lunes, 2 de marzo de 2020

La Superación

La superación personal es un proceso de cambio a través del cual una persona trata de adquirir una serie de cualidades que aumentarán la calidad de su vida, es decir, conducirán a esa persona a una vida mejor.

 Esta vida mejor no debe entenderse como una vida con más comodidades materiales, aunque éstas también pueden aparecer como un subproducto del cambio personal. Lo que el individuo trata de hallar a través de la superación personal es, en cambio, un estado de satisfacción consigo mismo y con las circunstancias que lo rodean.

 Son muchos los factores que conspiran en contra de un estado de esta naturaleza. Es frecuente encontrar personas que viven oprimidas por sentimientos de angustia, temor o incluso ira contra sí mismas o contra los demás. La causa de esto son creencias erróneas acerca de lo que es la vida, por ejemplo, la creencia de que la manera de alcanzar la felicidad es tener más y consumir más.

 Durante el proceso de cambio la persona en busca de la superación trata de conseguir la liberación de esas creencias erróneas para así poder estar en condiciones de afrontar la vida con otro enfoque, bajo otra perspectiva. Esto se llama el proceso de liberación o de despertar. A esa persona que ha conseguido ese objetivo se la puede llamar una "persona evolucionada", dado que ha experimentado una evolución en su actitud frente a la vida.

 Llegar a convertirse en una persona evolucionada no es un proceso fácil. Implica dejar atrás muchas formas de comportamiento que se han ido adquiriendo como consecuencia de la vida en sociedad y que ya se han convertido en parte integrante de ti. De hecho, lo que se te está pidiendo es que te conviertas en otra persona diferente de la que eras. Por eso a este proceso algunas veces se lo denomina "renacer".

 Ante la magnitud del esfuerzo que esto implica, es comprensible que algunos decidan seguir siendo como son, a pesar de todos los inconvenientes que ello les ocasiona. Para otros es imposible seguir en las condiciones en que se encuentran y solamente les queda tratar de cambiar si es que la vida ha de tener algún significado para ellos.

 La seguridad que proporciona lo conocido y la inseguridad que provoca lo desconocido, son algunos de los motivos por los cuales las personas se resisten al cambio. También es cierto que las cualidades de la persona evolucionada no son precisamente las que promociona la sociedad. 

Generalmente asumir una actitud evolucionada representa enfrentarse con la manera de pensar de la mayoría y esto no suele ser grato para nadie.

 En realidad, iniciar el camino de la superación personal implica tener la intención de adoptar formas de pensamiento que han sido características de las grandes personalidades de la humanidad. Estas grandes personalidades no lo fueron precisamente por haber seguido las instrucciones de algún libro sobre cómo conseguir amigos e influir en las personas.

El camino de la superación personal no es para todo el mundo, sino solamente para aquellos que han decidido hacer el esfuerzo porque están convencidos de que no les queda otra alternativa que aplicarlo en sus  vidas.


Pelos De Gato

Cuenta la leyenda que hace muchos años hubo un trato entre el gato y el diablo y ese trato continúa hasta el día de hoy.... Es sabido que los Gatos nos acompañan y nos protegen, también se sabe que el Diablo está siempre muy interesado en coleccionar almas para llevárselas a su ardiente hogar.

Cuenta la antigua leyenda que hace muchos años existía una amable y bondadosa persona cuya alma era muy codiciada por el demonio, pero tenía muchas dificultades para apropiársela debido a que en la casa había atentos gatos custodiándola. Incentivado por ese desafío, fue el diablo en persona, entró a la casa y al encontrarse con uno de los gatos desplegó todas sus artimañas para convencerlo que le entregara de inmediato el alma de su ocupante.

El gato muy tranquilo y despreocupado le propuso un trato: Si el Diablo le podía contar cuantos pelos tenía en todo su cuerpo, antes del amanecer y decírselo con precisión le entregaría el alma de su dueño. Comenzó el Diablo a contar a toda velocidad y cuando estaba acabando mucho antes de lo pedido por el gato, este se sacudió vigorosamente, perdiendo el diablo la cuenta y desistiendo de volver a comenzar.

Dice la leyenda que el trato continúa, por eso, de vez en cuando vemos a nuestros gatos mirar algo que nosotros no vemos. También podemos ver cuando se quedan quietos como estatuas y de pronto sacudirse sin encontrar motivos para ello. Es que cada tanto desde el Infierno nos mandan a alguno de sus empleados para intentarlo nuevamente.

Lo Que Nos Viene De Afuera

Una persona empática es altamente sensible a los sentimientos, intenciones y motivaciones de los demás. Sienten la energía de otras personas en un nivel profundo que muchos no entienden. Alguien que es empático puede simpatizar con la manera en cómo se sienten los demás, pero ser un empático es más profundo que eso. Una persona sensible de esta manera, puede percibir la energía a su alrededor y sentir las emociones de los demás, quieran o no. Es algo sobre lo que no tienen control.

Señales de que eres capaz de percibir la energía a tu alrededor
Estas son 10 señales de que puedes ser una persona sensible a la energía de los demás y no te has dado cuenta.

1. Eres alguien que piensa demasiado
A menudo puedes encontrarte completamente convencido de que hay algo más profundo que no se puede ver. Esto es porque estás recogiendo las motivaciones, las intenciones y los sentimientos de otros que la mayoría de la gente no son tan sensibles.

2. Siempre te sientes cansado
Es más probable que estés desgastado de todas las emociones que experimentas diariamente. Experimentar los sentimientos de otros más que los tuyos, es a menudo muy agotador.

3. Eres un pacificador
Eres un pacificador natural ya menudo terminas haciendo un compromiso con tus propias necesidades o sentimientos para mantener a los demás felices. Te obligas a mantener tus sentimientos personales en el interior para centrarse en cambio en la felicidad de los demás.

4. Tienes emociones mezcladas
Puedes ser muy sensible en el interior, pero distante y reservado en el exterior. Anhelas intimidad con otros, pero rara vez te permites acercarte a alguien.

5. Eres un solucionador de problemas
Cuando identificas un problema, estás buscando una solución casi de inmediato. Odias ver a otros en el dolor o desesperación. Sientes la necesidad de encontrar una manera de cambiar o arreglar el problema para hacer felices a todo el mundo.

6. Eres creativo
Te atraen las formas creativas de muchas maneras. Ya se trate de la escritura, la pintura, la música o el baile, anhelas una manera de expresar tus emociones. Ser creativo te permite dejar de lado algunas de las emociones que te pesan y te das la oportunidad de relajarte y sentirte libre, incluso por un corto tiempo.

7. Vives experiencias Deja Vu
Experimentas extrañas coincidencias más que la persona promedio y que a menudo tienen la sensación de deja vu. Esto sucede porque tienes la habilidad de percibir la energía de tu entorno y a menudo notas cosas que otros no.

8. No estás cerca de muchas personas
Incluso si tienes una familia grande o un gran grupo de conocidos abundante, estás únicamente cerca de sólo un puñado de personas. Quieres estar más cerca de los demás, pero manejar los problemas y emociones de demasiadas personas puede llegar a ser abrumador, por lo que mejor te juntas con unos pocos elegidos que te entienden.

9. Te sientes en casa en medio de la naturaleza
Estar al aire libre te hace sentir en paz. La luz del sol, la hierba alta, los bosques profundos y los sonidos de la naturaleza relajan tu mente y nutren tu espíritu.

10. Estás constantemente buscando respuestas

Te encuentras siempre buscando un significado más profundo. Constantemente buscas maneras de mejorarte a ti mismo o aprender algo nuevo. Anhela una comprensión profunda de muchos temas diferentes debido a tu impulso interno por el crecimiento personal.

Primero Digerir

Es temerario hacer un elogio de la lentitud. Vivimos en la sociedad de la eficacia, somos personas eficaces. Optimizamos el tiempo, el ordenador, la vida; seleccionamos, filtramos, descartamos, 

comparamos, gestionamos; todo es susceptible de ser ajustado en orden a mejorar nuestra productividad. Planificamos las vacaciones, la familia, las relaciones, el ocio. 

Todo responde a estrategias, objetivos, métricas e indicadores que nos tensionan en un proceso de mejora continua: más sano, más guapo, más rico, más divertido y, sobre todo, más rápido. 

Nos incomodan los tiempos muertos, los descansos y los entreactos, atemperados rápidamente con las melodías, concienzudamente personalizadas, de los mensajes de nuestro móvil, mientras nos quejamos resignados del enésimo jajaja del enésimo grupo al que pertenecemos y al que nos obligamos a responder con el emoticón más original y divertido de nuestro repertorio. 

Somos personas rápidas, brillantes, chisposas y resolutivas, de mente ágil y clara. Nuestras revisiones nunca contemplan la equivocación o el fracaso; siempre hay algún paquete de medidas para el reajuste vital que nos siga haciendo cumplir los objetivos.

Es temerario hacer un elogio de la lentitud, pero al final ni con la ayuda de los consultores de la felicidad nos sale positivo el balance del negocio de la vida. Queda en nuestro debe la imposibilidad de vivir las cosas importantes, siempre ocupadas en dar salida a los asuntos urgentes, que casi nunca son los que más nos importan.

No hay tiempo para llorar a nuestros muertos, para madurar nuestros amores o para ver crecer a nuestros hijos. En la contabilidad de nuestro corazón no termina de cuadrar la caja. La felicidad y el sentido de nuestra vida siguen siendo un plan estratégico a largo plazo.

Es temerario hacer un elogio de la lentitud, pero en 1986 ya éramos conscientes de que no se trata de ir rápido, sino de saber a dónde ir. Cuando el periodista Carlo Petrini asistió a la apertura de un establecimiento de una famosa cadena de comida rápida en la Plaza de España de Roma, se hizo consciente de que algo no iba bien. Había nacido el movimiento slow, cuyo símbolo sería un caracol.

A partir del slow food han ido surgiendo toda una serie de armónicos que configuran la filosofía slow y que constituyen todo un elogio de la lentitud:


domingo, 1 de marzo de 2020

Solidaridad Humana



En general, cuando hablamos de solidaridad, surge la idea de ayuda económica: dar dinero a los necesitados. O cuando menos de ayuda material: dar comida, vestimentas, etc. Pero estas ideas, aunque sí forman parte de la solidaridad, no lo hacen de forma completa. Hay tantas formas de actuar solidariamente como problemas humanos existen, y en cada uno de esos problemas humanos nos podemos entregar para colaborar y tomar por propias las cargas del otro.

Decir que la solidaridad es, en esencia, ayuda material, sería el equivalente a afirmar que todos los problemas se resuelven de esa manera; que el hombre sólo tiene necesidades materiales. Y el ser humano tiene realmente necesidades que no son materiales, como aquellas afectivas, espirituales, morales o sociales. 

Por lo tanto para estas necesidades, también puede y debe existir una actitud solidaria. Por ejemplo: es posible, si no podemos dar dinero para educación, que demos una parte de nuestro tiempo para educar a niños de escasos recursos; o que favorezca la integración social de una comunidad marginada.

Nadie puede amar a otro si no experimenta el amor a sí mismo, y nadie puede estimar a otro si no experimenta primero la necesaria dosis de autoestima; igual que nadie puede respetar la dignidad de los demás si no sabe defender la propia dignidad.
En general, cuando hablamos de solidaridad, surge la idea de ayuda económica: dar dinero a los necesitados. O cuando menos de ayuda material: dar comida, vestimentas, etc. Pero estas ideas, aunque sí forman parte de la solidaridad, no lo hacen de forma completa. Hay tantas formas de actuar solidariamente como problemas humanos existen, y en cada uno de esos problemas humanos nos podemos entregar para colaborar y tomar por propias las cargas del otro.

Decir que la solidaridad es, en esencia, ayuda material, sería el equivalente a afirmar que todos los problemas se resuelven de esa manera; que el hombre sólo tiene necesidades materiales. Y el ser humano tiene realmente necesidades que no son materiales, como aquellas afectivas, espirituales, morales o sociales. 

Por lo tanto para estas necesidades, también puede y debe existir una actitud solidaria. Por ejemplo: es posible, si no podemos dar dinero para educación, que demos una parte de nuestro tiempo para educar a niños de escasos recursos; o que favorezca la integración social de una comunidad marginada.

Nadie puede amar a otro si no experimenta el amor a sí mismo, y nadie puede estimar a otro si no experimenta primero la necesaria dosis de autoestima; igual que nadie puede respetar la dignidad de los demás si no sabe defender la propia dignidad.


Libros Humanos

Unos “libros humanos”, de carne y hueso, están contando sus historias de vida a estudiantes de secundaria de la República Checa que quieren tener información de primera mano sobre la migración y la discriminación, y ahuyentar los prejuicios generados por los estereotipos nocivos.

Erase una vez un niño que vivía en un país muy, muy lejano. Este niño se vio obligado a realizar un peligroso viaje a través de mares y tierras, hasta la República Checa. Ahora ya es un hombre y está sentado aquí, como “libro humano”, contando su historia a un grupo de estudiantes que se informan sobre su viaje y ponen rostro a la migración. Ese país lejano existe, es Angola; y el héroe del cuento, una persona real llamada Leonardo Teca.
Cuando le propusieron ser un “libro humano”, Leonardo aceptó y se lo tomó como una aventura: “No solo estoy dando algo, también estoy recibiendo mucho de esta experiencia: los niños y niñas tienen mucho interés en conocer mi historia y entender por qué vine a la República Checa. Me encanta contarles mi cultura y romper estereotipos. Además, tengo la oportunidad de aprender de otros “libros”, nos hemos convertido en un gran grupo de amigos”, afirma Leonardo.
En la escuela aprendimos que los libros son una fuente inagotable de conocimiento. La vida también nos ha enseñado que podemos aprender igual, o más, conversando con otra persona con curiosidad y respeto. Amnistía Internacional República Checa ha unido lo mejor de ambos mundos en los “libros humanos”, cuenta cuentos como Leonardo que participan en las actividades de bibliotecas vivas que se realizan en los centros escolares.

Cada “libro humano”, una persona con una extraordinaria historia de vida que contar, pertenece a una minoría y vive en la República Checa. Según Jiří Bejček, coordinador de Educación sobre Derechos Humanos de AI República Checa, este país tiene precedentes de discriminación hacia las minorías y, a menudo, las personas discriminadas son de origen romaní, refugiadas, musulmanas, con discapacidad, o extranjeras en general. Las actitudes contra la población romaní son especialmente frecuentes entre los estudiantes de secundaria.
Un buen día de noviembre de 2014, propusieron a un grupo de miembros de Amnistía pertenecientes a distintas minorías que sufren discriminación que fueran a un colegio de Praga para contar sus historias de vida sobre desplazamiento y dolor, pero también sobre activismo y esperanza. Leonardo, al igual que muchos otros “libros humanos”, participó en la actividad.

Los estudiantes, en pequeños grupos, pasaron 20 minutos con cada “libro humano” para que les contara su historia personal. A pesar de estar en un ambiente constructivo, Leonardo les explicó cómo algunas personas no llegan a “vivir felices para siempre” y otras tienen que dejar su tierra para buscar una vida mejor.
Tras participar en la actividad, Ágata, de 14 años, se animó a decir que ya entendía lo duro que había tenido que ser para los refugiados cruzar fronteras para huir de los importantes problemas que había en sus países de origen.

Según Jiří Procházka, otro “libro humano”, “los adolescentes no heterosexuales corren un considerable peligro de suicidio y, gracias a esta actividad, ahora luchamos juntos contra este problema

Ágata dice que ya identifica las actitudes subyacentes tras el racismo y la discriminación, y que entiende su efecto sobre las demás personas. ”Me alegra haber conocido a extranjeros a través del taller Biblioteca Humana; ya no me da miedo hablar con ellos”, añade.
La idea de las bibliotecas humanas se probó primero en unos pocos centros escolares y, tras los primeros éxitos, se ha integrado en un programa educativo más amplio que se implementa en más de 20 colegios del país.

El programa consta de cuatro talleres en los que se conversa con estudiantes sobre las consecuencias nocivas de los estereotipos.

A lo largo de los dos últimos años, Amnistía ha reunido un “catálogo” de más de 40 “libros humanos”, tanto de sus propias redes como en colaboración con otras organizaciones no gubernamentales, que participan en estos talleres.

El año pasado el programa contó con la participación de 10 centros escolares, a los que se han sumado otros 10 durante la primavera de 2015.



El Susurro De Los Dioses





Vivimos a un ritmo frenético. Hay muchas demandas que compiten por nuestra atención y la lista parece ser más larga cada día. No es de extrañar que el estrés y la ansiedad a menudo formen parte de nuestra existencia. No se puede retroceder en el tiempo, pero se puede descubrir una manera de encontrar la calma, de calmar la mente inquieta.

«El silencio es una fuente de gran fuerza»
-Lao Tzu-

Los budistas dicen que la mente se puede comparar a un mono. Al igual que un mono salta de rama en rama, estando continuamente agitado, la mente salta sin parar de un pensamiento a otro, lo que nos deja agitados y confusos.

Pero ¿por qué está la mente inquieta?, ¿cómo se puede calmar y encontrar la quietud de la mente?

Un discípulo y su maestro estaban caminando por el bosque. El discípulo se sintió perturbado por el hecho de que su mente estaba en agitación constante.

El discípulo preguntó a su maestro: «¿Por qué la mayoría de las mentes de la gente están inquietas y solo unos pocos poseen una mente tranquila? ¿Qué se puede hacer para calmar la mente?»

El profesor miró al discípulo, sonrió y dijo: «Voy a contarte una historia».

Un elefante estaba de pie comiendo las hojas de un árbol. Una pequeña mosca llegó y voló junto a él, haciendo un desagradable zumbido cerca de su oído. El elefante agitó sus largas orejas para espantarla. Pero poco después la mosca llegó de nuevo y el elefante volvió a sacudir las orejas. Esto se repitió varias veces.

Tras varios intentos fallidos para espantar definitivamente a la mosca, el elefante se dirigió a ella y le preguntó:

-¿Por qué estás tan inquieta y eres tan ruidosa?, ¿por qué no puedes quedarte por un tiempo en un solo lugar?«

La mosca respondió:

–Me atrae lo que veo, lo que escucho o lo que huelo. Mis cinco sentidos me reclaman con todo lo que sucede a mi alrededor y no puedo resistirme. ¿Cual es tu secreto, elefante? ¿Cómo puedes mantenerte tan tranquilo y quieto?»

El elefante dejó de comer y dijo:

«Mis cinco sentidos no dirigen mi atención. Tengo el control de mi atención y puedo dirigirla a donde quiera. Esto me ayuda a sumergirme en todo lo que hago y, por lo tanto, mantener mi mente centrada y tranquila. Ahora que estoy comiendo, estoy totalmente inmerso en el comer. De esta manera, puedo disfrutar de mi comida y masticar mejor. Yo controlo mi atención y no al revés y esto me ayuda a estar tranquilo».

Para mantener la mente tranquila no hay que distraerse. Desprenderse de lo no esencial es la clave para centrarse en lo que realmente importa. Siendo conscientes del momento presente podremos encontrar la paz y la quietud.

Pero, ¿cómo nos desprendemos de lo no esencial?, ¿qué es lo esencial y qué no?, ¿cómo escuchar en nuestro interior la respuesta en medio de tanto ruido? En realidad, el primer paso es bastante fácil: basta con parar y permanecer en silencio. En esta falta de acción empezaremos a encontrar respuestas.

«Vamos a guardar silencio para que podamos escuchar los susurros de los dioses»
-Ralph Waldo Emerson-


Ojos Bien Abiertos


¿Dónde está la Verdad del ser humano? ¿Dónde está la Verdad de la Vida? Una como otra es una continua búsqueda, donde el ser humano siempre está comprometido. 

El alma humana siempre va unida a la muerte, con constantes renacimientos. Muertes que acompañan a la vida existencial del ser humano, trascendiendo a su Realidad, a la Verdad. 

En el proceso de la vida hay que discernir entre la multitud, con quien compartimos nuestra trayectoria, quienes nos halagan o quienes nos critican, eludiendo cualquier contrariedad: 
simplemente ser uno mismo. 

Cada ser humano debe protegerse y ser él ante cualquier circunstancia, sin engañarse ni dejarse influenciar por nadie. 

La calidad de su corazón es muestra de su naturaleza espiritual, aunque su irracionalidad e imperfección a veces le desorienten y desordenen. 
Pero, ¿qué es más hermoso que un corazón con luz? 

El ser humano debe permanecer vigilante ante su propia evolución: silencioso, discreto, sigiloso y avanzar atento de sí mismo. Debe estar en alerta de su contienda permanentemente, y encontrará su fruto y luz interior. 


La Vida


Filosofía

Los embates de la vida, con sus glorias y derrotas, ocasionan que a veces perdamos el camino. Ante la eterna duda de qué es aquello que motiva nuestra propia existencia y preguntas que rayan en los pensamientos de Meursault en El Extranjero, los seres humanos recurren a aquello que les da una certidumbre. Sea en la religión, la auto-ayuda, el hedonismo o la filosofía, cada uno de nosotros cuenta con un bote salvavidas que alivia esos cuestionamientos, aunque en esta ocasión nos ocuparemos de la filosofía.

Aunque apelemos al reduccionismo para comprender un poco mejor la esencia de los textos filosóficos, ello no demerita el poderoso conocimiento que estos esconden.

La obra de Friedrich Nietzsche puede dividirse en dos capítulos de su vida: el periodo negativo y el positivo. En el primero, el filósofo prusiano critica el cristianismo y los valores promovidos por esta doctrina religiosa, mismos que serán suplantados por la construcción de nuevos valores, en los que Nietzsche ahonda durante la segunda parte de su vida, y en la cual destaca la obra: “Así habló Zaratustra.

En cambio, como parte de su periodo negativo, Nietzsche escribió La gaya ciencia, un título en el cual aborda el concepto de poder, pero sobretodo del 'eterno retorno'; una concepción retomada por múltiples corrientes filosóficas que plantea una repetición del mundo en el cual éste se extingue para volver a crearse.

"¿Qué ocurriría si un día o una noche un demonio se deslizara furtivamente en la más solitaria de tus soledades y te dijera: 'Esta vida, como tú ahora la vives y como la has vivido, deberás vivirla aún otra vez, innumerables veces, y no habrá en ella nada nuevo; sino que cada dolor y cada placer, pensamiento, suspiro, y cada cosa pequeña y grande de tu vida deberá retornar a ti, y todas en la misma secuencia y sucesión -y así también esta araña y esta luz de luna entre las ramas y así también este instante y yo mismo-.¡La eterna clepsidra de la existencia se invierte siempre de nuevo y tú con ella, granito de polvo!?' ¿No te arrojarías al suelo, rechinando los dientes y maldiciendo al demonio que te ha hablado de esta forma? ¿O quizá has vivido una vez un instante infinito, en que tu respuesta habría sido la siguiente: 'Tú eres un dios y jamás oí nada más divino'? Si ese pensamiento se apoderase de ti, te haría experimentar, tal y como eres ahora, una transformación y tal vez te trituraría; la pregunta: '¿Quieres esto otra vez e innumerables veces más?' pesaría sobre tu obrar como el peso más grande. O también, ¿cuánto deberías amarte a ti mismo y a la vida para no desear ya otra cosa que esta última, eterna sanción, este sello?"

El planteamiento de Nietzsche no versa respecto a la sensación de ver tu vida pasar al final de tu vida, sino que la repetirás eternamente. Resultado de esa condición tras la muerte, ¿repetir tu vida es una condena o un regalo? En función de la respuesta, una persona podrá valorar su vida como buena o mala. Sin embargo, dicha valoración no reside en función de la felicidad, el bien hecho o el deber cumplido, sino en la experiencia de la vida como un gran instante enorme.

Nietzsche ahonda en el planteamiento de que todo sucede siempre al mismo tiempo, no hay presente, pasado o futuro. En realidad, el logro de la felicidad humana consiste en no querer que nada de tu vida sea diferente, de ninguna etapa. Según el filósofo bávaro, cuando aceptas y amas el momento, es que has triunfado. Cada acción y decisión de tu presente determinará un evento que se repetirá eternamente. ¿Disfrutarías repetir aquello que vives hoy? He ahí el cuestionamiento.


Los Fantasmas


Pensar en una huida muchas veces es para todos una forma de sentirnos a salvo en otra parte. Desear alejarse de lo que nos hace daño, nos agobia y nos acorrala por dentro es un deseo que puede ser bastante corriente en nosotros. Sin embargo, si te identificas con ello, sabrás muy bien que huir nunca fue la solución.

Lo dice la canción, la huida no es la respuesta, puesto que siempre que deseamos huir lo hacemos de algo o de alguien, y cualquiera de las dos cosas siempre viene con nosotros allá donde vayamos. Si es algo que nos ha ocurrido, necesitaremos superarlo. Si es alguien lo que nos ha ocurrido, necesitaremos saber qué podemos hacer por nosotros mismos.

Reconocerlo es querer afrontarlo: los miedos, los cambios vertiginosos o las decepciones nos hacen sentirnos cobardes, inseguros y débiles. Querer huir, reconocerlo, es el primer paso para seguir adelante.

“No llames cobarde a alguien que tiene miedo,
solo abrázalo y dile que,
al revés de todo,
los monstruos existen hasta que les pones nombre:
solo los valientes lo hacen.”
-Elvira Sastre-

Así que tú, que has sentido alguna vez que querías marcharte y desaparecer en el mundo, eres un valiente. Has comenzado a afrontar el problema y pronto te darás cuenta de que aplazarlo, ignorarlo y huir de él solo va a posponer el enfrentamiento directo con aquello que duele.

En el momento en el que te das cuenta de que quieres dejar algo atrás e ir a otro lugar, te das cuenta de que no buscas alejarte del lugar donde estás, sino de los recuerdos que tiene dicho lugar. Sin embargo, aprenderás que los recuerdos van contigo y empapan las ciudades donde estés. 

No puedes huir de ti mismo, y si tratas de huir de alguien es porque en esa relación solo quedas tú.

Quizá puede que estés pensando que muchas veces posponer el enfrentamiento también nos ayuda a tomar aire y cambiar de perspectiva, pero entonces deja de ser una huida y se convierte en un periodo de reflexión y supervivencia: habrá que volver allí de donde queremos irnos y hacer lo que no habíamos hecho.

De hecho, lo normal es que, cuando la huida es de algo externo, no lo necesitemos realmente: superamos el problema sin mayor complicación. La que es realmente difícil es la huida de los fantasmas que tenemos dentro. 

A esos fantasmas nunca los vamos a ganar si no les plantamos cara y les ponemos nombre.


Controlar Impulsos

Un comentario mordaz, un insulto, una ironía o un simple desaire son, a veces, motivo suficiente para hacernos estallar. Ante tal situación comienza a invadirnos un calor interno, nuestro corazón se acelera y sentimos la imperiosa necesidad de defendernos. En muchos casos, transcurrido un tiempo y ya más calmados, nos arrepentimos de nuestra actuación previa. Por ello resulta tan necesario aprender a controlar impulsos.

Son muchas las ocasiones en que nos planteamos el firme propósito de adoptar una actitud diferente. No obstante, cuando nos encontramos de nuevo ante una situación similar, no podemos evitar perder el control. ¿Qué sucede que nos lleva a dejar de lado nuestro razonamiento lógico y nuestras intenciones conscientes?. ¿Cómo podemos recuperar las riendas?.

El principal elemento que debemos considerar es que ante situaciones de esta clase no actuamos, reaccionamos. Actuar significa emitir deliberadamente la conducta que deseamos y hemos seleccionado. Desde esta posición nos mantenemos al mando de nuestras emociones y de nuestros actos. Tras sopesar las opciones y las posibles consecuencias derivadas, elegimos qué decir o hacer.

Por el contrario, cuando reaccionamos, renunciamos a nuestro poder personal. Soltamos el timón y quedamos a al deriva de nuestra intensidad emocional. Los actos y las palabras se vuelven incontrolables, porque hemos dejado el poder en manos de un impulso.

Cuando esto ocurre son nuestras heridas las que hablan, son nuestros miedos los que se manifiestan. Es esa parte dañada y oculta de nuestro interior la que halla el momento perfecto para salir a la luz. Curiosamente, nuestros mayores estallidos emocionales ocurren cuando alguien toca nuestro punto débil: aquella parte de nuestro ser que nosotros mismos no aceptamos.

Si la otra persona nos comenta o recrimina algo con lo que nos encontramos en paz, no aparece el impulso. Cuando se trata de un aspecto que reconocemos y hemos aceptado, somos capaces de actuar. Por el contrario, cuando atacan un ámbito que no hemos integrado, reaccionamos para aplacar el miedo.

El primer paso, y esencial, para lograr controlar impulsos como la ira, es hacer las paces contigo mismo. Conócete en profundidad y acéptate como eres. Asume tus errores pasados, tus limitaciones, y abrázalos. Esto no significa que te resignes ni permanezcas estancado; al contrario, si algo en ti o en tu vida te desagrada, busca el modo de modificarlo. Sin embargo, antes de eso, acéptalo plenamente.

Eres humano, tienes virtudes y defectos, aciertos y fallos. Conócete, ámate y acéptate y nada de lo que alguien externo te diga logrará hacerte daño. Pues tú ya serás consciente de ello y lo habrás integrado en tu historia. Quien está en guerra consigo mismo, nunca estará en paz con el mundo.

Es evidente que hay ciertas situaciones intolerables, ante las que es tu derecho y tu deber proteger tu integridad. Nadie debe aceptar faltas de respeto, humillaciones, ni maltrato de ningún tipo. No obstante, a lo largo del día encontramos una gran variedad de situaciones pequeñas y de poca importancia que nos alteran más de lo que nos gustaría.

Aprende a escoger tus batallas. No es necesario que malgastes tu energía en asuntos irrelevantes. Recuerda que cuando alguien te ofende, se está retratando a sí mismo y no a ti. Recuerda que tienes siempre la capacidad de decidir cómo interpretar una situación: los otros no te enfadan, tú decides si les das ese poder. Por tanto, no olvides que es más sano tener paz que tener razón.

No te desgastes tratando de hacerte oír por quien no quiere escucharte. No es tu responsabilidad convencer ni educar a nadie. Priorízate, persigue tu paz y escoge sabiamente tus batallas.

Incluso en aquellas situaciones que no has logrado integrar, o que requieren una respuesta debido a su gravedad, has de tratar de mantenerte al mando. Para ello, intenta tomarte unos segundos antes de actuar: este pequeño espacio de tiempo puede marcar la diferencia entre actuación y reacción.

Ten presente que no es más valiente el que más grita, y que eres completamente capaz de defender tus derechos sin agredir a la otra persona. Trata de comunicarte con firmeza pero con asertividad. No delegues tu poder, que los comentarios ajenos no te controlen.

El Ser Consciente

Tu vida trata de ser vivida, ella procura aprovechar cada momento y no esperar a que lo malo venga para hacer de ella misma un “carpe diem”. Eres tú quien le pone las barreras, eres tú quien le impide ser vida. Disfrutar y aceptar cada momento que vivimos tiene un trasfondo importante que no podemos desestimar y es que parece que hacerlo de forma intensa nos ayuda a saber quienes somos.

Vivir nuestra vida en primera persona y sin inercia es la única manera de conseguir conocernos a nosotros mismos. Pese a la dificultad de alcanzar la habilidad del automanejo, parece que es la única forma de llegar a mantener una estabilidad emocional y un equilibrio psicológico. De la misma manera que el herrero tiene que conocer todo lo necesario sobre metales, herramientas, técnicas, etc., para convertirnos en personas plenas y felices será preciso, primero, que conozcamos cómo somos y cómo queremos llegar a ser. En definitiva, cómo queremos vivir.

Si en verdad queremos apostar por conocernos e incrementar nuestra autoestima debemos elegir la opción de vivir siendo conscientes. Esta afirmación puede resultar vaga e imprecisa pero en realidad vivir conscientemente es algo muy concreto y consiste en cuestionarnos cómo y en qué queremos variar nuestra vida para no fallarnos a nosotros mismos.

Nuestra conciencia favorece que seamos más o menos abiertos, tendamosa ser claros o confusos, podamos ver o no, vivir de forma consciente, semiconsciente o inconsciente, o disponer de múltiples opciones de forma habitual. Optar por la visión, la claridad o la apertura es sumamente importante para autorrealizarnos.

Si nos escondemos de nosotros mismos bajo la manta y nos ocultamos nuestras emociones, sentimientos o creencias interiores poco podemos avanzar hacia el equilibrio y estabilidad que estamos persiguiendo. De hecho, vivir de forma irreflexiva conllevará el fracaso vital antes o después.

Además, para vivir conscientemente es importantísimo que cuidemos nuestra reputación personal, que no es más que la reputación con uno mismo. O sea, la honestidad personal depende del uso que hagamos de nuestra conciencia. Es mucho lo que está en juego, ¿verdad?

Apostar por una vida consciente es apostar por el caballo ganador. Reconocer en nuestra realidad lo que es y lo que no es y dejar de centrarnos solamente en lo que nos gusta es la única forma de ser responsables con nuestra vida.

No es sano que pensemos por los demás, como tampoco es sano que otros piensen por nosotros, hemos de ser independientes, perseguir el autoconocimiento y buscar primero desde nuestro interior, que es probable que nos depare sorpresas positivas que ni siquiera imaginamos.

Si vivimos conscientes de nuestro mundo interior más creeremos en nuestra mente y, por tanto, en nosotros mismos. De esta forma, respetaremos más nuestro valor y nos sentiremos más naturales, lo que apoya el desarrollo de nuestra autoestima.

Vivir conscientemente no es cuestión de un día o dos, sino que implica que usemos cada día, cada relación y cada momento para, sobre todo, buscar el sentido de nuestra vida y no fallarnos. En realidad, vivir de forma consciente nos hace entender que hay un tiempo para dejar que sucedan las cosas y otro tiempo para hacer que las cosas sucedan, lo cual no resulta fácil.

Al fin y al cabo, es hora de dejar de vivir de forma irreflexiva puesto que gran parte de nuestros problemas derivan de evitar pensar sobre lo que estamos haciendo con nuestra vida y con nuestros ideales y, como dijo Einstein, “no podemos resolver un problema desde el mismo nivel de comprensión en el que lo creamos”. 

Algo tiene que cambiar y quizás el cambio comience cuando empecemos a cazar las respuestas dejándonos llevar por ellas.
Raquel Aldana

Saber Que No Se Sabe

Saber que no se sabe: ¿un conocer teórico?

A la pitonisa de Delfos se le preguntó una vez: «¿Quién es el hombre más sabio de Grecia?». Ella respondió lacónicamente: «Sócrates». A su vez Platón, en la Apología de Sócrates, pone en boca de su genial maestro la siguiente frase: «Este hombre cree que sabe algo, mientras que no sabe nada. Y yo, que igualmente no sé, tampoco creo saber».

De ahí pasó a la tradición occidental la importancia del no-saber: «scio me nihil scire», «scio me nescire» (sólo sé que no sé nada).

Puede hacerse sobre esta frase una consideración teórica; pero también otra práctica. Según la primera, el hombre conoce por conocer, por penetrar en la verdad universal y necesaria de las cosas, sin atender a nada más. Según las segunda, el hombre conoce para obrar, especialmente para obrar bien o moralmente: se trata de un conocer que no está dirigido a las cosas universales, sino a las singulares y contingentes de nuestra existencia, con las que tenemos que hacer una vida buena.

Comenzaré por la teórica. Muchos autores han indicado normalmente que Sócrates no quiso decir que no sabía nada de nada, sino que aquello que sabía no lo conocía con certeza cabal. Sócrates pretendía cambiar el enfoque de quienes se aferraban a su propia opinión, sin buscar argumentos más sólidos y convincentes, o sea, sin abrirse a una búsqueda inteligente y progresiva de la verdad de las cosas humanas.

Por tanto, esa frase –saber que no se sabe– indicaría el principio de un buen aprendizaje. Primero, porque empezamos a reconocer que sobre cualquier cosa no lo sabemos todo: siempre hay aspectos que se nos escapan o que, por la movilidad de lo finito, tardan en aparecer y hay que esperar pacientemente que se manifiesten. Si no se es paciente, o si uno es avasallador, suple ese hueco con el autoengaño, con la superioridad del que se cree saberlo todo: ése cataloga las cosas con los clichés de su propio interés. Así se ahorra el esfuerzo y la sorpresa. Frente a ese actitud dominadora, sólo cabe la frase socrática: “sólo sé que no sé nada”. El que ignora que no sabe acaba engañándose a sí mismo, sin ver sus propias carencias.

Reconocer nuestros límites y enderezar la mente hacia nuevos horizontes es el principio del que quiere aprender, poniendo los errores y los fracasos al servicio de la propia experiencia abierta y llana. La frase socrática le permite ir aprendiendo teóricamente. De él deberíamos decir que ejerce un aspecto de la virtud de la «estudiosidad». Por eso, el Diccionario de la Lengua dice que la «inclinación y aplicación al estudio» se llama estudiosidad.

Conceder La Duda

Filosofía

Cuestionarse el origen de todo, el objetivo último de nuestras vidas, el más allá y todo lo que de ello se deriva, ha formado siempre parte de la existencia humana, más o menos pensante. 

Para ello, históricamente se han abierto siempre dos caminos divergentes, dos caminos que han separado durante siglos, dramática e irreconciliablemente, a la humanidad: el místico, puramente mágico, especulativo, irracional, intuitivo, ingenuo, feliz y esperanzador de las religiones, y por otro el cognitivo, experimental, científico, pensante, laborioso, mucho mas frustrante, de la filosofía. 

Dos concepciones opuestas, aun cuando tantos que pretenden jugar a dos bandas se empeñen en hacerlos compatibles, algo filosóficamente imposible ya que por concepto, si algo hay contrario a la ciencia es la fe, al menos en este campo. Para la fe la existencia de Dios es incuestionable, para la ciencia es simplemente desconocida.

La vertiente religiosa en el ser humano parece tener su origen hace al menos unos 60.000 años, sobre todo en cuanto a la relación de los vivos con sus antepasados, con otras vidas y en la existencia de un ente superior que dé salida a todos sus interrogantes.

Un ser todopoderoso, temible, a quien conviene calmar en su ira hacia los humanos, evitando así las catástrofes que permanentemente les asolan. Religiones politeístas o monoteístas de corte primario, como los adoradores del sol, casi todos relacionados con aspectos cosmológicos, justificaban e incluso impedían otra búsqueda más racional a sus preocupaciones.

Hacia 1.500 a.c., en Mesopotamia, concretamente en Ur, a orillas del golfo pérsico, un personaje llamado Abraham dice haber firmado un pacto con Dios que habría de convertirse en el nacimiento del judaísmo, la religión monoteísta de la que nacerían el cristianismo y el islamismo, las tres religiones más asentadas una vez descartada por el conocimiento cualquier creencia divina de tipo cosmológico.

En el fondo del Mediterráneo, el amplio mundo que hoy conocemos como la culta Grecia, que abarcaba entonces hasta Persia, duda y comienza a hacerse preguntas desde otra vertiente, desde la del conocimiento, desde la sabiduría, desde la libertad de sus pensadores, desde la filosofía, buscando explicaciones menos mágicas a las preguntas eternas, iniciando con ello un camino que poco a poco irá rompiendo tabúes, el camino de la razón, aportando a la humanidad por esa senda los mas amplios logros del conocimiento, la convivencia y la cultura.

Ciento cincuenta años antes, alrededor del 600 a.c. y en un corto periodo de 50 años, nacen en oriente Lao-tsé, Buda y Confucio, cuando en Persia imperaba el mazdeismo, la religión monoteísta-dualista (bien y mal) de Zoroastro.

Grecia, Roma, India, China y Persia, protagonizaron los inicios de la filosofía, el auge de los pensadores. A partir de ahí, paso a paso, el mundo mágico empieza a perder fundamentos en pro de la experimentación, el estudio y el conocimiento, dando con ello explicación, no sin grandes sacrificios, a la mayor parte de los dogmas hasta entonces acuñados.

La ciencia, una mezcla de observación, hipótesis, experimentación y teoría a través de la lógica y la razón, comienza a ser el instrumento para tratar de comprender y explicar el mundo que nos rodea. 

El mundo mágico, cargado de mitos, leyendas, tradiciones orales, las mas de las veces sin el mínimo rigor histórico, aun ejerciendo un poder extraordinario, empieza a dar paso al pensamiento racional, floreciendo así la filosofía, la mas alta manifestación de la capacidad del ser humano, un camino abierto a las distintas ciencias que han posibilitado que la humanidad, en un soplo de su existencia, haya florecido infinitamente mas que en los miles de años de su aparición en la tierra.

Desde entonces, religión y filosofía se han paseado por la historia en discordante vecindad, con errores, intransigencias mutuas, abiertas batallas las más de las veces y millones de víctimas de la intolerancia en el camino.

Ahora que todos nos deseamos lo mejor para nuestro futuro cercano, bien estaría que ello nos llevara a respetarnos más y a respetar las opciones personales de cada uno en mayor medida.

La religiones son una opción para muchos que todos debemos respetar, al igual que han de hacer quienes se sienten creyentes de algo o de alguien hacia quienes no ven en la fe la solución a sus inquietudes. Algunos se sienten tan afortunados por su carencia de fe en Dios alguno, como otros lo son por su absoluta e inquebrantable fe en su Dios. 

Si la historia no hubiera girado en torno a la intolerancia de unos y de otros, hoy el mundo sería más humano.

Mis mejores deseos de un mundo más libre y tolerante para todos.

Decir Lo Adecuado


El uso de las palabras es todo un arte, de ello depende como quieres que reaccione tu interlocutor, o que sensación quieres provocar, por ello debes saber elegir con mucho cuidado lo que deseas decir, recuerda que toda persona ganadora no es otra que un gran comunicador.

Te voy a poner de ejemplo un cuento corto, para que aprendas a como una misma situación     (el sueño de un Sultán) puede ser interpretada de un mismo modo ( por los sabios correspondientes ), pero la diferencia puede estar en la forma de comunicar lo que se ha supuesto. .Es ahí que está  toda la clave…

…Un Sultán soñó que había perdido todos los dientes. Después de despertar, mandó llamar a un Sabio para que interpretase su sueño.

¡Qué desgracia Mi Señor! - exclamó el Sabio - Cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.

¡Qué insolencia! - gritó el Sultán enfurecido - ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!

Llamó a su guardia y ordenó que le dieran cien latigazos.

Más tarde ordenó que le trajesen a otro Sabio y le contó lo que había soñado.

Este, después de escuchar al Sultán con atención, le dijo:

¡Excelso Señor! Gran felicidad os ha sido reservada.
El sueño significa que sobrevivirás a todos vuestros parientes.

Se iluminó el semblante del Sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro.

Cuando éste salía del Palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:
¡No es posible! La interpretación que habéis hecho de los sueños es la misma que el primer Sabio.

No entiendo porque al primero le pagó con cien latigazos y a ti con cien monedas de oro.

Recuerda bien amigo mío - respondió el segundo Sabio - que todo depende de la forma en el decir... uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender a comunicarse.

De la comunicación depende, muchas veces, la felicidad o la desgracia, la paz o la guerra. Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, mas la forma con que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas.

La verdad puede compararse con una piedra preciosa. Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero si la envolvemos en un delicado embalaje y la ofrecemos con ternura ciertamente será aceptada con agrado

Saber Decir



Filosofía

El hombre, animal retórico
Cinco principios fundamentales, que yo llamaría aspectos o caminos de investigación, propone Jørgen Fafner para lograr una comprensión amplia y adecuada de la retórica: la concepción de lo humano, la concepción de lo que es el lenguaje, la credibilidad (pístis), la habilidad (que yo llamo arte) y la oralidad (Fafner [1997]). Es un esquema muy útil al que me adhiero sin reservas. 

El primer principio o aspecto, el principio antropológico de la retórica, encaja bien con la concepción que yo sostengo de la retórica como disciplina fundamental. La tesis de partida para esta concepción antropológicamente fundamentada de la retórica puede encontrarse en un lugar tan leído como mal meditado y analizado de la Política de Aristóteles {1253a 7-18}:

«Está claro por qué razón el ser humano es un animal social en mayor medida que cualquier abeja o cualquier animal gregario: la naturaleza no hace -como es usual decir- nada en vano y entre los animales solamente el ser humano está en posesión de logos. El sonido producido por la voz es signo de dolor y de placer y por eso también los animales lo tienen, pues su naturaleza les permite sentir dolor y placer y dar a conocer ese sentimiento entre ellos; pero el logos permite manifestar lo provechoso y lo nocivo, así como lo justo y lo injusto siendo atributo exclusivo del ser humano, a diferencia de otros animales, el tener conocimiento de lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, etc. Y la participación en estas cosas es lo que da su origen a la sociedad doméstica y a la sociedad civil.»
Este pasaje central representa el punto de partida de una antropología y de una teoría de la acción comunicativa que puede medirse con la de Habermas aventajándola. 

El logos griego, que significa tanto la acción de pensar como la de hablar (ratio et oratio, como diría Cicerón, jugando con las palabras, para reconstruir el viejo concepto griego que la ratio latina convierte en unilateralmente cognitivo) es lo que caracteriza y distingue al hombre del animal, por un lado, y de Dios por otro. Estudiar la facultad discursiva del ser humano es lo mismo que estudiar al propio ser humano, pues la facultad de palabra es la diferencia específica del ser humano y comprender al hombre es comprender lo que supone el hablar. Con esto se constituye la retórica, 
concebida como la investigación científica  del uso de esa facultad, en lo que Jørgen Fafner llama una ciencia fundamental (Fafner [1997]), yo diría que el más fundamental de nuestros conocimientos teóricos.

Aun cuando Aristóteles comienza su tratado de retórica señalando que la retórica es la contrapartida (antístrofos) de la dialéctica -siendo la dialéctica, junto con la analítica, los nombres que Platón y Aristóteles utilizaran para referirse a lo que llamamos lógica- la tradición ha querido asociar la retórica a la poética más bien que a la lógica. 

Se ha dicho que la concepción occidental de la racionalidad y de la ciencia habrían sido muy diferentes si los escritos retóricos de Aristóteles hubieran sido clasificados entre los escritos que Andrónico de Rodas denominó Órganon, es decir entre sus escritos lógicos. Yo creo sin embargo  que la explicación que cabe es justamente la inversa: la concepción de la ciencia, la racionalidad y la lógica dominante en Occidente, una concepción en la que la inspiración platónica ha mantenido una influencia decisiva hasta nuestros días, ha influido también en los compiladores que clasificaron los escritos aristotélicos. El desprecio platónico de la mera opinión cotidiana (dóxa) y su admiración por el pensamiento exacto de la matemática siguen vigentes en nuestra cultura. La retórica, que parte de la actitud lingüística espontánea del hombre en su entorno, era menospreciada por Platón.


Se nos ha enseñado a considerar a Aristóteles como el padre de la lógica y del lenguaje científico; pero cuando el Estagirita, en el pasaje citado, describe al logos (entendido no ya como mera racionalidad, sino como facultad de expresar el pensamiento en palabras) como la propiedad diferencial del ser humano, no habla para nada de un conocimiento «verdadero». 

La capacidad del logos supone en ese pasaje central la capacidad de distinguir entre lo justo y lo injusto, entre lo provechoso y lo perjudicial, más bien que entre lo verdadero y lo falso, a lo cual no alude explícitamente. Con esto, por lo menos en el pasaje citado, el logos aparece unido para Aristóteles no a la razón teórica, sino a la razón práctica, a una forma de pensamiento que no se dirige a la consecución de ningún conocimiento exacto o científico, sino a un conocimiento que oriente al ser humano en la elección de sus actos. 


Longevos


La redefinición del umbral de inicio de la vejez está adquiriendo protagonismo por sus implicaciones en el diseño de políticas públicas y en la propia percepción social de la vejez. Mantener como hasta ahora la edad fija de los 65 años (edad cronológica) tiene indudables ventajas: es un umbral arbitrario pero generalmente aceptado; sobre él se ha fundamentado el cómputo de personas definidas como mayores y se ha definido el proceso de envejecimiento demográfico; todos los estudios, planes y previsiones lo han estado utilizando durante décadas sin apenas discusión; además, es fácil de calcular y tiene la ventaja indudable de que todo el mundo conoce su edad y si ya ha traspasado ese umbral. 

Pero tiene inconvenientes. Provee una imagen incompleta del envejecimiento y puede ser causa del diseño de políticas poco acertadas. La edad cronológica no tiene en cuenta que se están produciendo progresos en las condiciones de vida, de salud, de habilidad funcional y de esperanza de vida de la personas. Con la utilización de esa edad fija no se valoran bien los cambios internos en la distribución por edad de la población, ni los costes sanitarios, debido a que la mayor parte de éstos ocurren en el tramo final de la vida, tramo que es cambiante pues la esperanza de vida sigue aumentando y se espera que continúe esta tendencia en el futuro. Tampoco hay una evidencia biológica que apoye ese umbral.

Algunos científicos predicen que el primer humano que llegará a cumplir 1.000 años ya ha nacido. Otros, sin llegar a afirmaciones tan provocadoras, afirman que la mayoría de los niños y niñas nacidos actualmente llegarán a soplar más de 100 velas. Lo cierto es que ninguna otra dinámica social ha mostrado tal constancia en su evolución a largo plazo, como lo ha hecho la longevidad. Durante el último siglo y medio, hemos ganado 6 horas de vida por cada día que sobrevivimos. En la España de 1900, la esperanza de vida de un recién nacido era de casi 35 años. En la actualidad hay que esperar a cumplir 50 años, para tener por delante la misma expectativa de vida de un recién nacido de entonces. Cabría preguntarse si, en términos de expectativas de vida, estamos envejeciendo o rejuveneciendo.

La extraordinaria prolongación de las trayectorias de vida individuales nos está transformando en sociedades más añejas. Sociedades no solo con población de más edad, sino también de más edades, transitando por períodos de vida apenas explorados por generaciones previas. Son los centenarios y supercentenarios los grupos de edad que más están aumentando. Este escenario ofrece algunos de los más sugestivos retos a los que se enfrenta la investigación científica en la actualidad. Una de las grandes cuestiones es la relativa a los límites de la vida humana. ¿Hasta dónde podemos seguir ganando vida? Sabemos que la longevidad humana se encuentra entre la de Zeus -eterno- y la del salmón -que muere tan pronto como se reproduce-. Pero tenemos pocas más evidencias al respecto, aunque sí muchas hipótesis y algunos debates apasionantes.


A primero de enero de 2017 viven en España 12.183 centenarios, dieciséis veces más que en 1970, según los datos provisionales publicados por el INE (Cifras de población, 29-6-2017). Su evolución se ha mantenido estable hasta principio de este siglo, pero en los últimos años aumenta notablemente, y lo hará aún más en las próximas décadas. En 2066, fecha máxima de la última proyección de población del INE, habrá 222.104 centenarios (Figura 1). A partir de 2050, el número de centenarios crecerá fuertemente como consecuencia de la llegada de las cohortes del baby-boom (los nacidos entre 1958-1977), y de las cohortes previas que también eran voluminosas.

El nuevo informe An Aging World: 2015 del Instituto Nacional del Envejecimiento (NIA, por sus siglas en inglés) prevé que el porcentaje de personas mayores aumente hasta casi el 17% de la población mundial para el 2050 (1.600 millones).