viernes, 10 de julio de 2020

Agregar valor


He estado escuchando y leyendo que para ganar influencia, o para demostrar ser el mejor, para destacar en mi especialidad, en mi medio, para ganar más dinero, o para ser más cotizado, debo Agregar Valor.

Yo en lo particular difiero de lo anterior y lo veo de otra forma:

No se agrega valor para recibir algo a cambio, o para tener mayor influencia, ni para ser reconocido como el mejor, ni para buscar reciprocidad con el fin de generar más dinero, tal como: “Yo te ayudo y tú me compras”, eso más bien sería una transacción comercial.

Se agrega valor para llenar una necesidad interior de ayudar y aportar algo a los demás, desinteresadamente, sin buscar un beneficio personal. Se Agrega valor por principios, no por interés ni por vanidad.

Lo que sí es indudable es que cuando uno marca una diferencia cuando agrega valor sinceramente, con entusiasmo; así uno inevitablemente destaca mejorando su propia Marca Personal, porque ayudar a los demás no es lo más común en nuestros días, y quien tiene la iniciativa de mejorar en alguna forma la vida de los otros acabará llamando positivamente la atención.

Cuando hacemos nuestro trabajo, nos cuestionamos si lo que estamos haciendo es destacado, o importante, a veces puede que no valoremos tanto lo que hacemos, quizá porque nos lo pagan; y, nos preguntamos si: ¿Estamos realmente agregando valor?, independientemente de la remuneración económica que recibamos.

El trabajo bien hecho no es un valor, es una obligación, aquí el hecho de agregar valor reside en aportar algo de forma desinteresada, buscando el beneficio de los demás, y el de la empresa, el de los compañeros y especialmente el de los clientes.

Agregar valor en el trabajo nos conduce no tanto a ser imprescindibles, sino a ser tomados en cuenta.

Preguntémos: ¿Qué estamos haciendo o desarrollando en lo que queramos ser exitosos a otro nivel?, ya sea en nuestro entorno social, en el trabajo o en un Networking.

¿Qué estamos haciendo para agregar valor?
En un equipo de trabajo, es normal que cada uno solo vele por sus propias responsabilidades, que cada uno trabaje únicamente en lo suyo y en alcanzar sus resultados, sin aportar nada más, ya que eso es lo que normalmente se espera de todos.

Pero, en el caso del jefe o de un profesional independiente o autónomo, éste tendrá que cargar con la suma de todos los resultados, buenos o malos. De éste líder se espera que sea el Eje, que dirija a todos, que siempre aporte más que los demás, y que Agregue Valor, porque para eso le pagan.

Cuando no se es el líder, también se puede Agregar Valor y para aportar ideas interesantes, o soluciones constructivas, uno debe conocer qué es lo que hace cada uno, cómo deben  gestionar sus trabajos y cuáles son los resultados que se esperan de todos.

Cuando uno tiene esa visión general que le permite ver cómo abarcando un gran mural a la distancia, apreciando todos sus elementos con una mayor, estará en posibilidades de poder aportar ideas, y de agregar valor.

Cuida las formas en que expongas tus ideas, porque muchas veces te pueden tomar como entrometido, o que lo haces solo por molestar o llamar la atención.
Antes de proponer cualquier cosa, pon interés en entender cuáles son los objetivos generales del grupo, en saber quién es tu audiencia, en saber cuáles son los roles de cada uno y sus capacidades, has de saber los parámetros de medida del rendimiento de todos, de forma que tengas una visión de conjunto, como resolviendo un rompecabezas que se está completando.

Si llegas bien preparado sabiendo claramente el objetivo que tienen que alcanzar, y no solo te centras en lo tuyo, estarás en posición de encontrar soluciones particulares para el interés general.

No es necesario que expongas públicamente tus ideas, puedes hacerlo puntualmente y en privado, con cada uno, o con tu jefe.

Así, con discreción lo tomarán mejor, a nadie le gusta ser cuestionado o verse superado frente a todos, de esta forma agregas valor sin pasar por encima de los demás, y quedarán agradecidos.

Si conoces ampliamente las funciones de cada uno y sabes cómo se gestionan, se puede decir que eres el más listo. Ese conocimiento te ayudará a plantear las preguntas más acertadas, y también a lanzar las propuestas más adecuadas.

Si planteas mejores preguntas, (preguntas constructivas sin afán protagónico), tú serás la persona que parecerá entender mejor cualquier situación, porque a mayor claridad de las cosas, mayores serán los recursos que tendrás para distinguir las diferentes formas de agregar valor.

Antes de lanzarte a resolver todos los asuntos que no te competen directamente, primero ten los tuyos andando de forma correcta o terminados debidamente, llega con tus deberes hechos; solo los charlatanes se presentan sin estar preparados a opinar sin sentido.

Conocer los objetivos de todos y la meta general te da opciones para plantear preguntas acertadas, y no las preguntas que pongan en entredicho las opiniones de los demás.

Haz preguntas que provoquen unas respuestas que sugieran nuevos caminos y posibilidades, esto será muy positivo cuando las cosas están estancadas.

Un líder, como todo Capitán de barco necesita un Primer Oficial, alguien que lo confronte, alguien que también lo ponga a prueba con preguntas constructivas. El líder no necesita un “yes man” (uno que le diga que sí a todo aunque esté mal), necesita una persona que le sugiera cosas diferentes y que agregue valor.

Si entiendes los objetivos con una visión panorámica, sabrás cómo puedes agregar valor.
Las personas que piensan diferente, que tienen la capacidad de distinguir alternativas fuera de la caja, de encontrar soluciones más allá de los límites establecidos, que buscan mejorar la vida de los demás, esas que pueden proponer ideas singulares e incluso atrevidas que agregan valor, son personas que destacan aunque no hayan querido tener protagonismo.


Si discretamente le sugieres a un compañero cómo incrementar su rendimiento, si le indicas a tu jefe (en privado) cómo puede mejorar la organización, si das un producto o un servicio que facilita el trabajo de tu cliente, si entregas tu propio trabajo aportando algo más que nadie se esperaba, vas a destacar sin quererlo, dejarás tu huella, impulsarás tu Marca Personal, porque estás Agregando valor desinteresadamente.


El Horizonte Latente

La naturaleza humana nos lleva (en algún momento e nuestras vidas) a ver "algo más", a ver algo nuevo, esa inquietud, ese interés, esa cosquilla que podemos dejar pasar, que podemos no hacerle caso, pero que sigue latente.


No sabremos quizá lo que nos espera, podemos imaginarnos, suponernos, soñar algo nuevo, pero sin razones "fuertes" o comentarios de fuentes "seguras" o cercanas, nos encontramos en una situación de: ¿y ahora qué hago?, ¿me quedo o me voy?, quiero irme pero... ¿y si no me va bien?, ¿y si pierdo más de lo que (por lo menos) "no podría perder" quedándome?

En esta vida no perdemos, siempre salimos aprendiendo algo, aun cuando sea a costa de sufrimientos y lágrimas... y desgraciadamente aun cuando para algunos sea ésta la forma en que se aprenda porque no conocen otra. ¿Cuánta gente no vive en peores condiciones?, ¿cuánto tiempo no hubo esclavitud?

Y quiero sacar este tema a relucir por ciertas dudas, ciertas interrogantes que me han estado planteando en cuanto a lo que (1) "he venido queriendo", (2) "lo que quiero" y (3) "lo que espero obtener". Además de mi supuesta "teoría" del lugar ideal.

De antemano quiero dejar unas ideas que se llegan a pensar:
"El lugar perfecto es donde está tu corazón"
"El lugar ideal es junto a la persona que amas"
"El viaje que vale más la pena es aquél que se hace acompañado por quien uno quiere"
"El lugar idóneo es aquél que nosotros extrañamos"
sin importar lo lejos o lo cerca, ni el frío ni el calor, ni la seguridad o inseguridad, ni el dinero, simplemente, aquello que mantiene feliz a nuestra alma.

Y ya se ha vuelto un poco de costumbre el tema que se trata o que se llega a tratar, pero pues si se va a caracterizar este blog creo que será porque "busca más allá", y no me parece mal. Pues bien, he llegado a pensar que:

Aprendemos a vivir en un lugar que nosotros no escogemos, y no es culpa o acierto de nadie, pues a una edad menor a unos 5 (o quizá más, o quizá menos) años, no es posible entender el mundo, ni lo que nos ofrece, ingenua y sencillamente buscamos felicidad y satisfacer nuestras primeras necesidades mediante el juego, las preguntas, la comida, el sueño y el hacer travesuras. Y pasa el tiempo y aprendemos a hablar como "la mayoría", a saludar como "la mayoría" e insultar como "la mayoría", quizá a comportarnos de cierta forma (aprendida quizá "a la fuerza") en la casa o en la iglesia o la escuela; pero fuera, en las calles, en el parque, con los amigos, con la familia cercana, somos más libres, somos más "nosotros mismos". Pero mi punto es que: Aprendemos también lo que la gente quiere, sea BUENO o MALO, malísisisimo o sumamente bueno; lo que los demás (consciente o inconscientemente) demuestran "hacia", "con" o "para" nosotros, porque se aprende mucho del ejemplo, si es que están de acuerdo conmigo.

Quizá podamos tener una educación académica bastante buena, y cierto grado "intelectual" o ciertas habilidades desarrolladas por medio de la escuela o de práctica, quizá sabemos inglés, francés, italiano o quizá sabemos tocar el piano, el violín o la flauta, o somos buenos con el lápiz o con acuarelas o al óleo, en fin, tenemos nuestras virtudes y habilidades.

Pero aprendemos también (quizá) a "burlar" a los demás, porque a nosotros también nos "hacen burlas"; a hacer las cosas a medias porque los demás también así lo hacen, desgraciadamente, gracias (irónica esta palabra) a ciertas personas aprendemos que no vale la pena esforzarse, ni hacer las cosas bien porque cuando se es niño a nadie le importa contratarte, a nadie puede importarle (ojo a esta palabra también) que seas sobresaliente en alguna habilidad física o mental (quizá les llame la atención, pero NO les importa a muchos), ¿por qué?, porque eres apenas un niño, porque te quedan muchos años por crecer y vivir, y (quizá) llegan a suponer que pasados unos años dejarás de ser el niño bueno, sobresaliente y aplicado que ellos conocen, porque conocerás vicios, cigarros, empezarás a salir más, a echar relajo, a tomar alcohol, conocerás o al menos sabrás de la existencia de drogas, de sitios de "adultos"... vaya, cosas malas y no tan malas como el cine, el café, la televisión, las discos, etc., y no digo que dejen de existir, al contrario, creo que deben de. (Mi postura es que debemos conocer ambos lados de la moneda antes de elegir una cara en un tiro al aire)

Y ya basta de explicación, en resumidas cuentas aprendes a ser mediocre (no digo que lo seamos todos), a no dar lo mejor de ti, y eso antes de que llegues a trabajar, si es que estudias toda una carrera profesional o dejémoslo en estudios medios o medios-superiores.

Aprendes que en la calle le pueden faltar el respeto a las jovencitas con falda, con escote o bonitas, que les pueden chiflar, incluso si llevan al novio a un lado, que si llevas un auto te lo pueden rayar o robar... bla bla.bla.

Ahora viene la pregunta: ¿queremos vivir así?, ¿queremos nosotros ser así?

Cuando somos niños ¿pensamos que queremos ser narcotraficantes o rateros cuando seamos adultos? Es que acaso en una simple frase ¿aprendemos a conformarnos?

Escribiendo esto último me viene a la mente la frase que acabo de leer recientemente:


La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa.
A. Einstein





jueves, 9 de julio de 2020

Dentro Del Corazón

Hoy mi mente puede estar agitada, puedo estar triste o enfadada, pero sé que debajo está la plenitud del ser, y siempre estuvo ahí pero no le prestaba atención. Prestaba atención a las cosas que iban mal.

Sí. Cuando paras de buscar, sea en el camino espiritual o en el material, te das cuenta de que lo que estás buscando ya está en ti. La detención de los pensamientos no es una práctica, simplemente es la oportunidad de ver que existe la opción de no seguirlos.

Cualquier cosa que pienses de ti mismo, simplemente detén ese pensamiento. Debajo de ese pensamiento hay una emoción. Si es un pensamiento negativo, la emoción es dolor. No importa, experimenta esa emoción. En ese estar dispuesto a no luchar contra ese dolor se descubre algo.

La tendencia es escapar, pero si te mantienes ahí, te abres, acabas descubriendo tu naturaleza, que es plenitud. Es duro, pero es muy simple y tiene que ver con reconocer la resistencia, porque resistiéndonos al dolor le añadimos sufrimiento.

El cotidiano ya es bastante duro como para añadirle un buceo en el dolor.

Si eres fiel a la verdad, puedes soportar cualquier cosa. Para mí decirme la verdad fue decirme "¿Qué es lo que soy". Durante años me resistí, creí que una buena esposa, una buena carrera, una familia... me darían la felicidad.

Hay una felicidad más profunda que no depende del exterior. Yo tuve que dejar de decirme a mí mismo qué es lo que me hacía infeliz para descubrirla.

Tú te dices "estoy vacío y triste", ¿y sigues con tu vida?
No se trata de lo que te dices a ti mismo, sino de estar dispuesto por un momento a dejar de decirte cosas sobre ti mismo y descubrir qué es lo que hay que no necesita definición.

Decimos cosas sobre cosas para controlarlas. Lo que yo propongo es abrir la mente dispuesto a descubrir lo que hay.

Sí, estar dispuesto es una actitud de inocencia adulta: ¿qué quiero realmente?... Yo te propongo un minuto al día de parar de luchar, de pretender alcanzar algo, de esconderte, y de una manera natural se da el descubrimiento, no lleva tiempo porque ya está aquí, en tu naturaleza, en tu interior, si estás dispuesto a no culpar a nadie más, ni siquiera a ti mismo.

No es que la gente no vaya a traicionarte. No es que no vayan a romperte el corazón una y otra vez. Abrirse a lo que está presente puede ser desgarrador. Pero deja que se te rompa el corazón porque, cuando así ocurre, el corazón sólo revela un núcleo de amor irrompible.

Abrir tu corazón significa detener el esfuerzo de cerrarlo.

Nuestro Pensar

El pensamiento es virtual; energía sustancial, tiene la facultad de cruzar el muro de la eternidad y los ladrillos fundamentales de la cosmología o sí usted prefiere, el exterior extremo y el interior central. 

Desde que el hombre empezó a describir su pensamiento a través del lenguaje escrito se empezó a extender su memoria y por efecto su pensamiento. Hoy no cabe duda de acuerdo a los estudios del cerebro que el pensamiento no tiene un área específica ni tiempo ni espacio ni volumen, porque su información y desplazamiento es a través de todo el universo. 

El pensamiento concibe, construye y rechaza, disgrega por efecto de la conciencia. Existe un pensamiento virtual y un pensamiento escrito y los dos recogen y entregan información, en resumen el pensamiento es información, es decir, es universo y el universo es un gran pensamiento positivo y un gran pensamiento negativo, dos cosas de una misma cosa.

El pensamiento, es la dinámica del universo, excitación auténtica del: impulso, atracción, rechazo y equivalencia de la realidad.

Es la capacidad y carácter que tiene lo absoluto para almacenar las ideas, representarlas y relacionarlas unas con otras en la acción del pensamiento y la inclinación divergente de la función de la conciencia universal. La idea mueve el pensamiento, la acción lo clasifica y la función lo integra a la realidad. La idea dinamiza el pensamiento y por efecto al universo.

Sí tengo entendimiento puedo reflejar el pensamiento.
Sí tengo intuición puedo reflejar las tendencias.
Sí tengo conocimiento puedo reflejar el razonamiento.
El pensamiento es eterno, es el que refleja un universo divergente, la conciencia inicial, es la que enjuicia el universo integrándole otra posibilidad a la eternidad.
El inicio lo fundamenta la física clásica y cuántica. La eternidad se fundamenta en la “física sustancial”.
• El espacio es un reflejo de la eternidad.
• El tiempo es un reflejo de lo absoluto, el que siempre está presente.
La eternidad es central, el inicio extremo.
La eternidad está personificada en el inicio.
Lo absoluto le dice que hacer a la eternidad.
La eternidad le dice al inicio cómo comportarse.
El inicio a la naturaleza.
La naturaleza a la vida.
La vida en la existencia.
La existencia en la eternidad.
La eternidad en lo absoluto.
Lo absoluto siempre ha estado.
Lo absoluto, la eternidad, la vida, la naturaleza, el inicio es pensamiento.
El pensamiento es conciencia.
Como la conciencia es pensamiento.
El pensamiento precisa la idea; construye la imagen de la realidad. La conciencia la califica; definiendo el escenario.
La realidad son imágenes del pensamiento y la conciencia las especifica.
Si cambiamos las imágenes del pensamiento, cambiamos la realidad, sí se cambia la realidad cambian las imágenes.

La realidad es la verdad (ley) y la traición (antiley) del entendimiento. De acuerdo al fundamento de la física; sí hay uno hay que buscar el otro.

Cuando la luz reflejó la oscuridad el pensamiento se oscureció y el entendimiento se hizo disidente. Lo incondicional le entrega el triunfo a la condición
.
Para ver la eternidad, mantengamos el presente en un solo pensamiento.
Para ver el inicio sustentemos una conciencia divergente.
Para ver nuestro mundo sostengámoslo en el espacio-tiempo.
Para ver la naturaleza no cortemos el pensamiento de la flor. La flor está en la mesa, como una virtud agoniza el perfume de sus rubores.
Para tener conocimiento de la naturaleza integremos y no disgreguemos.
Para vernos a nosotros mismos, viajar con el pensamiento al interior de nuestra conciencia; diferenciaremos la luz y oscuridad de cómo percibimos y nos distingue el universo. 




Portando Sueños


LOS PORTADORES DE SUEÑOS 

En todas las profecías 
está escrita la destrucción del mundo. 
Todas las profecías cuentan  
que el hombre creará su propia destrucción. 

Pero los siglos y la vida 
que siempre se renueva 
engendraron también una generación 
de amadores y soñadores; 
hombres y mujeres que no soñaron 
con la destrucción del mundo, 
sino con la construcción del mundo 
de las mariposas y los ruiseñores. 

Desde pequeños venían marcados por el amor. 
detrás de su apariencia cotidiana 
guardaban la ternura y el sol de medianoche. 
Las madres los encontraban llorando 
por un pájaro muerto 
y más tarde también los encontraron a muchos 
muertos como pájaros. 
Estos seres cohabitaron con mujeres traslúcidas 
y las dejaron preñadas de miel y de hijos verdecidos 
por un invierno de caricias. 
Así fue como proliferaron en el mundo los portadores sueños, 
atacados ferozmente por los portadores de profecías 
habladoras de catástrofes. 
Los llamaron ilusos, románticos, pensadores de utopías 
dijeron que sus palabras eran viejas 
y, en efecto, lo eran porque la memoria del paraíso 
es antigua al corazón del hombre. 
Los acumuladores de riquezas les temían 
lanzaban sus ejércitos contra ellos, 
pero los portadores de sueños todas las noches 
hacían el amor 
y seguía brotando su semilla del vientre de ellas 
que no sólo portaban sueños sino que los 
multiplicaban y los hacían correr y hablar. 
De esta forma el mundo engendró de nuevo su vida 
como también había engendrado 
a los que inventaron la manera 
de apagar el sol. 

Los portadores de sueños sobrevivieron a los 
climas gélidos pero en los climas cálidos casi parecían brotar por 
generación espontánea. 
Quizá las palmeras, los cielos azules, las lluvias 
torrenciales tuvieron algo que ver con esto, 
la verdad es que como laboriosas hormiguitas 
estos especímenes no dejaban de soñar y de construir 
hermosos mundos, 
mundos de hermanos, de hombres y mujeres que se 
llamaban compañeros, 
que se enseñaban unos a otros a leer, se consolaban 
en las muertes, 
se curaban y cuidaban entre ellos, se querían, se 
ayudaban en el 
arte de querer y en la defensa de la felicidad. 

Eran felices en su mundo de azúcar y de viento, 
de todas partes venían a impregnarse de su aliento, 
de sus claras miradas, 
hacia todas partes salían los que habían conocido 
portando sueños soñando con profecías nuevas 
que hablaban de tiempos de mariposas y ruiseñores 
y de que el mundo no tendría que terminar en la 
hecatombe. 
Por el contrario, los científicos diseñarían 
puentes, jardines, juguetes sorprendentes 
 para hacer más gozosa la felicidad del hombre. 


Son peligrosos - imprimían las grandes rotativas 
Son peligrosos - decían los presidentes en sus discursos 
Son peligrosos - murmuraban los artífices de la guerra. 
Hay que destruirlos - imprimían las grandes rotativas 
Hay que destruirlos - decían los presidentes en sus discursos 
Hay que destruirlos - murmuraban los artífices de la guerra. 

Los portadores de sueños conocían su poder 
por eso no se extrañaban 
también sabían que la vida los había engendrado 
para protegerse de la muerte que anuncian las 
profecías y por eso defendían su vida aun con la muerte. 
Por eso cultivaban jardines de sueños 
y los exportaban con grandes lazos de colores. 
Los profetas de la oscuridad se pasaban noches y días enteros 
vigilando los pasajes y los caminos 
buscando estos peligrosos cargamentos 
que nunca lograban atrapar 
porque el que no tiene ojos para soñar 
no ve los sueños ni de día, ni de noche. 

Y en el mundo se ha desatado un gran tráfico de 
sueños que no pueden detener los traficantes de la muerte; 
por doquier hay paquetes con grandes lazos 
que sólo esta nueva raza de hombres puede ver 
la semilla de estos sueños no se puede detectar 
porque va envuelta en rojos corazones 
en amplios vestidos de maternidad 
donde piececitos soñadores alborotan los vientres 
que los albergan. 

Dicen que la tierra después de parirlos 
desencadenó un cielo de arcoíris 
 y sopló de fecundidad las raíces de los árboles. 
Nosotros sólo sabemos que los hemos visto 
sabemos que la vida los engendró 
para protegerse de la muerte que anuncian las 
profecías. 

GIOCONDA BELLI


Inquietos


Hay un refrán popular que dice así: “Vísteme despacio, que tengo prisa”. Seguro que lo conoces y, además, es muy probable que lo hayas sufrido personalmente, comprobando su veracidad. ¿Cuántas veces hemos querido acabar rápidamente algo, para llegar a tiempo a una cita importante, y hemos acabado perdiendo más tiempo, al tirarnos encima el café, por ejemplo, o borrando el archivo que teníamos que enviar?

Ya sabemos por experiencia que las prisas no son buenas, la vida se encarga muy a menudo de recordárnoslo. Lo mismo ocurre con la inquietud mental, cuando queremos estar en demasiadas cosas a la vez, o somos incapaces de permanecer el tiempo suficiente en la tarea que estamos haciendo, acabando agotados y consiguiendo resultados mediocres.

La incapacidad de prestar atención, de estar plenamente en lo que estamos haciendo, nos cobra su precio, en ocasiones bastante elevado. Muchas veces, por no tomarnos el tiempo necesario para observar dónde estamos y adónde queremos llegar, acabamos empleando gran cantidad de recursos, y agotándonos en el proceso, cuando se podría haber conseguido un mejor resultado con mucho menos esfuerzo.

Esto me recuerda algo que les ocurrió a unas amigas que iban de viaje con su caravana. Tenían que llenar el depósito de agua potable después de pasar unos días disfrutando de un precioso entorno pero, por las características del lugar, no podían acercar la caravana hasta la toma de agua. Dispuestas a superar cualquier obstáculo, emprendieron una peregrinación cargando cubos de agua desde la fuente hasta la caravana, unos 300m, que recorrieron una y otra vez hasta llenar el depósito. Ni que decir tiene, que fue un trabajo pesado, que agotó sus fuerzas y les llevó bastante tiempo. Cuál sería su sorpresa, al descubrir al día siguiente ¡que había una toma de agua a 50m en la otra dirección!

Este es un pequeño ejemplo, de la vida real, que nos ilustra lo costoso e ineficaz que puede ser no tomar el tiempo suficiente para observar, y ver dónde estamos realmente, antes de seguir con nuestra frenética actividad.



Temperamento


Personalidad, temperamento y carácter son 3 conceptos que en psicología se usan para expresar maneras de pensar y de sentir, por lo que están muy relacionados. Pero esta gran afinidad hace que sus significados se confundan demasiado a menudo.

Para tratar de usar los términos de personalidad, temperamento y carácter con criterio, vamos a tratar de delimitar y dimensionar estos tres términos de manera sencilla. Para ello, antes de comenzar a ver sus diferencias, hay que tener claro que temperamento y carácter son dimensiones de la personalidad. Es decir, ambos son los componentes esenciales de esta última.

Personalidad, temperamento y carácter son conceptos utilizados en psicología para expresar diferentes maneras de pensar y sentir.

Cuando hablamos de temperamento, nos estamos refiriendo a aquella parte innata de nuestra personalidad determinada por nuestra herencia genética. De ahí que sea considerada como la dimensión biológica e instintiva de la personalidad. De hecho, es el factor de la personalidad que antes se manifiesta.

En los bebés ya es posible distinguir diferentes tipos de temperamento. Así, dependiendo de su tendencia a sentir y manifestar emociones positivas o negativas y a un buen o mal humor se les puede considerar niños “más fáciles” o “difíciles” en términos conductuales.

Al ser de origen genético y fruto de la constitución heredada, el temperamento es difícilmente modificable, manipulable o cambiado por las consecuencias. Siempre, de alguna manera, existirá esa tendencia; aunque no es menos cierto que podemos hacernos con recursos para potenciar o inhibir su manifestación. Si nosotros fuéramos un iceberg, siempre formaría parte de la porción sumergida, pudiendo ejercer cierto control para modificar cómo se manifiesta en la porción descubierta.

Carácter: el reflejo de nuestras experiencias
Es el componente de la personalidad que engloba al temperamento (constitución heredada) y al conjunto de hábitos educativos y relacionales que han sido aprendidos por la persona. Es decir, es un aspecto tanto innato como adquirido.
El carácter es la parte de nosotros que viene determinada por el ambiente.

Además, es consecuencia de las experiencias e interacciones sociales que vamos teniendo en nuestra vida y de las que obtenemos cierto aprendizaje. Así, todos estos hábitos influyen en nuestro temperamento y predisposiciones biológicas. Y las van modulando, variando, afinando y conformando nuestra personalidad. Por tanto, el origen del carácter es cultural.

Es menos estable que el temperamento. El carácter, al no ser heredado, no se manifiesta totalmente en las fases iniciales del desarrollo evolutivo. Sino que va pasando por distintas etapas, hasta que alcanza su máxima expresión en la adolescencia. Por tanto, es modificable y susceptible de ser cambiado; por ejemplo, mediante la educación social. Hoy en día, este término suele confundirse de manera frecuente con el de personalidad, de forma que con frecuencia suelen usarse indistintamente.

La personalidad es el resultado de sumar carácter (temperamento y hábitos aprendidos) y conducta. Es decir, engloba a ambos aspectos. Es quizá esta cohesión la que permite dilucidar de forma más clara las diferencias entre personalidad, temperamento y carácter.

De ahí que no se pueda considerar solamente fruto de la herencia genética, sino también consecuencia de las influencias ambientales a las que está sometido el sujeto. La personalidad es un distintivo individual y, por tanto, es característica de la persona. Además, según numerosos estudios, permanece estable a lo largo del tiempo y en las situaciones. 

“El carácter es, simplemente, la personalidad evaluada desde el punto de vista ético”.
 -Gordon Allport-



Educados

La educación cívica se centra en el estudio y comprensión de lo que se considera socialmente aceptado; todas esas pautas que contribuyen a la convivencia social y que tienen que ver con el respeto de los diferentes derechos humanos así como también con el cumplimiento de las obligaciones sociales que cada ciudadano tiene.


Es un tipo de educación que permite un conocimiento de la manera de entender y asumir el papel de cada persona en su calidad de ciudadano de un país, al asumir responsabilidades y derechos sociales y políticos. La educación cívica también fomenta el respeto por los valores nacionales y fortalece el conocimiento de los iconos de una nación.

La educación cívica incluye también, la preparación de las personas en conceptos teóricos de política y derecho. Esto se entiende porque está planteada para ser utilizada en gobiernos democráticos en donde las personas necesariamente deben participar y aportar. Es por ello que es mejor contar con ciudadanos conocedores de conceptos políticos y legales para que en sí mismos sean soluciones ante problemas que surgen en un país y puedan estar listos para cumplir con sus derechos de sufragio y lo hagan con decisiones fundamentadas.

La educación cívica, prepara a las personas para ser ciudadanos responsables, capaces y autosuficientes, preparados para tener una participación activa en un gobierno democrático. Por toda esta importancia, se está buscando con fuerza que en el sistema de educación se incluya la educación cívica.

La gran tarea de la educación cívica es buscar que los alumnos y personas en general comprendan y asuman los valores que la humanidad ha creado y consagrado como producto de su historia: respeto y aprecio por la dignidad humana, libertad, justicia, igualdad, solidaridad, tolerancia y honestidad.


Mentes Preparadas


Cierta frase famosa dice: “Las oportunidades, favorecen a aquellas mentes que se encuentran preparadas.”

En vez de confiar en la suerte, yo más bien confiaría en el hecho de que se debe ser la persona correcta, en el momento justo. Y ser la persona correcta dependerá de nuestra preparación, así como crear y atraer todos aquellos momentos justos en donde la oportunidad toque a nuestra puerta.

Idealmente, si quieres potenciar tu “factor de suerte” o –en otras palabras– si quieres tener gozar de más suerte en la vida, lo que deberías hacer es, por un lado: Prepararte para las oportunidades que puedan presentársete, y por otro, ubicarte en cierta posición que facilite el hecho de atraer más oportunidades.

Con atraer oportunidades, también nos referimos al hecho de poder detectarlas, existen personas que simplemente tienen las oportunidades frente a sus ojos, pero no logran detectarlas, o lo hacen cuando ya es demasiado tarde.

Ambas cosas son importantes, debido a que nos permiten aprovechar todo aquello que se presente en nuestras vidas, sin embargo, aprender a prepararse para las oportunidades, en principio es más vital, debido a que simplemente pueden llegar a tu vida miles de oportunidades, pero si no sabes aprovecharlas, difícilmente lograrás algo bueno con ellas.

miércoles, 8 de julio de 2020

Olvidar El Pasado

Para afrontar el futuro con optimismo hay que aprender a pensar de una manera positiva, olvidarse de hechos pasados que no ayudan y alejarse de personas que solo aportan negatividad.
Hoy elijo ser feliz, he decidido enfocar mi horizonte en todo aquello que es importante. Hoy decido no amargarme por nada ni por nadie y permitir que lo me queda de existencia sea lo mejor de mi vida.

Queda claro que todos nosotros deseamos aplicar estas mismas palabras en nuestro futuro próximo, pero el problema esencial es que no siempre sabemos priorizar qué es lo importante, ni gestionamos de modo adecuado muchas de esas emociones que nos impiden ser felices.

Según el psicólogo Paul Watzlawick en su libro “El arte de amargarse la vida”, las personas tenemos una habilidad especial para complicarnos la vida de una forma casi asombrosa.

Sabemos que no es fácil admitirlo, que nos cuesta mucho llegar a aceptar que de hechos sencillos acabamos generando auténticos laberintos que nos traen la infelicidad. Por ello, bastaría solo con tener en cuenta estas recomendaciones en las que pensar y que introducir en nuestra cotidianidad.

¿Lo has pensado alguna vez? Tus pensamientos determinan tus emociones y, en consecuencia, la forma en que orientas tus acciones y comportamientos.

En ocasiones, muchos de nosotros nos quejamos de determinadas personas: “mi compañero de trabajo me pone de los nervios”, “está claro que ya no voy a tener más oportunidades en esta vida”…

Este tipo de razonamientos lo que consiguen, en realidad, es generarnos emociones negativas. Si me pone de los nervios, alimento esa sensación incómoda, y si pienso “que mi tren” ya ha pasado, entonces veré el día a día como un túnel sin salida.

Cambia el pensamiento y tus emociones te ayudarán a ver el mundo de otra forma: “hoy decido que mi compañero de trabajo ya no va amargarme la vida, no voy a hacerle caso, desactivo todo lo negativo que me produce”.


decido que mi futuro va a traerme nuevas oportunidades porque merezco ser feliz, porque tengo muchas cosas que descubrir aún.

Convicciones


Las convicciones no surgen ni se construyen solas; son principios y valores que determinan conductas y decisiones como resultado de un proceso de formación; el cual inicia, por lo regular, en el seno del hogar o de la familia, y va cobrando forma con el tiempo a partir de las ideas y enseñanzas que recibimos de las experiencias en nuestra relación con otras personas, en la escuela, en la comunidad, en centros de trabajo o en la experiencia diaria.

Las convicciones nos empujan, definen e incitan a actuar en lo cotidiano. Si formulamos que todos los seres humanos tienen convicciones que los distinguen, debemos notar la consistencia que cada quien tiene para con ellas, porque aun cuando las poseemos, no siempre somos conscientes acerca de éstas, de manera que podamos ordenarlas y examinarlas a fin de que continúen rigiendo nuestras elecciones y comportamientos.

De ahí que algunas personas lleguen a establecer una escala conceptual de principios y valores que derivan en causas e ideologías; dicho sea de paso, estas últimas se relacionan con tener razones para proceder y banderas que defender.

En la medida en que las convicciones constituyen un ejercicio de certeza y persuasión respecto a ideas a las que estamos firmemente adheridos, entonces nos conducen a adquirir compromisos y asumir responsabilidades; y valga decir, estos dos componentes son los motores para cumplir metas y obtener resultados en consecuencia.

Nuestras convicciones anuncian a otros lo que nos motiva y las pautas bajo las cuales nos disponemos a alcanzar objetivos. Para afirmarse como tal, la convicción necesita ser probada y esto ocurre cuando se enfrenta a sucesos o circunstancias que la amenazan o desafían.

No es casual que una de las acepciones de la palabra convicción sea "prueba". Desde esta perspectiva, nuestra convicción puede o no pasar el examen de su solidez. Si lo hace, afirma que nuestras acciones están en línea con lo que hemos creído; si no, evidencia que la convicción no era tal o que se reducía a un plano estrictamente dogmático.


Lo importante es que en lo relativo a cuestiones en el plano individual y de bienestar colectivo, nuestras convicciones deben ser firmes e inalterables, ya que mantenerlas así, es fundamental para fortalecer la identidad y permitirnos tomar decisiones que den congruencia al pensar, decir y actuar. 


Tiempo De Aprender


Se aprende algo nuevo cada día. Es importante que este aprendizaje sea de forma consciente, es decir, que sepas perfectamente qué cosa has aprendido cada día y por qué.

Hace poco estuve revisando un interesantísimo estudio de la Universidad de California basado en técnicas de neuroimagen que demostraba que cuanto mayor es el nivel de curiosidad que nos despierta algo, más predispuesto está nuestro cerebro a aprender.

No me canso de repetirlo: si algo somos los seres humanos es curiosos. Mucho. Demasiado. La curiosidad nos mueve, para bien o para mal. Si es para bien seguro que el aprendizaje será un gran compañero de viaje.

El aprendizaje es como el mejor de los regalos para nuestro cerebro. El descubrimiento de una novedad siempre nos genera cierto placer, de alguna forma obtenemos la apertura de un registro de recompensa que nos genera todavía más motivación para seguir buscando motivos emocionales.

Todo aquello capaz de sorprendernos gratamente es capaz de activar una zona muy concreta de nuestro cerebro, el núcleo accumbens, un área considerada como en núcleo principal del placer, y más si esto sucede de forma imprevista.

A partir de esta introducción, la propuesta es que te propongas este reto diario, buscando esos motivos capaces de provocarnos la emoción placentera de descubrir, conocer, aprender y poner la semilla de la siguiente experiencia.

Dicen que el saber no ocupa lugar, quizás porque el saber es tan placentero que consideramos que es ligero, etéreo y gratificante. Sócrates, un gran conocedor, lo dejó muy claro hace muchísimos años: sólo sé que no sé nada.

¿Cuál va a ser tu reto de hoy para aprender? Porque el reto empieza hoy, ya sabes: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Mañana, además, también deberás hacerlo. Un autocompromiso en el que espero que me acompañes cada día.
Se aprende algo nuevo cada día. Es importante que este aprendizaje sea de forma consciente, es decir, que sepas perfectamente qué cosa has aprendido cada día y por qué.

Hace poco estuve revisando un interesantísimo estudio de la Universidad de California basado en técnicas de neuroimagen que demostraba que cuanto mayor es el nivel de curiosidad que nos despierta algo, más predispuesto está nuestro cerebro a aprender.

No me canso de repetirlo: si algo somos los seres humanos es curiosos. Mucho. Demasiado. La curiosidad nos mueve, para bien o para mal. Si es para bien seguro que el aprendizaje será un gran compañero de viaje.

El aprendizaje es como el mejor de los regalos para nuestro cerebro. El descubrimiento de una novedad siempre nos genera cierto placer, de alguna forma obtenemos la apertura de un registro de recompensa que nos genera todavía más motivación para seguir buscando motivos emocionales.

Todo aquello capaz de sorprendernos gratamente es capaz de activar una zona muy concreta de nuestro cerebro, el núcleo accumbens, un área considerada como en núcleo principal del placer, y más si esto sucede de forma imprevista.

A partir de esta introducción, la propuesta es que te propongas este reto diario, buscando esos motivos capaces de provocarnos la emoción placentera de descubrir, conocer, aprender y poner la semilla de la siguiente experiencia.

Dicen que el saber no ocupa lugar, quizás porque el saber es tan placentero que consideramos que es ligero, etéreo y gratificante. Sócrates, un gran conocedor, lo dejó muy claro hace muchísimos años: sólo sé que no sé nada.

¿Cuál va a ser tu reto de hoy para aprender? Porque el reto empieza hoy, ya sabes: no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy. Mañana, además, también deberás hacerlo. Un autocompromiso en el que espero que me acompañes cada día.


El Oro Del Tiempo


Aprovechar el tiempo. Perder el tiempo. Gastarlo. Invertirlo bien. ¿Qué hacer con él? “El tiempo
es oro”, dijo alguna vez Benjamin Franklin (1706-1790), político, científico y uno de los padres fundadores de Estados Unidos, e instó a no desperdiciar ni un gramo de ese oro. “Es la materia de la cual está hecha la vida”, señalaba.

Menos materialista, San Agustín, confesaba: “Sé muy bien lo que es el tiempo si no me lo preguntan, pero si me preguntan ya no lo sé”. Desde que los seres humanos percibimos su existencia y se nos dio por medirlo, envasándolo en segundos, minutos, horas, días, semanas, meses, años, décadas y centurias, se multiplicaron los intentos por atrapar al tiempo en una definición y siempre se ha escurrido.

Ajenas a las dudas de los filósofos o los científicos e inmersas en la era de la ansiedad, la mayoría de las personas corre detrás de minutos, horas y días inatrapables, se lamenta por años que pasan, hace proyectos (sobre todo en estos días) para llenar todos los casilleros durante los próximos doce meses sin que quede un instante libre o “perdido”, o “sin aprovechar”. Ganados por el productivismo nos convencemos de que cada momento del que no salga algo tangible, mensurable, cotizable (llámese un negocio, una relación, un proyecto, una adquisición, una idea, un aprendizaje o lo que fuere) habrá sido miserablemente desperdiciado. Ese empeño lleva a conceptos contradictorios, como el de “ocio productivo”. Si es ocio no es productivo, y si es productivo no es ocio. Aristóteles fue claro respecto de esto, al hablar de trabajo, descanso y ocio. 

Mientras el trabajo y el descanso se relacionan entre sí (durante el primero se produce lo necesario para vivir y durante el segundo se recuperan energías para seguir produciendo), el ocio es algo diferente: es el no hacer, la libertad de flotar en el tiempo sin ir en ninguna dirección. Es fácil entender por qué, etimológicamente, las palabras ocio y negocio se oponen. La partícula “neg” de la segunda niega por completo a la primera. Así, quien no “pierde” tiempo hace negocio (niega el ocio).

Cuando nos medimos y valoramos por lo que producimos, el verdadero ocio adquiere connotación negativa. Se lo considera “pérdida” de tiempo. De ese modo nos encontramos justificando nuestro tiempo de ocio con frases del tipo “Aproveché para hacer un montón de cosas atrasadas”, “Adelanté trabajo”, “Me puse al día con…”. Como si el hacer nada fuera un delito del que no queremos ser acusados. Como si fuera robarle a otro lo que a éste le falta. Y, también y sobre todo, como si llenar “productivamente” todos y cada uno de los segundos de nuestra vida pudiera servir para detener el tiempo, impedir su transcurso.

Respecto de esto, viene al caso una reflexión del psiquiatra y psicoterapeuta austriaco Viktor Frankl, autor de “El hombre en busca de sentido” y “La presencia ignorada de Dios” entre otras valiosas obras: “La muerte como final de tiempo que se vive sólo puede causar pavor a quien no sabe completar el tiempo que le es dado a vivir”. Todo el trabajo de Frankl se centró en resaltar el hecho de que cada vida tiene un sentido y que ese sentido debe ser encontrado por quien la vive. Podrá hacerlo mediante el modo en que actúa sus valores, o cómo construye sus vínculos, o cómo aborda sus tareas, e incluso en su actitud ante el sufrimiento y ante el imponderable, aquello que no depende de él. 

Esa búsqueda necesita de una “voluntad de sentido”, como la llamaba Frankl, y el sentido de la existencia no aparece de una vez y para siempre, sino en momentos. Momentos de sentido que bien pueden pasar inadvertidos o simplemente no ser captados, como ocurre cuando se está empeñado en no “perder” el tiempo o en “ganarlo”. Es decir, en congelar la vida sin explorarla en su verdadera dimensión.

La cuestión, en fin, no es cuánto tiempo se gana, se pierde, se aprovecha, se desperdicia o se ahorra. ¿Dónde se guardaría el tiempo “ahorrado”? ¿Cómo se sabe que el tiempo “perdido” no se “ganó” de otra manera? ¿”Aprovechar” el tiempo no es, a menudo, desaprovechar oportunidades de estrechar vínculos, vivir experiencias espiritualmente transformadoras, contemplar el mundo que nos rodea y descubrir en él aspectos insospechados y gratificantes? 

Al no poder definir el tiempo San Agustín se preguntaba si este no sería una extensión del alma, que es también indefinible e intangible. Si fuera así, no estaría de más recordar que el alma no usa reloj.

Ser Social


"El hombre   que, a pesar de que cada hombre posee una dimensión individual que desarrolla nuestra personalidad o nuestro "ser", esta dimensión está inserta en la dimensión social del hombre para la convivencia en comunidad desde que nacemos, para el desarrollo de nuestra coexistencia.

La dimensión individual del hombre son las cualidades que el hombre posee, reconoce, explora y usa para convivir en comunidad pacíficamente y beneficiarse los unos a los otros. La dimensión individual, donde radica el ser, debe aprender a concordar con la dimensión social para convivir en sociedad. Este aprendizaje se llama proceso de sociabilización.

El proceso de sociabilización es el conjunto de aprendizajes que el hombre necesita para relacionarse con autonomía, autorrealización y autorregulación dentro de una sociedad como, por ejemplo, la incorporación de normas de conductas, el lenguaje, la cultura, etc. En suma, aprehendemos elementos para mejorar la capacidad de comunicación y la capacidad de relacionarnos en comunidad.

Dice Aristóteles: "El ser humano es un ser social por naturaleza, y el insocial por naturaleza y no por azar o es mal humano o más que humano (…). La sociedad es por naturaleza anterior al individuo (…) el que no puede vivir en sociedad, o no necesita nada para su propia suficiencia, no es miembro de la sociedad, sino una bestia o un dios".

En función de satisfacer las exigencias físicas y espirituales, el hombre necesita vivir en sociedad ya que el hombre racional e individual no es autosuficiente y requiere de la ayuda y protección de los demás de su especie, formando lo que llamamos comunidades.