“Lo siento, pero tú no eres mi felicidad. No, no lo eres y por
eso me libero. Me niego a poner mi vida emocional en tus manos. Si tú
fueras mi felicidad, tu ausencia sería mi acabose y viviría en el filo de la
navaja. No quiero intentar “adueñarme” de ti, no va conmigo, no me interesa.
Mi bienestar y mi autorrealización dependen básicamente de mí, lo demás
contribuye, pero el proceso interior que va configurando mi ser no vendrá de
afuera, no será prestado. Es cuestión de estética. No solo quiero mejorar,
quiero hacerlo con la inspiración del artista, como una obra de la cual me
sienta satisfecho.
¡Qué pesado es hacerse cargo de la dicha de otro! ¡Qué tarea tan
difícil, por no decir imposible! Prefiero respirar por mí mismo, andar sin
muletas y ser como soy. No quiero pertenecerte, ni que tú me pertenezcas.
Andemos juntos, si nos apetece, pero no seamos “el uno para el otro”, por
favor.
El bienestar psicológico o el intento de ser feliz requiere de un
compromiso personal e intransferible.
No es algo que nos regalen, se compre o se posea por decreto: es
intransferible. Y como yo no estoy en venta, y espero que
tú tampoco lo estés, tenemos la oportunidad de ser libres.
Tú no defines mi existencia ni yo la tuya, de ser así, no podríamos
vivir el uno sin el otro. Tú no eres mi felicidad, afortunadamente,
ni yo soy tu amo y señor. La mejor relación que podemos tener es no
pertenecernos. El que no posee al otro lo respeta, y eso es belleza, ternura y
desapego”.
La mejor relación que podemos tener es la de no pertenecernos. Esto
es ser y existir. Quiero encontrarme contigo, pero en otro punto emocional. No
quiero que seamos el uno para el otro, ni el amor de nuestra vida. No
quiero necesitarte, quiero preferirte.
No quiero amarte ciegamente, no quiero cerrar mis ojos. Quiero
abrirlos y ver a dos seres completos, diferentes y no dependientes entregando
su pasión, viviendo momentos y colaborando en la vida.
Convertirnos en seres completos
Cuando me convierto en un ser completo, que no necesita de otro para
sobrevivir, seguramente voy a encontrar a alguien completo con quien compartir
lo que tengo y lo que él tiene. Ese es, de hecho, el sentido de la pareja. No
la salvación, sino el encuentro. O, mejor dicho, los encuentros. Yo contigo. Tú
conmigo. Yo conmigo. Tú contigo. Nosotros, con el mundo.
Jorge Bucay
No quiero que nos transformemos ni que nos necesitemos. Quiero
dejar atrás las medias naranjas. Tú puedes ser una naranja, un limón o un
melón. Puedes ser lo que quieras, no seré yo quien te pida que cambies. Lo
importante es que rodemos juntos.
Tampoco tenemos que rodar por siempre de la mano. A veces el amor se
acaba, no quiero verme exprimiéndote y sacando tu jugo. Por eso, si quieres
tomar el sol, tómalo. Si quieres deshacerte de tu piel, hazlo. No hay más que
hablar.
Por eso, no somos uno, somos dos. Tampoco somos el uno para el otro, es
mejor que no lo seamos. Yo soy para mí y tú eres para ti.
“Lo siento, pero tú no eres mi felicidad. No, no lo eres y por
eso me libero. Me niego a poner mi vida emocional en tus manos. Si tú
fueras mi felicidad, tu ausencia sería mi acabose y viviría en el filo de la
navaja. No quiero intentar “adueñarme” de ti, no va conmigo, no me interesa.
Mi bienestar y mi autorrealización dependen básicamente de mí, lo demás
contribuye, pero el proceso interior que va configurando mi ser no vendrá de
afuera, no será prestado. Es cuestión de estética. No solo quiero mejorar,
quiero hacerlo con la inspiración del artista, como una obra de la cual me
sienta satisfecho.
¡Qué pesado es hacerse cargo de la dicha de otro! ¡Qué tarea tan
difícil, por no decir imposible! Prefiero respirar por mí mismo, andar sin
muletas y ser como soy. No quiero pertenecerte, ni que tú me pertenezcas.
Andemos juntos, si nos apetece, pero no seamos “el uno para el otro”, por
favor.
El bienestar psicológico o el intento de ser feliz requiere de un
compromiso personal e intransferible.
No es algo que nos regalen, se compre o se posea por decreto: es
intransferible. Y como yo no estoy en venta, y espero que
tú tampoco lo estés, tenemos la oportunidad de ser libres.
Tú no defines mi existencia ni yo la tuya, de ser así, no podríamos
vivir el uno sin el otro. Tú no eres mi felicidad, afortunadamente,
ni yo soy tu amo y señor. La mejor relación que podemos tener es no
pertenecernos. El que no posee al otro lo respeta, y eso es belleza, ternura y
desapego”.
La mejor relación que podemos tener es la de no pertenecernos. Esto
es ser y existir. Quiero encontrarme contigo, pero en otro punto emocional. No
quiero que seamos el uno para el otro, ni el amor de nuestra vida. No
quiero necesitarte, quiero preferirte.
No quiero amarte ciegamente, no quiero cerrar mis ojos. Quiero
abrirlos y ver a dos seres completos, diferentes y no dependientes entregando
su pasión, viviendo momentos y colaborando en la vida.
Convertirnos en seres completos
Cuando me convierto en un ser completo, que no necesita de otro para
sobrevivir, seguramente voy a encontrar a alguien completo con quien compartir
lo que tengo y lo que él tiene. Ese es, de hecho, el sentido de la pareja. No
la salvación, sino el encuentro. O, mejor dicho, los encuentros. Yo contigo. Tú
conmigo. Yo conmigo. Tú contigo. Nosotros, con el mundo.
Jorge Bucay
No quiero que nos transformemos ni que nos necesitemos. Quiero
dejar atrás las medias naranjas. Tú puedes ser una naranja, un limón o un
melón. Puedes ser lo que quieras, no seré yo quien te pida que cambies. Lo
importante es que rodemos juntos.
Tampoco tenemos que rodar por siempre de la mano. A veces el amor se
acaba, no quiero verme exprimiéndote y sacando tu jugo. Por eso, si quieres
tomar el sol, tómalo. Si quieres deshacerte de tu piel, hazlo. No hay más que
hablar.
Por eso, no somos uno, somos dos. Tampoco somos el uno para el otro, es
mejor que no lo seamos. Yo soy para mí y tú eres para ti.