La universidad contemporánea
tiene un encargo social fundamental, egresar profesionales que resuelvan con
integridad, independencia y creadoramente los problemas que se le presenten en
el ejercicio de su actividad laboral, de ahí que el proceso de formación
profesional en la actualidad exige de una conducción que tenga en cuenta como
requisitos básicos; el carácter sistémico y dinámico de la educación y la
consideración, como componente curricular rector, de las competencias en la
solución de los problemas profesionales que deben ser resueltos por el futuro
egresado.
Con ese fin se precisan
elementos conceptuales de las competencias. Esta realidad impone un reto a la
dirección del proceso enseñanza aprendizaje y por tanto a sus actores
principales: profesores y estudiantes, ya que la asimilación de los contenidos
por el que aprende debe estar en función del desarrollo de las competencias
previstas en el perfil profesional, ello exige una gestión docente a partir de
métodos formativos innovadores, que propicien el desarrollo del pensamiento
teórico-sistémico, crítico y creativo, en íntima relación con los valores y
ética de trabajo, como condiciones esenciales en el proceso de la formación y/o
consolidación de las competencias profesionales.
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