Llegó la hora de la respuesta, de
“dejar las cosas claras respecto al origen inmediato de la guerra civil” y
contrarrestar el revisionismo de derechas que descalifica la República para
legitimar la rebelión de militar de 1936. Todo comenzó en la primavera de 2011 cuando la Real Academia de Historia
(RAH) sorprendió con la publicación de los primeros volúmenes del Diccionario
Biográfico Español. Los mitos y leyendas construidos
durante los años posteriores a la Guerra Civil por los golpistas y
rejuvenecidos por parte de la derecha española durante la democracia se
disfrazaron de verdad absoluta bajo el manto de la RAH a cargo
de los Presupuestos Generales del Estado (6,4 millones de
euros). Más que un diccionario, la obra pareció una burla de proporciones
históricas.
En tal diccionario nunca se definió a
Franco como un dictador y sí como un “valeroso militar” y
el franquismo fue calificado de “autoritario, pero no
totalitario". El golpe de Estado del 18 de julio fue
denominado “alzamiento” y la Guerra Civil fue sustituida a menudo por otros
términos como “cruzada” o "guerra de liberación". Pero el
revisionismo fue aun más lejos. A la salvaje represión ocurrida
en Badajoz tras ser conquistada por los franquistas se la denominó
"normalizar la vida ciudadana". En definitiva, todo un panfleto digno de
ser firmado por el mismísimo Fraga durante sus años como ministro de
Información.
La obra trata de sintetizar y
esclarecer las razones que propiciaron que el golpe de Estado se produjera
exactamente el 18 de julio
La historiografía española, agraviada
ante el despropósito financiado por el erario público, se puso desde el primer
momento manos a la obra para desmontar las afirmaciones y falacias que el
diccionario vierte. En abril vio la luz En el combate por la historia (Editorial
Pasado y presente) y esta semana ha llegado a las librerías Los mitos del 18 de julio(Crítica), “uno de los mayores
y más completos esfuerzos de demolición de ciertas
interpretaciones sobre el golpe, y la guerra civil que sobrevino a
continuación”, según escribe en el prólogo Francisco Sánchez Pérez,
coordinador de la obra, en la que también participan los historiadores Fernando
Puell de la Villa, Julio Aróstegui, Eduardo González Calleja,
Hilari Raguer, Xosé M. Núñez Seixas, Fernando Hernández Sánchez y José Luis Ledesma.
La obra trata de sintetizar y
esclarecer las razones que propiciaron que el golpe de Estado se produjera
exactamente el 18 de julio, el papel que desarrollaron en la sublevación el
cuerpo civil y militar, la idea revolucionaria de las
izquierdas y la contrarrevolucionaria de las derechas, el peso
de la defensa del catolicismo y de la nación entre los sublevados, la presunta
amenaza comunista y la realidad de la España de 1936. En definitiva, un libro
que planta batalla al revisionismo de derechas que
descalifica la República para legitimar la rebelión militar.
A modo de decálogo pueden enumerarse una lista de
diez falsos mitos creados por el franquismo y sus herederos ideológicos con el
propósito de justificar el golpe de Estado militar.
1. La II República no fue un desastre
“La República no fue un fracaso que
conducía inexorablemente a una guerra” sino que fue “destruida por un
golpe militar” que, al contar con la connivencia de un país extranjero y no
triunfar en buena parte del país y en la capital, se encaminó automáticamente
a la guerra civil. La República fue una democracia de
entreguerras de nueva creación y como otras muchos democracias europeas de
Europa tuvo que lidiar por un lado con la derecha autoritaria, fascinada por la experiencia fascista, y con la
izquierda obrera que consideraba, de manera habitual, que la democracia era
incompatible con el capitalismo.
Durante los años de dictadura
franquista, el régimen justificó el golpe de Estado por “el peligro comunista”. Sin embargo, las
justificaciones conservadores han ido evolucionando de manera que es cada vez
más habitual oír a los políticos de derechas nombrar el supuesto fracaso de la
República como causa directa y sustancial de la guerra y nunca culpar de la
misma el golpe de Estado militar que degeneró en una guerra civil.
Durante los años de dictadura
franquista, el régimen justificó el golpe de Estado por “el peligro comunista”
Las justificaciones de la guerra
civil de la derecha ya no son los rojos y marxistas sino los mismos políticos
republicanos. Como ejemplo sirve la entrevista que Manuel Fraga concedió
a El País en 2007 en la que aseguró: “Pero los
muertos amontonados son de una guerra civil en la que toda responsabilidad,
toda, fue de los políticos de la II República.
¡Toda!”. En esta misma línea se manifestó Esperanza Aguirre en un
artículo publicado recientemente en ABC en el que afirmó: “La "II República fue un auténtico desastre para España y los
españoles (…). Muchos políticos republicanos utilizaron el
régimen recién nacido para intentar imponer sus proyectos y sus ideas -en
algunos casos, absolutamente totalitarias- a los demás, y que faltó generosidad y patriotismo".
2. El asesinato de Calvo Sotelo no
precipitó nada
El hecho de que el golpe de Estado se
produjera el 18 de julio no tiene nada que ver con el asesinato de Calvo
Sotelo, que se produjo el día 13 de julio de 1936 y conocido el día 14. Su
muerte, señala la obra “no precipitó nada” y “no tiene nada que
ver”.
De hecho, hubo un proyecto de
atentado terrorista contra la vida de Azaña, como respuesta al asesinato de
Calvo Sotelo, que fue abortado por los militares golpistas que se encontraban
en la capital. “Prohibido terminantemente. Todo está preparado en Madrid y
eso podría echarlo a perder”, le dijo el coronel Ortiz de Zárate a
Eusebio Vegas Latapié, cabecilla del proyecto.
3. La fecha del golpe dependía del
apoyo fascista.
La fecha de inicio del golpe está
ligada a la promesa de intervención de la Italia fascista de Mussolini,
con la que los monárquicos, liderados por Calvo Sotelo, suscribieron el día 1
de julio un acuerdo para la compra de una “espectacular cantidad de
material bélico de primer nivel”. Estos contratos de venta de armas
y promesa de intervención fueron firmados en Roma por Pedro Sainz Rodríguez con
el apoyo personal de Antonio Goicoechea y “el más que probable conocimiento de
Calvo Sotelo”.
De hecho, la obra reproduce tales
contratos, conseguidos por el historiador Ángel Viñas, que
hasta ahora estaban inéditos, a pesar de encontrarse en archivos españoles,
“quizá negligentemente olvidados o convenientemente evitados”, explica el
coordinador Francisco Sánchez.
4. No existen las dos Españas
destinadas a enfrentarse
El hecho de que la ejecución del
golpe de Estado dependiera de la llegada del armamento italiano permite al
historiador Ángel Viñas desmontar otro mito repetido cientos de veces: la
guerra civil no se produjo simplemente por cuestiones internas sino que contó
con la connivencia de la Italia fascista, sin la cual “aquel golpe medio conseguido, medio fracasado” no
se hubiese transformado en una guerra civil.
Los contratos conseguidos por Viñas
muestran como Italia facilitó a España “más de 40 aviones, miles de bombas,
gasolina etilada, ametralladoras y proyectiles”
La participación italiana no se
produce, por tanto, una vez iniciada la contienda sino que su apoyo previo al
golpe fue fundamental para las esperanzas golpistas. Los contratos conseguidos
por Viñas muestran como Italia facilitó a España “más de 40 aviones, miles de
bombas, gasolina etilada, ametralladoras y proyectiles”
sin los cuales los militares sublevados no hubieran podido iniciar una guerra
civil.
“Esta tesis desbarata completamente
la idea apocalíptica que ha acompañado durante décadas, y que creó cuerpo
historiográfico, de las dos Españas destinadas a enfrentarse, del guerracivilismo como una realidad endémica del país y
en particular de que hubiese una guerra civil no declarada dentro de la
sociedad española en los años treinta”, escribe Sánchez.
5. Los civiles monárquicos jugaron un
papel crucial
El golpe del 18 de julio no solo fue
obras de militares sino también de civiles, en particular de los monárquicos de Calvo Sotelo, que tuvieron un papel
sustancial para que el golpe triunfase, y no meramente de apoyo. “Sin la trama
civil interna, en una palabra, los militares golpistas quizá no hubiera tenido
existo”, escribe Viñas.
La importancia de los civiles radica
en tres aspectos. En primer lugar, sin el apoyo del partido alfonsino,
Renovación Española, liderado por Calvo Sotelo, los golpistas
probablemente nunca hubieran conseguido el apoyo
armamentístico de la Italia fascista. En segundo lugar, la trama
civil, según argumenta Viñas, fue fundamental para la preparación de la
sublevación de Franco en los términos exactos que este había diseñado para
Canarias.
En tercer y último lugar, la trama
civil fue esencial para crear las condiciones necesarias y suficientes para que
pudiera florecer el movimiento insurrecional. La responsabilidad, en este caso,
recaía en políticos y grupos de acción directa que debían conseguir “la deshumanización del adversario político”, “la
provocación sistemática de la izquierda” y el estímulo y excitación de los propios
partidarios”.
6. La defensa de la Iglesia y del
catolicismo no existió en el diseño y ejecución del golpe
Entre las motivaciones alegadas por
los militares en sus bandos de guerra iniciales de julio de 1936 (incluido el
del propio Franco) no se cita ni una sola vez la recurrente“persecución religiosa” ni tampoco hay clérigos
entre los conspiradores. “Nadie se creía en julio de 1936 que los militares
rebeldes comenzasen semejantes fusilamientos masivos en defensa de la
religión”, opina Sánchez.
No fue hasta bastantes meses después
del golpe cuando la propaganda de los rebeldes utiliza la defensa de la
religión para justificar la guerra civil.
No fue hasta bastantes días después
cuando la propaganda de los rebeldes utiliza la defensa de la religión para justificar
la guerra civil. Otra cosa es la postura de la mayoría
de los obispos, que apoyaron el golpe casi de inmediato, ofreciendo
un respaldo ideológico formidable motivados, en su mayoría, por la defensa de
sus privilegios casi feudales. Los obispos españoles fueron los encargados de
bautizar a la guerra como cruzada, pero cabe recordar que ningún papa utilizado
el término cruzada para referirse a la guerra civil.
Mucho más que la religión, la
justificación invocada por los golpistas era la amenaza
de la revolución comunista y la de defensa de la nación española frente
a los separatismos. La defensa de la religión no se sitúa en el mismo escalón
que la defensa de la patria hasta el 8 de septiembre cuando fue publicado en el
Boletín Oficial de la Junta de Defensa de Burgos.
7. No había ninguna revolución
comunista en marcha.
Durante 39 años de dictadura
franquista, el régimen señaló repetidamente que la sublevación militar fue la
respuesta aun inminente levantamiento comunista.
El anticomunismo sirvió a Franco para legitimar la insurrección contra el
gobierno legítimo, presentándola como una contrarrevolución preventiva.
El número de empresarios y
propietarios que fueron asesinados en los meses anteriores al 18 de julio es
ínfimo
Basta para desmentir estas teorías
conspiratorias la propia declaración del entonces embajador estadounidense,
Claude Bowers, que recoge la obra: “A aquellos que fuera de España después
tuvieron que escuchar con machacona insistencia la calumnia fascista de que la
rebelión era para impedir una revolución comunista, puede sorprenderles saber
que durante tres años y medio nuca oí semejante sugestión de
nadie, mientras, por el contrario, todos hablaban confidencialmente de un golpe
de Estado militar”.
Los motivos que llevaron a la
sublevación a los militares fue frenar en seco las reformas progresistas, y
democráticas, diseñadas en el primer bienio de la II República. Es decir, la
reforma agraria, los estatutos de autonomía y la reforma militar. De hecho,
a pesar de la existencia de muchos discursos revolucionarios en la
España de los 30, no solo obreros sino también burgueses,
ninguna organización republicana u obrera se puso manos a la obra para
subvertir el orden constitucional en la primavera de 1936.
8. El golpe de Estado militar sí que
prevé un plan de conquista del poder y de la guerra.
Las derechas contrarrevolucionarias
o antiliberales y ciertos sectores militares sí se pusieron
manos a la obra para subvertir el orden constitucional y recabaron con éxito la
intervención internacional de la Italia fascista antes del golpe, es decir,
hicieron todo aquello de lo que acusaban falsamente a la izquierda republicana
y obrera. Prueba de ellos son los contratos anteriormente mencionados; los
planes de Mola que hacían referencia a una sublevación “sangrienta” que
debía llevar a las tropas desde el extrarradio de la península a Madrid, ya que
como predijo el propio militar: el golpe fracasaría en Madrid y
Barcelona.
9. En la primavera de 1936 no existía
el terror rojo
“No había ninguna dinámica de
exterminio ni liquidación de los enemigos de clase que pudiera continuarse
después del 18 de julio, es decir, no se asesinaba a las gentes de
orden”. Para demostrar esta afirmación y desmontar el mito del
terror rojo en la primavera del '36, el coordinador de la obra Francisco
Sánchez recurre a los datos. El número de empresarios y propietarios que fueron
asesinados en los meses anteriores al 18 de julio es ínfimo y el de religiosos
inexistente. “Por lo que sabemos murieron más empresarios
entre 1919 y 1923 en toda España que en la primavera de 1936”,
asegura Sánchez, quien añade que en 1923 fue asesinado un arzobispo y un
cardenal (Soldevila). “Lo que no ocurrió en toda la República”,
sentencia.
10. La URSS o la Komintern no
planeaban ninguna intervención en España
La Unión Soviética, en contacto
directo con el PCE, no tenía prevista una intervención revolucionaria en
España. De hecho, en ningún lugar de Europa entre 1918 y 1939 triunfó ninguna
revolución obrera ni hubo ninguna “expansión comunista”,
pues el comunismo “no pudo o no supo salir de la URSS”.
Las pruebas que en este sentido
ofrecieron los conspiradores fueron una serie de documentos cuya autoría se
desconoce a “ciencia cierta”, pero que
“diversos indicios permiten endosárselas al propio Mola”. Estos documentos
venían a señalar el inicio de una revolución soviética en el verano del
'36. No obstante, una vez iniciada la guerra, esos documentos que habían
sido el hazmerreír de muchos cuando se hicieron públicos, se transformaron en
una de las principales herramientas propagandísticas del bando franquista. “Y
sorprendentemente, todavía hoy continúan siendo esgrimidos por algunos para
justificar la rebelión militar”, sentencia
Sánchez.