Más de una vez hemos visto y oído que cuando se mencionan situaciones
que implican a personajes que por distintas razones esgrimidas resultaría mucho
más conveniente mantener en esa “zona de indiferencia” que alimenta a la
“desinformación y al olvido” en las cuales suelen “intentar sepultarlos” el más
simple intento de rememorarles en el “obligado recuerdo” de sus inocultables
antecedentes, motivan en los circunstanciales participantes de este comentario
una muy variada gama de reacciones.
Es por esta circunstancia que en muchas ocasiones hemos preferido
guardar silencio ante determinadas situaciones que por distintas razones nos involucraban,
en realidad, pienso que no es necesario que digamos nada, quizás, de vez en
cuando, resulte conveniente hacer saber de qué “continuamos aquí” en el “mundo
de los vivos” aunque se corra el riesgo de que “se abran los panteones” de
todos aquellos, en dónde incluimos a algunos parientes y amigos, y nos
convirtamos en “espectros de un pasado” dónde la sola mención de su nombre
revive “ciertas situaciones” sepultadas por el tiempo, la omisión y la
indiferencia.
Así las cosas.
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