Unos dicen que nacen, otros que se
hacen. Lo cierto es que los genios siempre han intrigado a los investigadores,
que han escrito cientos de páginas alrededor de ellos.
Durante el siglo XIX, en pleno auge
del romanticismo, la figura del
genio adquirió una connotación casi sobrenatural. Se decía que eran
seres superdotados, predestinados. Que hablaban en secreto con las musas o que
tenían una inspiración divina en sus descubrimientos y creaciones.
Con los avances de la neurología, la
genética y la psicología, entre otras disciplinas, algunos de estos conceptos
fueron revaluados.
Se comprendió que las características
hereditarias, pero sobretodo la estimulación temprana y una educación adecuada,
formaban personas con notable inteligencia. Si llegaban a la genialidad o no,
dependía de su perseverancia.
1. Curiosidad y determinación
Todos los entrevistados por
Csikszentmihalyi mostraron tener
un profundo apasionamiento por el trabajo que realizaban. Esa característica se
dejaba ver en la curiosidad que los invadía constantemente. Siempre querían
saber más acerca de la materia sobre la que estaban trabajando. Y eran capaces
de sacrificar muchas cosas con tal de mantenerse en su labor. Todo indica que
un profundo deseo de lograr sus objetivos intelectuales era el principal motor
de su esfuerzo.
2. Autodidáctas o semi-autodidáctas
Con base en un estudio del profesor
Dean Keith Simonton, de la Universidad de California, pudo concluirse que el grado educativo no es determinante
en la vida de los llamados “genios”. De hecho, sobre una muestra de 300 casos
se estableció que por regla general los más inteligentes no tenían grandes
títulos, ni una educación formal prolongada. La mayoría tenía apenas títulos
medios.
Lo que sí resultó revelador es que todos estos hombres y mujeres dedican
gran parte de su tiempo al estudio de su materia de interés. Lo hacen por su
cuenta, sin instituciones, ni calificaciones de por medio. Simplemente porque
les gusta hasta el límite de lo razonable.
3. Son metódicos y autocríticos
Para el psicólogo Howard Gardner, los grandes genios de
la historia tienen un patrón de trabajo similar. Son experimentales: todo lo someten
a prueba y cuestionan sus propios hallazgos por más esfuerzo que les
hayan costado. Siguen un esquema de ensayo error y lo llevan al extremo.
Reflexionan mucho acerca de lo que hacen y siempre quieren llegar más lejos.
4. Solitarios, aburridos y hasta
deprimentes
La mayoría de los genios pasan por etapas en donde son
marginados de su entorno, especialmente durante la adolescencia. Al estar tan
focalizados en lo que constituye su centro de interés, generalmente no
desarrollan grandes habilidades sociales ni participan mucho de las actividades
de grupo. A veces se vuelven obsesivos y huraños. Muchos de ellos son
intratables, egoístas y maniáticos.
5. El dinero no les interesa
Los genios no actúan motivados por los
premios o castigos que reciben de su entorno. Están embelesados con algún tema
y su mayor gratificación es poder avanzar en la comprensión o el manejo de
éste. Gran parte de ellos ha tenido que pasar por tiempos de miseria, pues se
resisten a trabajar por dinero. Lo hacen solamente por convicción, por amor. Si
eso supone la pobreza, finalmente no importa para ellos.
Imagen cortesía de Nere Lorco
¿De
qué depende la genialidad?
Definir y delimitar en qué consiste la
genialidad es uno de los conceptos más antiguos, complejos y fascinantes en la
historia de la psicología. ¿Qué es lo que permite que algunos elegidos lleguen
a ser grandes científicos, escritores inmortales o grandes filósofos?. Todo
indica que no existe una clave única. Los estudios revelan que influyen una
amalgama de factores diversos, como el talento innato, la
creatividad y variables de personalidad como la tenacidad,
perseverancia y la motivación, que en conjunto configuran las características
distintivas de un genio.
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