El intelecto es la capacidad que tiene el ser humano de comprender,
analizar y entender el mundo que le rodea. De algún modo se asimila al concepto
de razón, a la capacidad de discernir el orden oculto del universo de modo tal
que le permita mejorar sus condiciones de existencia.
Lo primero que hay que hacer es dejar patente que intelecto es una
palabra que tiene su origen etimológico en el latín. En concreto, procede de
“intellectus” y es fruto de la unión de dos componentes de dicha lengua: el
prefijo “inter-“, que es sinónimo de “entre”, y el vocablo “lectus”, que puede
traducirse como “escogido”.
El intelecto supone la capacidad de desarrollar representaciones
mentales de la realidad y de relacionarlas entre sí. El concepto puede
asociarse a la inteligencia, la reflexión y el raciocinio.
La capacidad de entender la unidad de lo semejante y de pasar de lo
individual a lo universal (y viceversa), de elaborar y vincular conceptos y
de comprender distintas problemáticas forma parte del intelecto.
No podemos pasar por alto tampoco el hecho de que además se considera
que el intelecto humano tiene varias funciones importantes como son las que
exponemos a continuación:
• Atención, que ayuda a estar alerta ante un hecho o situación concreta.
• Sensopercepción, que es la que permite captar los estímulos externos a través de los diversos sentidos.
• Imaginación, que se define como la capacidad que tiene el intelecto de pensar en imágenes.
• Memoria, que da la oportunidad al hombre y a la mujer de usar el pasado en el momento presente.
• Afectividad. Con este término nos referimos a las sensaciones y a los sentimientos que experimentamos y que hacen que cambie nuestro estado de ánimo.
• Pensamiento, que es el que permite diferenciar al ser humano del resto de seres vivos. Es más, es el que hace que se establezca como superior frente al resto de seres que moran en el planeta.
“Sólo el conocimiento de la estructura psíquica del hombre puede
aclararnos la cuestión de la verdad. Esta estructura descansa sobre tres
factores fundamentales: el intelecto, el corazón y la voluntad; con su
intelecto piensa, con su corazón experimenta sentimientos, y la voluntad,
estimulada por el intelecto y por el corazón, le impulsa a actuar… El
intelecto tiene como ideal manifestar la sabiduría; el corazón, manifestar el
amor; y la voluntad, que es la resultante de ambos, tiene como ideal manifestar
la verdad. Esto significa que, en la medida en que sus pensamientos
tiendan hacia la sabiduría y los sentimientos de su corazón tiendan hacia el
amor, estará en la verdad. ¿Acaso no es sencillo?
De la verdad se han dado toda clase de definiciones que no han hecho más que embrollar la cuestión. En realidad, es imposible definirla, porque no existe como tal. Sólo existen el amor y la sabiduría, y la unión del amor y de la sabiduría es la que da nacimiento a la verdad.”
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