Si no estamos presentes no podemos ser aquello que decimos. Y
a veces hay quienes están físicamente, pero no están. Están, a la
vez, presentes y ausentes. Si nuestra presencia, en cambio, está
llena con nuestro ser, entonces sí lograremos aportar a diferencia. Con
reconocer al semejante, creo, no alcanza. Hace falta el atributo más importante
de todos. Y a la vez, uno de los más difíciles de lograr. Hace falta
estar presentes. Estar ahí, sí. Pero también estar presentes en el sentido
de ofrendar. Ser, para el otro, un presente. Regalar nuestra
disposición amorosa.
Alguien que ofrenda dispone en un tiempo y un espacio para hacer con el
otro. Sin acción, creo, no hay presencia genuina. El que está presente pone
vocación y se ofrece en su estar y en su hacer. Si lo que quieres es ofrendar,
trata de que nunca te dé lo mismo estar allí que en otra parte.
Que no te sea indiferente el hecho de que tus acciones en ese presente
tenga algún efecto en los demás.
Asegura que el efecto de tu presencia sea positivo. No seas un
obstáculo, sino un regalo. Asegúrate de que tu presencia sirva. No alcanza con
decir presente, debes verificar con tu conciencia si te encuentras ahí
voluntariamente o si te han llevado.
Son, me parece, dos maneras casi opuestas de estar presentes. Podemos
presentarnos ante el reclamo y la demanda de alguien, o bien hacerlo en
términos proactivos, voluntarios.
Es decir: ¿Nos llaman y vamos? ¿O estamos dispuestos a
acudir antes de que nos convoquen?
Son dos maneras de ser que cambian radicalmente nuestro hacer. La primera es por arrastre, y sólo surge cuando nos llaman la atención. La segunda es diferente, y a esto aspiramos, si es que buscamos un pleno desarrollo de lo humano. Vayamos al frente. Estemos presentes y disponibles para los que lo necesitan. Pongamos el cuerpo y el espíritu.
Por supuesto que nos haremos daño el uno al otro. Pero esta es la
condición misma de la existencia. Para llegar a ser primavera, significa
aceptar el riesgo de invierno. Para llegar a ser presencia, significa aceptar
el riesgo de la ausencia.
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