El hombre y la mujer se complementan físicamente: para poder ser
fecundos y engendrar hijos; el hombre tiene por lo general, más fuerza física
que la mujer, pero la mujer suele ser más resistente a las enfermedades y al
dolor.
Hemos llegado a un momento en que la técnica nos ha permitido estudiar
el cerebro masculino y el femenino, y comprobar que son muy distintos, desde el
tamaño, hasta la manera de funcionar y el tipo y cantidad de conexiones entre
los dos hemisferios que los conforman.
Nos complementamos psicológicamente: porque pensamos y actuamos
diferente, por ejemplo, la mujer habla mucho y el hombre no, la mujer tiene muy
desarrollada la intuición y el hombre es analítico y concreto. También
percibimos de manera distinta las cosas.
Nos complementamos espiritualmente porque la mujer es más espiritual que
el hombre y tiene que ayudarle a crecer en este aspecto, porque a él le cuesta
mucho, ya que ellos son muy prácticos y les gusta “hacer” cosas.
Estos son sólo algunos de los principales modos en que somos
distintos, sin que esto signifique que así tenga que ser, pero es como se dan
las diferencias por lo general o el la mayoría de los casos.
La complementariedad no sólo se da en la pareja o en la familia, sino
que en todas las actividades humanas: también en la vida profesional y social,
si se comparten las actividades entre hombres y mujeres, van a funcionar mejor,
pues se ven puntos de vista diferentes y se enriquecen todos.
El hombre y la mujer se complementan físicamente: para poder ser
fecundos y engendrar hijos; el hombre tiene por lo general, más fuerza física
que la mujer, pero la mujer suele ser más resistente a las enfermedades y al
dolor.
Hemos llegado a un momento en que la técnica nos ha permitido estudiar
el cerebro masculino y el femenino, y comprobar que son muy distintos, desde el
tamaño, hasta la manera de funcionar y el tipo y cantidad de conexiones entre
los dos hemisferios que los conforman.
Nos complementamos psicológicamente: porque pensamos y actuamos
diferente, por ejemplo, la mujer habla mucho y el hombre no, la mujer tiene muy
desarrollada la intuición y el hombre es analítico y concreto. También
percibimos de manera distinta las cosas.
Nos complementamos espiritualmente porque la mujer es más espiritual que
el hombre y tiene que ayudarle a crecer en este aspecto, porque a él le cuesta
mucho, ya que ellos son muy prácticos y les gusta “hacer” cosas.
Estos son sólo algunos de los principales modos en que somos
distintos, sin que esto signifique que así tenga que ser, pero es como se dan
las diferencias por lo general o el la mayoría de los casos.
La complementariedad no sólo se da en la pareja o en la familia, sino
que en todas las actividades humanas: también en la vida profesional y social,
si se comparten las actividades entre hombres y mujeres, van a funcionar mejor,
pues se ven puntos de vista diferentes y se enriquecen todos.
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