Hay una historia detrás de cada persona, unos
pensamientos detrás de sus expresiones, unas emociones detrás de su sentir y un alma bajo su piel.
Cada uno de nosotros, a lo largo de este camino que
es la vida, atraviesa momentos, vive experiencias y se encuentra con personas,
que inevitablemente dejaran huella en alguna parte de nosotros. Incluso,
aquellas circunstancias o personas que creíamos que pasarían inadvertidas,
parecen resurgir más tarde de algún modo en nuestras vidas.
Estamos hechos de matices
Todo aquello cuanto acontece, matiza nuestra
experiencia y nuestro sentir, de la manera que sea, a veces intensamente y
otras tan solo de pasada; a veces conscientemente, y otras sin darnos cuenta…
nos dan luces y sombras, y también tonos a medias…
Por eso, cuando a veces observamos
a alguien y pensamos que tiene un comportamiento inesperado o inexplicable, ¿de
qué nos sirve darle nuestra interpretación o nuestro sentido?
Nosotros tan solo lo entenderemos desde nuestra
visión, que no es más que aquella que se compone de nuestras experiencias y
vivencias, pero ¿Qué sabemos acerca del otro?, ¿qué sabemos de su sentir?
Si ya de por sí es complicado adentrarse en las
profundidades de uno mismo e intentar conocerse, ¿Cómo
vamos a saber cuáles son las intenciones o motivaciones de los demás?, o cómo
esa persona está viviendo esa situación.
Lo que se trata es de pensar la
persona como tal: de no reducir la persona a una cosa, de no tratar al hombre
como cosa – porque el hombre es cosa también naturalmente, tiene un organismo,
tiene una realidad psicofísica que es cosa y, repito, no muy diferente de los
animales superiores.
Ahora se están utilizando órganos
de animales para sustituir a los órganos enfermos de los hombres, las
diferencias orgánicamente no son muy grandes y serán menores todavía cuando se
avancen las técnicas. Pero la realidad del quien, la realidad del yo,
la realidad del tu, del cual yo soy otro tu...
esto no se parece nada a las cosas, es algo profundamente distinto de toda
cosa, incluso de la cosa animal, de la realidad meramente biológica.
Hay una historia detrás de cada persona, unos
pensamientos detrás de sus expresiones, unas emociones detrás de su sentir y un alma bajo su piel.
Cada uno de nosotros, a lo largo de este camino que
es la vida, atraviesa momentos, vive experiencias y se encuentra con personas,
que inevitablemente dejaran huella en alguna parte de nosotros. Incluso,
aquellas circunstancias o personas que creíamos que pasarían inadvertidas,
parecen resurgir más tarde de algún modo en nuestras vidas.
Estamos hechos de matices
Todo aquello cuanto acontece, matiza nuestra
experiencia y nuestro sentir, de la manera que sea, a veces intensamente y
otras tan solo de pasada; a veces conscientemente, y otras sin darnos cuenta…
nos dan luces y sombras, y también tonos a medias…
Por eso, cuando a veces observamos
a alguien y pensamos que tiene un comportamiento inesperado o inexplicable, ¿de
qué nos sirve darle nuestra interpretación o nuestro sentido?
Nosotros tan solo lo entenderemos desde nuestra
visión, que no es más que aquella que se compone de nuestras experiencias y
vivencias, pero ¿Qué sabemos acerca del otro?, ¿qué sabemos de su sentir?
Si ya de por sí es complicado adentrarse en las
profundidades de uno mismo e intentar conocerse, ¿Cómo
vamos a saber cuáles son las intenciones o motivaciones de los demás?, o cómo
esa persona está viviendo esa situación.
Lo que se trata es de pensar la
persona como tal: de no reducir la persona a una cosa, de no tratar al hombre
como cosa – porque el hombre es cosa también naturalmente, tiene un organismo,
tiene una realidad psicofísica que es cosa y, repito, no muy diferente de los
animales superiores.
Ahora se están utilizando órganos
de animales para sustituir a los órganos enfermos de los hombres, las
diferencias orgánicamente no son muy grandes y serán menores todavía cuando se
avancen las técnicas. Pero la realidad del quien, la realidad del yo,
la realidad del tu, del cual yo soy otro tu...
esto no se parece nada a las cosas, es algo profundamente distinto de toda
cosa, incluso de la cosa animal, de la realidad meramente biológica.
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