cuando se implica en las circunstancias de su entorno para poder aportar su granito de arena en la construcción de un mundo mejor.

Las personas que practican la empatía se rigen bajo un lema claro y conciso: "No hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti". Esta es su base en la vida y, desde aquí, actúan, hablan, reaccionan y se relacionan con los demás. Es un principio básico de respeto y tolerancia que hace que te puedas poner en la piel de otra persona y, así, comprender mejor sus emociones y su forma de vivir la vida.

El perfil de una persona buena también se caracteriza por practicar la sinceridad. Pero no nos equivoquemos: hay personas sinceras que también son groseras e hirientes. Las buenas personas, al ser empáticas, saben cómo tienen que decir las cosas y respetan, mucho, las emociones de los demás. Por tanto, serán sinceras siempre contigo pero cuando te digan algo que no te gusta, lo harán con sumo cuidado para no ofenderte.

El corazón de una buena persona se nota incluso en sus palabras y en la forma que tiene de hablar de los demás. Una buena persona no pierde el tiempo en crear rumores falsos sobre terceras personas o en criticar de forma constante a alguien a sus espaldas. Tiene objetivos más productivos en los que aprovechar su tiempo.

Otra de las características de las buenas personas es que también dedican parte de su vida a realizar actos positivos y bondadosos. Las acciones igual que las palabras son un efecto de los sentimientos del corazón. Una buena persona se define a sí misma a través de los hechos que reflejan una serie de valores y de normas.

También suelen tener unas escalas de valores muy firmes que suelen cumplir a rajatabla. Son personas optimistas, soñadoras e idealistas que intentan vivir de una forma positiva tanto a nivel individual como social. Intentan ofrecer pequeños granitos de arena para que el mundo pueda ser un lugar mejor para vivir y, muchas veces, ¡lo consiguen!

Una buena persona es aquella en la que puedes confiar de verdad. Incluso en el caso de no tener mucha confianza, es una persona responsable que no juega con los sentimientos de nadie. Una buena persona no utiliza a los demás como si fuesen objetos. Suelen ser personas que, gracias a los valores tan firmes que tienen, tienen muy claro que el respeto es un elemento básico en las relaciones humanas.

Por eso, son personas que te respetarán y que no irán escampando tus secretos o intimidades a nadie. Además, gracias a su sinceridad, son personas que pueden convertirse en amigos del alma ya que querrán lo mejor para ti y no les costará nada decirte si hay algo que no les termina de convencer. En general, suelen crear relaciones muy sanas con la gente de su entorno y ayudar a que los demás también se puedan convertir en buenas personas.

Y, por último, otro de los rasgos de una buena persona es que suelen ser humildes. Es decir, nunca se sentirán superiores a los demás ni mirarán a nadie por encima del hombro. Saben que todo el mundo tiene su vida y sus propias metas, por tanto, respetarán cada éxito de cada uno y nunca se interpondrán en ellos.

No necesitan demasiadas cosas para vivir: ni lujos, ni dinero, ni reconocimiento. Son personas sencillas que se sienten la mar de felices disfrutando de un bonito atardecer, despertándose con sus seres queridos o dando un paseo por la playa. Valoran que en la sencillez de la vida es donde se encuentra la auténtica felicidad y la auténtica belleza.

Y, por último, otro de los rasgos de una buena persona es que suelen ser humildes. Es decir, nunca se sentirán superiores a los demás ni mirarán a nadie por encima del hombro. Saben que todo el mundo tiene su vida y sus propias metas, por tanto, respetarán cada éxito de cada uno y nunca se interpondrán en ellos.


No necesitan demasiadas cosas para vivir: ni lujos, ni dinero, ni reconocimiento. Son personas sencillas que se sienten la mar de felices disfrutando de un bonito atardecer, despertándose con sus seres queridos o dando un paseo por la playa. Valoran que en la sencillez de la vida es donde se encuentra la auténtica felicidad y la auténtica belleza.

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