Dicen que la vida es corta, que pasa en un suspiro y que cuando nos damos cuenta, estamos ya viviendo más de los recuerdos que de lo que acontece a nuestro alrededor.
Y la verdad, es que más que temer a esa fugacidad de nuestra existencia, lo que de verdad asusta no son los errores, ni las caídas, ni aún menos las veces que nos hemos perdido en el camino. Lo que aterra, es una vida no vivida, o más aún, haber dejado que nuestros días se fueran ajustados a los planes y sueños de segundas personas.
“Yo no estoy en este mundo para cumplir las expectativas de nadie, ni tú estás para cumplir las mías. Somos dos seres que han colisionado en un encuentro maravilloso y que juntos, construyen un camino en común hilando vida, armonizando sueños, planes y objetivos”
En ocasiones, tardamos bastante en darnos cuenta que la vida que mantenemos no nos hace feliz. Al principio nos dejamos llevar, tal vez por amor, tal vez por esperanzas e ilusiones que poco a poco se desgranan en forma de falsedad. En algo que una vez nos prometieron y que nunca se cumplió.
Son muchas las formas en que la vida se oxida al lado de otras personas. A veces son familiares, otras son parejas… Sea como sea, es algo que no debemos permitir.
Porque pocas cosas son tan personales y distintivas como el modo en que de verdad, deseamos vivir la vida. Y nadie debe poner en ella moldes, anclas o hilos de títere para llevarnos por sus propios caminos.
Tú eres tus valores, tus sueños del ayer y tus deseos del presente. Tú eres tus elecciones, tus ilusiones de la mañana y tus tristezas de la tarde. Eres lo que has conseguido y lo que te queda por alcanzar… ¿Cómo permitir entonces que otros difuminen tu identidad para calzarse tus zapatos sin tu permiso?
“Puedes perder tu orgullo por amor, puedes dejar a un lado tus sueños para soñar los de otra persona si así lo deseas, pero lo que nunca, lo que jamás debes permitirte es perder tu dignidad por nadie”
Es necesario transitar por este camino llamado vida de la forma más sencilla posible: en libertad, sin cargas en el corazón, y sin ruido en la mente.
A la vida no hay que tenerle miedo, hay que gozarla con alegría y plenitud. Y si en estos momentos no sientes nada de esto último, si cuando abres los ojos por la mañana te ves azorado/a por un sinfín de emociones negativas, es que tal vez, no estás viviendo la vida que deseas.
Tal vez estés en el escenario que otros han creado para ti.
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