martes, 15 de octubre de 2019

Zancadillas


Dícese en el diccionario que la zancadilla es la acción de cruzar una persona su pierna entre las de otra mientras ésta se mueve, para hacerla tropezar o caer.

También se puede interpretar como un coloquial engaño o trampa con que se intenta perjudicar a una persona.

En un sentido figurado, "la zancadilla es una estratagema mediante la cual se derriba o se pretende derribar a alguien de un puesto o cargo". A estos artistas de la desgracia ajena les produce una enorme satisfacción ver cómo amigos y enemigos se dan de bruces contra el suelo gracias a su perversa habilidad.

La acción de la zancadilla les proporciona a estas personas una mezquina alegría por el infortunio ajeno.  

He sido testigo de muchas zancadillas y no sólo en los campos de fútbol, las he visto en la universidad, en las oficinas, en las empresas, en las familias y hasta en los partidos políticos.

Quienes practican la zancadilla disfrutan con ella, y más cuando a quien se la tienden, va velozmente hacia una meta clara y ambiciosa.

El arte de poner zancadillas se puede perfeccionar hasta tal punto de que quien cae no es capaz de conocer quién ha sido el que ha metido la pierna. Hay quien prefiere, no obstante, que el adversario o el enemigo sepa que son ellos los causantes del daño.

La zancadilla puede ser una calumnia, una mentira, una sospecha, una denuncia, un insulto, un recuerdo, una frase sarcástica y hay especialistas en la frasecita descalificadora, en la palabra mordaz, en el chivatazo miserable.

Algunas zancadillas son fruto de una larga preparación y otras son tan improvisadas que resultan casi automáticas. También hay zancadillas que son el resultado de la premeditación y de la perfidia, de la envidia, de la rivalidad y otras, simplemente, del placer que algunos sienten al ver que quien va corriendo tropieza y se estrella.

Vivimos en un mundo cargado de individualismo y competitividad e impedir que el otro gane parece una forma de ganar, bloquear el éxito ajeno parece una forma suficiente para consolarse por no alcanzar el propio. 
La competitividad se envilece cuando vale todo para ganarle al otro.
PD. Los envidiosos suelen ser buenos zancadilleadores de amigos y enemigos.
Hasta la próxima… Dios les bendiga, siempre.

Jaime Di Capote Rivera
Popayán
Cauca


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