domingo, 13 de octubre de 2019

Lo Que Proviene De Dentro


Dentro de ti está el poder para que brille tu luz y para que seas quien deseas ser...
Lo más importante de todo es actuar siempre con tanto amor como se pueda. El amor debe ser siempre lo que motive todos y cada uno de nuestros actos. Siempre.

Así que siempre que tengamos algún conflicto, siempre que alguien no nos trate bien, siempre que pensemos que alguna persona se está equivocando, o cualquier otra situación similar, debemos mirar en nuestro interior para ver si estamos siendo amorosos o no. 

Da igual que pensemos que tenemos razón, da igual que la otra persona no esté actuando correctamente, en el momento que perdemos de vista el amor, el que se equivoca seguro somos nosotros.

Nuestra luz interior no debe ser nunca un arma que ataque a alguien. Nunca. Si en algún momento nos enfadamos y tenemos ganas de atacar, aunque pensemos que tenemos razón, es mejor pararse un momento, contar hasta diez y preguntarse cómo podemos cambiar nuestra luz para que deje de ser un rayo que hace daño, y convertirla en un suave calor que todo lo abraza.

A medida que crecemos espiritualmente, vemos las cosas más claras y nos volvemos más sabios, y esto hace que a menudo tengamos ganas de dar lecciones a los demás. A veces les decimos abiertamente que se equivocan, y otras lo hacemos de forma más sutil, pero de una manera u otra tendemos a ir por el mundo con la sensación de ser superiores.

Lo primero es hacer un pequeño ejercicio de reflexión y humildad para ver si nos está pasando esto. ¿Te sientes superior a los demás e intentas dar lecciones? Es algo bastante habitual, así que vale la pena fijarse bien antes de responder: “no, yo no lo hago.”

A nadie le gusta que le den lecciones, así que si lo hacemos, es muy fácil que más de una persona se sienta molesta con nosotros.

Si creemos que alguien se equivoca y queremos mostrarle una manera mejor de hacer las cosas, es mucho mejor enseñarle el camino con nuestro ejemplo, que no decirle que no lo hace bien. 

Cuando queremos aleccionar con palabras, la luz interior que sale de nosotros suele ser como una bofetada: a veces puede ser útil, a veces puede ayudar a alguien a ver las cosas más claras, pero duele. En cambio, la luz que sale cuando damos ejemplo es como un abrazo. Es una manera mucho más suave de decir: “ves, así todo es más fácil. ¿Quieres venir?”


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