miércoles, 14 de noviembre de 2018

El Sentido Del Deber


Educar era enseñar modales adecuados, pero sobre todo instalar en los niños el sentido del deber. Así se llamaba antes. Sabían los padres, más allá de su nivel de educación, que un niño debía aprender desde muy pequeño que hay cosas que se pueden hacer y otras que no, pero también tenía que aprender que tiene responsabilidades. 

Estar a cargo de su gato para que no entre a la casa. No dejar la pelota afuera para que no se la roben y cuidarla. Hacer sus tareas. No sacarse el chaleco si hace frío. Son pequeños deberes que se van instalando hasta formar en el niño el sentido de que además de regalos, besos y paseos, de ciertas normas de comportamiento en familia, existen las responsabilidades. Algunas son hacia sí mismos, algunas hacia los otros. 

No existe una personalidad "normal" que pase el test para ingresar a un colegio o a un trabajo, que no deba rendir bien en la medición de este rasgo. Porque determina enormemente el desarrollo futuro, sobre todo el comportamiento social.

Fue más importante para muchas generaciones educar a sus hijos en el sentido del deber que hacer grandes demostraciones de amor. No porque fueran excluyentes, sino porque enseñar el rigor no siempre va acompañado de regaloneos, besos y abrazos. 

Luego viene un cambio de énfasis. Es más importante el amor en la niñez que cualquier otra cosa. Cierto. Un niño querido y que se siente querido tiene más probabilidades de adaptarse y de tener éxito en lo que escoja hacer, que al revés. 

Y como siempre, la historia evoluciona exagerando y equilibrando. Hoy sabemos que sin cariño y sin cierta disciplina no hay un buen resultado. 

El sentido del deber no es la disciplina, si bien son de la misma familia. Yo puedo educar en el temor del castigo y tener buenos resultados en el aprendizaje de lo que se debe y no se debe hacer. Yo puedo ser estricto en la obediencia y tener buenos hijos y buenos alumnos y buenos trabajadores. ¡Lo que diferencia el sentido del deber es que no está mediado ni por el castigo ni por la alabanza ni por el premio externo! Es un medidor interno, privado, que vamos aprendiendo lentamente, porque en cada etapa de la vida es distinto en sus indicadores. 

Es el deber consigo mismo, es el deber con los valores adquiridos, es un sentido de paz. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario