martes, 4 de febrero de 2020

Saber Delimitar

¿Cuántas veces has llegado a la conclusión de que tienes que poner límites en alguna relación pero no sabes cómo hacerlo?

¿Recuerdas la de veces que has ido con la convicción de establecer tus límites pero en el último momento te has echado atrás?
¿Y aquellas ocasiones en las que has marcado bien los límites pero luego te has quedado con un sentimiento de culpabilidad?
Muchas, ¿verdad?
Y es que nadie nos enseñó cuál es equilibrio perfecto para relacionarnos, sin invadirnos los unos a los otros, manteniendo en todo momento el respeto mientras ganamos en confianza y cercanía.

Lo Que Se Dice

Más allá de “dimes y diretes” en los que nos encontramos estos días, lo que hay que exigir a quienes tienen que gestionar la “cosa pública”, es que den respuesta a los desarrollos sociodemográficos, al cambio climático, a la revolución digital, a los cambio tecnológicos y a la globalización de los mercados, que está llevando seguramente al paso de la Edad Contemporánea a otra Era que los historiadores dentro de unas décadas la llamarán como quieran, posiblemente la Edad de la robótica o de la tecnología, pero no podemos permitir que el análisis que realicen de esta transición, concluya con que esta generación no estuvo a la altura de las circunstancias, porque se nos había olvidado el factor humano.

Y es que en estos últimos 10 años no se han resuelto bien los problemas que la crisis económica y social ha creado a una gran parte de la población. Ahí también tenemos que buscar la causa de algunas reacciones de desconfianza en las instituciones que existen en muchos segmentos de la sociedad, o ¿qué creemos que hay en fenómenos como el BREXIT o en el ascenso de opciones políticas antisistema?

¡Claro! Es que tenemos que dar respuesta a un mundo laboral cada día más complejo, en el que 9 millones de personas se van a jubilar en este país en los próximos 10 años, a los que habrá que sustituir por nuevos trabajadores con competencias profesionales y personales distintas y dentro de este mismo reto demográfico, también hay que dar respuesta a la realidad de que el 87% de la población en este país reside en entornos urbanos, con el consiguiente despoblamiento del mundo rural.

Un complejo mundo laboral en el que en términos de igualdad plena, deben estar las mujeres y los inmigrantes, por razones fundamentalmente de dignidad, pero también por eficiencia económica.

El Altruismo


Altruista es un adjetivo que define a una persona que practica el altruismo, es decir, que es dedicada a los demás. El altruismo también se ve como sinónimo de filantropía y solidaridad. El término altruista proviene del francés antiguo altrui, que significa de los otros.

El término altruismo fue creado por el filósofo francés Auguste Comte en 1851 para designar una actitud solidaria opuesta al egoísmo. Es como el amor al prójimo abordado por el cristianismo, aunque no se basa en lo sobrenatural. El filósofo alemán Ludwig Feuerbach también defendió este concepto, a pesar de no utilizar la palabra altruismo literalmente.

Una persona altruista tiene una actitud altruista, o sea, tiene un comportamiento que aumenta las probabilidades de supervivencia de otros a costa de una reducción de las propias, un comportamiento de ayuda a los compañeros que están en peligro, un sacrificio personal por el beneficio de otros, es la preocupación o atención desinteresada por el otro o los otros.

Es por lo anterior que se usa el amor altruista que, a pesar de ser una redundancia porque el altruismo es necesariamente amor y el amor es necesariamente altruista, refuerza ambos términos porque a pesar de estar interligados son conceptos diferentes. El altruismo también se define como una acción que usa la cabeza y el corazón.

El altruismo no es una característica única del ser humano, también se puede encontrar en los animales, especialmente en los más evolucionados. El altruismo, en etología y en biología evolutiva, se ha observado en las aves (cuervos, por ejemplo) y en los mamíferos.

Un ejemplo de un animal altruista es el delfín, que ayuda a un compañero herido para mantenerse a flote, y lo alimenta y lo proteger de los ataques de los depredadores (como los tiburones).

El antónimo de altruista es egoísta, es una persona que no es altruista, es egocéntrica, es decir, siempre piensa en primer lugar en sus propios intereses y nunca en los de los otros.

Algunas investigaciones muestran que el altruismo aparece en el ser humano al cumplir los 18 meses, al igual que en el chimpancé; lo que sugiere que los seres humanos tienen una tendencia natural a ayudar a los demás.

Pese a esto, cabe destacar que algunos filósofos como John Stuart Mill defendían que el ser humano no es naturalmente altruista, sino que necesita ser educado para llegar a serlo.



El Aquí Y El Ahora


Seguro que has oído hablar de la conciencia o de los estados de conciencia: son conceptos misteriosos y complicados para las personas ajenas a las ciencias cognitivas. En este artículo te resumimos las ideas más importantes: cómo se miden los estados de conciencia, niveles, contenidos, estados alterados de conciencia, etc… de forma sencilla. 

Vivir aquí y ahora. Estar presente parece obvio, y aunque debería serlo, en realidad es la excepción. ¿Por qué? Porque la verdadera presencia es más que estar físicamente en un lugar: es estar conectados con nuestra esencia, que es hermosa e imperturbable.

Lamentablemente, esa paz interior se ve perturbada, a veces violentamente, por nuestros pensamientos y emociones, que nos alejan del momento presente, del aquí y ahora.

“El futuro nos tortura y el pasado nos encadena. He ahí por qué se nos escapa el presente.”
-Gustave Flauvert-

Descartes el famoso filósofo francés del siglo XVII dijo: “Pienso, luego existo”. Esta frase define la forma como el ser humano moderno se identifica a sí mismo: a través de sus ideas y pensamientos. Sin embargo, en la actualidad existen otras visiones que se permiten disentir de tan respetable y erudito pensador.

Y es que, aunque los pensamientos e ideas son poderosos e importantes, no dejan de ser relativos y pasajeros. Es decir, si nos definiéramos a nosotros mismos por lo que pensamos, estaríamos asentando nuestra identidad sobre arenas movedizas.

Así, lo que los demás o incluso nosotros pensamos de nosotros mismos, no nos define, sino que son solo conceptos que no logran abarcar nuestra verdadera esencia. Además, la perorata interminable de pensamientos que constituye nuestro diálogo interno produce un ruido que nos impide escuchar la hermosa melodía que proviene de nuestra presencia y nos mantiene desconectados del momento actual.

Desde que Freud destapó la olla del inconsciente y comenzó a interpretarlo, la psicología comenzó a moldear la forma como percibimos nuestra vida mental y emocional. Como ciencia al fin, está basada en un modelo mecanicista y racional, con énfasis en la patología o enfermedad.

Por lo tanto, si tenemos ciertos síntomas y conductas que se ajustan a ciertos patrones, somos etiquetados, medicados y hasta condenados a “cargar” con una “enfermedad mental” de por vida.
Aunque es innegable que las emociones son parte de nuestra humanidad, estas son igualmente pasajeras y no constituyen la parte más profunda ni real de nuestro ser.

“Las emociones son fenómenos temporales como lo son las tormentas. Siempre pasan, y el imperturbable firmamento reaparece porque en realidad siempre estuvo allí, a pesar de lo escandaloso que haya podido haber sido el fenómeno meteorológico (o psicológico).

Por lo tanto, como diría Eckhart Tolle, autor de El poder del ahora, “no te tomes tus emociones demasiado en serio”. Estas solo se instalan si nos identificamos con ellas y dejamos que se posesionen de nosotros.

No te engañes, tu presencia está por encima de las emociones y es imperturbable. Desde las alturas de la presencia puedes observar la tormenta de tus emociones pasar; acéptalas, siéntelas, pero sin sufrimiento innecesario. Ten la certeza de que la presencia que eres tú es fuente inagotable y permanente de paz y felicidad.

La lista de lo que no eres y te impide el vivir aquí y ahora no se agota con los pensamientos y las emociones. Hay muchas otras cosas que nos desconectan de la presencia, como identificarnos con nuestras habilidades (soy inteligente, o soy tonto), posesiones (soy rico o pobre), logros o títulos (soy ejecutivo, doctor, o delincuente).

Todas estas condiciones van y vienen, y son relativas, pues no son más que conceptos y etiquetas que no son la presencia, que hoy las tenemos y mañana quién sabe.

Sin embargo, nos atormentan, porque nos mantienen alejados del momento presente, que es lo que nos permite conectarnos con nosotros mismos. Así, nos angustiamos por lo que hicimos o dejamos de hacer en el pasado, o nos preocupamos por lo que puede llegar a ocurrir en el futuro.


Entonces, solo es necesario que en este momento abras el presente que tienes en tus manos. Allí encontrarás la presencia, el mejor regalo que puedes darte a ti mismo y a los demás.

El Lobo Nos Enseña


Los lobos son animales extraordinarios, que desde siempre han despertado la curiosidad y la admiración de los humanos. 

Hay muchos mitos y leyendas de diferentes pueblos que aluden a ellos. De hecho, en algunas culturas indígenas norteamericanas en el comienzo fue el lobo. Su mito de la creación dice que los seres humanos vivían bajo la tierra y fueron los lobos los que lo sacaron de ahí. Después los hombres los expulsaron.

Pocos animales tienen un comportamiento tan interesante como el de los lobos. Aúllan bajo la luna, aparentemente sin explicación, y son capaces de transitar enormes extensiones de tierra completamente solos. Pero siempre vuelven a su manada. Son solidarios y fieros a la vez. Son cautos y audaces. Tienen costumbres muy arraigadas y de todas ellas emana un aura de dignidad.

“El lobo es nuestro poder y nuestra fuerza, muchacho. La licantropía no es una maldición, sino un don”.
-Laura Gallego García-

Los seres humanos tenemos una gran afinidad con esta especie. De hecho, puede decirse que los perros son lobos que han permitido que los domestiquen. Su lealtad, su alegría y su capacidad de dar amor son algo que nos conmueve. También esto lo han heredado de los lobos llamados “salvajes”, que, sin embargo, son muy evolucionados.

Al frente de la manada siempre van unos cuantos lobos. A diferencia de los humanos, quienes los guían a todos son los más ancianos y los enfermos. ¿Por qué hacen esto? Simplemente porque la manada valora los conocimientos y la experiencia que ellos tienen. Tenerlos al frente es una manera de cuidarlos, de protegerlos y de aprovechar su sabiduría.

Los demás lobos de la manada siguen a sus mayores y acatan todas sus indicaciones. Los ancianos y enfermos van adelante porque si fueran atrás, posiblemente se rezagarían y terminarían apartados de la manada. Todos caminan al ritmo de los que se mueven con mayor dificultad.

En la segunda línea van los lobos más fuertes. En el centro del grupo van los demás lobos. Al final, en solitario, va el Macho Alfa. Este controla el avance de la manada y decide la dirección desde allí. No va al frente, sino que es el último. 

Precisamente esa figura del Macho Alfa en los lobos es una de la cual muchos “machos” de nuestra cultura podrían aprender.

La Capacidad De Conocer



La naturaleza nos ha dado las semillas del conocimiento, no el conocimiento mismo.
Séneca (2 AC-65) Filósofo latino.

Sólo hay un bien: el conocimiento. Sólo hay un mal: la ignorancia.
Sócrates (470 AC-399 AC) Filósofo griego.

Según vamos adquiriendo conocimiento, las cosas no se hacen más comprensibles, sino más misteriosas.
Albert Schweitzer (1875-1965) Filósofo, médico y escritor alemán.
El conocimiento nos hace responsables.

Ernesto 'Che' Guevara (1928-1967) Revolucionario argentino.

La soberanía del hombre está oculta en la dimensión de sus conocimientos.
Sir Francis Bacon (1561-1626) Filósofo y estadista británico.

El conocimiento viene, la sabiduría se queda.
Alfred Tennyson (1809-1892) Poeta inglés.

Nuestro conocimiento es necesariamente finito, mientras que nuestra ignorancia es necesariamente infinita.
Karl Popper (1902-1994) Filósofo inglés.

El conocimiento si no se sabe aplicar es peor que la ignorancia.
Charles Bukowski (1920-1994) Escritor estadounidense.

La manzana no puede ser vuelta a poner de nuevo en el árbol del conocimiento; una vez que empezamos a ver, estamos condenados y enfrentados a buscar la fuerza para ver más, no menos.
Arthur Miller (1915-2005) Dramaturgo estadounidense.



lunes, 3 de febrero de 2020

Ser Tenaces

Alcanzar un sueño, lograr una meta o conseguir un propósito vital no siempre depende de la suerte. Los auténticos héroes tienen la maestría de la paciencia, el doctorado en la tenacidad y la virtud de la insistencia. Porque quien crea lo contrario se equivoca: hay que luchar por lo que se quiere y quien no lo haga no merece lo que desea.


En la actualidad, son muchos los sociólogos y filósofos que nos advierten de algo muy concreto: estamos inmersos en la cultura de la falta del esfuerzo, de la ausencia de tenacidad. Para justificarlo, argumentan que vivimos un presente regido por la gratificación inmediata, ahí donde las redes sociales o la sociedad del consumismo nos hacen creer que existe un camino fácil y rápido hacia el éxito.

“El 90% del éxito se basa simplemente en insistir”
-Woody Allen-

Si bien es cierto que en una determinada época de nuestra vida puede alimentar la creencia de que todos los sueños tienen atajos o caminos cortos, siempre llega un instante en que la realidad nos abre los ojos con un jarro de agua fría. Ese momento en nuestro ciclo vital es como una inflexión, un cruce de caminos decisivo y determinante.

La tenacidad psicológica, expresada en muchas ocasiones como resiliencia, es la mejor estrategia que podemos aplicar en estos casos. Estamos ante una herramienta de crecimiento personal donde confluyen múltiples procesos emocionales y cognitivos en los que invertir tiempo y esfuerzo. Lo que de ella podemos obtener, no tiene límites. Te proponemos profundizar en este tema tan útil como enriquecedor.

La adversidad y la tenacidad intelectual
Simon Sinek es un escritor, motivador británico y experto en liderazgo que expuso una serie de hechos en una entrevista sobre los Millenials (generación nacida a partir de 1984) que se convirtió, al poco, en viral. Según este autor, nuestros jóvenes son ese grupo poblacional brillantemente preparado a quienes se les prometió éxito y felicidad. Sin embargo, el actual mercado laboral dista mucho de poder dar respuesta a estas expectativas.

La insatisfacción y la falta de un proyecto vital determinan que los índices de depresión sean cada vez más elevados entre todos estos chicos con edades comprendidas entre los 20 y los 33 años. 

Por otro lado, y según el propio Simon Sinek, a ello se le suman otras dimensiones que intensifican aún más esta realidad social y psicológica: adicción a las redes sociales, la baja autoestima, la poca resistencia a la frustración y la falta de paciencia y tenacidad.

Ahora bien, queda claro que hay muchas diferencias personales entre nuestros jóvenes. Los hay perseverantes, exitosos, tenaces y también quienes se sumen en su universo de pasividad. 

Sin embargo, existe un dato que admite poca réplica: la sociedad actual exige ahora aptitudes distintas a las de hace solo unos años; unas aptitudes que todos -jóvenes y no tan jóvenes tenemos que tener desarrolladas en alguna medida si queremos ser competitivos.

El Bien De Todos

El bien común es un término que se refiere a todo aquello que puede dar beneficios a todas las personas, dentro de una comunidad todos sus integrantes pueden ser beneficiados por estos bienes los cuales pueden ser materiales o también pueden tratarse de cosas intangibles como la seguridad ciudadana o los centros de asistencia médica gratuitos, en este caso son los estados de los países quienes se dedican a promover este tipo de bienes buscando una mejor calidad de vida para todos sus miembros, incluso en el campo de la filosofía se considera el bien común aunque con una connotación más profunda como pueden ser los bienes de tipo simbólicos y abstractos.


Una característica del bien común es que no se puede determinar por el conjunto de bienes que cada persona puede aportar, es de un tipo más bien imperceptible a la vista y los demás sentidos y que puede lograrse mediante la aportación de los integrantes de una comunidad, en el campo de la política se puede definir el bien común como algo que es mucho más que el bien individual y de hecho el filósofo Platón fue quien le dio dicha definición mientras que Aristóteles por su lado le aportó un toque más moral y esto debido a que según él creía todas las personas tienen una tendencia natural hacia el bien aunque se vincula con el de otros miembros de la comunidad por lo que tiene una importante influencia en la política.

El bien común, se construye desde la imperfección, por la sencilla razón de que es construido por las personas, contando con ellas, responsabilizándonos unos de otros, unas de otras. Por eso, tampoco se puede admitir que todos estemos en el mismo saco: conozco y conocemos a mucha gente que, día sí y día también, se compromete al servicio de los demás, que es gente noble, comprometida que está en partidos políticos, en sindicatos, en el movimiento feminista, ecologista, vecinal; que pelea todos los días, que se lo cree y que lo hace como mejor sabe y puede, que se forma para hacerlo un poco mejor y que incluso se equivoca, pero que sabe rectificar y avanzar y ponerse de nuevo en camino. 

No todo puede ser desprestigiado de la forma que se está haciendo, hay que tener también sentido común para saber distinguir entre instituciones, ambientes o personas que “se sirven de”, a quienes construyen para el bien común. Creo en la madurez y en la responsabilidad de la gente, como creo que estamos llamados a seguir responsabilizándonos unos de otros para mejorar nuestra sociedad y eso pasa por la permanente conversión personal, esa que nos va transformando para crecer, junto al otro, en un buen lugar. 

Dependerá de hechos concretos el convertir el poder de la gente en mejoras del bien común.
El bien común es un término que se refiere a todo aquello que puede dar beneficios a todas las personas, dentro de una comunidad todos sus integrantes pueden ser beneficiados por estos bienes los cuales pueden ser materiales o también pueden tratarse de cosas intangibles como la seguridad ciudadana o los centros de asistencia médica gratuitos, en este caso son los estados de los países quienes se dedican a promover este tipo de bienes buscando una mejor calidad de vida para todos sus miembros, incluso en el campo de la filosofía se considera el bien común aunque con una connotación más profunda como pueden ser los bienes de tipo simbólicos y abstractos.

Una característica del bien común es que no se puede determinar por el conjunto de bienes que cada persona puede aportar, es de un tipo más bien imperceptible a la vista y los demás sentidos y que puede lograrse mediante la aportación de los integrantes de una comunidad, en el campo de la política se puede definir el bien común como algo que es mucho más que el bien individual y de hecho el filósofo Platón fue quien le dio dicha definición mientras que Aristóteles por su lado le aportó un toque más moral y esto debido a que según él creía todas las personas tienen una tendencia natural hacia el bien aunque se vincula con el de otros miembros de la comunidad por lo que tiene una importante influencia en la política.

El bien común, se construye desde la imperfección, por la sencilla razón de que es construido por las personas, contando con ellas, responsabilizándonos unos de otros, unas de otras. Por eso, tampoco se puede admitir que todos estemos en el mismo saco: conozco y conocemos a mucha gente que, día sí y día también, se compromete al servicio de los demás, que es gente noble, comprometida que está en partidos políticos, en sindicatos, en el movimiento feminista, ecologista, vecinal; que pelea todos los días, que se lo cree y que lo hace como mejor sabe y puede, que se forma para hacerlo un poco mejor y que incluso se equivoca, pero que sabe rectificar y avanzar y ponerse de nuevo en camino. 

No todo puede ser desprestigiado de la forma que se está haciendo, hay que tener también sentido común para saber distinguir entre instituciones, ambientes o personas que “se sirven de”, a quienes construyen para el bien común. Creo en la madurez y en la responsabilidad de la gente, como creo que estamos llamados a seguir responsabilizándonos unos de otros para mejorar nuestra sociedad y eso pasa por la permanente conversión personal, esa que nos va transformando para crecer, junto al otro, en un buen lugar. 

Dependerá de hechos concretos el convertir el poder de la gente en mejoras del bien común.



Normas De Convivencia


El respeto, el diálogo y la responsabilidad son solo algunos de los valores que los expertos recomiendan a los padres y educadores fomentar en los más pequeños. Estos son parte fundamental en la formación y representan las referencias vitales que conviene inculcar para que las personas crezcan de forma integral, convivan armónicamente con los demás y tengan una vida más feliz.

Igualmente, estos elementos significan los soportes que sostienen a la cultura e impulsan el desarrollo de los potenciales humanos, por lo que, si bien los colegios y universidades tienen parte de la responsabilidad, los padres y las familias también están en la obligación de compartir el compromiso de su enseñanza.

“Tener una buena formación en valores nos ayuda a desarrollar todas nuestras habilidades intelectuales y talentos, pero no se puede esperar que sean las instituciones las encargadas de que los estudiantes se desarrollen en esta materia, que debe ser una preocupación de toda la familia”, asegura Henry Condía, profesor de Ética de la Universidad del Rosario.

“La enseñanza de valores es fundamental para que las personas encuentren el sentido de su vida y, en el caso de los jóvenes, estos cumplen la misma función que una brújula, pues les muestran la ruta que deben tomar en su vida, ruta cuyo último objetivo es alcanzar la felicidad”, agrega Condía.

Por su parte, Francesc Torralba, director de la cátedra Ethos de Ética aplicada de la Universidad Ramón Llull de Barcelona (España), agrega que la importancia de los valores también está en que estos apuntan a la necesidad de prestarle atención a lo inmaterial en un mundo cada vez más volcado hacia el consumismo.

“El mejor legado que podemos dejar en herencia a nuestros hijos no son los bienes materiales, sino los intangibles, los cuales les trasmitimos informalmente a través de la vida cotidiana, del contacto diario con ellos, del ejemplo, y del testimonio que les comunicamos. Aquí se incluyen todos los valores y principios”, señala Torralba.

Para el académico, “los padres y educadores tienen que implicarse activamente en la apasionante y compleja tarea de ayudar a crecer a sus hijos y alumnos, y en la ardua y extraordinaria aventura de educarlos”.

Jesús Blanquet, licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de Barcelona y autor del libro Avanzar en valores, asegura que, aunque la misión de transmitir valores no es fácil, tampoco es imposible si se tienen ideas claras de lo que se pretende y “se actúa con sentido común, paciencia y afecto”.

Según este pedagogo, “la familia debe ser la primera escuela de valores, pues esta sigue siendo el espacio idóneo para que los hijos reciban los consejos y las orientaciones más importantes para la vida”.

En ese sentido, Condía recalca que los valores y principios son una fórmula efectiva para eliminar formas de violencia como el bullying o acoso escolar, que ponen en peligro la convivencia en los colegios y otros espacios vitales.

“La igualdad, la solidaridad, la libertad y el respeto son las mejores armas para que los niños entiendan que es posible compartir con los otros por más versátiles que sean nuestras posturas y opiniones”, finaliza el experto.

Cinco valores fundamentales y consejos para fomentarlos
Respeto
Respetar es manifestar consideración, atención, afecto y valoración hacia las personas con las que nos relacionamos. Esta acción tiene que ser compartida: todos debemos respetar y esperar lo mismo hacia nosotros. No importa quién dé el primer paso.
La clave: siempre demostrar respeto en las relaciones con las otras personas. Así, se logrará el aprecio de los demás y se evitarán posibles conflictos con los semejantes, lo cual facilita la convivencia.
Diálogo
Es la clave de la convivencia, que aunque es una necesidad humana, nunca es sencilla y debe construirse y reconstruirse cada día. Una buena capacidad de diálogo debe suponer saber escuchar más que saber hablar.
La clave: cuando hable con un amigo, hay que escucharlo atentamente y no interrumpirlo. De esta manera, se conseguirá entenderlo mejor y ponerse en su lugar, manteniendo un verdadero diálogo. La otra persona sabrá apreciarlo.
Responsabilidad
Es la capacidad que cada persona tiene para conocer y aceptar las consecuencias de sus palabras y actos; implica la capacidad de sentirse urgido a dar respuesta o a cumplir un deber sin recibir ninguna presión externa.
La clave: si hay un compromiso de ayudar a alguien y en el momento de hacerlo se duda entre cumplir la promesa o hacer otra cosa, dejando plantado al otro, se demostrará inmadurez; en cambio, si se cumple, seremos dignos de confianza.
Austeridad
La sociedad consumista no debe hacernos olvidar que cada persona debe adaptarse a sus posibilidades económicas. Tenemos que ser consumidores críticos, conscientes de la necesidad de inculcar el ahorro en nuestros hijos.
La clave: si ve algo en una tienda que quiere, pero no lo necesita y es un capricho pasajero, no se debe caer en la tentación de la compra compulsiva. Así se puede vencer el consumismo que agobia a la sociedad.

Actitud crítica
Adoptar una actitud crítica ante un hecho es analizar y valorar sus características y consecuencias en función de las circunstancias y del contexto en que este se ha producido, y de los propios valores.

La clave: si se oye, ve o lee una noticia u opinión, y no se asume su contenido porque entra en conflicto con la manera propia de ver las cosas, hay que aplicar el sentido crítico para no dejarnos manipular.


Integrados

En un mundo pletórico de datos, frases e íconos. La percepción que los seres humanos tenemos de nosotros mismos ha cambiado, en vista de que se ha modificado la apreciación que tenemos de nuestro entorno. Nuestra circunstancia no es más la del barrio o la ciudad en donde vivimos, ni siquiera la del país en donde radicamos. Nuestros horizontes son, al menos en apariencia, de carácter planetario.
Eso no significa que estemos al tanto de todo lo que sucede en todo el mundo. Lo que ocurre es que entre los numerosos mensajes que recibimos todos los días, se encuentran muchos que provienen de latitudes tan diversas y tan lejanas que, a menudo, ni siquiera acertamos a identificar con claridad en dónde se encuentran los sitios de donde provienen tales informaciones.
Se habla mucho de la Sociedad de la Información. ¿Qué rasgos la definen? ¿En qué aspectos resulta novedosa? ¿En qué medida puede cambiar la vida de nuestros países? ¿Qué limitaciones tiene ese nuevo contexto? En estas páginas queremos dar respuestas iniciales a esas interrogantes.
Diez rasgos de la Sociedad de la Información
A ese nuevo contexto lo definen características como las siguientes.
Exuberancia.. Disponemos de una apabullante y diversa cantidad de datos. Se trata de un volumen de información tan profuso que es por sí mismo parte del escenario en donde nos desenvolvemos todos los días.
Omnipresencia. Los nuevos instrumentos de información, o al menos sus contenidos, los encontramos por doquier, forman parte del escenario público contemporáneo (son en buena medida dicho escenario) y también de nuestra vida privada. Nuestros abuelos (o bisabuelos, según el rango generacional en el que estemos ubicados) fueron contemporáneos del surgimiento de la radio, se asombraron con las primeras transmisiones de acontecimientos internacionales y tenían que esperar varios meses a que les llegara una carta del extranjero; para viajar de Barcelona a Nueva York lo más apropiado era tomar un buque en una travesía de varias semanas. La generación siguiente creció y conformó su imaginario cultural al lado de la televisión, que durante sus primeras décadas era sólo en blanco y negro, se enteró con pasmo y gusto de los primeros viajes espaciales, conformó sus preferencias cinematográficas en la asistencia a la sala de cine delante de una pantalla que reflejaba la proyección de 35mm y ha transitado no sin asombro de la telefonía alámbrica y convencional a la de carácter celular o móvil. Los jóvenes de hoy nacieron cuando la difusión de señales televisivas por satélite ya era una realidad, saben que se puede cruzar el Atlántico en un vuelo de unas cuantas horas, han visto más cine en televisión y en video que en las salas tradicionales y no se asombran con la Internet porque han crecido junto a ella durante la última década: frecuentan espacios de chat, emplean el correo electrónico y manejan programas de navegación en la red de redes con una habilidad literalmente innata. Esa es la Sociedad de la Información. Los medios de comunicación se han convertido en el espacio de interacción social por excelencia, lo cual implica mayores facilidades para el intercambio de preocupaciones e ideas pero, también, una riesgosa supeditación a los consorcios que tienen mayor influencia, particularmente en los medios de difusión abierta (o generalista, como les llaman en algunos sitios).
Irradiación. La Sociedad de la Información también se distingue por la distancia hoy prácticamente ilimitada que alcanza el intercambio de mensajes. Las barreras geográficas se difuminan; las distancias físicas se vuelven relativas al menos en comparación con el pasado reciente. Ya no tenemos que esperar varios meses para que una carta nuestra llegue de un país a otro. Ni siquiera debemos padecer las interrupciones de la telefonía convencional. Hoy en día basta con enviar un correo electrónico, o e-mail, para ponernos en contacto con alguien a quien incluso posiblemente no conocemos y en un país cuyas coordenadas tal vez tampoco identificamos del todo.
Velocidad. La comunicación, salvo fallas técnicas, se ha vuelto instantánea. Ya no es preciso aguardar varios días, o aún más, para recibir la respuesta del destinatario de un mensaje nuestro e incluso existen mecanismos para entablar comunicación simultánea a precios mucho más bajos que los de la telefonía tradicional.
Multilateralidad / Centralidad. Las capacidades técnicas de la comunicación contemporánea permiten que recibamos información de todas partes, aunque lo más frecuente es que la mayor parte de la información que circula por el mundo surja de unos cuantos sitios. En todos los países hay estaciones de televisión y radio y en muchos de ellos, producción cinematográfica.. Sin embargo el contenido de las series y los filmes más conocidos en todo el mundo suele ser elaborado en las metrópolis culturales. Esa tendencia se mantiene en la Internet, en donde las páginas más visitadas son de origen estadounidense y, todavía, el país con más usuarios de la red de redes sigue siendo Estados Unidos.
Interactividad / Unilateralidad. A diferencia de la comunicación convencional (como la que ofrecen la televisión y la radio tradicionales) los nuevos instrumentos para propagar información permiten que sus usuarios sean no sólo consumidores, sino además productores de sus propios mensajes. En la Internet podemos conocer contenidos de toda índole y, junto con ello, contribuir nosotros mismos a incrementar el caudal de datos disponible en la red de redes. Sin embargo esa capacidad de la Internet sigue siendo poco utilizada. La gran mayoría de sus usuarios son consumidores pasivos de los contenidos que ya existen en la Internet.
Desigualdad. La Sociedad de la Información ofrece tal abundancia de contenidos y tantas posibilidades para la educación y el intercambio entre la gente de todo el mundo, que casi siempre es vista como remedio a las muchas carencias que padece la humanidad. Numerosos autores, especialmente los más conocidos promotores de la Internet, suelen tener visiones fundamentalmente optimistas acerca de las capacidades igualitarias y liberadoras de la red de redes (por ejemplo Gates: 1995 y 1999 y Negroponte, 1995). Sin embargo la Internet, igual que cualquier otro instrumento para la propagación y el intercambio de información, no resuelve por sí sola los problemas del mundo. De hecho, ha sido casi inevitable que reproduzca algunas de las desigualdades más notables que hay en nuestros países. Mientras las naciones más industrializadas extienden el acceso a la red de redes entre porcentajes cada vez más altos de sus ciudadanos, la Internet sigue siendo ajena a casi la totalidad de la gente en los países más pobres o incluso en zonas o entre segmentos de la población marginados aún en los países más desarrollados.
Heterogeneidad. En los medios contemporáneos y particularmente en la Internet se duplican –y multiplican– actitudes, opiniones, pensamientos y circunstancias que están presentes en nuestras sociedades. Si en estas sociedades hay creatividad, inteligencia y arte, sin duda algo de eso se reflejará en los nuevos espacios de la Sociedad de la Información. Pero de la misma manera, puesto que en nuestras sociedades también tenemos prejuicios, abusos, insolencias y crímenes, también esas actitudes y posiciones estarán expresadas en estos medios. Particularmente, la Internet se ha convertido en foro para manifestaciones de toda índole aunque con frecuencia otros medios exageran la existencia de contenidos de carácter agresivo o incómodo, según el punto de vista de quien los aprecie.
Desorientación. La enorme y creciente cantidad de información a la que podemos tener acceso no sólo es oportunidad de desarrollo social y personal. También y antes que nada, se ha convertido en desafío cotidiano y en motivo de agobio para quienes recibimos o podemos encontrar millares de noticias, símbolos, declaraciones, imágenes e incitaciones de casi cualquier índole a través de los medios y especialmente en la red de redes. Esa plétora de datos no es necesariamente fuente de enriquecimiento cultural, sino a veces de aturdimiento personal y colectivo. El empleo de los nuevos medios requiere destrezas que van más allá de la habilidad para abrir un programa o poner en marcha un equipo de cómputo. Se necesitan aprendizajes específicos para elegir entre aquello que nos resulta útil, y lo mucho de lo que podemos prescindir.
Ciudadanía pasiva. La dispersión y abundancia de mensajes, la preponderancia de los contenidos de carácter comercial y particularmente propagados por grandes consorcios mediáticos y la ausencia de capacitación y reflexión suficientes sobre estos temas, suelen aunarse para que en la Sociedad de la Información el consumo prevalezca sobre la creatividad y el intercambio mercantil sea más frecuente que el intercambio de conocimientos. No pretendemos que no haya intereses comerciales en los nuevos medios –al contrario, ellos suelen ser el motor principal para la expansión de la tecnología y de los contenidos–. Pero sí es pertinente señalar esa tendencia, que se ha sobrepuesto a los proyectos más altruistas que han pretendido que la Sociedad de la Información sea un nuevo estadio en el desarrollo cultural y en la humanización misma de nuestras sociedades.

La Sociedad de la Información es expresión de las realidades y capacidades de los medios de comunicación más nuevos, o renovados merced a los desarrollos tecnológicos que se consolidaron en la última década del siglo: la televisión, el almacenamiento de información, la propagación de video, sonido y textos, han podido comprimirse en soportes de almacenamiento como los discos compactos o a través de señales que no podrían conducir todos esos datos si no hubieran sido traducidos a formatos digitales. La digitalización de la información es el sustento de la nueva revolución informática. Su expresión hasta ahora más compleja, aunque sin duda seguirá desarrollándose para quizá asumir nuevos formatos en el mediano plazo, es la Internet.



Apariencias


Casi siempre, tendemos a juzgar a las personas por su apariencia, y no esperamos a conocerlas. Y es que, la apreciación externa que hacemos sobre una persona, no siempre es la correcta.

La apariencia es como los demás nos ven y nos perciben: El vestuario, la forma de hablar, como actuamos… pero no podemos reflejar con ella lo que realmente queremos expresar.

Pero cuando conocemos de verdad a una persona, compartimos con ella nuestros pensamientos y descubrimos realmente, la personalidad de cada uno.

Cuando vemos a una persona por primera vez, observamos su aspecto externo. Nos fijamos en su ropa, en su rostro, en sus complementos…y deducimos como es esa persona. Y es que tendemos a juzgar sin conocer.

Cada uno es el responsable de remediarlo ya que, si entablamos una amistad con una persona, vemos como es ella de verdad.

Una película que nos invitó a reflexionar acerca del tema fue "La bella y la bestia". La película nos enseñó que no debíamos juzgar a la bestia por su apariencia sino que debíamos descubrir cómo era ella realmente.

A veces, no nos damos cuenta de lo encantadora que puede ser una persona si la conocemos. Porque solemos fijarnos en el aspecto externo. Las apariencias engañan, y eso, es una realidad.
Los espejismos de las apariencias
Los humanos somos seres complejos, polimorfos, con actitudes, emociones y comportamientos poco coherentes entre sí, --- si no abiertamente contradictorios --- en muchas ocasiones --- lo que hacemos para lograr la supervivencia en un modo hostil.

Llegamos a estar enamorados de dos personas a la vez, a odiar y apreciar al mismo tiempo a un mismo individuo, a prodigar auténticas ceremonias de hipocresía con nuestra pareja, amigos, compañeros de trabajo o familiares.
Cada día pensamos una cosa y hacemos otra bien distinta. Unas veces actuamos así por no hacer daño a los demás, otras por pura conveniencia, por comodidad...


Vamos modelando nuestra manera de ser en función de lo que los demás esperan de nosotros. Pero las cosas no suceden así por casualidad. Al cabo de los años, vivimos circunstancias en que es más sensato y conveniente "maquillar" nuestro comportamiento, adecuarlo al contexto, ocultar nuestros verdaderos sentimientos, moderarnos en nuestras respuestas o amordazar nuestra espontaneidad en aras de una supuesta convivencia armoniosa --- en otras palabras; nos volvemos manipuladores e hipócritas. 

Puede decirse, que porque lo hacemos sin prestarle la atención más mínima, que la mentira es tan ubicua, que es habitual e irrefrenablemente inconsciente.



Sociales


El ser humano es un ser social por naturaleza. Una sociedad humana es la agrupación sobre un territorio de seres humanos que participan de una misma cultura y de unas mismas instituciones sociales e interaccionan entre sí para el desarrollo de sus intereses comunes y la obtención de sus fines.

La sociedad es el ambiente más íntimo de la experiencia humana.

La existencia concreta de las personas se desarrolla en pequeños grupos: la familia, el barrio, la escuela, el trabajo, los amigos y conocidos. Grupos que contienen y vinculan con la sociedad en su conjunto. Borges decía que todos los humanos somos “singularmente parecidos”, y esto es visible si nos damos una vuelta por el interior de cada país y por el mundo. Los estilos son diferentes porque la especificidad de cada lugar es diferente, pero hay algo central o nuclear en la especie humana que es idéntico en todo el planeta. Mirando con otros ojos, es muy fácil advertir que pertenecemos a la misma especie.

Los grupos humanos constituyen siempre una sociedad en que encontramos una estructura y una dinámica. En la estructura hay distintos elementos que dan una organización peculiar a cada grupo-sociedad. Es común la jefatura y también variedades de roles tales como los de hombre y mujer. Las instituciones de justicia son también frecuentes en grupos que tienen algún grado de desarrollo.

Cada estructura da las bases para la dinámica social que es la interacción que se da entre individuos y subgrupos o parcialidades de la sociedad. En última instancia esta dinámica es simplemente una expresión de los requerimientos u objetivos de los individuos que componen esa sociedad. Los que se ven forzados para alcanzarlos a accionar conforme al orden social que se ha generado en la respectiva sociedad.

En TEORÍA DE LA ACCIÓN OPERACIONAL, se ha mostrado que la vida en grupo deriva de características hereditarias y experienciales de dependencia del ser humano. Es así como de una u otra forma buscamos a otros humanos para que nos den "seguridad por respaldo social". La que obtenemos en las relaciones interpersonales y en la pertenencia a grupos.

En los grupos este requerimiento básico del ser humano lleva prácticamente a todos los fenómenos sociales. Cada cual acepta el orden social por su necesidad de pertenecer e incluso participa en el control social buscando la integridad del grupo, presionando a los otros a adecuarse a él. 

Cuando el grupo da satisfacción a la mayoría de sus miembros a este requerimiento de respaldo social existe el espíritu de cuerpo. Por él todos no sólo tratan de mantener al grupo íntegro, evitando su desintegración, además se preocupan de la suerte de todos sus integrantes. Es así que el bien común rige la acción de todos los miembros del grupo. Lo que asegura un sólido orden social