viernes, 6 de diciembre de 2019

Vencer La Timidez


La palabra insistencia hace referencia a repetir, esto quiere decir que una actividad culminada se intente nuevamente, una y otra vez. Es decir, continuar en la misma y no parar hasta obtener el resultado deseado. Se trata de una actividad continuada, pero sin pausas. Hoy, en este artículo, quiero que hagas tuya la palabra “insistir”. Quiero que la insistencia se vea reflejada en ti
.
Te puedo asegurar que esta palabra es sinónimo de resultados. Los resultados en tu timidez de los que podrías disfrutar, si te tomases en serio tu principal meta, tu meta más importante, que es la de aprender a cómo vencer la timidez.

La insistencia es ya de por si, una palabra importante. Ésta, nos ayuda a esforzarnos por lo que queremos sin desistir en el intento. Insistir es querer seguir intentándolo, dándolo todo.
Así es cómo tienes que actuar en tu timidez, dándolo todo para obtener resultados. Tu resultado primordial de aprender a cómo vencer la timidez.

La persona tímida, en muchas ocasiones, se rinde. Se rinde sin ni siquiera intentarlo, porque el solo hecho de ver todo lo que tiene que intentar y en consecuencia, todo lo que tiene que conseguir, hace que se paralice, decidiendo de este modo no actuar, convirtiéndose así en una persona pasiva, sin capacidad de decisión ni de intentos.

Al no saber cómo vencer la timidez, prefiere mantenerse tal cual, es decir, viviendo frente a sus limitaciones, las cuales no le permiten actuar cómo le gustaría.

Por ello, hay que insistir. Insistir en algo y luego conseguirlo, te dará la fuerza necesaria para seguir luchando por cosas importantes. La satisfacción que produce ver los resultados obtenidos, después de aportar esfuerzo, dedicación, insistencia, no tiene precio.

Si eres insistente en tu vida, te puedo asegurar que nada se te resistirá. Tampoco te digo, que utilices la insistencia de manera, que pueda resultar agobiante para ti o para otros. Todo en exceso, no es bueno. Pero si actúas de manera consciente y convencido de que con los resultados obtenidos saldrás beneficiado, adelante!, insiste en lo que desees con fuerza. Insiste en tu lucha de cómo vencer la timidez.

La insistencia, te dará el poder necesario que necesitas. Te aportará madurez, decisión… Saber lo quieres en todo momento y saber cómo responder a ello, te ayudará a reaccionar, a activarte cómo persona que “estaba dormida” porque aún no sabía cómo vencer la timidez.

Para vencer la timidez se necesita, decisión. Se necesita, primero, aclarar lo que uno quiere, visualizar la vida que nos gustaría tener y darlo todo en el intento. Trabajar con entusiasmo para conseguir cosas que queremos, es la clave fundamental para luego poder disfrutar de los resultados.

Por ello, aparte de insistir, la actitud que uno tenga, también ayuda mucho. Si dispones de una actitud negativa, ya puedes intentar lo que sea, una y otra vez, que no verás resultados. En cambio, si dispones de una actitud positiva e irradias optimismo por los cuatros costados, te puedo asegurar que conseguirás todo lo que te propongas.

Así que, no te lo pienses, piensa en positivo, insiste en tus intentos y aprende a cómo vencer la timidez.

En la insistencia, se encuentra la clave para el éxito. En el camino para el éxito hay que trabajar, hay que intentar las cosas una y otra vez, hay que tener confianza en uno mismo, hay que creérselo…pero para ello, no hay que desistir en el intento. 

De esta manera saldrás victorioso en tu lucha de cómo vencer la timidez.


jueves, 5 de diciembre de 2019

Historias De Intolerancia


“No es la diversidad de opiniones (lo que no puede evitarse), sino la negativa a tolerar a aquellos que son de opinión diferente (que podría ser permitida) lo que ha producido todos los conflictos y guerras que ha habido en el Cristianismo a causa de la religión. 

"La cabeza y los jefes de la Iglesia, movidos por la avaricia y el deseo insaciable de dominar a todos, utilizando la ambición sin límites de las autoridades políticas y la crédula superstición de multitudes atolondradas, han levantado, en contra de lo que dice el Evangelio y la caridad, a las autoridades y a las masas en contra de los que tienen ideas diferentes en religión, predicando que los cismáticos y los herejes deben ser expoliados de sus posesiones y destruidos. Y así han mezclado y confundido dos cosas que son en sí mismas completamente diferentes"
la Iglesia y el Estado.” J. LOCKE, Carta sobre la tolerancia

El momento histórico del texto es 1689, pues entre ese año y el siguiente John Locke escribió una serie de cartas en las que expone sus ideas políticas. En esos años ocurrieron en Inglaterra dos hechos decisivos: la Revolución Gloriosa de 1688, que supone el triunfo del parlamentarismo y de la limitación del poder del monarca, y la Declaración de Derechos Británica, de 1689, que recoge en buena medida las ideas del liberalismo político, movimiento del que Locke es fundador y del que este texto es exponente. En cuanto al tema del texto, es la tolerancia entre diferentes opiniones religiosas, que debería ser garantizada por un Estado separado de la Iglesia para conseguir refrenar la causa más frecuente de las guerras, que es la voluntad de dominio de una opinión sobre las demás. 

Es una defensa de la libertad religiosa y la separación entre Estado e Iglesia, por tanto, aunque Locke limitara esa libertad a los diferentes grupos protestantes. Las ideas del texto son las básicas del liberalismo político, movimiento que debe mucho a la Inglaterra de finales del XVII y a John Locke, cuyas ideas supusieron, en el terreno de la política, la expresión del individualismo moderno que venía siendo desde Descartes el punto de vista central de la Filosofía moderna. 

Como vemos en el texto, para Locke es fundamental en religión, así como en la política,
preservar la libertad de opinión, pues más daño hace a la Iglesia la intolerancia hacia opiniones diferentes de la ortodoxia que la tolerancia de estas opiniones. Según el autor, es la ambición de poderes terrenales y la distorsión del mensaje evangélico lo que ha llevado a los jefes de la Iglesia a desencadenar guerras y conflictos dentro del Cristianismo, que para Locke debería parecerse más a una comunidad de creyentes con diversas opiniones que se respetan entre sí que a un bloque unido en torno a una ficticia unanimidad en la ortodoxia. 

El Cristianismo, del que Locke siempre se consideró parte integrante, debería desprenderse de su desconfianza ante la discrepancia, porque precisamente en la diversidad puede asentar su fuerza, si la trata desde la tolerancia. Por eso la Iglesia debería separarse siempre de los diferentes Estados, meras instituciones políticas que buscan otros fines.

En la línea del empirismo nominalista de Ockham, el padre del liberalismo político basa su defensa de la separación del Estado y la Iglesia en la pretensión de recuperar la pureza espiritual de la institución cristiana, y en la idea de que Fe y Razón se basan en campos que nada tienen en común, y que por tanto deben respetarse entre sí. El empirismo de los nominalistas del siglo XIV encuentra su continuidad en los empiristas británicos del XVII y XVIII, que profundizan en su rechazo de las entidades universales, y en la aconfesionalidad del Estado moderno. 

Pero el matiz de Locke está en defender los derechos individuales, en particular el derecho de todo individuo a creer en el Dios cristiano de una manera diferente al resto de la comunidad, según vemos en el texto, sin peligro de que se le expolie de sus propiedades, o de que se le persiga. 

Para el pensamiento liberal, del que este fragmento es buen ejemplo, el individuo debe tener alrededor de sí una zona sagrada de derechos en la que ninguna institución supraindividual (Estado o Iglesia, y mucho menos ambos unidos) pueda interferir sin causa justificada. Aquí vemos que la libertad de pensamiento cae dentro de esos derechos intocables.

La reivindicación del sujeto que inició la Modernidad con Descartes adopta ahora la forma de un sujeto receloso de lo estatal o comunitario, y de esa manera va naciendo en Europa el liberalismo y la defensa de unos derechos humanos individuales, que se plasmarán en la Declaración de Derechos británica de 1689, y un siglo más tarde de manera más violenta durante la Revolución Francesa



La Acción Social


Teoría sociológica fundamentada en la noción de acción social, desarrollada sobre todo por Weber, Durkheim, Pareto y Parsons y otros, así como también por los sostenedores del llamado interaccionismo simbólico. La idea fundamental es que la realidad social se comprende a través de la comprensión del sentido que los agentes o actores sociales dan a sus acciones. Para Weber, la acción social tiene el sentido que le da el agente en su intención de interaccionar con el otro. Este sentido, además de ser expresión de la voluntariedad del individuo, se entremezcla con creencias, valoraciones, perspectivas y sentimientos. Para llegar a comprender la acción social, Weber la divide según cuatro tipos:

a) de finalidad racional o acción instrumental (Zweckrationalität), cuyo modelo es la acción económica y en la que el actor social busca la eficacia de los medios respecto de los fines;

b) de valoración racional (Wertrationalität), en la que la decisión sobre los fines se somete a una valoración moral;

c) de acción afectiva, en la que la acción queda dominada por las emociones y 

d) de acción tradicional, en la que la acción se orienta por las costumbres tradicionales.

Estos cuatro tipos de acción social se mezclan en la realidad social y pueden no darse puros. Por otro lado, esta clasificación permite entender el conjunto de acciones sociales como dividido en dos grupos mayores: las acciones racionales y las irracionales. De la misma manera, Vilfredo Pareto distingue dos clases de acciones: las acciones sociales lógicas y las acciones sociales alógicas; las primeras se objetivan en intereses y las segundas en sentimientos.

Para Pareto, la gran mayoría de las acciones sociales tiene origen irracional; la sociedad equilibrada busca la compensación entre intereses y sentimientos. Parsons, que también considera, como Weber, que la unidad mínima y fundamental de la realidad social es la acción humana, atribuye a ésta un «marco de referencia» dentro del cual debe interpretarse. Este marco está constituido por cuatro contextos, o subsistemas: el contexto biológico, propio de la fisiología del organismo humano; el contexto psicológico, relativo a la personalidad del individuo; el contexto social, o de interacción entre individuos o grupos, y el contexto cultural, o la aceptación de normas y valores compartidos. 

Cualquier acción debe entenderse dentro de estos cuatro contextos, que constituyen su marco de referencia, y que juntos forman el sistema más general de la acción, lo cual quiere decir que la acción social es resultado de la interacción de estos cuatro subsistemas. En ellos se distingue una jerarquía de sistemas, o una cibernética de sistemas, de modo que el superior gobierna o controla al inferior: el sistema cultural, compuesto exclusivamente por elementos simbólicos (valores, normas, ideologías) ocupa el nivel superior, mientras que el sistema biológico, compuesto de elementos fisiológicos materiales, ocupa el nivel inferior. El sistema social, dominado por el cultural, domina y controla, a su vez, al sistema de la personalidad. 

La acción social se inscribe propiamente en el subsistema social y el subsistema cultural, que, compenetrados y no pudiendo existir el uno sin el otro, constituyen la realidad social en conjunto, o sistema social propiamente dicho. Éste se estructura según un proceso de institucionalización de los elementos propios de la cultura, el subsistema dominante (valores, normas, ideas, símbolos) en formas permanentes y estables que configuran la organización social. Estos componentes estructurales son: los roles (modos como una persona participa en la interacción: una persona es madre, esposa, profesora, militante de un partido, etc.); las colectividades constituidas en torno a valores sociales (la familia, la escuela, el partido, etc.); las normas o modelos de comportamiento, y los valores, que son los objetivos deseables por todos. La acción social, por tanto, queda inscrita dentro de un «sistema de la acción». La manera adecuada de estudiar la acción social es, no obstante, considerándola dentro de su sistema propio, que es el social, y así se refiere Parsons al «sistema de la acción social». Hay sistema social cuando las interacciones entre los actores sociales, los individuos, se realizan a través de las instituciones sociales, esto es, a través de los «roles» y las «colectividades» institucionalizados, o pautas de conducta social estables y sometidas a normas. A todo sistema social le corresponden sus fines adecuados, en vista de los cuales precisamente existe: las funciones sociales. Parsons considera estos fines como los objetivos a que tiende libremente la decisión de los actores sociales y, al mismo tiempo, como los prerrequisitos funcionales que exige un sistema social:

a) El de adaptarse al medio: o función de adaptación; la economía.
b) El del logro de los objetivos del sistema: o función de obtención de objetivos; la política.
c) El de la integración del sistema: o función de integración; comunidades y organización de las partes dentro del todo.
d) El de mantener los valores del sistema: o función de estabilidad normativa; la familia, la escuela (ver cita).

Se achaca a la teoría de la acción social cierto individualismo metodológico. Sus planteamientos sociológicos en general son opuestos a los propios del estructuralismo en sociología.


Mentalidades


Podríamos definir la historia de las mentalidades simplemente como la historia del acto de pensar, siempre que entendamos por pensar la manera que el ego tiene de percibir, crear y reaccionar frente al mundo circundante. No es pues la historia del pensamiento, ni de la cultura, por lo menos como se han entendido hasta hoy. Aunque nos disguste pretenderlo las palabras anteriores resultan una definición, como tal —y de común ocurrencia en estos casos— no encierra toda la profundidad ni las dimensiones del objeto definido.

Las palabras “mente” y “mentalidad” provienen del latín, pero han vivido una larga y apasionante aventura hasta llegar a ser aceptadas, usadas y comprendidas por la generalidad de los parlantes del mundo occidental. Actualmente, en efecto, cualquier persona la usa en una conversación corriente para referirse a algo parecido a la preocupación de la historia de las mentalidades y más o menos lo mismo que expresa en su definición el Diccionario de la Lengua Española, de la Real Academia, que al respecto dice: “Capacidad, actividad mental. Cultura y modo de pensar que caracteriza a una persona, a un pueblo, a una generación, etc.”.

En el ámbito humanístico y científico, en cambio, su uso es más cuidadoso y tímido en un principio.

La palabra “mentalidad” es primeramente empleada por los filósofos ingleses —especialmente del siglo XVII— para designar la cualidad de la psiquis. Más tarde el iluminismo ilustrado encuentra en ella, a través de Voltaire en su Ensayo sobre las costumbres y el espíritu de las naciones de 1745, un uso más cercano a las reacciones pensantes de la sociedad. Pero recién la expresión completa su riqueza relativizante por el año 1900, con Marcel Proust, cuando escribe: “Mentalidad me gusta. Es como esas palabras nuevas que se lanzan”. (Citado por Le Goff, 1974, Pág. 76). El autor de En busca del tiempo perdido, la utiliza para designar un cierto estado sicológico, entre morboso y expectante, detenido en la penumbra de lo normal y de lo excéntrico, inmovilizado por la fuerza del acontecer, fatalmente histórico, simple y lógico.

La tonalidad compleja y especial que le dio Proust a la expresión “mentalidad” siguió rondando largo tiempo entre investigadores y escritores de principios del presente siglo. No tuvo mucha suerte en sicología. En las ciencias humanas, fue Lucien Lévy-Bruhl quien la empleó primeramente para definir algo concreto, en su obra La mentalité primitive (1922). 

Su objeto, es importante hacerlo notar, no fue la realidad actual, ni el comportamiento sicológico mayoritario de la sociedad. Por algún tiempo esta tendencia parece haber marcado la tónica de los estudios sobre mentalidades. 

En efecto, examinando incluso a los autores considerados como los primeros teóricos de la historia de las mentalidades, Lucien Febvre (1938), Georges Duby (1961) y Robert Mandrou (1968), descubrimos que se preocupan por situaciones que podríamos considerar excéntricas del acontecer humano, por lo menos como lo expresa la historia tradicional. Sus grandes temas fueron las crisis de todo orden, las epidemias, la muerte, el milenarismo, las visiones pervertidas del mundo, fobias sociales, etc. Es claro, como suele suceder en la dinámica del desarrollo científico, a poco andar, nos dimos cuenta, por una parte, que aquellas cuestiones excéntricas constituían gran parte de las vías e indicadores para descubrir los ejes centrales del andamiaje de la historia, por otra, que la riqueza de sus posibilidades iba invadiendo los modos de comprensión del pasado.

Actualmente la historia de las mentalidades tiende un puente entre la historia como ciencia y las demás expresiones de las ciencias humanas, además es un nuevo camino —ya que los que existían parecen borrados desde hace tiempo— que la unen de otro modo con la filosofía. Sea como fuere, ante una historia tradicional de corte clásico o positivista, ante la opaca historia montada sobre ideologías políticas que vino posteriormente, en fin, ante un cierto cansancio de la rutina cuantitavista, la historia de las mentalidades aparece ahora como un refrescante remanso.


Como fácilmente puede deducirse los fuertes lazos establecidos entre la historia, la sicología y el sicoanálisis, a través de la historia de las mentalidades, tiene un efecto irradiante para la historia, que afecta desde el estudio del acontecer político, pasa por lo económico y social y llega a encontrarse plenamente con la realidad cultural y con aquella del “tiempo de vivir”. Lo que se puede lograr con todo ello es impredecible, los investigadores que reclamábamos, por ejemplo, que la actividad mental del hombre que sueña es parte del acontecer histórico —repetitiva y simbólica si se quiere— tenemos ahora una rica gama de posibilidades de interpretación del sueño y de configurar su contenido y tendencia histórica. 

Es que, finalmente, la vieja madre de la ciencia que es la historia nos acaba de presentar su último engendro, una criatura genial, que crece y se agranda enormemente y que es la historia de mentalidades.
    

Obtusos

Date cuenta de que la “gente imposible” participa en proyección. Comprende que vas a ser acusado de muchos (o de todos) aspectos. Si tu “persona imposible” diera un vistazo a este texto, le parecería una página dedicada expresamente para ti. ¡Prepárate para el hecho de que todos los defectos y fallos de esa “persona imposible” siempre se te atribuirán a ti! Recuerda que, en sus mentes, ¡tú eres el culpable de todo! Tendrán un suministro inagotable de argumentos para apoyar eso, y si cometes el error de encolerizarlos, serán más que felices de poder decirte el por qué eres tú en realidad la “persona imposible”, y, ¡qué ironía es que estés bajo la impresión equivocada de lo que en realidad son ellos.


Sé lo contrario que ellos: una persona accesible. Actúa como un ejemplo de tolerancia, paciencia, humildad, y siempre con algo de amabilidad (a pesar de lo difícil que pueda llegar a ser)–porque estas son todas las cosas que esas personas imposibles no son, o no son tan buenas. Todos nosotros estamos influenciados por la gente de nuestro entorno– ellos no tienen que ser perfectos todo el tiempo y tú tampoco. 

Da respeto porque tú eres humano. Si tú no recibes respeto, ese es, tristemente, el problema de ellos. Da comprensión y tú serás comprendido. 

Últimamente esta clase de conducta, es probablemente la única cosa que podrías posiblemente aportarles. 

Ellos no pueden cambiar en nada, pero tú puedes ciertamente esperar una diferencia.
         

Todo Lo Posible


Cada nuevo día podemos elegir cómo vivirlo. Podemos elegir despertarnos con una sonrisa o con un gesto agrio. Podemos elegir vivir serenamente un precioso y único día, con sus avatares favorables y contrarios, o agobiados por los problemas cotidianos, con la mente estresada y el cuerpo en tensión. 

La diferencia radica en mantener la mente relajadamente atenta a lo que en realidad tiene valor en la vida, tratando de que lo superfluo, lo innecesario, cada vez tenga menos peso en nuestros actos y en nuestros pensamientos. Una forma de favorecer que se dé este estado mental es percibiendo que todo aquello que surja de una emoción negativa será negativo. Si la ira, el rencor... nos arrastran a actuar, esta acción será irresponsable y probablemente dañina.

La mente puede parecer compleja, pero a través de la meditación podemos entender que la mente es realmente simple. Se divide en aquello que nos perjudica y lo que nos favorece. El odio, el rencor, la ira... nos perjudican; el amor, la amistad, la compasión... nos favorecen. Además, coincide que aquello que realmente favorece a quien lo hace, favorece asimismo al resto de los seres, y lo que hagamos que vaya en contra de uno, también lo hará en contra de todos los demás.

Para ir paulatinamente entendiendo la mente diré una práctica muy efectiva, quizá una de las mejores que se pueda hacer. La esencia es sencilla: concentrémonos únicamente en una sola cosa. Si logramos mantener la concentración exclusivamente en algo, aunque sea unos instantes, el resultado para la mente es de incalculables consecuencias positivas. Conforme practiquemos iremos viendo cómo la mente, poco a poco, se va sumando a este estado en el cual se relaja y se encuentra consigo misma, y cada vez logra estar más tiempo orientada hacia un solo objeto de meditación sin perturbarse. 


De esta manera iremos logrando que la atención se dirija a lo que realmente queremos. Si permitimos que vague errante de un lugar a otro, será efímera e inconsistente, y en vez de ser nosotros quienes marquemos las pautas de nuestra realidad, serán las circunstancias cambiantes y erráticas quienes lo hagan.

Si queremos mantener nuestra atención en esa hoja que se balancea mecida por la brisa, hagámoslo. Después, si así lo queremos, cambiemos el objeto de nuestro pensamiento, pero tratemos de que la mente no sea la hoja arrastrada por el huracán de un lugar a otro. 


La atención nos permite ser conscientes, pero no es en sí la consciencia, aunque sin ella, sin la atención, no es posible adquirirla. Sólo somos conscientes cuando somos capaces de estar atentos al mundo, y éste se patentiza en lo pequeño, en el detalle, en la manecilla del reloj. Si somos capaces de mantener la atención sobre un grano de arena, somos capaces de ser conscientes del mundo.

No se trata de hacer lo que no podemos hacer, sino de hacer lo que podemos hacer lo mejor que podamos. 


¡Hagámoslo!, lo mejor que sepamos. Así pues, hagamos lo que hagamos, ¡hagámoslo!
           

Trascender



El sentido más inmediato y elemental de la voz trascendencia se refiere a una metáfora espacial. Trascender (de trans, más allá, y scando, escalar) significa pasar de un ámbito a otro, atravesando el límite que los separa. Desde un punto de vista filosófico, el concepto de trascendencia incluye además la idea de superación o superioridad. En la tradición filosófica occidental, la trascendencia supone un «más allá» del punto de referencia. Trascender significa la acción de «sobresalir», de pasar de «dentro» a «fuera» de un determinado ámbito, superando su limitación o clausura.

Que un tema trascienda no significa necesariamente que interese a quienes lo tratan a nivel consciente, sino que produzca en ellos sensaciones muy profundas, a veces de origen desconocido e imposibles de ignorar o evitar, y que cambien irremediablemente sus vidas, al menos durante un tiempo. Dicho esto, tampoco es correcto asumir que la falta de trascendencia indica la ausencia de atractivo, sino que también responde a cuestiones que muchas veces son circunstanciales, que están íntimamente ligadas a las necesidades de cada uno en las diferentes etapas de su existencia.

Nadie tiene el poder de forzar la trascendencia de una creación o de un comentario; a menos que, claro está, posea un conocimiento de sus interlocutores tan preciso y tan profundo que sea capaz de pronunciar las palabras exactas para disparar esa misteriosa inquietud que permanecerá viva a lo largo de días, meses y años. Sobra decir que puede tratarse de valiosas enseñanzas o de crueles ataques que generen heridas aparentemente irreparables.

A un nivel espiritual o filosófico, la trascendencia está vinculada a aquello que está más allá del mundo natural. Lo trascendente está asociado a lo inmortal y a lo esencial. Trascender es sobresalir, alcanzar de una forma u otra algo que está fuera de los límites que impone el cuerpo.

Dejar al mundo un legado cultural trascendente es el objetivo de muchos artistas y científicos, entre personas de otros campos; conseguir que el propio trabajo sea admirado decenas de generaciones después de nuestra muerte, que sirva de inspiración para futuros esfuerzos intelectuales, que nuestro nombre se convierta en sinónimo de sabiduría y de visión de futuro, es un sueño tan grande como peligroso.

Si bien a simple vista quienes buscan la fama eterna por todos los medios pueden parecer egocéntricos, si olvidan disfrutar de la vida, podría decirse que se convierten en auténticos seres altruistas, en personas que trabajan para el disfrute y el desarrollo de los demás, dejando a un lado su propia felicidad. Cuando junto con la labor artística o de investigación trascienden la pasión y el amor de la persona, el legado es más fuerte.

Es importante tener en cuenta que existen distintos modos de trascendencia. Puede hablarse de la trascendencia respecto del Yo o de la trascendencia temporal, entre otros tipos. Lo habitual es que las personas entiendan por trascendencia el hecho de alcanzar un nivel de conciencia superior, o bien una dimensión desconocida.


La meditación trascendental es una técnica mental que busca la relajación y el desarrollo pleno del potencial mental y físico; se trata de una de las formas de alcanzar la trascendencia.


Vivir En Sociedad

Cada sociedad tiene una estructura conformada por los grupos y el sistema de relaciones económicas, políticas, ideológicas y clasistas que en ella se establecen, que difieren entre sí, según cada contexto histórico social. En esa estructura se organiza la cotidianidad de cada individuo: es la responsable de que el sujeto sea capaz de construir y reproducir su propia realidad social, o sea, su propia subjetividad. Si tenemos en cuenta la concepción vigoskiana podemos afirmar que lo meramente individual, deviene de lo social, ya que el sujeto se apropia de todo un sistema de conocimientos, saberes y comportamientos que hacen posible su vida en los diferentes contextos de la propia sociedad.


¿Cómo se produce ese proceso de apropiación de lo social a lo individual desde el punto de vista psicológico y teniendo en cuenta toda su historia hasta la concepción humanista?.
Carlos Marx señaló en "La Ideología Alemana" "Nadie hace nada que no sea en función de alguna sus necesidades", Pichón- Riviere (1973) complementa esta afirmación cuando expone que "el hombre es un ser de necesidades que solo se satisfacen socialmente en relaciones que lo determinan. Nada hay en él que no sea resultante de la interacción entre individuos, grupos y clases" por lo que el abordaje de esta relación resulta indispensable para la explicación del comportamiento humano.

Las necesidades generan la dinámica de la psiquis, a ellas se asocian las experiencias de satisfacción e insatisfacción. La necesidad indica lo causal, lo inevitable; lo que impulsa, la demanda; lo que se pretende, o sea lo que da sentido al comportamiento, por lo cual se considera su punto de partida. Al respecto, Pichón-Riviere construye su Teoría del Vínculo planteando, que las necesidades son la base motivacional del comportamiento ; que ellas surgen y se desarrollan del movimiento interno del organismo y de su relación e intercambio con el medio; las necesidades primariamente son carencias, ante las cuales el individuo se moviliza para convertirlas en su contrario: la gratificación.

¿Dónde se satisfacen las necesidades? Leontiev responde a esta interrogante: "la necesidad, como fuerza interna, se realiza solo en la actividad. Ella es una condición indispensable... mientras más se desarrolla la actividad, pasa a ser no solo condición, sino resultado".
¿Qué es lo más inmediato, concreto y esencial para nosotros, sujetos del comportamiento, sujetos de los procesos psíquicos? Que somos seres vivos y en consecuencia seres de necesidades, en un intercambio permanente con el medio...". Las acciones de los hombres concretos, históricos, particulares, se mantienen en espacio y tiempo en forma inmediata y directa en las relaciones que los hombres establecen entre si y con la naturaleza en función de sus necesidades. Es esa zona de la realidad donde los hombres concretos viven sus condiciones reales de existencia.

Vida cotidiana es entonces el ámbito de satisfacción de las necesidades particulares de los hombres concretos. Cuando nos referimos al hombre concreto, no hablamos de un hombre ideal, sino de un hombre histórico, atravesado por la necesidad. Hablar de necesidades es por demás amplio y complejo. Hay diferentes miradas y modos de conceptualizarlas. El hombre las posee, pero se confrontan con sus potencialidades.

En muchas ocasiones las satisfacciones que las personas logran, devienen dificultades en su vida cotidiana, cuando no son capaces de encontrar explicaciones a los distintos hechos y acontecimientos que ocurren en la realidad. Las personas constantemente están en busca de una explicación, tratando de ratificar la suya propia; se muestran ávidos de encontrar una respuesta a los acontecimientos ante los cuales se enfrentan y muchas veces desconocen la base de la conformación de sus propios pensamientos.

Sucede que carecen de lo que Calviño denomina "conducta racional": la "armazón desde su lógica personal" y que incluye todo su sistema de necesidades, su psicodinámica particular, la intencionalidad y la parcialidad de esa lógica. La racionalidad del sujeto está en el conjunto de sus explicaciones.

¿Cuál es la base de dichas explicaciones?, ¿a partir de qué se construyen?. Estas explicaciones se erigen, desde el punto de vista psicológico, en los Argumentos.

Los Argumentos incluyen las ideas, representaciones y enunciados que hacen, para el sujeto, veraz y cierta una explicación; determinan la construcción de su propia subjetividad por parte del sujeto así como lo capacita para definir su camino ante la propia vida cotidiana.


Intelecto

El intelecto supone la capacidad de desarrollar representaciones mentales de la realidad y de relacionarlas entre sí. El concepto puede asociarse a la inteligencia, la reflexión y el raciocinio.

La capacidad de entender la unidad de lo semejante y de pasar de lo individual a lo universal (y viceversa), de elaborar y vincular conceptos y de comprender distintas problemáticas forma parte del intelecto.

No podemos pasar por alto tampoco el hecho de que además se considera que el intelecto humano tiene varias funciones importantes como son las que exponemos a continuación:

• Atención, que ayuda a estar alerta ante un hecho o situación concreta.
• Sensopercepción, que es la que permite captar los estímulos externos a través de los diversos sentidos.
• Imaginación, que se define como la capacidad que tiene el intelecto de pensar en imágenes.
• Memoria, que da la oportunidad al hombre y a la mujer de usar el pasado en el momento presente.
• Afectividad. Con este término nos referimos a las sensaciones y a los sentimientos que experimentamos y que hacen que cambie nuestro estado de ánimo.
• Pensamiento, que es el que permite diferenciar al ser humano del resto de seres vivos. Es más, es el que hace que se establezca como superior frente al resto de seres que moran en el planeta.

Para la psicología, el intelecto está vinculado a la conducta y al comportamiento. La neurología, en cambio, asocia el intelecto a la estructura del cerebro y al sistema nervioso (es decir, al soporte material de la conducta). Otra ciencia que se acerca a la noción de intelecto es la sociología, a partir del estudio de las relaciones entre los seres humanos.

Lo perteneciente o relativo al intelecto se conoce como intelectual (“Resolver este enigma es un desafío intelectual difícil de superar”). Este término también se utiliza para nombrar a la persona que se dedica a las ciencias y a las letras y que pasa gran parte de su tiempo estudiando la realidad y reflexionando sobre los problemas sociales (“El escritor portugués es considerado como un intelectual comprometido con la situación de la mujer”).


miércoles, 4 de diciembre de 2019

El Ser Independiente


Muchas personas piensan que “ser alguien independiente” quiere decir tener el suficiente dinero como para no depender de nadie. Otros indican que la independencia se adquiere al poder elegir qué hacer sin pedir permiso a los demás. Ambas definiciones son correctas pero también pueden combinarse en algo que se adapte mejor a lo que realmente quiere decir “ser independiente”.

Ganar mucho dinero (o el suficiente para subsistir) a veces es algo relacionado a la necesidad y no tanto a la voluntad. Además, la autonomía debería ir más allá del saldo que tenemos en nuestra cuenta bancaria o el efectivo en nuestro bolso. Si puedes pagar tus gastos ¡Enhorabuena! Pero eso no es lo único que necesitas para ser netamente independiente.

En realidad, la autonomía está más relacionada a la capacidad de controlar tu vida: saber hacia dónde ir, no esperar que los demás te digan qué hacer, etc. También la independencia tiene que ver con tus capacidades para solucionar las cosas, tus aspiraciones y objetivos, tus habilidades para hacer tus tareas por ti mismo sin precisar la ayuda de los demás, la manera con que miras el futuro, etc.

Si estás llegando a cierta etapa de tu vida donde no sabes si eres o no independiente o te gustaría desligarte un poco de quiénes te rodean, es un buen momento para prestar atención a los aspectos fundamentales que definen a una persona autónoma.

¿Cómo ser alguien independiente?
Para convertirte en un adulto con la autonomía suficiente como para hacer lo que deseas y no depender de nada ni nadie, sería bueno que:

Cuides más de ti, tanto en lo físico como en lo mental y en lo emocional. Si no te respetas a ti mismo, es imposible que disfrutes de una vida plena. Por lo tanto, si tu mente y tu cuerpo no se encuentran en un buen estado será más probable que te enfermes, estés de mal humor y sobre todo, dependas de quiénes te rodean.

Seas disciplinado. Esto es realmente importante porque el orden y el hecho de ser estrictos con nosotros mismos nos ayuda a hacernos cargo de las situaciones. No hay que dejarse llevar por las emociones. Cuenta con una fuerza de voluntad tal que te permita salir airoso de cualquier situación.


Confíes en ti mismo. Este es un paso fundamental para ser independiente. Si crees en tus habilidades, capacidades y virtudes, será más sencillo que continúes caminando por el camino hacia la concreción de tus sueños y deseos.

Sientas el “gusto” a la vida. Las personas que dependen de otros para ser felices no conocen las bondades de vivir. Las decisiones que toman siempre tienen que ver con los demás, no con ellos mismos. Si bien ser independiente no quiere decir ser egoísta, quizás es necesario prestar más atención a los sentimientos propios y a encontrar “la sal de la vida” en cada situación.

Procures encontrar el “medio vaso lleno”. Una de las características que todas las personas independientes deberían tener es el optimismo. Claro, saber que la vida es buena aunque las cosas parezcan salir mal, pero también ser capaces de alegrarnos por los pequeños detalles diarios.

En definitiva, la suma de millones de granos de arena es la que construye una playa. Lo mismo nos ocurre a nosotros con lo que nos pasa y lo que tenemos. Sé más agradecido de lo que tienes y no pierdas el tiempo ni las energías en lo que no tienes (o en quejarte por ello).


Mañana, ¿Cuándo Es Mañana?


No Dejes Para Mañana…
Era un joven que tenía una enfermedad muy grave, por tal motivo nunca había salido de su casa y siempre estuvo bajo el cuidado de su madre. Pero esta situación llegó a hartarlo y un buen día decidió salir por primera vez de su hogar, le pidió permiso a su madre y ella aceptó.


Al pasar por una librería, vio a una joven muy linda, casi de su misma edad, y se sintió atraído hacia ella. Fue amor a primera vista. Ingresó a la librería y se acercó poco a poco hacia la joven. Ella lo miró sonriente y el preguntó:

– ¿Buscas algún libro?

El muchacho no pensaba en otra cosa más que en la sonrisa de la joven. Era la más hermosa que había visto. Sintió deseos de decirle algo y tartamudeando dijo:+

– Me gustaría comprar un libro.
Y sin pensar tomó el primero que vio, pagó y se retiró del lugar. A partir de aquel día, buscó un motivo para regresar a la librería y que lo atendiera la misma chica. Sin embargo como era muy tímido, no se atrevía a invitarle a salir.

Al enterarse su mamá de sus sentimientos, lo animó a que le hablara a la muchacha. Así, al día siguiente, el muchacho regresó nuevamente a la librería a comprar otro libro y al momento de retirarse, mientras la joven no la estaba viendo, dejó en un lado del mostrador un papelito donde había anotado su número telefónico.

Al cabo de unos día la muchacha de la librería llamó a la casa del muchacho enfermo y le dijeron había fallecido. 

Más tarde, cuando la mamá del chico subió a su cuarto para guardar sus cosas, encontró varios libros nuevos; al comenzar a revisarlos, notó que en cada uno de ellos había una tarjeta  que decía: “eres un chico lindo, me gustaría conocerte. La chica de la librería”.

La vida a veces suele ser así. “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”.

Cuento corto


Condescendientes

Se trata de un concepto cuyos límites son difusos y su definición, poco precisa. Ser condescendiente no es lo mismo que permitir cualquier cosa, como ser una situación o una acción que cause daño o vulnere los derechos de otro. Tener la capacidad de adaptarse a la voluntad de otra persona y mostrar flexibilidad no debe convertirse en conformismo o falta de responsabilidad.


La condescendencia, por lo tanto, no debe avalar la ineficiencia o la incapacidad. Es importante que cada individuo exija aquello que le corresponde y que reclame o se manifieste cuando no se cumpla con eso.

Es posible entender la condescendencia como el acto de descender a un estado menor, renunciando a privilegios de rango o jerarquía. En este caso, la condescendencia implica otorgar honores a alguien de una posición o categoría inferior.

A pesar de que el diccionario de la RAE no incluya una acepción negativa de la palabra condescendencia, en el habla cotidiana suele utilizarse para describir una situación en la cual una persona desprecia a otra a nivel intelectual. 

Uno de los ejemplos más comunes se puede advertir durante la explicación de un concepto haciendo uso de términos excesivamente simples de entender, o bien resaltando cuestiones básicas que sin lugar a dudas el interlocutor conoce de antemano.

La condescendencia, por lo tanto, no debe avalar la ineficiencia o la incapacidad. Es importante que cada individuo exija aquello que le corresponde y que reclame o se manifieste cuando no se cumpla con eso.

Es posible entender la condescendencia como el acto de descender a un estado menor, renunciando a privilegios de rango o jerarquía. En este caso, la condescendencia implica otorgar honores a alguien de una posición o categoría inferior.

A pesar de que el diccionario de la RAE no incluya una acepción negativa de la palabra 
condescendencia, en el habla cotidiana suele utilizarse para describir una situación en la cual una persona desprecia a otra a nivel intelectual. Uno de los ejemplos más comunes se puede advertir durante la explicación de un concepto haciendo uso de términos excesivamente simples de entender, o bien resaltando cuestiones básicas que sin lugar a dudas el interlocutor conoce de antemano.

Del mismo modo, es muy común que se trate a los niños y a los animales con condescendencia, dado que son dos objetivos comunes de la subestimación por diversas razones relacionadas con la cultura. Frases como “cuando seas grande lo entenderás” o ciertas entonaciones utilizadas al hablar, que tienden a exagerar cada sílaba y a expresarse en forma lenta y con multitud de interjecciones y onomatopeyas, son claros ejemplos de un modo condescendiente de tratar a otro ser vivo.

En este sentido, no cabe duda de la relación entre este concepto y la soberbia, el hecho de creerse más inteligente e importante que los demás. Como es de imaginarse, este trato no resulta agradable para nadie que sea consciente de estar recibiéndolo, ya que denota un desprecio, una falta de confianza en las capacidades ajenas. Sin embargo, este fenómeno tiene lugar en muchos ámbitos de la vida en sociedad, y no siempre es tan evidente.

El carácter es algo que vas desarrollando con el tiempo y a medida que tienes más experiencias con la gente, es cuando desarrollas mayormente tu forma de pensar, discriminando lo que te atrae de lo que no. Gracias a lo anterior te conviertes en una persona capaz de entablar una conversación y de exponer tus puntos de vista sin miedo a las respuestas que puedas recibir.

Una persona sin opinión es como si no estuviera allí. No importa que tus pensamientos no concuerden con los del resto; vas a conocer mucha gente con la que probablemente no vas a congeniar en varios temas, pero eso no significa que esas personas no puedan ser un aporte a tu vida. Si miran desde ese punto a las relaciones, podrán darse cuenta de que el aprendizaje nunca termina y que, a pesar de lo que muchos crean, lo importante es formar carácter e introducirse en nuevas situaciones, sólo cuidadando de cómo dices las cosas.


Los Incondicionales


Todos nacemos con una dosis de amor incondicional, pero con el tiempo lo vamos perdiendo.

Aceptarte incondicionalmente puede llevarte tiempo. Las experiencias negativas, los problemas con los demás provocan que tengamos que aprender de nuevo a hacerlo.

Aceptarte incondicionalmente otra vez no es algo que sucederá de forma repentina. Será un proceso que te llevará toda la vida. Así que ten paciencia y piensa en lo que siempre nos han dicho “lo bueno se hace esperar”.

“Nacimos con inocencia y amor, después aprendimos a desconfiar y temer. Parece que va siendo hora de desaprender y volver al inicio”

¿Me acepto o no me acepto incondicionalmente?
Cada discusión, crítica, problema o dificultad hará que pierdas un poco de amor propio. Todos estamos sometidos a este tipo de situaciones negativas que van minando nuestra auto-confianza. Pero, no somos conscientes de esto hasta que empezamos a sentirnos mal.

¿Quieres saber si te aceptas incondicionalmente o no? Entonces las realidades que a continuación te presentamos serán significativas para dar respuesta a esta pregunta. Si te sientes identificado con ellas, no te aceptas incondicionalmente.

Te sientes fuera de lugar en determinados contextos o situaciones.

Consideras que no mereces el amor de los demás.
Te comparas constantemente sintiéndote inferior.
Crees que no eres lo suficientemente bueno con respecto a los demás.
No te arriesgas en la vida por miedo a fracasar.
Te reprimes tanto que no te permites ser tú mismo.
No te gusta estar a solas con tus pensamientos.

Si te has sentido identificado con cada una de las situaciones anteriores no te preocupes. Es normal que no te aceptes incondicionalmente porque desde pequeños nos han educado para ser aceptados socialmente. Como consecuencia, perdemos nuestra verdadera autenticidad.

“Amarse a uno mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida”
-Oscar Wilde-

Nos hemos convertido en lo que la sociedad quiere que seamos, aunque hay personas que destacan todas parecen estar cortadas por un mismo patrón. Hay cosas en ti que nunca serán iguales en otra persona. Esto es lo que te hace ser único y auténtico.

Tal vez camines diferente, hables demasiado, quizás no te tomas en serio situaciones que te han dicho que lo son… Hay muchas cosas en ti que no tienen por qué coincidir con las del resto. Pero, las normas bajo las que se ha regido tu educación te han limitado poco a poco para que corrijas todo lo que no se encuentra bien visto.

Es muy difícil salir de todo esto porque te hará sentir extraño, diferente. Empezar a amarte incondicionalmente supondrá un esfuerzo por dejar todo aquello que creías correcto atrás. Una vez lo hagas, empezarás a ser tú mismo.