La mayoría de las veces que se habla de imaginación se piensa en niños.
No cabe duda que la imaginación en la etapa infantil es fundamental,
pero no es menos importante en la edad adulta. Como elemento clave de la
creatividad, la imaginación se convierte en una capacidad fundamental para
tener algo que todos necesitamos en algún momento: ideas.
Las ideas están detrás de todo tipo de creaciones, proyectos,
planes y soluciones. Son las buenas ideas las que nos permiten
resolver los problemas que se plantean en estas situaciones, las que nos
permiten salvar los obstáculos que surgen por el camino.
Lo bueno de las ideas es que son como las plantas: de una pequeña
semilla puede salir una flor, una planta o un árbol. Pero
una semilla por sí misma no es nada si no la plantas. Y si quieres que brote
tienes que sembrarla en condiciones óptimas. Esas condiciones dependen de cada
semilla. Unas son más delicadas y otras nacen incluso en condiciones
extremas. En cualquier caso, todas las plantas tienen el mismo principio:
la plantación de una semilla.
Pero no todas las semillas brotan. Y de las que brotan no todas se
desarrollan con la misma fuerza y vigor ni dan frutos igual de sabrosos. Todo
depende de las condiciones a las que estén sometidas y de los cuidados que
reciban. Algunas incluso darán lugar a nuevas semillas, algunas de las cuales
podrán dar lugar a nuevas plantas en el futuro.
Con las ideas pasa igual. Tienes que sembrar muchas ideas para que
algunas prosperen, incluso para que alguna llegue a ser una gran idea. Esas
ideas que germinen y crezcan tendrán que ser alimentadas y cuidadas, incluso
protegidas cuando venga el mal tiempo.
Así, como para recoger hay que sembrar, la clave está precisamente
en dejar fluir las ideas. Pero, ¿cómo? Seguramente hayas experimentado que,
cuanto más necesitas una idea y más te pones a ello más difícil es que surja
algo interesante. Esto no es nada raro, sino que es lo normal. Tienes a tu cerebro tan
ocupado pensando en pensar que no le dejas libre para que fluyan las ideas. Las
ideas necesitan tener la pista libre para salir.
Diversas investigaciones han demostrado que las mejores ideas
surgen cuando se hacen tareas mecánicas, como cocinar o fregar, o
cuando se sale a pasear. Incluso una investigación más reciente
asegura que las mejores ideas se tienen durante la ducha. John Kounios,
coautor del libro The Eureka Factor, explica que “el agua
caliente de la ducha embota los sentidos externos y dirige la atención hacia
pensamientos internos. Y este estado de conciencia promueve el pensamiento
creativo”.
La imaginación no es solo una cosa de niños. Sin embargo, ellos mejor
que nadie saben sacarle . ¿Por qué? Principalmente porque no
le ponen trabas a sus pensamientos, porque se dejan llevar por las ideas que
surgen y se dejan inspirar por cosas sencillas. Un niño es capaz de crear un
imperio con dos cajas y tres palos (incluso con menos).
Como adultos podemos recuperar la capacidad de imaginar y de generar y
desarrollar ideas. Da igual que no todas lleguen a algún sitio. Lo importante
es el entrenamiento, porque eso es lo que te permitirá convertir una buena idea
potencial en una gran idea. Cuantas más ideas tengas más posibilidades hay de dar
con una de estas y más preparado estarás para gestionarla.
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