Las relaciones tóxicas son grandes “vampiros” para nuestras energías.
Sin embargo, muchas veces no nos resulta fácil identificar este tipo de
relaciones, bien por falta de habilidad, porque el daño es muy paulatino y está
muy bien disfrazado o porque la relación que nos perjudica tanto también nos
aporta otras cosas a las que no estamos dispuestos a renunciar. Las relaciones
tóxicas nos atrapan, como si fuera un pantano con arenas movedizas y
cuánto más queramos librarnos, más difícil se nos hace desengancharnos de sus
garras.
No se enseña mucho acerca de este tipo de relaciones y puede que esta
sea la razón principal de nuestro problema de soltar lo que nos hace mal.
Y si realmente recibimos enseñanza al respecto, es cuando ya hemos salido
heridos. Pero como siempre decimos, los errores son los mejores maestros
de nuestra vida.
Por más que consultemos, no hallaremos a nadie que haya podido
despegarse de alguien tóxico de la noche a la mañana, como si fuera
un poco de tierra que ha quedado en nuestros zapatos. Las relaciones tóxicas
nos atrapan en una red negativa, lo mismo que ocurre con un insecto que ha
caído en una tela de araña. No solo hablamos de las parejas, sino también
existen personas tóxicas en otros ámbitos: familiares, amigos, colegas,
conocidos, etc.
Como primera medida, una relación tóxica nos hace mal, nos impide
avanzar, manipula todo aquello que nos reconforta de nuestra existencia, destruye
aquello que somos, no nos da “permiso” para pensar ni actuar como queremos… en
definitiva, nos hace seres infelices. Y como dijimos antes, se hace cuesta
arriba poder salir airosos al intentar desengancharnos de esa red que ahoga,
reprime, lastima…
La relación tóxica se desarrolla entre dos personas, una dominante y
otra sumisa, aunque puede que ninguno de los dos se de cuenta de ello. Existen
muchos problemas de comunicación, a los que se suman las mentiras, los
chantajes emocionales y sobre todo, la manipulación. Si bien ambas partes
pueden sufrir, el que se lleva la peor parte es aquél que acata las órdenes.
Las relaciones tóxicas que deberíamos evitar son:
En primer lugar, aquellas donde una sola persona está a cargo o decide.
Quiere siempre tener el control, no escucha las opiniones ajenas, no está de
acuerdo en la justicia ni en la equidad. Esa persona es la única que crece,
mientras que la otra cada vez se hunde más.
En segundo término, las relaciones que cumplen la función de
“llenar” o “completar” un vacío existente. Debemos conseguir sentirnos
plenos por nosotros mismos, sin que otro sea el encargado de suplir las
carencias.
El tercer tipo son las relaciones co-dependientes, es decir, cuando
ambos integrantes son pasivos y dependen del otro para ser felices, no saben lo
que es la individualidad y precisan de la aprobación externa para actuar,
siempre priorizan las necesidades ajenas por sobre las propias.
La idealización o las expectativas subrreales son también un tipo de
relación tóxica.Estas ocurren cuando se exige una perfección imposible de
alcanzar, cuando se espera todo el tiempo cambiar al otro hasta que se amolde a
nuestros gustos, etc.
En quinto lugar, tenemos aquellas personas que utilizan sus problemas
del pasado para justificar lo que hacen en el presente. Pueden ser unos padres
muy autoritarios, una pareja celosa o un abandono en la niñez. Todo vale como
excusa de los actos diarios.
Otro tipo de relación tóxica a evitar es la que está basada en mentiras
continuas, donde nunca se sabe qué es cierto y qué es una falacia. También
podemos incluir aquí ocultar información o todo aquello que derrumbe la
confianza (que es muy difícil de recuperar).
De la mano de ella, podemos señalar las relaciones donde el perdón no
es un sentimiento genuino o frecuente y además no hay intensiones de reparar lo
que se ha dañado.
Por último, las relaciones que se basan en la agresión-pasividad durante
la comunicación. Cuando en vez de hablar abiertamente se lo hace con
indirectas o prejuicios, cuando las palabras o la actitud siempre es hostil y
cuando no hay atención al tratar entablar un diálogo.
Tal vez con esta explicación podamos estar más alertas y determinar en
qué momento una relación se ha vuelto tóxica.
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