Verosímil es aquello que tiene apariencia de verdadero, que
resulta creíble para quien lo observa. Esto no implica que se trate de una
situación real, sino que es transmitida en un contexto determinado,
respetando una serie de reglas y manteniendo un nivel aceptable de coherencia
entre los diferentes elementos que la constituyen.
Se considerará a algo como verosímil cuando tenga apariencia de
verdadero, por tanto, es que algo verosímil resulta creíble ya que no da lugar
a la falsedad.
Lo verosímil podrá ser real o no pero sí tiene aspecto de serlo y ello
lo hace creíble, posible.
Cuando se sucede algún suceso policial sobre el cual no hay muchos datos
ni testigos, sino una sola persona que lo presenció, las autoridades policiales
lo escucharán y entonces si sus dichos se ajustan a lo posible, admisible, de
acuerdo al escenario y a las pericias, podrán entonces tomar a ese testimonio
como verosímil para seguir la pesquisa y encontrar la verdad del hecho.
Aunque ojo, algo que es verosímil no es imposible que pueda ser falso en algunos casos, de todos modos, al ser considerado como verosímil terminará por coincidir con el contexto en el cual recibió esa calificación.
“No sé si lo que Juan contó sucedió realmente, de todas maneras sonaba bastante verosímil.”
Mientras que la corriente principal de la filosofía moral moderna da por supuesto que la situación típica en los juicios morales debiera ser la de certeza, la filosofía moral de Aristóteles está dominada por la idea de verosimilitud. Su concepto central, el de virtud, está doblemente penetrado por aquella idea, tanto en su aspecto psicológico como en el epistemológico: no sabemos con certeza, sino sólo con probabilidad, en qué consiste por ejemplo la acción generosa en general ni tampoco en el caso concreto. Sin embargo, la verosimilitud es una base suficiente para la práctica.
Aunque ojo, algo que es verosímil no es imposible que pueda ser falso en algunos casos, de todos modos, al ser considerado como verosímil terminará por coincidir con el contexto en el cual recibió esa calificación.
“No sé si lo que Juan contó sucedió realmente, de todas maneras sonaba bastante verosímil.”
Mientras que la corriente principal de la filosofía moral moderna da por supuesto que la situación típica en los juicios morales debiera ser la de certeza, la filosofía moral de Aristóteles está dominada por la idea de verosimilitud. Su concepto central, el de virtud, está doblemente penetrado por aquella idea, tanto en su aspecto psicológico como en el epistemológico: no sabemos con certeza, sino sólo con probabilidad, en qué consiste por ejemplo la acción generosa en general ni tampoco en el caso concreto. Sin embargo, la verosimilitud es una base suficiente para la práctica.
Con demasiada frecuencia la frontera entre real y verosímil es
difusa; lo es porque con "verosimilitud" es posible explicar y
justificar actitudes, modelos, ideas o motivaciones mejor con los hechos
mismos. Así, la "realidad" pasa a un segundo plano, incluso se vuelve
irrelevante, ante el irresistible peso de algo que "bien pudo ser de esta
manera".
Un ejemplo de lo que digo es la famosa frase de Galileo, "Eppur si muove", apócrifa según la mayoría de las fuentes, pero coherente con el contexto en el que se supone que fue pronunciada y con la personalidad del personaje.
Pero cuando el recurso de la "verosimilitud" llega demasiado lejos la frontera con la manipulación también se vuelve difusa. Y la tentación de suplantar lo real y poner en su lugar lo verosímil para favorecer determinados intereses, se convierte en una peligrosa y lamentable costumbre. Sobre todo cuando hay intereses importantes que defender. La historia está llena de ejemplos.
Y en nuestros días ésta es mucho más fácil con ayuda de la fotografía y la informática (a nadie se le escapa que el uso de herramientas de retoque fotográfico está al alcance casi de cualquiera) y su impacto mucho mayor gracias a las medios de comunicación y, sobre todo, internet.
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