Si voy a mi oficina es únicamente para tener el privilegio de volver
luego a casa paseando con Gödel”
Albert Einstein (1879-1955), físico germano-estadounidense
¿Quién era esta persona a la que Einstein tenía en tanta estima?
Pues únicamente el lógico más brillante desde Aristóteles, muy posiblemente la
mente más preclara del siglo XX, y sin ningún género de dudas una de las
personas que cambió nuestra concepción de la realidad.
Mucho más joven que Einstein, Kurt Gödel era de los pocos a
los que el gran maestro de Ulm consideraba entre sus iguales, y ciertamente se
encontraba entre los muy pocos con el empaque intelectual para permitirse darle
la réplica en sus legendarias conversaciones sobre física y matemáticas. Gödel
compartía con Einstein su genialidad y su oposición a las líneas de pensamiento
dominantes en la época.
Al igual que la Teoría de la Relatividad demolió la idea de un espacio y
un tiempo independiente, absolutos, e inmutables, sus Teoremas de
Incompletitud cambiaron el rumbo de la filosofía y las matemáticas,
demostrando la inherente inaprehensibilidad del concepto de verdad matemática
absoluta y completa. Y al igual que Einstein se alejó de la mayoría de
comunidad física al oponerse a la teoría cuántica como modelo final del Cosmos,
Gödel hizo lo propio al aferrarse a sus ideas platónicas sobre las
matemáticas.
La vida de Gödel nunca fue simple, empezando por la relación afectiva
con la que se convertiría en su mujer (que contó con la oposición de la familia
de Gödel), continuando por la anexión de Austria por la Alemania Nazi (que
motivaría finalmente su huida cuando estalló la Segunda Guerra Mundial), y
terminando con el deterioro de su salud mental en sus últimos años en los EE.UU.
De esta última época se cuentan historias acerca de sus temores paranoicos (que
finalmente acabarían por causarle la muerte por inanición), pero prefiero
quedarme con la genial anécdota de su nacionalización estadounidense.
Siendo alguien que se tomaba las cosas realmente en serio, aunque se
pudiera tratar de meras formalidades, decidió estudiar en detalle la
Constitución de los EE.UU. para su examen de nacionalización. El día antes
del mismo llamó a Oskar Morgenstern -brillante matemático de origen alemán,
padre de la Teoría de Juegos- muy nervioso; había descubierto una
inconsistencia lógica en la Constitución por la que se podía instaurar una
dictadura en los EE.UU. Morgenstern intentó calmarle, temeroso de las
consecuencias que un comentario sobre eso podría tener sobre sus posibilidades
de nacionalizarse. Al día siguiente el propio Morgenstern y Einstein
acompañaron a Gödel, intentando distraerle para que olvidara el asunto. El juez
Philip Forman, impresionado por el dúo de genios que hacían de padrinos les
permitió quedarse durante el examen. En el desarrollo del mismo le pregunto a
Gödel “Vd. tenía la nacionalidad alemana hasta ahora, ¿no?” -“Austriaca”
le corrigió Gödel; “Es igual” -prosiguió el juez- “aquello fue durante
una horrible dictadura, pero afortunadamente eso no puede pasar aquí“; “¡De
ninguna manera, yo puedo demostrarle que sí!” afirmó Gödel, que comenzó a
explicarle el mecanismo que había descubierto.
Afortunadamente, el juez Forman le interrumpió, y Einstein y Morgenstern
consiguieron calmar a Gödel, que poco más tarde juraría su nueva nacionalidad.
Es aún un misterio qué fue lo que Gödel había descubierto. Algunos
expertos apuntan que podría tratarse del Artículo V que describe
cómo se cambia la Constitución, pero no pone límites en dichos cambios, aunque
es difícil creer que fuera algo tan relativamente simple lo que hubiera llamado
la atención de Gödel.
La fascinación de Gödel por el pensamiento puro le llevó a analizar lo
que el consideraba la cuestión filosófica por excelencia: el tiempo. Su
conclusión fue, como casi todo en él, extrema pero sólida en sus términos. Para
Gödel el tiempo -tal como intuitivamente se entendía, con su noción de pasado y
futuro- no existía. Esta idea general la plasmó en una solución a las ecuaciones
de campo de Einstein que no daba lugar a un universo estático (como Einstein
erróneamente postulaba inicialmente), ni a un universo en expansión (como Lemaître descubrió,
de manera consistente con la observación), sino a un universo en rotación en el
que era posible viajar al pasado, lo que elimina la propia noción de pasado y
futuro. Y si había un universo en el que esto era así (aunque no fuera el
nuestro), el papel del tiempo se derruía, ya que dejaba de ser necesario en
términos absolutos, y para Gödel lo que no era necesario, no era.
Kurt Gödel murió en 1978. Fue uno de esos genios irrepetibles cuya
inteligencia desbordante alumbra el Universo, y que no aparecen todos los
siglos. Gödel dejó de estar entre nosotros, pero como Palle Yourgrau sentenció,
“en un sentido profundo, todos vivimos en el Universo de Gödel”.
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