lunes, 28 de octubre de 2019

Ser Coherentes

Una simple filosofía de vida, tan sencilla que en ocasiones nos olvidamos de aplicarla: sé coherente, que lo que piensas coincida con lo que dices y con lo que haces


Cuando esto no sucede, nos encontramos con problemas, malentendidos, falta de motivación, errores, y un sinfín de situaciones que podríamos evitar con una simple palabra: coherencia. Las personas en las que más confías la tienen. Las personas a las que admiras la muestran. Y créenos, es lo que quieres en tu vida. Existen muchísimos malentendidos entre las personas porque dicen unas cosas y hacen otras, o porque las hacen a regañadientes porque lo que han dicho que querían no coincide con lo que pensaban. Muchas personas acuden a consultas psicológicas porque quieren entender por qué hicieron esto o aquello, y se pasan (y pagan) semanas y meses tratando de comprender cómo han llegado a situaciones en las que no querían estar
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¿Quieres algunos ejemplos?

Javier está sentado en un sofá, pensando en que está en baja forma, que debería ponerse a hacer deporte tarde o temprano, mientras se come otra galleta con chocolate delante de una reposición de un episodio en la tele.

Sonia necesita aprender idiomas, se lo está diciendo a todo el mundo, en la cafetería, en el bar, en la fiesta, el inglés es importantísimo para su trabajo, prácticamente imprescindible, y sin embargo, lleva tres meses en su puesto y ni siquiera ha buscado una academia.

Magda le dice a su novio que está harta de fumar, que lo deja, lo deja y lo deja, todo esto con un cigarro en la mano. Él lleva oyendo lo mismo tres años y medio, y le devuelve una sonrisa. Ella se enfada con él porque no la apoya.

Héctor ha decidido tras su separación que no quiere una relación. Sin embargo lleva cuatro semanas durmiendo en casa (y cama) de Elena. Cuando lo hablan, ella se enfada y él no la entiende.

Luz se pasa horas en una manifestación para reducir la pobreza en el mundo. Llega a casa, se quita sus sandalias de marca, su camiseta de marca, sus pantalones de marca, se sienta a leer el correo electrónico y el primer mensaje que elimina es el de una ONG que le pide una donación mensual para apadrinar a un niño.

Estos son sólo unos pocos ejemplos en los que el problema es siempre el mismo: falta la línea que une tus pensamientos, tus palabras y tus acciones. Si lo que sale de tu pensamiento lo verbalizas tal como lo quieres, y te pones en camino hacia ello, es mucho más probable que consigas tus objetivos, que seas una persona más sencilla, más libre, que te resulte mucho más fácil entenderte a tí mismo y comunicarte con los demás, pues habrás ganado en credibilidad y fuerza de voluntad. Además, es el tipo de personas que queremos tener a nuestro lado.

¿Cómo nos convertimos en una persona coherente? No es tan sencillo. Es más fácil decir que hacer. Como todo, a caminar se empieza andando, poquito a poco. Escucha tu diálogo interior, ¿qué piensas realmente? Escucha tu diálogo exterior, tu lenguaje verbal, observa tu lenguaje no verbal. ¿Quieres estar en este sitio? ¿Qué quieres hacer? ¿Qué quieres cambiar? Y luego piensa en las cosas que haces, en las situaciones y en las personas con las que las haces, ¿Son las que quieres hacer? ¿Quieres cambiar algún hábito? ¿Lo piensas realmente? Practica este ejercicio de escucha interior y observación para ver si vives una vida coherente contigo, con tus valores, con tus necesidades, con tus aspiraciones… 

¡Puedes hacerlo! Comienza el viaje, y disfruta la transformación a cada paso.


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