“No hay nada más agotador que tener
un trabajo eternamente por terminar”.
William James.
Hay veces que por más que nos esforzamos en
conseguir resultados en nuestro trabajo parece que nos estrellamos contra un
muro, no avanzamos. Aquí es donde podemos comprobar que no es lo mismo trabajar
duro que trabajar con inteligencia. Cuando trabajamos
inteligentemente significa que estamos siendo eficaces, productivos y efectivos.
Muchas veces menos es más. Según la regla
de Pareto 80/20, el 80% de nuestros resultados surgen del 20 % de nuestros
esfuerzos. La conclusión está clara. Si fuésemos capaces de eliminar el 80% del
esfuerzo restante seríamos más eficaces. Eso es trabajar con inteligencia.
Obtener mejores resultados con menor esfuerzo. Vamos
a ver algunas ideas que nos van a ayudar a conseguirlo.
En primer lugar si nos preguntamos por qué nos sucede esto, podemos ver
fácilmente que tenemos demasiadas ocupaciones y estrés.Trabajamos duro,
pero perdemos la perspectiva de lo que es importante, no vemos
nuevas oportunidades por nuestra dispersión y se cometen errores.
Esto lleva al cansancio, al aburrimiento y al agotamiento. Realmente, así nos
alejamos de lo que queremos conseguir.
Una buena idea es descubrir cuáles son nuestros puntos fuertes y centrarnos
en ellos, delegando el resto. No digo que no haya que trabajar en nuestros
puntos débiles, pero el hecho de hacer muchas cosas aceptablemente
bien nunca tiene tanto valor como centrarse en lo que se nos da realmente bien.
Concentra tu energía en ello, si hay algo que se te da bien de forma
natural, trabaja en fortalecerlo aún más, de forma que llegues
a ser excelente en ello. Intentar hacerlo todo bien consume mucha energía, sobre
todo si lo que pretendemos hacer bien no nos gusta.
Piensa en lo que realmente es importante que hagas bien para tu trabajo.
El resto delégalo. Si no puedes delegarlo, encuentra formas de que te consuma
la menor energía posible, por ejemplo, siendo un poco menos perfeccionista o
buscando atajos.
Otra idea para trabajar inteligentemente es prometer poco pero dar
mucho. Es decir, superar las expectativas. Si prometemos poco nos
estamos dando más tiempo para realizar la tarea y podremos hacerla mejor y dar
más calidad de la esperada. Todos tenemos la tendencia natural a prometer todo
para ya mismo, sin tener en cuenta otras prioridades. Al final esto es
contraproducente porque si no conseguimos cumplir lo prometido quedaremos
mucho peor que si damos más de lo esperado. Hay personas que están prometiendo
continuamente cosas para ya. Esto no sólo genera estrés en esta persona sino a
la persona a la que se lo prometes, dando una mala imagen de informalidad.
Muchas veces nos pasamos el día diciendo que vamos a intentar hacer esto
y lo otro, ideamos planes, nos imaginamos el resultado, pero no pasamos a
la acción. Esto produce gran frustración. Deja de decir que vas a intentar
hacer algo y ¡hazlo! O no lo hagas. Pero no lo intentes.
En la vida tiene que existir un equilibrio, el trabajo no
puede ni debe ser el centro de todo. Y paradójicamente conseguiremos trabajar
con más inteligencia y dar lo mejor de nosotros mismos.
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