lunes, 3 de febrero de 2020

Viajemos


La vida es un viaje maravilloso, pero no estático, estamos en constante cambio. Todo tiene un principio y un final y las cosas que ayer estaban, mañana puede que se esfumen de nuestro presente. Aceptar esta realidad nos permite vivir el aquí y ahora más tranquilamente, disfrutar de lo que tenemos entre manos, sin preocuparnos de si lo perderemos o no.

Es importantísimo aprender a cerrar etapas, capítulos o historias de nuestra vida porque precisamente eso es vivir: cambiar, renovarse y no permanecer en la dichosa -y ya famosa- zona de confort más  tiempo del necesario.

La vida es un viaje maravilloso, pero no estático, estamos en constante cambio. Todo tiene un principio y un final y las cosas que ayer estaban, mañana puede que se esfumen de nuestro presente. Aceptar esta realidad nos permite vivir el aquí y ahora más tranquilamente, disfrutar de lo que tenemos entre manos, sin preocuparnos de si lo perderemos o no.

Es importantísimo aprender a cerrar etapas, capítulos o historias de nuestra vida porque precisamente eso es vivir: cambiar, renovarse y no permanecer en la dichosa -y ya famosa- zona de confort más  tiempo del necesario.
“Cuando uno se queda anclado en una vida que no le está aportando nada por miedo al cambio, en realidad ya está dejando de vivir con plenitud”

El cambio genera incertidumbre y esa incertidumbre nos da miedo. El ser humano tiene mucho deseo de control, pero como seres racionales que somos, es preciso aprender que la seguridad no existe, 
excepto en el caso de la muerte. Por mucho que intentemos controlar nuestro mundo, habrá ciertas situaciones o circunstancias que sucederán sin que lo esperemos y sin que tengamos ningún poder para modificarlas.

Por lo tanto, deja de intentar controlar, no puedes y te creará mucho malestar. Interioriza la idea, real y verdadera, de que las cosas pueden terminarse y eso estará bien porque es lo normal, forma parte de la vida.

No quieras permanecer donde ya no hay que estar por miedo a la incertidumbre. Quizás hoy sufras por haber cerrado un capítulo, pero mañana te alegrarás y volverás a abrir otro y lo más seguro es que sea mucho mejor. Será mejor porque tú lo harás mejor, habrás aprendido de las anteriores etapas, habrás sacado conclusiones y habrás madurado como persona.

Tómate los recuerdos como lo que son e intenta no mezclarlos con sentimientos demasiado exagerados. Lo que se fue ya no volverá y no merece la pena darle vueltas. Ahora tienes ante ti una nueva etapa, para descubrir, para explorar, para conocerte mejor y sobre todo para apreciar y disfrutar.

“Toda etapa encierra un placer, algo positivo, algo nuevo, nunca nada es totalmente malo, aunque ahora mismo no tengas la capacidad para darte cuenta de ello


Todo cambia, todo pasa, todo se reinventa. Nosotros mismos también, evolucionamos como personas, no nos mantenemos estáticos. La persona que eramos ayer, no es la misma de ahora. Crecemos, maduramos, envejecemos y morimos; ese es el orden natural de las cosas y no tenemos que ir contra corriente ni intentar modificarlo, sino aceptarlo con serenidad.


El Esfuerzo Ajeno


Es muy común escuchar a la gente que pretende colaborar sin hacer mucho esfuerzo, ufanarse de la tarea ejecutada y resaltar que sin “su” ayuda no se hubiese podido hacer la tarea en cuestión, quizás sin tener en cuenta que su acción no colaboró en nada a las tareas realizadas por otros.

Así, la frase del título remonta a una vieja y anónima fábula, presumiblemente de origen español, en la que se relata la historia de un buey que durante toda jornada arrastró con mucho esfuerzo el arado enganchado en su lomo, mientras un mosquito apoyado en su oreja lo alentaba a seguir.

En su estrofa final se define la acción del insecto así:

Y cuando el buey agotado, 
todo el trabajo hubo hecho, 
“aramos”, dijo el mosquito,
muy orondo y satisfecho”

En esta estrofa final y en la palabra “aramos” en plural se sintetiza el espíritu
que tiene la frase en sí mismo. El de la gente que con algún gesto cree haber sido muy útil y haber cumplido con su responsabilidad escondida en falsos méritos que nunca fueron reales.


El vicio de atribuirse falsos méritos por el trabajo de otros ha sido siempre una condición que muchas personas tienen, sobre todo a la hora de alardear que hicieron algo con el esfuerzo ajeno.


El Saber Por Viejos

Cuando ya somos adultos tenemos la capacidad de reconocer de que somos capaces y de que no, o por lo menos eso nos lo creemos así, y digo esto porque solemos ventilar muy a menudo un dicho popular que reza “Loro viejo no aprende hablar” pero la realidad es que no siempre nos atrevemos a cambiar de hábitos o de reconocer que algunas costumbres hasta nos han alejado de nuestras metas y sueños y más aún de aquellas personas que amamos o simplemente nos limitan en el logro de cosas más allá de nuestra rutina.

Esta actitud nos mantienen inertes e inmóviles ante la facultad inagotable de superamos a nosotros mismos.

Para cambiar o transformar algo primero debemos reconocerlo ¿Qué observo allí que me molesta, que me incomoda, que no me gusta que ya no quiero? Y luego de observarlo debo sentir el ineludible compromiso que sean cambiados, disueltos o transformados, entonces es aquí donde entra la voluntad combinada con el esfuerzo y la constancia.

El detalle esta en como tu te haces responsable, bloqueando el miedo, la apatía, los obstáculos. Piensa en el inmenso poder que tienen tus emociones, cada acontecimiento y cada recuerdo, influencian nuestros pensamientos y nuestro comportamiento, debemos considerar que tenemos el control de la situación y que más que una amenaza es un desafío que la vida nos pone allí para crecer y evolucionar.

Observemos un momento nuestra conducta, nuestras actitudes y acciones, nuestras relaciones personales y que tipo de emociones nos generan ¿Somos agresivos, conflictivos y dominantes?

Esto como nos hace actuar ¿Nos hace ser personas impacientes, hiperactivas, competitivas, hostiles, ansiosas y muy irritables? O ¿Somos sumisos y tratamos de controlar la hostilidad y deseamos agradar a todos? y esto ¿Cómo nos hace actuar, pasivos, cooperadores, conformistas, poco asertivos?

Bueno aquí estamos en los dos extremos, no debemos mantenernos ni en una lucha eterna pero tampoco debemos obstaculizarnos nuestro actuar. Debemos adaptarnos de manera abierta a expresar nuestras emociones incluso las hostiles, atentos a nuestras necesidades de desarrollo personal, siendo relajados, confiados, con fe, mientras seamos asertivos y compasivos a la hora de defender nuestras posición.

Entonces loro viejo si aprende a hablar, y todo esto se trata de actitud, las ganas de adquirir nuevos conocimientos y herramientas, pudiendo ser este un aprendizaje dirigido y programado.

Basta de excusas, los limites solo los pones tú, pero la clave es la motivación, dedica tiempo a pensar cómo puedes llevar acabo eso cambios, no hay problemas con el tiempo, no hay apuro, todo a tu ritmo, maneja tus emociones, cuando te sientas flaquear serénate y permítete vivir emociones de todo tipo y aprende de ellas, ya pasaran.


No pierdas tu fe y tu confianza, no desistas. La vida es una aventura y tenemos la facultad de superarnos a nosotros mismos.

Eduquemos

Ética de la educación
El objetivo último de la educación, como de toda actividad humana éticamente válida, es la búsqueda de la realización del ser humano, debido a que lo contrario implicaría un absurdo intrínseco. Cada actividad humana estructurada, como lo es una ciencia y su aplicación técnica, persigue ese objetivo fundamental a partir de un instrumental propio, el que es desarrollado en función del ángulo específico de aporte que se busca realizar al objetivo global.

En concreto, las ciencias educativas tienen como objetivo último la realización plena del ser humano, para lo que desarrollan el instrumental pedagógico y didáctico como medio específico y propio. De este modo, los objetivos con respecto al desarrollo de habilidades, transmisión y generación de conocimientos, y otros que son específicos de las ciencias educativas, son instrumentales al objetivo fundamental y, por tanto, válidos únicamente en su correspondencia con aquél.

En este contexto, y desde que se asume el hecho de que la educación no es el mero aprendizaje de contenidos intelectuales sino que implica el desarrollo de toda la persona, entonces es claro que un objetivo intrínseco al proceso educativo debe ser la conformación de una «persona ética». El ser humano es un todo, con diferentes dimensiones que necesita desarrollar para alcanzar su realización. La dimensión ética de los pueblos y las personas individuales es una de ellas, por lo que no puede haber desarrollo integral de la persona sin un desarrollo serio de su dimensión ética.

Podemos definir la ética como "la praxis de hacernos mutuamente personas en la historia"Entendemos aquí la “praxis” como el aprender haciendo, el desarrollar las certezas a partir fundamentalmente de la experiencia críticamente analizada, en un proceso personal y social que abarca a cada individuo y a la humanidad entera en forma simultánea e interactiva.

Es también un “hacernos mutuamente personas”, ya que no se trata de mecanismos automáticos sino del ejercicio de la libertad de un ser abierto e incompleto que necesita autodefinirse y autoconstruirse en interacción, para poder realizarse en la vida. Desarrollo de ideales, escalas de valor, pautas de validación de conductas, etc., son parte imprescindible de este proceso.

Finalmente, esta praxis se desarrolla “en la historia”, es decir, en un contexto concreto, en situaciones definidas, con condicionamientos y posibilidades delimitadas, y sin las cuales no solamente no es posible realizar juicios sobre el proceso, sino que ni siquiera es posible el que se dé proceso como tal.
En este sentido es válido que un ser humano -desde su dimensión ética- asuma como el objetivo fundamental de su vida la búsqueda consciente y perseverante de la propia realización, en una interacción verdaderamente humanizante con los demás.



El Dogmático


Dogmático es algo indiscutible, fidedigno, innegable, que no admite réplica o cuestionamiento. Como dogmático definimos todo lo perteneciente o relativo a los dogmas, es decir, el conjunto de fundamentos o principios por los que se rige una religión, doctrina, ciencia o sistema determinado.

Dogma, dogmático, dogmatismo, son palabras que se asocian inequívocamente al ámbito religioso. Esta relación es muy adecuada, porque en este sentido, los dogmas son considerados dentro de muchos credos, como declaraciones de la palabra divina, sagrada y certificada por el cuerpo doctrinario oficial. Los fieles aceptan los dogmas doctrinarios como un claro acto de fe, excluyendo así lo dogmático del terreno de toda ciencia y filosofía. Sin embargo, el sentido filosófico de estos términos, posee un matiz sutilmente diferente.

Existe una explicación para esta asociación entre dogma y religión. En sus orígenes, el término dogma significó “oposición”, se trataba pues de una opinión filosófica referida a los primeros principios. De allí que luego el término se asociara como una referencia a “principios doctrinarios”.
Así, los filósofos que insistían enfáticamente en los “principios” terminaban por no prestar atención a los hechos o a los argumentos que pudieran poner en duda tales fundamentos. Esos filósofos solían dedicar su actividad a la afirmación, esto es, no desarrollaban el análisis crítico. Recibieron pues, el nombre de “dogmáticos” a los que se contrapuso a los “escépticos”.

Actualmente, el dogmatismo puede comprenderse en tres sentidos:
Realismo ingenuo: en este caso, se admite únicamente la posibilidad de conocer las cosas en su ser en sí, sino también la efectividad de este conocimiento en el trato diario y directo de las cosas. En rigor, este tipo de realismo no existe dentro de la filosofía, sino que refiere específicamente al conocimiento vulgar.

Confianza doctrinaria: se entiende como la confianza absoluta en una doctrina en especial.
Ausencia de reflexión crítica: se refiere a la aceptación incondicional, sin examen alguno de los principios a los que se adhiere. Se trata en este caso de una mera sumisión a la autoridad.

Desde una perspectiva positivista, vemos como Comte postula una oposición entre dogmáticos y escépticos. Dogmatismo y escepticismo se definen estas como actitudes más que como posiciones. Así, la vida humana puede existir en estado dogmático o en estado escéptico.

Pero la carencia de revisión y análisis de una determinada teoría aparece paradójicamente, en ciertas formas de escepticismo, de manera que es posible afirmar que algunos escépticos, en efecto, acaban siendo representantes del pensamiento dogmático.


En realidad, desde una perspectiva gnoselógica, el el dogmatismo se opone más al criticismo que al escepticismo. Fue Kant quien más claramente opuso la crítica a la razón frente al dogmatismo metafísico. Podría decirse, en este sentido que el dogmatismo sería una suerte de fundamentalismo intelectual. Porque los dogmas expresan verdades ciertas, indudables que por definición, no son sujetas a ningún tipo de revisión o crítica.


Ante El Escepticismo


El escepticismo antiguo no es simplemente un discurso teórico, ni tampoco un sistema, es sobre todo una forma de vida que el filósofo elige, es también una práctica de liberación personal, cuya finalidad es lograr alcanzar la felicidad. Para este propósito se utilizan una serie de técnicas escépticas como son la suspensión del juicio (epoje) y la ataraxía. Una vez alcanzado se produce una transformación en la forma de ver del mundo y en su relación con él, que podría definirse como indiferencia.

El prototipo de sabio escéptico es su fundador Pirrón de Elide, cuya renuncia a las cosas mundanas, su indiferencia y su forma de vivir causaron tal admiración entre sus conciudadanos que según cuenta Diógenes Laercio, "por su respeto se dio decreto de inmunidad a los filósofos".

"Nada es más", este es el lema del movimiento escéptico: ninguna cosa es más, ni más cierta, ni más falsa, ni mejor, ni peor. Después tratar de hacer todo lo posible por conseguir un criterio para saber la verdad, el resultado es que ningún argumento resulta claramente definitivo para desvelar las apariencias, por tanto lo más acertado es suspender el juicio, a partir de esta decisión uno consigue liberarse de la inquietud. Esto da paso a una nueva forma de ver el mundo, de relacionarse con la realidad y romper así las ataduras dogmáticas.

El escepticismo comparte una característica importante con otros movimientos de la época, y es que la actitud vital de sus miembros es tan importante como su doctrina teórica. A grandes rasgos el escéptico después de examinar cuidadosamente todas las proposiciones concluye que no hay ninguna verdad que se pueda considerar definitiva, por lo que recomienda la suspensión de todo juicio (epojé). Una vez suspendido el juicio, el siguiente paso es conseguir la ataraxía, es decir, la serenidad de ánimo, la imperturbabilidad necesaria para poder llegar a la felicidad. 

Pero la suspensión del juicio no quiere decir que haya que abandonar toda investigación, ni toda crítica.

“Sképsis”, es la palabra griega que da origen al movimiento y significa hacer una reflexión cuidadosa de lo que se observa, “skeptikós” son los que miran o examinan cuidadosamente. El escepticismo tiene dos partes: una teórica, que es una teoría del conocimiento, o epistemología, según la cual no hay ningún saber firme, y otra práctica, que es una actitud que consiste en no apegarse a ninguna opinión y suspender el juicio.

domingo, 2 de febrero de 2020

Sentidas Ausencias


“Todo niño necesita ser reconocido por sus padres, y para ello, busca esa conexión emocional que nace del mismo corazón, de la misma mirada sincera que sabe estar ahí,  siendo presente y auténtica”

El tema de los padres ausentes se alza como un aspecto que preocupa mucho a psicólogos y pedagogos de todo el mundo. Tanto es así, que el mercado editorial empieza ya a ser sensible a este tipo de crianza con la cual, aprender a estar presente en cuerpo, alma y corazón para nuestros hijos. Un ejemplo de ello lo tenemos en el libro “Parenting in the present moment” de la doctora Carla Naumburg.

El padre y la madre ausente: consecuencias
Los niños pueden llegar a aceptar nuestras mentiras con lealtad. Cuando les decimos aquello de “sí, claro que te escucho cariño, claro, tu dibujo es muy bonito”  asentirán con el rostro, pero sus miradas sabias y sus corazones hambrientos sabrán que su padre, que su madre no está con ellos, que sus palabras no son del todo sinceras porque sus mentes están muy, muy lejos.

“Un te quiero tiene más poder que un regalo. Una risa, un abrazo y un “estaré contigo siempre” son armas de poder para crear un vínculo inquebrantable con nuestros hijos”

Sabemos que nuestros trabajos, los problemas cotidianos y las presiones a las que debemos hacer frente son una prioridad para mantener el equilibrio familiar. Ahora bien, para educar a un niño no basta con darle un techo, sustento, calor, alimento y plaza en un colegio. Los niños tienen necesidades emocionales que deben ser satisfechas para que su desarrollo psíquico y neurológico se constituya con normalidad.

Los niños nunca van a cuestionar al adulto. Si perciben que su madre, que su padre está con ellos pero no les ofrece afecto o atención porque está ausente pensarán que la culpa es suya. Interiorizarán un rechazo, un dolor emocional que va a dejar huella en su cerebro.

Los niños anhelan atención para sentirse reafirmados, para construir su identidad. Si no sienten la fuerza de ese vínculo tendrán problemas en su autoestima. A corto plazo, pueden reaccionar de dos formas: aislándose o reaccionando con rabia o con conductas desafiantes.
En ocasiones, puede ocurrir que los padres solo estén presentes de cara a pautar determinadas órdenes como “cuando ir a dormir, cuando lavarse los dientes, levantarse, vestirse, hacer los deberes…”  

Nadie escucha a los pequeños de la casa, nadie consuela sus miedos, ríe sus ocurrencias o da alas a sus sueños. Los niños, poco a poco, caen en el triste abismo de la soledad parental. 


El Ser Y El Deber Ser

La gran diferencia entre el Ser y el Deber Ser, radica en los valores morales y éticos que tengan en sus adentros los individuos de una sociedad, solo aquellos individuos que tengan claro cuáles son los valores morales y éticos que deben regir su vida dentro de la sociedad, serán capaces de llevar adelante una vida enmarcada dentro de lo que en filosofía se le ha dado por llamar, “el Deber Ser”. 


Por otro lado, aquellos individuos que no posean unos fuertes y arraigados valores morales y éticos o los que posean, nada tengan que ver con la sociedad en la que conviven, serán aquellos individuos que primen al Ser, es decir, al individualismo ante todo, el progreso individual a costa de lo que sea, sin importar en la mayoría de los casos, ni el más mínimo valor moral o ético, en pocas palabras, cuando un individuo es capaz de primar su individualismo o su Ser, por encima del bien común o el Deber Ser, estará aplicando la máxima universal achacada a Maquiavelo, de que “el fin justifica los medios”. 

Analicemos un poco el significado del Ser, este es el concepto que engloba por completo al ser humano, al individuo racional, e irracional, engloba de manera total todas sus habilidades, todos sus conocimientos, todos sus logros y todas sus bases morales, éticas, afectivas, es decir, es el concepto total y amplio del individuo. Gracias al Ser la filosofía logra explicar el comportamiento, tanto racional, como irracional del individuo, su accionar individual, su forma de actuar, los logros que consigue y como los consigue y es de esta actuación individual dentro de la sociedad, de su interacción con los otros individuos de la sociedad, donde entra el Deber Ser. 

El Deber Ser son las series de normas que están escritas o no, por las cuales todos los individuos que formen parte de un colectivo o sociedad deben actuar, son los parámetros por los cuales un individuo puede determinar, cuáles de sus actos son correctos y aceptados dentro de su sociedad y cuáles de estos actos no son aceptados dentro de esa misma sociedad. Es bueno acotar en este punto, que el Deber Ser poco tiene que ver con las “Leyes” que conocemos en la actualidad, es decir, las leyes que han regido a las actuales sociedades capitalistas, estas son normas escritas, explicitas, que deben regir la actuación de una persona dentro de un colectivo social, so pena de castigo ante una trasgresión.  

El Deber Ser, por el contrario, son normas, en algunos casos escritas, pero la mayoría de las veces, inculcadas de manera directa de padres a hijos, que conforman el conjunto de normas, la gran mayoría Morales, Éticas y Afectivas, por las que se debe regir un ser humano. Un ejemplo clásico de esto es el concepto de paternidad, todo ser humano al tomar la inmensa responsabilidad de la paternidad, debe tener en cuenta que sus prioridades en la vida, serán cambiadas drásticamente, con el advenimiento de este nuevo ser, el cual pasa a formar parte muy importante de su vida. 

Pero quien da estas normas, quien obliga a este cambio de prioridades, no son las leyes escritas de los hombres, estas apenas lo obligan a reconocerlo y pasar algo para su manutención, son los valores ancestrales de la humanidad, esos valores que nos han servido para seguir formando grupos, asociaciones, sociedades, esas normas no escritas que indican cual es el camino que uno debe tomar, el camino del amor, del afecto, de la familia, de la presencia, pero como estas normas no están escritas, ni tiene en mucho casos penalidades, ocurre que cuando estos valores no están muy arraigados en el futuro padre, es decir, desconoce o no le da la importancia que tiene el Deber Ser, comienza a privar en el, un sentimiento egoísta de individualismo y prefiere dejar a este nuevo ser, un poco o totalmente desguarnecido, con tal de no desmejorar o cambiar su vida o sus planes, es decir, se activa en el individuo el Ser. 

De lo anterior inferimos que el Ser es individualismo, es en un concepto mas ampliado de sociedad, el Capitalismo, ya que en estas sociedades se prima el éxito individual por sobre todas las cosas, si bien es cierto, que este éxito debe realizarse dentro del marco legal vigente para su país, no es menos cierto, que poco o nada importa los valores éticos y morales para este éxito. Un ejemplo claro es el de un alto ejecutivo de una empresa tecnológica que fabrica armamento químico, este individuo seguramente jamás ha matado a nadie y dentro de su trabajo cumple con todas las normas y además, dentro de su sociedad, con todas las leyes, pero me dirán Uds. cuál es la moral de un individuo, que trabaja en una empresa cuyo único fin es matar a seres humanos de una forma horrible. 

Así mismo podemos definir el Deber Ser, es la base de una sociedad, donde el bien común prime ante el bien individual, una sociedad donde el éxito individual se logra solo sobre la base del éxito colectivo y en la justa medida, de las posibilidades del individuo, en pocas palabras, el Deber Ser es lo mismo que Socialismo. Aplicando el mismo ejemplo que use en el párrafo anterior, este ejecutivo dentro de una sociedad socialista, jamás trabajaría en una fábrica de armas químicas, porque estas jamás existirían en esta sociedad, seria seguramente un ejecutivo de la fábrica de armas defensivas, para la protección de su sociedad, seria además, un individuo activamente ligado a la fiscalización de la utilización de este armamento, solo usado en caso de verdadera necesidad de la defensa de su sociedad y no buscando la venta indiscriminada de estas armas por el mundo entero, con el único fin de su beneficio individual, importándole muy poco ser el factor principal de la muertes de muchos seres humanos. 




Vivir La Vida


Lo esencial no es la vida, sino cómo elegimos vivirla

La vida es una travesía en si misma, encierra los éxitos, los fracasos, las alegrías y las tristezas, lo que agradecemos y lo que nos resulta injustificable, lo que amamos y lo que nos despierta el resentimiento, de alguna manera, la vida da para todo, existe, plena, eterna y continuada, una y otra vez para grabar en nuestra alma, aquello que realmente necesitamos aprender y que es parte de nuestra transformación y nuestro progreso.

La diferencia radica en cómo se vive la vida, las elecciones que tomamos, los caminos que recorremos, las actitudes, los pensamientos, las ilusiones y los deseos, cómo recibimos aquello que se nos concede, cómo agradecemos o simplemente jamás lo hacemos, el libre albedrío que tenemos todos y que determina nuestras acciones, porque por más influencia que tengamos en nuestra vida, siempre es bueno es nuestra la elección final.

Cómo elegimos vivir la vida, puede llegar a ser la gran diferencia entre los seres, más allá de la conciencia lo la falta de ella, la manera en cómo vivimos la vida nos hace sentirnos completos o vacíos, nos llena de fortaleza o enaltece la ignorancia y el temor, nos enseña el amor compasivo y el desarrollo de las propias capacidades, o nos entrega al sufrimiento y al resentimiento del pasado.

No vivimos para juzgar las elecciones de los demás, más somos responsables de las propias, del bienestar o el daño que impartimos a los demás, quiénes al igual que nosotros, luchan cada día por un nuevo comienzo, por encontrar su espacio y su equilibrio, sin embargo, muchos se pierden en ese recorrido, muchos no logran develar el verdadero sentido del amor que nos une, que nos vivifica como seres humanos y por ende, no gozan de este beneficio y del alivio que trae al alma, el lograr establecer una conexión genuina con el ser interior, con la plenitud del presente y con la fuente inspiradora de la vida.

Sembramos en nuestra vida, aquello que esperamos cosechar, somos propulsores de los cambios, de las innovaciones, de los riesgos que asumimos y de los obstáculos que enfrentamos y superamos, a su vez, tenemos un camino espiritual que cumplir, que nutrir y que abonar, pues cada existencia es una nueva oportunidad de sumar a la vida, leyendo en el libro que nos ofrece, en la mente clara y serena y en el conocimiento de sí mismo.

“¡Ojalá vivas todos los días de tu vida!”
Jonathan Swift




Sentimientos

Si eres de los que todavía piensan que los hombres no lloran, que sentir miedo es de cobardes y que los mensajes de amor son ñoñerías, lee con atención lo que te voy a contar.

Ya va siendo hora de que entiendas la importancia de expresar los sentimientos.
A expresar los sentimientos también se aprende

Hay muchas personas a las que les cuesta exteriorizar lo que piensan, pero son más a las que les es difícil expresar lo que sienten. La cultura y la educación tienen un peso importante en esta cuestión
.
A expresar los sentimientos se aprende en la infancia: es por eso que los niños que han crecido en casas donde los padres no se demostraban afecto, donde el padre jamás reconoció sentirse orgulloso, donde la madre callaba cuando se sentía sola o deprimida o donde los hijos tenían que contener su rabia, hoy son adultos con serios problemas para dar a conocer aquello que sienten.

Uno de los motivos por los que no expresamos lo que sentimos es para evitar conflictos. Hay quien cree que así evita hacer daño a otra persona, y no se da cuenta de que el daño se lo hace al reprimirse.
Otra razón puede ser el miedo a sentirse rechazado o creer que no le van a entender. Esto se soluciona mejorando la autoestima y comunicándose de forma asertiva.

Además, la sociedad nos dice que hay ciertas emociones que debemos controlar.

Están mal vistos los celos, los enfados, la rabia, la ansiedad, la depresión… vamos, lo que algunos llaman las emociones negativas.

¡Basta ya! Señores: no hay emociones positivas ni negativas, y no debemos aprender a controlarlas sino a gestionarlas.

Expresar aquello que nos gusta, lo que nos da miedo, decir las cosas que nos generan alegría, las que percibimos con asco, expresar nuestro agradecimiento o mostrar muestras disculpas es lo que nos ayuda a liberar y a compartir nuestros sentimientos, y es la mejor manera de sentirnos bien.

Y si alguna vez no te salen las palabras o no sabes cómo expresarte, recuerda que puedes besar, abrazar, acariciar, sonreír, escuchar, tomar una mano… puedes demostrar lo que sientes de miles y miles de maneras, y lo mejor de todo es que ¡puedes disfrutar haciéndolo!

Si aprendes a expresar lo que sientes y empiezas a interesarte por cómo se sienten los demás estarás mejorando tu manera de comunicarte con aquellos a quienes quieres.


Hagamos Un Parate


Hay momentos en los cuales nos sobreviene un fuerte impulso que nos induce a la reflexión de todo aquello que de alguna forma ha ido quedando como un sedimento un tanto imperceptible en algún lugar de nuestra inquieta forma de sentir todo aquello que de una forma u otra nos conmueve y motiva a expresarnos en la forma en que lo hacemos diariamente.

Son esos instantes en que la vida, sin detenerse en su constante devenir, pareciera que nos interpela, como quien controla el estado de nuestra capacidad perceptiva, como queriendo evitar la potencial “sobrecarga” de nuestra capacidad de apreciar todo lo que acontece a nuestro alrededor y que por alguna razón que no llegamos a comprender permanece en algún recóndito lugar de nuestra consciencia.

Así estamos en esta retrospectiva “limpiando debajo de la alfombra” abriendo de par en par los ya vetustos ventanales de nuestra mente, aireando  los espacios donde se reside el intelecto, aspirando profundamente el aliento vital que nos renueva y reconforta evitando cualquier intento de corrosión de nuestra capacidad intelectual.

Esto que mencionamos lo hacemos con la periodicidad necesaria que nuestra actividad requiere, con la finalidad de observar desde un “punto neutro y equidistante” el grado de objetividad con el cual formulamos nuestras apreciaciones.

Los que asumimos la responsabilidad de emitir nuestras opiniones, cosa que hacemos con la periodicidad y constancia que nos caracteriza tenemos asumida la responsabilidad que tal proceder implica, el cual puede apreciarse en cada una de nuestras manifestaciones.

En eso estamos.
Hay momentos en los cuales nos sobreviene un fuerte impulso que nos induce a la reflexión de todo aquello que de alguna forma ha ido quedando como un sedimento un tanto imperceptible en algún lugar de nuestra inquieta forma de sentir todo aquello que de una forma u otra nos conmueve y motiva a expresarnos en la forma en que lo hacemos diariamente.

Son esos instantes en que la vida, sin detenerse en su constante devenir, pareciera que nos interpela, como quien controla el estado de nuestra capacidad perceptiva, como queriendo evitar la potencial “sobrecarga” de nuestra capacidad de apreciar todo lo que acontece a nuestro alrededor y que por alguna razón que no llegamos a comprender permanece en algún recóndito lugar de nuestra consciencia.

Así estamos en esta retrospectiva “limpiando debajo de la alfombra” abriendo de par en par los ya vetustos ventanales de nuestra mente, aireando  los espacios donde se reside el intelecto, aspirando profundamente el aliento vital que nos renueva y reconforta evitando cualquier intento de corrosión de nuestra capacidad intelectual.

Esto que mencionamos lo hacemos con la periodicidad necesaria que nuestra actividad requiere, con la finalidad de observar desde un “punto neutro y equidistante” el grado de objetividad con el cual formulamos nuestras apreciaciones.

Los que asumimos la responsabilidad de emitir nuestras opiniones, cosa que hacemos con la periodicidad y constancia que nos caracteriza tenemos asumida la responsabilidad que tal proceder implica, el cual puede apreciarse en cada una de nuestras manifestaciones.

En eso estamos.
Hay momentos en los cuales nos sobreviene un fuerte impulso que nos induce a la reflexión de todo aquello que de alguna forma ha ido quedando como un sedimento un tanto imperceptible en algún lugar de nuestra inquieta forma de sentir todo aquello que de una forma u otra nos conmueve y motiva a expresarnos en la forma en que lo hacemos diariamente.

Son esos instantes en que la vida, sin detenerse en su constante devenir, pareciera que nos interpela, como quien controla el estado de nuestra capacidad perceptiva, como queriendo evitar la potencial “sobrecarga” de nuestra capacidad de apreciar todo lo que acontece a nuestro alrededor y que por alguna razón que no llegamos a comprender permanece en algún recóndito lugar de nuestra consciencia.

Así estamos en esta retrospectiva “limpiando debajo de la alfombra” abriendo de par en par los ya vetustos ventanales de nuestra mente, aireando  los espacios donde se reside el intelecto, aspirando profundamente el aliento vital que nos renueva y reconforta evitando cualquier intento de corrosión de nuestra capacidad intelectual.

Esto que mencionamos lo hacemos con la periodicidad necesaria que nuestra actividad requiere, con la finalidad de observar desde un “punto neutro y equidistante” el grado de objetividad con el cual formulamos nuestras apreciaciones.

Los que asumimos la responsabilidad de emitir nuestras opiniones, cosa que hacemos con la periodicidad y constancia que nos caracteriza tenemos asumida la responsabilidad que tal proceder implica, el cual puede apreciarse en cada una de nuestras manifestaciones.

En eso estamos.

Lo Que Percibimos



 En la percepción participan nuestros sentidos. Ser consciente de ello nos ayuda incluso a identificar cierta prevalencia por decirlo de algún modo de lo visual, kinestésico, auditivo que a manera de filtro interno va reflejando y o expresando lo percibido con matices diferentes. 

Si pides, por ejemplo, a un grupo de personas que te describa brevemente una película, un libro, un concierto recién apreciados, podrás comprobar a través de su expresión corporal ( no verbal) y verbal utilizados hacia dónde ese filtro interno focaliza su atención. Asimismo, unos centran más la atención en el todo; otros, en las partes, los detalles; en el quién, en el qué, en el dónde, cómo o cuándo. Y todas son legítimas Así sucede con cualquier trozo de información.

En la percepción influye nuestra experiencia vital. Abarcaría desde qué emoción (es) se vive lo percibido, hasta qué se evoca, a qué se asocia, cómo se integra dentro del sistema de conceptos, creencias sobre las cosas. De modo que cada cual agregará matices, restará otros y construirá su propio objeto por decirlo de alguna manera.

Lo percibido tiene un impacto en quien lo percibe. No sólo pensamos y sentimos sobre lo percibido, sino también actuamos. Por tanto, es importante no sólo lo que se siente, sino también cómo se expresa y qué se hace con ello.

¿Y para qué pueden servir estas pistas dentro del contexto emocional?

Para legitimar lo que se siente. Una misma situación puede ser vivida de diferente manera no sólo por individuos diferentes, sino por una misma persona. Para comprender el proceso que he seguido o que han seguido los otros, esto posibilita una sintonía consigo mismo y con los demás. Por ejemplo, una de las condiciones indispensables de la empatía, es conectar, ir al encuentro del proceso que vive el otro y aceptarlo. “Cuando las emociones son negativas y muy fuertes lo mejor que podemos hacer es procurar no expresarlas de manera inconveniente (como insultando o dando un golpe en la puerta). Cuando las emociones son positivas hay también que aprender a manifestarlas de forma conveniente. Las emociones son difíciles de controlar, pero su expresión no. Siempre podemos evitar enfadarnos de forma inconveniente o incluso mostrar nuestra satisfacción por algo cuando no nos conviene hacerlo, pero es mucho más difícil dejar de estar enfadados o contentos, cuando tenemos razones para ello“.

Para hacer cambios ecológicos para mí y para los otros. Cuando no te guste, no estés satisfecho con un resultado obtenido, revisa el proceso que has seguido, a veces basta con variar la posición ante lo percibido en alguna de las dimensiones anteriormente comentadas. En ocasiones, la expectativa ante un determinado resultado, nos hace perder información, evidencias que nos está dando el proceso, nos quedamos anclados en ese punto final. La elección está en nuestras manos, al menos en una parte de ello, reconocerlo, de hecho cambia la esencia de las cosas y para ello es importante la actitud y estar abiertos a la experiencia.

Percibir no es solo oír, es escuchar sin juzgar, sin intervenir, sin decir.

Percibir no es solo ver, es atender, solo mirar.

Percibir no es solo oler, es leer cada aroma.

Percibir no es solo saborear, es degustar.

Percibir no es solo tocar, es descubrir un mundo de texturas.

Percibir, en definitiva, es SENTIR.

Todos, absolutamente todos, percibimos el mundo que nos rodea a través de nuestros sentidos



La Ingratitud

Muchos estudios han afirmado que ser grato y que lo sean contigo mejora la vida. ¿Pero qué pasa cuando sufrimos en algunos momentos de nuestras vidas lo contrario, es decir, cuando somos ingratos o lo son con nosotros?.

La ingratitud es uno de los sentimientos más desagradables que puede sentir el ser humano. La persona afectada se siente sola, defraudada y sin fuerzas. Siente como todo su esfuerzo por agradar, avanzar, prosperar, complacer o interesar ha sido en vano, y el alma sufre.

Pero me he dado cuenta que a muchas personas -en las que me incluyo- les hace más fuertes y más sabias, porque les ayuda a descubrir que no todo lo que le cuentan tiene porque ser bueno y no todas las personas que se te acerquen quieren tu bienestar ni van valorar tu gratitud, esfuerzo o dedicación.

Gracias a la magia de la ingratitud puedes descubrir de primera mano el significado de palabras como: cinismo, corporativismo, soberbia, arrogancia, deshonestidad, hipocresía, doble moral, doble rasero, vulgaridad, humillación, necedad, desengaño, desconfianza, envidia, recelo, adversidad o favoritismo, entre otras. También a distinguir entre la mediocridad y la excelencia o la diferencia entre igualdad y equidad.

Gracias a la magia del la ingratitud también se puede descubrir que en ocasiones las profesiones y el estatus social puntúa más que el esfuerzo de cada uno, como por ejemplo; en algunos colegios las profesiones de los padres son mucho más importantes que los méritos de los alumnos. O lo que es lo mismo, aprendes que las cosas en la vida a veces se consiguen por el apellido y el peloteo y no por tu valía. Todo tiene un precio.

Gracias a la ingratitud también descubres que no todas las personas que llevan un hábito o un uniforme son buenas o profesionales, y que seguramente estés en el lugar equivocado.

Pero también gracias a la magia de la ingratitud eres capaz de dar un puñetazo encima de la mesa y alegrarte de todo lo que has aprendido, de lo fuerte que te has hecho y de lo que no harás jamás si quieres ser buena persona.

No desistas, el esfuerzo y la gratitud hacia los demás tiene recompensa. Siempre habrá alguien que valore tus conocimientos, esfuerzo y constancia, y te brinde la oportunidad soñada

sábado, 1 de febrero de 2020

El Horcón Del Medio

Labrado a filo de hachas
grueso, firme y muy parejo
porque sos el fiel reflejo
de costumbres de otros tiempos
te declaro monumento
de la historia de mi tierra
y por todo lo que encierra
esa estampa en nuestros campos
del recuerdo tan ingrato
Dios quiera que no se pierda.
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Te han sacado de los montes
vestigio de quebrachales
entre cantos de zorzales
has crecido como yo.
tus semillas con tu flor
has sembrado al infinito
pa’ que brotaran tus hijos
y no se apague tu esencia
y hoy se siente tu presencia
en un poste o algún fijo.
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Tus hermanos como vos
hecho palenque o puntal
pa´ sostener un bagual
lo han plantado con firmeza
donde el gaucho y su destreza
ha cinchado potros bravos
y han aprendido a montarlos
con espuela y guasca al pecho
o en la punta de un cabresto
a sus fibras sujetarlos.
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Entre tantos elementos
son tus hermanos también
esos postes que se ven
prolijamente labrados
sosteniendo un alambrado
a lo largo del camino
y hoy por culpa del tanino
lentamente vas muriendo
parece que andan queriendo
de los montes tu exterminio.
Verde esperanza del tiempo
monte agreste de mi chaco
entre cháguar y lapachos
algarrobos y talares
son tus hermanos de sangre
el palo santo y la brea
aunque mucho ya no quedan
pa que no muera del todo
yo le canto de este modo
Quebrachales de mi tierra.

BETO ARANDA. JULIO 2017 - FORMOSA

Estereotipos


Nuestra sociedad tiene un conjunto de ideas sobre cómo se espera que los hombres y las mujeres se vistan, se comporten y se presenten.

Los roles de género en la sociedad definen cómo se espera que actuemos, hablemos, nos vistamos, nos arreglemos y nos comportemos según nuestro sexo asignado. Por ejemplo, se espera que las mujeres y las niñas se vistan de forma femenina y que sean educadas, complacientes y maternales. A su vez, se espera que los hombres sean fuertes, agresivos e intrépidos.

Cada sociedad, grupo étnico y cultura tiene expectativas en relación con los roles de género, pero estos pueden variar mucho entre un grupo y otro, y también pueden cambiar con el tiempo dentro de la misma sociedad. Por ejemplo, en los Estados Unidos, el rosa era considerado un color masculino, y el celeste, un color femenino.
Un estereotipo es un prejuicio o criterio ampliamente aceptado sobre una persona o sobre un grupo, si bien es una simplificación excesiva y no siempre es preciso. Los estereotipos de género pueden ocasionar un trato desigual e injusto por el género de una persona. Esto se denomina “sexismo”.
Existen cuatro tipos básicos de estereotipo de género:

Rasgos de personalidad: por ejemplo, se espera que las mujeres sean complacientes y emocionales, y que los hombres sean seguros y agresivos.

Comportamiento doméstico: por ejemplo, algunas personas esperan que las mujeres se encarguen de los niños, cocinen y limpien la casa, mientras que los hombres se encargan de las finanzas, del automóvil y de las reparaciones.

Ocupaciones: algunas personas asumen rápidamente que quienes se ocupan de la docencia y la enfermería son mujeres, mientras que quienes se dedican a la medicina, a la ingeniería o a pilotar aeronaves son hombres.

Aspecto físico: por ejemplo, se espera que las mujeres sean delgadas y elegantes, mientras que se espera que los hombres sean altos y musculosos. También se espera que los hombres y las mujeres se vistan y se arreglen de forma estereotipada según su género (los hombres con pantalones y pelo corto; las mujeres con vestidos y maquillaje).

La hiperfeminidad es la exageración de los estereotipos de conducta que se consideran femeninos. Las personas hiperfemeninas exageran las cualidades que juzgan femeninas. Esto puede incluir comportamientos pasivos, ingenuos, de inocencia sexual, suaves, coquetos, delicados, maternales y complacientes.

La hipermasculinidad es la exageración de los estereotipos de conducta que se consideran masculinos. Las personas hipermasculinas exageran las cualidades que juzgan masculinas. 

Creen que deben competir con otros hombres y dominar a las personas femeninas con comportamientos agresivos y mundanos, tener mucha experiencia sexual, ser físicamente imponentes, ambiciosos y exigentes.

Estos estereotipos de género exagerados pueden dificultar las relaciones con otras personas. Las personas hiperfemeninas tienen más probabilidades de soportar el abuso físico y emocional por parte de sus parejas. Las personas hipermasculinas tienen más probabilidades de ser física y emocionalmente violentos con sus parejas. 

Los estereotipos extremos de género son dañinos porque no permiten que las personas expresen completamente lo que piensan ni sus emociones. Por ejemplo, es dañino para las personas masculinas considerar que no deberían llorar o expresar emociones sensibles. A su vez, es dañino para las personas femeninas sentir que no deberían ser independientes, inteligentes o firmes. Romper con los estereotipos de género les permite a las personas mostrar su mejor faceta.

Es muy probable que te veas rodeado por estereotipos de género. También es posible que hayas visto o experimentado sexismo o discriminación basada en el género. Hay formas de desafiar estos estereotipos para ayudar a que todos, sin importar el género o la identidad de género, se sientan iguales y valorados.