“Meditación: Si quieres conocerte, observa la conducta de los demás. Si
quieres comprender a los demás, mira en tu propio corazón”
Los seres humanos fuimos creados para convivir con otras personas
y no para estar solos y alejados del resto de la sociedad. Sin embargo, en
muchas ocasiones esta convivencia se nos hace difícil ya que estamos tan
ensimismados en nuestra forma de vivir y de ver las cosas que dejamos de ser
tolerantes con los demás seres que nos rodean. En verdad nos pasamos la vida
sin entendernos o, lo que es más inquietante, malentendiéndonos.
Y cuando no, nos encontramos con la deslumbrante situación en la que
perecemos sin llegar a comprendernos. Pero no siempre acabamos de ver los
motivos que conducen a los demás a adoptar ciertas aptitudes o decisiones.
También es verdad que no pocas veces tampoco está claro lo que nos ocurre con
nosotros mismos. Entonces es cuando nos descorazonamos. Y, si nos
descuidamos nos lanzamos a extraer precipitadas conclusiones. Diciendo: “Si no
lo entiendo es que no está bien”
En cierta medida no parece mal que intentemos valorar en
algún sentido lo que hacemos; pero deberíamos comprender que vivir es no llegar
a entenderse nunca del todo. Y si uno dice: “No te entiendo”, y con ello
terminar la comunicación, sería razonable intentar comprender, que a veces es
conveniente preservar una distancia. Sin embargo, tenemos que asimilar, que
llegar a entenderse “del todo” no es lo mismo que “absoluto”.
Lo cierto es, que deberíamos razonar y repetir de forma
incesante y a través de nuestra mente, esto tan sencillo; “te acepto, intento
comprenderte y me intereso por ti” Así de esta forma, y si
pudiéramos comunicarnos en esta forma, unos a otros, todos creceríamos
individualmente, en la comprensión personal y sobre todo en la aceptación.
No perdamos nunca de vista a las personas cercanas, e
incluso aquellas con las cuales no nos conectamos habitualmente,
como pueden ser familiares o amigos. Tengamos en cuenta que en cierta forma
llevamos en nuestras manos el deseo a quien apreciamos. Si así lo aceptamos,
les entenderemos comunicando la fuerza de la compresión.
Ni que decir tiene, que muchos son personas que tienen dificultades para
perdonar sus errores. Esto ocurre sobretodo en las “personas perfeccionistas”
que no toleran la posibilidad de equivocarse o de errar. En estos casos es
importante entender que somos humanos y que como todos, nos equivocamos y no
por ello le valoremos
menos.
Todo esto es un efecto que no requiere dominarlo todo, captarlo todo; sí
verlo dominando la situación. Pero intentarlo sin fisuras llegando a
un entendimiento y no tener dudas, ni incertidumbres. Tal situación no
es apropiarse completamente del otro, solo se trata de apreciarlo, aunque
no le tengamos enmarcado.
El entendimiento es una “potencia maravillosa”, que distingue, pero que
“aísla y separa” y, por ello, no es un principio de unidad. Entenderse es
necesario, aunque sí, lo complementa el afecto. Sin él, hay poco que hacer.
Tampoco se trata de entregarse a la indiferencia de la comprensión.
Debemos de considerar que el interés por llegar al otro, por vincular el
aprecio al conocimiento, por sintonizar, por latir y respirar conjuntamente no
supone alejarnos de su existencia.
No entenderse del todo es también verse sorprendido por la vida que
tanto nos atrae.
No hay comentarios:
Publicar un comentario