Compartir es el acto de participación recíproca en algo, ya sea
material o inmaterial. Lleva implícito el valor de dar (la
generosidad) y de recibir, aceptar o acoger lo que otra persona ofrece.
Cuando estamos recién nacidos, vivimos fundamentalmente de lo que
recibimos; a medida que crecemos, nos vamos dando cuenta de que saber vivir,
significa que en la medida que se da, se recibe. Al compartir se produce
una ruptura con el egoísmo de aquella persona que se cree
autosuficiente. También se produce ruptura con la subestima de
aquella que piensa que no tiene nada que dar ni ofrecer.
El ser humano tiene mucho que compartir a lo largo de su
vida: bienes materiales, ideas, proyectos, actividades, sentimientos,
experiencias, sufrimientos, dificultades, dinero, entre otros. Para
una persona es importante recordar que para poder recibir es
fundamental dar. Sobretodo dar desinteresadamente, con el propósito
de propiciar las condiciones que permitan crear prosperidad,
bienestar y abundancia, para así ayudar a construir un modo de vida que
le haga feliz a ella y a todos.
Se puede decir y concluir que compartir es dar y saber recibir,
ofrecer y aceptar a las personas, manifestar y comprender ideas y sentimientos,
cooperar en actividades y admitir cooperación, ser solidarios con todas
las personas, sin prejuicios; y sentirse corresponsable de la paz y del bienestar de
todas las personas.
Desde siempre los seres humanos tendemos a compartir con amigos y conocidos,
nuestros pensamientos, sentimientos y las distintas formas de percibir la
realidad. Hoy, a través de las redes sociales, las personas intercambian
información constantemente. Por esa razón cabe preguntarse por qué a veces nos
cuesta compartir el conocimiento.
Esto viene desde la escuela. Es común ver como muchos niños tapan su
hoja de ejercicios para evitar que sus compañeros le copien.
Desde ese momento crecemos con la falsa ilusión de que acaparar el
conocimiento nos da más poder. Será que compartir lo que uno sabe podría
quitarle a las personas poder ante su entorno.
Será que retener el conocimiento y no compartirlo nos da el poder que
necesitamos para enfrentar la realidad. Las respuestas a estas interrogantes
son diversas pero lo importante es comprender por qué es importante compartir
lo que sabemos y no reservarlo únicamente para nosotros.
El conocimiento es el único recurso que no se extingue con el uso. Su
reproducción es ilimitada, a diferencia de otros recursos que, al utilizarlos,
se agotan en lugar de multiplicarse. Además, el conocimiento que se comparte se
refuerza en la persona que lo posee.
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