viernes, 11 de octubre de 2019

Los Inflexibles



Una personalidad inflexible es aquella que es resistente al cambio, incluso si ese cambio es beneficioso. La falta de flexibilidad es una característica de varios trastornos de la personalidad, como el trastorno obsesivo-compulsivo y el trastorno de personalidad narcisista. A  menudo  se encuentra en el centro de un sentido de sí mismo y puede ser difícil de remediar. Sin embargo, estudios recientes han demostrado que los rasgos inflexibles pueden cambiar y cambian con el tiempo.

Ser inflexible no tiene nada que ver con lo agradable que es alguien en la  vida  cotidiana. En vez de eso, la inflexibilidad se refiere a la imposibilidad de cambiar los rasgos de personalidad o estilos de afrontamiento para adaptarse a situaciones cambiantes, lo que hace difícil, si no imposible, desenvolverse socialmente.

Los rasgos de carácter inflexibles son rasgos resistentes al cambio. Este cambio puede ocurrir a través de auto-examen o la  resolución  de problemas a través de otros métodos, pero los rasgos inflexibles están a salvo de estos agentes de cambio. Parte de este escudo es creado por la incapacidad de una persona inflexible o falta de voluntad para examinar estos rasgos.

Esto evita cualquier descubrimiento del error rasgo o limitación. En términos psicológicos,  uno  de los aspectos clave de la inflexibilidad es su centralidad, que se encuentra en el corazón de una persona inflexible en el sentido de sí misma y todos los demás procesos y rasgos están subordinados a esto.

Albert Einstein dijo que “la mente que se abre a una nueva idea, jamás volverá a tu tamaño original”. Sin embargo, abrir la mente es un ejercicio complicado, mucho más de lo que estamos dispuestos a admitir. 

De hecho, la rigidez mental se comienza a construir desde que nacemos. Cada aprendizaje nos abre nuevas puertas pero también nos cierra otras. A medida que crecemos y nos vamos formando nuestra propia imagen del mundo, nos llenamos de estereotipos, creencias y prejuicios que son muy difíciles de eliminar. Sin embargo, la rigidez mental no se refiere únicamente a las ideas, sino y sobre todo, al modo de pensar.

La rigidez mental nos hace prisioneros, merma nuestra capacidad de adaptación, creatividad, espontaneidad y positividad. Nos ata a viejos modelos que nos impiden crecer en el plano intelectual y emocional

Para Tener En Cuenta



Todos somos ignorantes. Lo que ocurre es que no todos ignoramos las mismas cosas. Albert Einstein

Se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta para aprender a callar. 

El joven conoce las reglas pero el viejo las excepciones.

Está todo dicho, pero no hay nada hecho.

El éxito es la realización progresiva de un sueño.

Lucha ahora o muere mañana.

Cuando el filósofo señala la Luna, el tonto se fija en el dedo.

El cine ayuda a soñar. La televisión a dormir.

Cuanto más grande es el caos, más cerca está la solución.

Si quieres ser el más tonto, aparenta ser el más tonto.

¿Qué es un pesimista?. Un optimista con experiencia. 


Somos Instantes

“Solo se vive una vez, pero si lo haces bien, una vez es suficiente”

-Mae West-

Somos instantes, momentos pasajeros y una sucesión de recuerdos. Somos viajeros en el tiempo, en una fracción del mundo en la que instalamos nuestra vida como si fuera durar para siempre. Pero lo cierto es que somos fugaces, somos como huellas en la arena que las olas borran al momento. Sin embargo, a pesar de ello, creemos que somos cemento.

Nos empeñamos en vivir instalados en el cuento de aquello que nos hiere y en el lamento de no tener lo que nos falta y nos olvidamos de vivir lo que tenemos. Dejamos que el tiempo se escape sin pensar que nada es eterno, ni lo que amas ni lo que te hiere, porque en realidad somos una sucesión de momentos, somos instantes pasajeros.

Lo queremos todo al momento, no tenemos lugar para el respiro, todo es rápido, todo pasa y nada se disfruta. En el mundo de la comida rápida, las citas exprés y los horarios repletos de citas de trabajo, hemos perdido la perspectiva del valor del tiempo, preocupándonos más por el sufrimiento que por el placer de las cosas simples de la vida.

Somos instantes que vivimos como si fuéramos eternos. Somos instantes que no disfrutamos de lo que tenemos a nuestro alrededor en todo momento.

Nos comportamos como si ya hubiera tiempo para disfrutar de lo bueno cuando, en realidad, nos lo estamos perdiendo.

Y en cambio, cuando algo nos hiere, somos “masocas” instalados en el sufrimiento. 

Nos sumergimos en el dolor y nos abrazamos a la queja como si no hubiera nada más en el mundo que nuestros problemas. Nos cegamos ante ese dolor y dejamos de ver que más hay ahí fuera.

Hurgamos en nuestras heridas despacio y sin buscar soluciones. Nuestras conversaciones se vuelven monótonas día a día porque paramos nuestros relojes en aquello que nos lastima. Somos instantes menos cuando sufrimos, entonces somos eternos y dañinos.

“Solo se vive una vez, pero si lo haces bien, una vez es suficiente”
-Mae West-

Somos instantes, momentos pasajeros y una sucesión de recuerdos. Somos viajeros en el tiempo, en una fracción del mundo en la que instalamos nuestra vida como si fuera durar para siempre. Pero lo cierto es que somos fugaces, somos como huellas en la arena que las olas borran al momento. Sin embargo, a pesar de ello, creemos que somos cemento.

Nos empeñamos en vivir instalados en el cuento de aquello que nos hiere y en el lamento de no tener lo que nos falta y nos olvidamos de vivir lo que tenemos. Dejamos que el tiempo se escape sin pensar que nada es eterno, ni lo que amas ni lo que te hiere, porque en realidad somos una sucesión de momentos, somos instantes pasajeros.

Lo queremos todo al momento, no tenemos lugar para el respiro, todo es rápido, todo pasa y nada se disfruta. En el mundo de la comida rápida, las citas exprés y los horarios repletos de citas de trabajo, hemos perdido la perspectiva del valor del tiempo, preocupándonos más por el sufrimiento que por el placer de las cosas simples de la vida.

Somos instantes que vivimos como si fuéramos eternos. Somos instantes que no disfrutamos de lo que tenemos a nuestro alrededor en todo momento.

Nos comportamos como si ya hubiera tiempo para disfrutar de lo bueno cuando, en realidad, nos lo estamos perdiendo.

Y en cambio, cuando algo nos hiere, somos “masocas” instalados en el sufrimiento. 

Nos sumergimos en el dolor y nos abrazamos a la queja como si no hubiera nada más en el mundo que nuestros problemas. Nos cegamos ante ese dolor y dejamos de ver que más hay ahí fuera.

Hurgamos en nuestras heridas despacio y sin buscar soluciones. Nuestras conversaciones se vuelven monótonas día a día porque paramos nuestros relojes en aquello que nos lastima. Somos instantes menos cuando sufrimos, entonces somos eternos y dañinos.



jueves, 10 de octubre de 2019

Inquietudes

Puede entenderse a la inquietud como un estado de nerviosismo que se produce ante una determinada situación.

La persona que está inquieta no tiene paz interior ni puede relajarse, ya que hay algo que le genera preocupación. De esta manera, cuando a un trabajador le informan que tiene que ir a hablar con su jefe, puede sentir inquietud por la situación ya que su superior tal vez le informe que será sancionado o despedido. Hasta no hablar con su jefe, pues, el empleado se sentirá inquieto.
La inquietud también puede analizarse como un síntoma de la ansiedad.

Al estar inquieta, la persona no puede concentrarse en lo que está haciendo debido a que su atención y sus pensamientos están focalizados en otra cuestión. Esto hace que la inquietud pueda causar problemas cotidianos.
Además, desde el punto de vista de la salud anímica, la inquietud también es una de las principales causas de estrés y ansiedad ya que la preocupación remite al futuro, a un hecho que se observa como una amenaza pero que todavía no se ha dado.

Desde este punto de vista, la inquietud es un claro ejemplo de cómo una idea irracional del futuro puede robar calidad de vida en el presente por imaginar posibles situaciones que desde el punto de vista del ahora no son más que una hipótesis, es decir, una posibilidad que puede darse o no darse.
Desde el punto de vista de la inteligencia emocional es importante poner en práctica algunos consejos de ayuda para reducir estas preocupaciones.

1. En primer lugar, es decisivo establecer metas a corto plazo que ayuden a poner la atención en lo inmediato.

2. Para vaciar la mente de las preocupaciones también es muy gratificante escribir en un diario esas ideas negativas o pesimistas para poner orden en el mundo interior.

3. Por supuesto, también es muy saludable charlar con un amigo de una forma distendida sobre estos miedos y dudas.

4. Caminar todos los días es una práctica de bienestar necesaria para poner cuerpo y mente en forma. Caminar eleva los niveles de optimismo y permite potenciar el nivel de concentración en el presente.

5. Es fundamental evitar la postergación en la toma de decisiones ante un conflicto.

6. Aprende a diferenciar entre aquello que depende de ti y aquello que no está en tus manos resolver. Existen personas que sufren por una realidad que no pueden modificar.

7. Evita cargar con el peso del pasado. Es muy importante caminar al ritmo de la realidad: en presente.


El Valor De La Gratuidad


Gratuidad porque una sonrisa no cuesta dinero. Gratuidad porque el tiempo que dedicamos a los amigos es gratis…hay tantas cosas que hacemos y recibimos gratis, que a veces no las valoramos.
Dicen que lo que es gratis no se valora, y es cierto, si hay coste económico uno lo da más importancia, sin saber que lo más importante de la vida es gratis.

En unos tiempos en los que el capitalismo nos inunda, en los que todo tiene que tener una rentabilidad. En los que parece que no hacemos más si no nos lo pagan, en los que somos números que se traducen en cifras. Hay tantos ámbitos de la vida en las que una persona es un coste económico, como la sanidad, la educación, la justicia, el trabajo…tantas y tantas cosas que suponen cálculos en términos económicos. 

Pero hay otros en los que es imposible calcular con dinero, como los sentimientos y las emociones. Eso es imposible, ¿cuánto cuesta estar alegre? ¿cuánto me cuesta ser generoso? ¿cuánto me cuesta ser agradable? ¿O estar triste? ¿decepcionado? O el amor, que es gratis…La ternura…
O los paisajes, el cielo es gratis, el aire es gratis, la naturaleza, el mar…

Y en nuestro día a día ¿O cuando estamos en familia calculamos cuánto nos cuesta ayudar en casa? ¿O preparar la comida para la familia? ¿O pasar la tarde con tus padres? O con los amigos, ¿alguien calcula cuánto dinero pierde o gana tomando un café con los amigos? ¿o acompañándole en un acontecimiento de su vida? ¿O disfrutando de un rato?

O cuando disfrutamos de un viaje, calculamos el coste del mismo por el alojamiento, el traslado, etc…, pero seguro que no valoramos en términos económicos, el paisaje que hemos disfrutado, el monumento que hemos podido ver, las risas que hemos compartido, las anécdotas que hemos vivido…O simplemente el paseo matutino o diario, o esa acción solidaria que hacemos a menudo, o esa ayuda que prestamos al que nos necesita, o esa conversación que tanto nos ha aportado, o esa lectura que nos ha hecho pensar y aprender…

O esas personas que llegan a nuestra vida y nos hacen felices; o ese piropo que tanta falta nos hace; o ese consejo que recibimos o damos; o esas sorpresas que llegan de repente; o esos encuentros que no teníamos previsto; o esa llamada o mensaje de quién hace tiempo que no tenemos noticias; ese regalo que recibimos…. tantas y tantas cosas que no cuestan…

También las cosas negativas son gratis…


Deberíamos pensar más en lo que recibimos gratis para poder dar más gratis, porque se multiplica…Y también ser agradecidos con lo que tenemos y recibimos, y la gratitud comienza con una sola palabra: Gracias


Los Incrédulos

La palabra incrédulo es un término que podremos emplear en nuestro idioma cuando sea necesario expresar que tal o cual persona no creen sencilla y fácilmente aquello que le dicen y muestran.

Generalmente, la persona calificada como incrédulo presenta esta característica de manera permanente en su manera de actuar, pensar, es decir, es una actitud en la vida la de mostrar una reticencia a la creencia de las cosas y no tanto una cuestión del momento relacionada a un tema en cuestión, costándole, por tanto, creer en todo y en todos.

Asimismo, cabe destacarse, que aquella persona que se ha visto sometida a experiencias negativas en materia de confianza, suele presentar más incredulidad que otros a la hora de creer en algo o alguien.

Y también se puede emplear la palabra como sinónimo de otros términos entre los que destacan el de ateo y agnóstico. El de ateo es un concepto que reviste especial presencia e importancia dentro del ámbito de la religión dado que de ese modo se denomina a aquel individuo que niega la existencia de dios.

Y por su parte llamamos agnóstico a aquel individuo que defiende y es seguidor del agnosticismo, que consiste en la adopción de una postura de considerar inaccesible para los seres humanos todo lo que presente características divinas, o en su defecto que esté vinculado con cuestiones que aún no han sido experimentadas.
Entonces, a todas aquellas corrientes filosóficas que sostienen el mencionado pensamiento es posible endilgarles una actitud agnóstica.

En tanto, el término que directamente se opone al que nos ocupa es el de creyente, que refiere precisamente lo opuesto, a aquel individuo que cree en algo o a aquel que profesa y se encuentra comprometido con una religión.

El creyente se caracteriza por acompañar con actos, comentarios y el pensamiento todo cuanto propone la religión de la que forma parte integrante. Por esto es que jamás escucharemos al creyente opinando de modo contrario sobre alguna propuesta o dogma, ya que su compromiso es tal y va más allá de cualquier tipo de cuestionamiento mental, porque cree con el corazón y con eso le basta.

La tesis de Kanazawa es que lo que llamamos inteligencia es una habilidad que se desarrolló recientemente en un Homo Sapiens al que no le bastaron ya las habilidades cognitivas adaptadas a un mundo estable en el que genes y entorno ecológico iban a la par. 

Según su atrevida (pero documentada) teoría, las personas inteligentes suelen ser las que adoptan los modos de pensar más alejados de su naturaleza ancestral. Así aparecen criaturas extravagantes como los “progres” (liberales), los ateos o los monógamos, que van tan sobrados en la vida que se permiten “razonar la razón” Lo cual no quiere decir que sean quienes más éxito o felicidad obtienen de ella. Ahí tienen ventaja los “listos”, que no están tan dotados pero que no suelen ser tan desastrosos en cuestiones de “sentido común”, dispositivo que viene de serie pero que es obviado demasiado a menudo por los más inteligentes.

La poesía incrédula:


No puedo ver 
Descifrar 
Lo que tratas de esconder 
De la verdad 
La que no pueda creer 

¿Por qué eres así? 
¿Por qué no te abres más? 
¿Por qué parece tan difícil dejarme entrar? 
Atrévete a confiar 
Tú puedes mejorar 
No digas nada que yo deba interpretar 

Si puedes expresar toda la verdad 
Ya no importa que me digas nada más 
Si aprendes a entender 
Lo que no puedes ver 
Es más fácil y sencillo de creer 

No crees en nada 
Que no puedas comprobar 
Me haces incrédulo 
Ya no ignores la verdad

La palabra incrédulo es un término que podremos emplear en nuestro idioma cuando sea necesario expresar que tal o cual persona no creen sencilla y fácilmente aquello que le dicen y muestran.


Insolentes


Lo Que No Suele Faltar
La Insolencia

La palabra insolencia es un término de uso habitual en nuestro idioma y que empleamos cuando queremos dar cuenta del atrevimiento, la falta de respeto o el descaro que ostenta una persona per se, es decir, las mencionadas características forman parte regular de su personalidad o bien una persona se comporta de este modo ante determinada situación que le provoca justamente este tipo de reacciones.

Si bien es frecuente que este tipo de comportamientos se presenten entre individuos jóvenes y en niños, también es posible, aunque con menos frecuencia, apreciarlo entre adultos.

Una explicación para tal situación podría ser que los jóvenes y los niños suelen actuar en muchas ocasiones con desparpajo y algo de inconsciencia, condiciones propias de la edad que transitan.

Pero ojo, es importante guiar y aconsejar al niño o adolescente que se comporta de este modo porque con el correr del tiempo tal comportamiento puede resultar una importante molestia a nivel social.

También, usamos la palabra insolencia para expresar a aquel dicho o acción que resulta para alguien sumamente insultante y ofensiva.

Son varios los sinónimos que suelen emplearse en relación a este concepto, en tanto, destacaremos dos de los más usados como ser: irreverencia y osadía.

Una irreverencia implica básicamente la ausencia de respeto para con alguien o con algo a partir de alguna acción que molesta ampliamente o de un dicho que ciertamente incomoda.

Y por su lado, la osadía supone el atrevimiento, la imprudencia y la audacia que presenta alguien en su actuar.

La osadía es una característica más bien recurrente y presente en aquellas personas que tienen una tendencia a la extroversión y entonces, como tales, no presentan demasiado apego a los cánones sociales establecidos y se manifiestan habitualmente con mucho arrojo y sin pensar demasiado en las consecuencias que pueden tener sus actos.


Mientras tanto, el concepto que se opone de plano al que nos ocupa es el de cortesía que consiste en lo contrario a lo que propone la insolencia y que es una demostración o actuación que se destaca por presentar atención, afecto y mucho respeto por el otro.


Lo Que Aspiramos


Una persona tiene aspiraciones en su vida, es decir, tiene objetivos que cumplir, metas que se marca de acuerdo a sus inquietudes personales y su modo de ser. Las aspiraciones son totalmente subjetivas, cada ser humano es único e irrepetible. De ahí que personas de la misma edad puedan diferenciarse porque cada uno se encuentra en una etapa vital diferente.

Las aspiraciones conectan con el deseo de realización personal de aquel que quiere aportar un valor añadido a su vida a través del sentido concreto que aporta el cumplimiento de una misión. Una aspiración es una motivación importante. En este este sentido, a modo de coaching, una persona puede tener aspiraciones distintas en el ámbito profesional y en el ámbito personal. Las aspiraciones personales conectan también con las cualidades personales de cada uno.

La vida, como un proceso de evolución constante, también tiene matices distintos en función de cada etapa. Una persona también varía en sus aspiraciones en función del momento de la vida en el que se encuentre. Una persona adolescente tiene unas aspiraciones distintas a la de una persona de sesenta años, simplemente, porque su grado de experiencia, el conocimiento que tiene de sí misma y la fase de la vida en la que está también es diferente.

Una aspiración puede ser tan importante que en el caso de no realizarse, una persona puede experimentar una enorme frustración en su interior al sentir que tiene una asignatura pendiente de llevar a cabo. Por suerte, la vida es un aprendizaje constante, siempre existen momentos de luchar por los verdaderos sueños del corazón. Lo importante es que tú te des la oportunidad a ti mismo de ser feliz.

En la medida en que una persona realiza sus aspiraciones también crece como persona, es más madura y tiene más experiencia. Pero además, también aumenta su autoestima personal y el concepto que tiene de sí misma. Para llevar a cabo las aspiraciones personales es fundamental ser constante, definir de forma asertiva los objetivos, buscar un plan de acción para alcanzar una meta y tener confianza en uno mismo.

Pero lo más importante es que después de un fracaso, una persona no se dé por vencida y sea constante porque la verdadera clave del éxito existencial es la perseverancia.

Practica tus aficiones, cultiva tus inquietudes personales para el correcto cumplimiento de tus aspiraciones. De este modo, tu nivel de felicidad aumenta. Una persona tiene aspiraciones en su vida, es decir, tiene objetivos que cumplir, metas que se marca de acuerdo a sus inquietudes personales y su modo de ser. Las aspiraciones son totalmente subjetivas, cada ser humano es único e irrepetible. De ahí que personas de la misma edad puedan diferenciarse porque cada uno se encuentra en una etapa vital diferente.


Las aspiraciones conectan con el deseo de realización personal de aquel que quiere aportar un valor añadido a su vida a través del sentido concreto que aporta el cumplimiento de una misión. Una aspiración es una motivación importante. En este este sentido, a modo de coaching, una persona puede tener aspiraciones distintas en el ámbito profesional y en el ámbito personal. Las aspiraciones personales conectan también con las cualidades personales de cada uno.

La vida, como un proceso de evolución constante, también tiene matices distintos en función de cada etapa. Una persona también varía en sus aspiraciones en función del momento de la vida en el que se encuentre. Una persona adolescente tiene unas aspiraciones distintas a la de una persona de sesenta años, simplemente, porque su grado de experiencia, el conocimiento que tiene de sí misma y la fase de la vida en la que está también es diferente.

Una aspiración puede ser tan importante que en el caso de no realizarse, una persona puede experimentar una enorme frustración en su interior al sentir que tiene una asignatura pendiente de llevar a cabo. Por suerte, la vida es un aprendizaje constante, siempre existen momentos de luchar por los verdaderos sueños del corazón. Lo importante es que tú te des la oportunidad a ti mismo de ser feliz.

En la medida en que una persona realiza sus aspiraciones también crece como persona, es más madura y tiene más experiencia. Pero además, también aumenta su autoestima personal y el concepto que tiene de sí misma. Para llevar a cabo las aspiraciones personales es fundamental ser constante, definir de forma asertiva los objetivos, buscar un plan de acción para alcanzar una meta y tener confianza en uno mismo.

Pero lo más importante es que después de un fracaso, una persona no se dé por vencida y sea constante porque la verdadera clave del éxito existencial es la perseverancia.

Practica tus aficiones, cultiva tus inquietudes personales para el correcto cumplimiento de tus aspiraciones. De este modo, tu nivel de felicidad aumenta.

miércoles, 9 de octubre de 2019

Miserias Humanas


La miseria material es indigna a la condición humana, y es función del Estado tratar de que sus habitantes vivan en condiciones que los alejen de ella, procurándoles educación y trabajo, dos herramientas fundamentales para combatir este flagelo, que tiende a repetirse en forma generacional.

En definitiva, cuanto más evolucionado sea el principio que origina el acto, dando lugar, a la falsedad o la simulación y el desprestigio. Pero quien lo realiza empleando la razón y no la emoción, mayor gravedad posee conceptualmente el hecho.

Lo mismo ocurre cuanto más evolucionado sea el principio que origina el tipo de acto, lo que da lugar a que los actos sean de tipo emocional, inmediato y planificado.

De modo que un buen consejo es no sólo mantenerse alejado de las personas ruidosas y agresivas sino también de la de comportamiento miserable.

Los principios universales, de los que tanto hablamos, también, sirven para explicar la conducta humana en sus distintas facetas las cuales, a su vez, son consecuencia de ellos mismos. 

Deleuze nos dice que, en las explicaciones que hace el hombre, no todo es proyección, también, hay análisis, crítica y descripción. Éstas son expresiones de sus diversos aspectos por lo que, entonces, las facetas del hombre serán: La esencia (proyección), la materia (descripción) y la razón (análisis), a las que se añade la crítica como forma interesada de la razón.

Dejando a un lado las interpretaciones sobre el bien y el mal, nos limitaremos a decir que “mal”, en general, es toda intervención que causa perjuicio a la voluntad ajena, voluntad que, como hemos visto, posee diversos aspectos. En cada uno de ellos, el daño a la voluntad posee nombres adecuados, siendo el de “mal” un nombre genérico con el que entendernos y bajo cuyo epígrafe incluimos a todos los de su categoría aunque, propiamente corresponda al daño material. Lo mismo ocurre con el término maldad, que será, a la vez, un concepto determinado y un nombre común de varios conceptos.

El mal se entiende desde el punto de vista del perjudicado, no desde el punto de vista del agresor que solo actúa para obtener algo que desea. Por ello, la justicia y cualquier tipo de conocimiento deben evitar adoptar puntos de vista particulares y deben perseguir valores universales cuyo sentido no dependa de la posición del observador. Y téngase en cuenta que, si el concepto de mal resulta perspectivista, pues se entiende la existencia del mal desde el punto de vista del perjudicado, el de bien, también, pues no se contempla el menoscabo de la voluntad que sufre quien hace lo que a otro beneficia, y la interpretación del bien, un valor aceptado por mayoría y no por verdad, resulta más difícil de discutir que el del mal. La justicia, por ejemplo, puede quedar confundida si decide perseguir, por simpatía, el bien.

Cuando el agresor realiza actos sin el fin de lograr un beneficio material y el objetivo es utilizar el poder para deleitarse con el sufrimiento que origina a su víctima, con lo que comprueba su valor personal, dado que, si produce efectos, es que su poder posee un valor, no nos hallamos ante el mal sino ante la maldad.

Si alguien roba a su víctima porque es su medio de vida o para mejorar su economía, estamos ante una agresión material que es consecuencia de una necesidad o, bien, de una utilidad de tipo material. 

Si alguien roba por hambre o comete una violación, estamos ante una necesidad o conveniencia orgánica, y nos encontramos ante una satisfacción emocional. No justificamos ninguno de estos delitos, la cuestión que se plantea es la utilidad que el sujeto obtiene al cometer el delito. Si alguien miente en un juicio obtiene una sentencia a su favor. Si se critica al partido contrario, se logran más adeptos a la causa propia. Estos son ejemplos, más o menos acertados, de las ventajas que se pueden lograr al enfrentarse a la voluntad ajena, expuestos para entender la diferencia entre el mal y la maldad ya que la maldad ha de satisfacer una necesidad o no se produciría pero afirmamos que esa necesidad es de un tipo completamente distinto a las necesidades reales.

Los principios universales, de los que tanto hablamos, también, sirven para explicar la conducta humana en sus distintas facetas las cuales, a su vez, son consecuencia de ellos mismos.
Guilles Deleuze nos dice que, en las explicaciones que hace el hombre, no todo es proyección, también, hay análisis, crítica y descripción.
Éstas son expresiones de sus diversos aspectos por lo que, entonces, las facetas del hombre serán: La esencia, la materia y la razón, a las que se añade la crítica como forma interesada de la razón.

De modo que cuando una persona actúa con malicia y artimañas para lograr un objetivo o dañar reputaciones, lo está haciendo de manera miserable.

La misería mental es completamente diferente a la económica, ya que no interviene el elemento necesidad sino intención.

También se aplica a la carencia absoluta de otras cosas, distintas a los medios económicos, como cuando se dice eso es parte de la miseria humana, alegando falta de valores como la falta de afectos, de generosidad, o de caridad de alguien.

Miseria es un vocablo de origen latino que significa desgracia o infortunio
La miseria material es indigna a la condición humana, y es función del Estado tratar de que sus habitantes vivan en condiciones que los alejen de ella, procurándoles educación y trabajo, dos herramientas fundamentales para combatir este flagelo, que tiende a repetirse en forma generacional.

En definitiva, cuanto más evolucionado sea el principio que origina el acto, dando lugar, a la falsedad o la simulación y el desprestigio. Pero quien lo realiza empleando la razón y no la emoción, mayor gravedad posee conceptualmente el hecho.

Lo mismo ocurre cuanto más evolucionado sea el principio que origina el tipo de acto, lo que da lugar a que los actos sean de tipo emocional, inmediato y planificado.

De modo que un buen consejo es no sólo mantenerse alejado de las personas ruidosas y agresivas sino también de la de comportamiento miserable.


Lo Que La Mente Piensa



Tras el éxito del libro “somos lo que comemos” te presentamos la versión psicológica: “somos lo que pensamos”. Sin duda es un título bastante sugerente y que nos invita a aprender más sobre esa relación entre los pensamientos, lo que nos sucede y la definición que tenemos de nosotros mismos.

En todo esto, nuestra mente, a través del material cognitivo con el que trabaja, tiene un gran poder.
Nuestros pensamientos pueden cambiar la manera en que nos comportamos, las decisiones que tomamos y los sentimientos que experimentamos. Es decir que nos influyen mucho, más de lo que creemos.

La mente: ¿aliada o enemiga?

Todo depende. ¿De qué? ¡de lo que pensemos! Es frecuente decir “estoy cansado, no puedo aguantar más” e inmediatamente después tener ganas de echarnos a dormir tres días seguidos. No olvides que el cuerpo y el cerebro trabajan para complacerte, y especialmente el primero tiende a hacerlo a corto plazo. Sin embargo, también pueden llegar a ser una especie de genio de la lámpara que obedece sin protestar los deseos de su amo.

A diferencia de lo que creemos, no es la mente la que nos dice lo que tenemos que hacer o cómo debemos sentirnos… ¡Sino todo lo contrario! Somos los responsables de cómo nos sentimos. No podemos echar la culpa al entorno, a los políticos, a la economía o a nuestro jefe… todo reside en nuestro interior. Claro que siempre es mucho más fácil buscar el responsable en el otro o en algo ajeno. De esta manera no tenemos la posibilidad de aprender, cambiar y mejorar.

Muy poca gente es  consciente del enorme poder que tiene nuestra mente. Para bien… o para mal.  

Desgraciadamente en la gran mayoría de los casos nuestra mente se ha convertido  en nuestro peor enemigo. Dicen que llegamos a tener más de  60.000 pensamientos al día; y que la mayoría de ellos suelen tener una  gran carga negativa. A modo de ejemplo incluiré algunos pensamientos comunes de nuestra  vida cotidiana que más de uno os resonará: “No sé si podré...”, “No soy capaz...”, “No lo aceptarán...”, “No estoy  preparado...”, “Me dirán que no...”, “No me seleccionaran...”, “No les gustaré...”, “¡Qué tonto  que soy!”, “¡Qué feo que soy!”, “¡Qué gordo que estoy!”, “¡Qué mal me encuentro!”, “Estoy enfermo”, “¡Cómo me duele!”, “Así no vamos a ningún lado!”, “¡No tiro!”, “¡Estoy cansado!”, “¡No voy a pasar la prueba!”, “¡No me van a aprobar!”, “¡Mira lo que me  han hecho!”, “¡No me merezco esto!”, “¡No voy a perdonarlo!”, “Pobre de mí”...
Como Eckhart Tolle dice en su libro de ‘El Poder del Ahora’: “Pensar se ha convertido en una enfermedad...” “La  mente es un instrumento fantástico si se usa correctamente. Pero usado  incorrectamente puede convertirse en algo tremendamente  destructivo…”. “No es que utilicemos nuestra mente incorrectamente, es que no la  utilizamos nada. Es ella que nos utiliza. Esta es la enfermedad…”. “Tú  crees que tú eres tu mente. Este es el  engaño. El instrumento ha tomado control sobre ti. La mente te está usando…”.  “Estás inconscientemente ligado a ella, de forma que ni siquiera sabes que te  has convertido en su esclavo. Es casi como si estuvieras poseído sin haberte  enterado…”  




Imaginemos


La mayoría de las veces que se habla de imaginación se piensa en niños. No cabe duda que la imaginación en la etapa infantil es fundamental, pero no es menos importante en la edad adulta. Como elemento clave de la creatividad, la imaginación se convierte en una capacidad fundamental para tener algo que todos necesitamos en algún momento: ideas. 

Las ideas están detrás de todo tipo de creaciones, proyectos, planes y solucionesSon las buenas ideas las que nos permiten resolver los problemas que se plantean en estas situaciones, las que nos permiten salvar los obstáculos que surgen por el camino. 

Lo bueno de las ideas es que son como las plantas: de una pequeña semilla puede salir una flor, una planta o un árbol. Pero una semilla por sí misma no es nada si no la plantas. Y si quieres que brote tienes que sembrarla en condiciones óptimas. Esas condiciones dependen de cada semilla. Unas son más delicadas y otras nacen incluso en condiciones extremas. En cualquier caso, todas las plantas tienen el mismo principio: la plantación de una semilla.

Pero no todas las semillas brotan. Y de las que brotan no todas se desarrollan con la misma fuerza y vigor ni dan frutos igual de sabrosos. Todo depende de las condiciones a las que estén sometidas y de los cuidados que reciban. Algunas incluso darán lugar a nuevas semillas, algunas de las cuales podrán dar lugar a nuevas plantas en el futuro.

Con las ideas pasa igual. Tienes que sembrar muchas ideas para que algunas prosperen, incluso para que alguna llegue a ser una gran idea. Esas ideas que germinen y crezcan tendrán que ser alimentadas y cuidadas, incluso protegidas cuando venga el mal tiempo.

Así, como para recoger hay que sembrar, la clave está precisamente en dejar fluir las ideas. Pero, ¿cómo? Seguramente hayas experimentado que, cuanto más necesitas una idea y más te pones a ello más difícil es que surja algo interesante. Esto no es nada raro, sino que es lo normal. Tienes a tu cerebro tan ocupado pensando en pensar que no le dejas libre para que fluyan las ideas. Las ideas necesitan tener la pista libre para salir.

Diversas investigaciones han demostrado que las mejores ideas surgen cuando se hacen tareas mecánicas, como cocinar o fregar, o cuando se sale a pasear. Incluso una investigación más reciente asegura que las mejores ideas se tienen durante la ducha. John Kounios, coautor del libro The Eureka Factor,  explica que “el agua caliente de la ducha embota los sentidos externos y dirige la atención hacia pensamientos internos. Y este estado de conciencia promueve el pensamiento creativo”.

La imaginación no es solo una cosa de niños. Sin embargo, ellos mejor que nadie saben sacarle . ¿Por qué? Principalmente porque no le ponen trabas a sus pensamientos, porque se dejan llevar por las ideas que surgen y se dejan inspirar por cosas sencillas. Un niño es capaz de crear un imperio con dos cajas y tres palos (incluso con menos).

Como adultos podemos recuperar la capacidad de imaginar y de generar y desarrollar ideas. Da igual que no todas lleguen a algún sitio. Lo importante es el entrenamiento, porque eso es lo que te permitirá convertir una buena idea potencial en una gran idea. Cuantas más ideas tengas más posibilidades hay de dar con una de estas y más preparado estarás para gestionarla.