miércoles, 5 de febrero de 2020

Depredadores


Si usted es o cree que podría ser víctima de los depredadores sociales es recomendable que conozca las características y las formas de enfrentarlos. Este artículo tiene ese interés, apoyarlo en no caer en las garras de esos personajes, y si ya lo está, darle pautas para liberarse de ellos. 

Algunos que están viviendo esta experiencia se preguntarán: ¿Cómo una persona puede dedicar tanto tiempo, tantas energías y tantos recursos para dañar a otras personas? Este tipo de persona hacen de sus seres queridos las principales víctimas y, al mismo tiempo, los culpables de su malestar. Por lo general, son personas que provienen de familias disfuncionales, con ausencia afectiva o abandono durante la niñez, la falta de afecto la remplazan con el resentimiento, por lo cual crecen con la mentalidad de destruir y no de construir: de aplastar al otro, en un juego de suma cero, en la que sólo admiten un vencedor: ellos. Con esta gente no existe el ganar-ganar. Es una correlación inversamente proporcional. No existe el punto medio. La otra persona es o existe, en la medida que logra ser asimilada por el depredador, es decir, “eliminada” en su voluntad.

La razón y la verdad están de un solo lado, y la mentira y la culpa, del otro lado, aquí no hay dos para bailar un tango. Si yo te hago algo es porque vos me provocaste, es un victimario que trata de fingir ser la víctima para legitimar la agresión, no asumiendo las responsabilidades de sus actos. Es lo que yo llamo depredadores sociales, gente que sabe escoger a su presa para agredirla cuando le plazca, porque haciendo eso encuentran satisfacción y un escape a su estado de frustración. Por lo general, estas personas son bien selectivas, estudian a su blanco, cuando lo tienen ubicado, se presentan ante él o ella como muy encantadores, pero no tardan mucho en dar el zarpazo y en desenmascararse. Se caracterizan, en general, por ser vividores: es una relación de los givers (los que dan) y los takers (los que reciben). 

Son tan hábiles que no escogen a personas iguales a ellos, por el contrario, buscan a aquellos que tienen principios y tiempo para dedicarlo a los demás, y es ahí donde los desangran, se aprovechan de la bondad del otro. Por ello, buscan a personas buenas, quienes muestran las cartas en la mesa, y, que a diferencia de ellos, no las esconden, esto les da cierta ventaja para lograr su cometido. Pues ellos se las ingenian para poner las reglas del juego que quieren hacerlo a uno jugar, o dicho también de otra manera, son habilidosos para hacer trampas, tratando de generar en el otro un estado de ansiedad.
 
Este tipo de relación es desgastante, no se sabe cuál es la próxima movida, cuál es el flanco donde atacará en la siguiente ocasión, en qué escenario y con qué fin. Los ataques pueden ser físicos en dependencia de qué tan débil es la presa, pero también psicológicos. No escatiman el tipo de recursos debido a que no tienen escrúpulos. Su deseo de control es tal que ensayan diferentes tipos de estrategias: unas veces veladas otras encubiertas, pero siempre con un mismo fin: acechar para debilitar al otro hasta destruirlo si es necesario, el medio no importa y la forma tampoco: puede por la vía física, jurídica, económica, psicológica: a través de los hijos: sí, a ellos no les importa que los hijos sufran lesiones psicológicas, ¿pero qué saben ellos de ser padres si no los tuvieron o no tienen referencia de ser hijos? 

Siempre están maquinando, ocultando algo, y no fácilmente develan lo que están pensando. Son personas que todo lo calculan, es una relación de causa efecto: si hago esto, el resultado será éste. Buscan cómo obtener beneficio sea éste de reconocimiento, económico o afectivo. Ellos salen llenos, los otros quedan vacíos. También saben jugar a la comedia, ser buenos actores: a través de la manipulación y la mentira, de la creación de tramas e intrigas, de la desinformación o las medias verdades, son especialistas en manipulación y chantaje. Tienen una alta capacidad para dividir, 
porque es la forma en que logran reinar. Tienen un gran ego, son unos grandes narcisistas, les encanta que todo se lo celebren y todo gira en función de ellos, son pragmáticos, se deshacen rápidamente de lo que les estorba o ya no necesitan. Pero ante los demás se vuelven los indispensables. También tienen la capacidad de ser fieles mientras son subordinados, en ese momento no enseñan su dentadura, son incondicionales y saben ganarse la confianza del jefe. Su propósito es subir hasta el peldaño más alto, por ello son como las serpientes, se arrastran ante su jefe, pero muerden al que tienen a su alrededor. 

Por lo general, esta gente desprecia a los demás, pero también se desprecian a ellos mismos, son unos grandes acomplejados, pretenden dar una imagen de lo que no son, siempre están viendo lo que tiene el prójimo más cerca para aprovecharse de ellos. Son maniáticos depresivos, poco estables emocionalmente, adictos a algo. Ellos tienen un sentido autodestructivo, por ello generan tanta energía negativa en su entorno que terminan destruyendo a los demás y a sí mismos. En verdad, son personas en las que uno no se puede confiar y a las que se les deben neutralizar.
Algunos se preguntarán: ¿cómo enfrentar a estos depredadores sociales? 

Hay tres formas, entre otras, que se puede ensayar: No mostrarles miedo, desenmascararlos públicamente y hacerles sentir que sus acciones se les revertirán, pero lo más importante es cortar el círculo. Quien interactúa y establece lazos emocionales con este tipo de persona es porque algo no le está funcionando bien, por lo cual es bueno echar una mirada introspectiva y tomar decisiones. 
Hay que estar prestos a las señales: su manera de actuar es progresiva, van punteando, como lo pueden hacer los boxeadores para medir la distancia y luego dimensionar la contundencia de los golpes, para ello se aseguran que la respuesta sea débil, de lo contrario no fintean. Una vez tomadas las medidas comienzan a atacar con más fuerza, si no tienen resistencia siguen adelante hasta triturar el blanco. Si la respuesta es inmediata contra ellos detienen la cacería. 

Es importante estar prevenido ante este tipo de personas, hacerles saber que uno sabe el juego que quieren desarrollar. No dejarlos que tomen la iniciativa o el control de los acontecimientos, su máscara entre otros es la de asumir el rol de protector, porque “todo lo saben”, para ello suelen esconder información y negociar a varios bandos, y con ese cuento van aislándolo a uno hasta volverlo vulnerable e indefenso ante ellos. Generan una relación de codependencia, basada fundamentalmente en ir disminuyendo la autoestima del otro, hasta que el blanco pierde la confianza en sí mismo y lo inmovilizan. Lo que ellos achacan a los otros de forma despectiva, es lo que piensan de ellos mismos, o es lo que quieren hacerle al otro.

Parten de la mentalidad de que ellos son los fuertes, los otros son los débiles. Ellos son los decididos, los otros los cobardes. Ellos son los que piensan y tienen las soluciones, los otros son los no pensantes y temerosos. Ellos retan, pero también pueden aceptar los desafíos, sobre todo cuando pueden mostrar de lo que son capaces y salirse con la suya. Pero siempre tratan de lograr una relación desigual a su favor y en detrimento del otro. En este sentido, hay que romper las reglas de su juego, y hacerles sentir que uno puede contragolpearlos con la misma intensidad que ellos lo hacen, esto los frena, sobre todo cuando saben que pueden entrar en un terreno en donde el otro muestra tener más poder, ahí sale su verdadera naturaleza de cobarde y buscan la retirada hasta encontrar la siguiente presa.

Hay quienes dicen que dándoles mucho amor cambian, es posible que algunos lo logren, pero siempre constituye un gran riesgo de consumirse en el intento, a veces es bueno pensar en otras medidas para que asuman las consecuencias de sus actos. Es bueno hacer mención que los depredadores sociales pueden ser hombres o mujeres, por lo general son más los hombres, están en todas las esferas de la vida social, y abundan en el escenario de la política y entre los políticos: sólo basta observar su comportamiento.



Nuestros Amigos


Una persona amistosa y sociable es capaz de establecer relaciones con los demás caracterizadas por la libertad, la creatividad, la comprensión y la comunicación profunda de lo que nos parece más importante.

El valor de la amistad nos dispone a ser amables y afectuosos con los otros y a tener interés por ellos renunciando a la hostilidad y el egoísmo. Esa disposición debe existir dentro y fuera del grupo del que formamos parte e impulsarnos a establecer vínculos incluso con quienes nos parecen extraños, diferentes y ajenos.

Se trata de hacer de nuestro corazón una “casa abierta” para todos y sentirnos, en general, amigos de las personas con la voluntad de acercarnos a ellas, conocerlas y entenderlas sin resistirnos, siempre y cuando no existan razones para hacerlo. La única razón para evitarlo es descubrir que la cercanía o la compañía de alguien puede ser destructiva o perjudicial; pero de allí en fuera ¡todos son bienvenidos en nuestra casa! ¿Qué haces para cultivar una planta? La siembras, la pones al sol, le quitas las hojas secas.

Algo semejante ocurre con la amistad. Una vez que existe tienes que darle cuidados: guarda para ti las cosas que te cuentan tus amigos, diles siempre la verdad, dales las gracias cuando te ayudan y ayúdalos cuando lo necesiten. Es muy importante corresponder a lo que ellos hacen por ti.


En muchas situaciones, como una competencia, la amistad se pone a prueba. Procura mantenerla más allá de ellas. Los principales riesgos que pueden “marchitar” una amistad son el egoísmo (pensar demasiado en ti sin fijarte en los demás) y el orgullo, que te impide ver las cualidades de los otros. 

El extremo contrario de la amistad es la enemistad, cuando dos personas buscan la manera de hacerse daño. Ésta sólo trae consigo soledad y tristeza.


Actitud De Servir

Víctor Frankl, afirma que: “la puerta de la felicidad se abre hacia fuera, cuando más se quiere abrir hacia adentro, más se cierra”.

Hoy en día, el servir a los demás, no se entiende como la predisposición que se tiene de ayudar a nuestro prójimo sino se le da un significado más de servilismo, por lo tanto no es un modo de actuación que se prodigue con asiduidad.

El servicio, actitud del espíritu para ayudar ante cualquier necesidad que puedan tener los demás, nos facilita salir de nuestro estado de comodidad, de pasividad, donde nos encontramos, abriéndonos a un mundo rico en experiencias donde podemos sacar lo mejor de nosotros mismos y a su vez enriquecernos con los demás.

Es un estado interno que nos predispone a estar pendientes de las necesidades ajenas; el cual nos lleva a aprender a ser humildes; sin esta virtud es difícil no creerse la ayuda que se da. Se desarrolla el amor hacia los demás, aprendemos a renunciar a nuestro tiempo, a nuestras necesidades, nos ayuda a comprender al prójimo por lo que nos resulta más fácil perdonar. El ponernos al servicio de los demás, nos engrandece como personas, nos hace mejores, dándole un pleno sentido a la vida. Siendo una de las primeras consecuencias de esta predisposición la alegría interna que sentimos

Los tiempos actuales, nos hacen vivir con rapidez, estresados, pensando en todo lo que tenemos que hacer a lo largo del día, encerrándonos en nuestro pequeño mundo que no nos deja ver más allá de nuestras necesidades y deseos, sin poder ver lo que sucede a nuestro alrededor y sin voluntad de hacerlo. Viviendo hacia dentro nos hace más egoístas; cediendo el paso, en ocasiones, a estados de soledad, de tristeza, incluso de depresión.

Cuando se tiene orgullo, vanidad, egoísmo…es difícil ponerse en la piel del otro; sentimos que nos estamos rebajando ante la posibilidad de ayuda que se nos pueda presentar. Cuando nos asaltan pensamientos de rechazo tales como: “¿cómo voy yo a prestarle mi servicio si es a mí a quien debería servir?”. Preguntarse: ¿qué saco yo de todo esto? ¿Qué me das a cambio? Muestra la inferioridad moral que tenemos, aún por superar, porque puede cerrar toda posibilidad de una buena y sana relación, que albergaría situaciones para ponernos al servicio desinteresado y a su vez, gratificante con los demás. Esta actitud nos encierra más en la materia dejando el espíritu sin opción de manifestarse, dando la posibilidad de ir endureciendo poco a poco el corazón.

Tenemos que pensar que somos seres sociables, interrelacionándonos continuamente con las personas que tenemos alrededor. Si en vez de centrarnos solo en nosotros y en nuestro pequeño mundo, aprendemos a meternos en los zapatos del familiar, amigo o compañero, seremos capaces de percibir las necesidades que tienen los que nos rodean, para poder ayudar en la medida de nuestras posibilidades. Unas veces nuestros actos serán visibles, pero habrá ocasiones que no tienen por qué darse cuenta de que le hemos brindado esa ayuda. Es cuando empecemos a vivir la virtud del servicio que acrecentaremos otras virtudes como la humildad, la prudencia, la dulzura, la paciencia, la caridad…

Nos equivocamos, cuando pensamos que perdemos el tiempo ayudando a los demás, la generosidad siempre nos ayuda a crecer internamente, desarrollamos nuestra capacidad de amar, de darnos. Nos despierta la necesidad de ser útiles a nuestro prójimo, de preocuparnos por ellos, aunque sabemos que las cosas no pasan por casualidad y que las vicisitudes de la vida, dolores o decepciones, las vivimos porque de una manera u otra son pruebas o rescates que tenemos que vivir, pero teniendo la compañía de un ser querido es más fácil sobrellevarlas.

A medida que vamos madurando, creciendo en nuestro interior, vamos comprendiendo lo importante que es el sentimiento de amor; nos vamos sintiendo libres de nuestras aparentes necesidades, el sentido de nuestra vida cambia, despertando las ganas de vivir, de ayudar, de consolar y de animar a la persona que está cerca de nosotros, pasando por momentos difíciles.

El camino que vamos recorriendo mientras aprendemos a amar a todas las personas a las que podemos llegar, conocidos y desconocidos, nos enseña a desprendernos de nuestros gustos, deseos, disminuyendo nuestras necesidades. En otras palabras, superamos las tendencias negativas que tenemos y aumentamos los sentimientos que nos hacen mejores personas, desarrollando la sensibilidad ante las necesidades que tienen los demás, sintiéndonos más unidos a ellos.

El Sermón de la Montaña (Mateo, 7:12): “Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos.”

Los sentimientos positivos que tenemos, nos inducen a ponerlos al servicio de nuestro prójimo. Eso nos potencia los valores del perdón, de la caridad, de la solidaridad, de la tolerancia, de la paciencia… los mismos que el Maestro no se cansó de enseñar y dar ejemplo a lo largo de su vida.

La ayuda desinteresada en todos los aspectos de nuestra vida, nos alejan del egoísmo, el orgullo, la vanidad. Si lo hacemos con sentimiento profundo y demostramos a los demás que una vida compartida en el amor es más gratificante, más intensa, que nos llena de alegría y de ilusión, nos alentará para hacer las cosas de corazón.

Sobresalir


No debes buscar sobresalir ante todos, debes buscar sobresalir ante ti mismo, debes romper tus propios límites, ser cada vez mejor que tú mismo, no mejor que los demás, no importa si los demás son muy buenos en sus cosas, no debes querer ser mejor que ellos debes esforzarte por romper tus propias barreras, no te compares con nadie tu eres grandioso a tu manera, tu brillas con tu luz propia no con la de los demás.

Personajes


En griego antiguo se designaba la divinidad unas veces como theós (ϑεός) y otras como dáimon (δαίμων). Un concepto no excluye al otro: los dioses olímpicos se pueden llamar también dáimones (δαίμονες), y los seres negativos y demoníacos se pueden denominar también theoí (ϑεοί). Lo característico del dáimon es su forma de actuar anónima e imprevista; poco a poco va tomando la forma de una instancia que determina la suerte de las personas, una especie de hado.

Fue Hesíodo el primero que dejó de identificar los dáimones (δαίμονες) con los dioses y dio una interpretación genérica del dáimon (δαίμων): las almas de los muertos actúan en el mundo como seres benéficos y guardianes de los hombres.

Se desarrolló así la idea de los demonios que acompañan a los hombres en el transcurso vital desde el nacimiento como personificación del destino, de la móira (Μοίρα), interviniendo unas veces de forma positiva y otra de forma negativa.

El que es feliz tiene un eudáimon (un demonio bueno) y el desgraciado, un kakodaímon o dysdáimon (un demonio malo). Más tarde, el cristianismo “angeliza” a los demonios buenos y “demoniza” a los malos. 

La función de mediadores la conservan ahora solamente los ángeles, todo lo negativo va a cargo de los demonios, que ahora son solamente seres malignos. Este dualismo lo aplicará más tarde la etnología y fenomenología de la religión para hablar de los dioses y divinidades de las culturas primitivas.

En Roma aparecen los demonios, en el sentido griego de dáimon (δαίμων), dáimones (δαίμονες), en forma de genios. El geniuslatino significa ‘espíritu protector / genio tutelar’ y es un sustantivo derivado del verbo latino gignere (genere) ‘engendrar, generar, dar a luz, producir’. 

El antiguo genius romano era, como personificación de la potencia generadora, el espíritu tutelar del hombre. Comienza su labor con el nacimiento de cada hombre, le acompaña en todo el transcurso de su vida e incluso más allá de la muerte. En la baja latinidad, el genius fue tomando el significado de ‘espíritu o genio creador, talento natural’, de ahí luego genio y genialidad.

Platón usa también el adjetivo, a veces sustantivado, daimónion (δαιμόνιον). Ambos suelen traducirse al español con el mismo vocablo ‘demonio’. Lo dáimones griegos habían sido concebidos antes de Sócrates como divinidades, pero en la época de Sócrates ya designan algo así como ‘superhombres’, seres hijos de los dioses, pero sin pertenecer a la esfera de las divinidades.

En el Banquete de Platón, el Amor es pintado como un gran dáimon, intermediario entre lo mortal y lo inmortal. En la Apología de Sócrates, se refiere Platón al daimónion de Sócrates, cuando éste explica por qué no se ha ocupado de los asuntos de la ciudad e indica que el motivo de ello reside en que a veces emerge de él algo divino, theión (θειόν) y demoníaco, daimónion (δαιμόνιον) que desde su infancia una voz se hacía oír a veces en su interior para empujarlo a no hacer lo que había estado a punto de hacer.  Se puede interpretar esta voz de que habla Sócrates como la expresión de la vocación intransferible de cada hombre. La voz del daimónion de Sócrates es señala lo que no hay que hacer, es un imperativo negativo, una prohibición.

En los textos neopitagóricos y neoplatónicos, los dáimones son concebidos como intermediarios, algunas veces como divinidades inferiores (genios buenos o malos), otras veces como personalidades divinas a las que los hombres están ligados de tal forma que cada uno tiene su propio dáimon o genio.


Lo Que Sorprende

Me gusta la gente así, humilde de corazón, de sonrisa traviesa y corazón amable que me sorprende cada día con sus acciones. Son personas que hablan y cumplen, que no presumen, que no entienden de egos ensalzados o de falsedades camufladas. Adoro a esas personas mágicas camufladas de normales.

¿Y quién no lo haría? Sin embargo, sabemos bien que ese tipo de personalidades apenas se cuentan con los dedos de una mano.Vivimos en una sociedad individualista y cada vez más orientada al exterior, ahí donde son comunes ciertos comportamientos exhibicionistas y desmanes grandilocuentes donde la dependencia a ser admirados casi a cada instante, agota y asfixia.

«Si la gente es buena solo porque teme al castigo y espera una recompensa, entonces somos un grupo lamentable»

-Albert Einstein-

Paul-Claude Racamier, célebre psicoanalista francés acuñó hace ya bastantes años el término «perverso narcisista». Sería sin duda la versión más extrema de este perfil. Son personas que viven no solo enfocados en su propia infalibilidad y perfección, sino que además ejercen un acoso moral persistente con el que humillar a los demás para engrandecerse aún más a sí mismos.

Vivir sujetos a este tipo de dinámicas acaba por destruir nuestra salud mental. Es necesario dar un giro en nuestras relaciones cotidianas. Debemos hallarlas, dar con esas personas que no enfocan sus vidas hacia la galería, sino a ese rincón discreto y privilegiado desde donde uno entiende, se acomoda con sabiduría y respeta a los demás.

Ahora bien, lo más curioso de este tipo de personalidad es que los identificamos casi al instante. Las mentiras tienen las patas cortas y la vanidad unos ojos muy saltones. Sin embargo, en ocasiones, aún avistando desde lejos sus múltiples carencias y los vacíos habitados por telarañas de su corazón, no es tan fácil defendernos. No es fácil convivir con un narcicista crónico si esa figura es el padre, la madre o la propia pareja.

Según un artículo publicado en la revista científica «PsychCentral» hay un aspecto esencial que puede sanar y reconfortar a una persona que acaba de vivir una relación afectiva con un perfil de estas características. Es sentir que aún hay gente altruista, seres que son capaces de sorprender a aquellos que aman sin esperar nada a cambio. Porque las buenas personas, más allá de lo que pueda parecer, no están en peligro de extinción.

Lo que ocurre es que son discretas, no hacen ruído, no quieren público, hablan lo justo y saben actuar en el momento adecuado.

El ego más afilado es el germen que habita en esos muros donde muchos quedan aislados en sus vastas penínsulas de soledad. Todos conocemos a alguien cercano que porta esa máscara moderna donde, a modo de expresión del teatro griego, se inscribe la soberbia y la necesidad de atención para saber que son alguien.

Quizá por ello, al habernos acostumbrado tanto a la individualidad conjugada extrañamente con la necesidad de atención, nos siguen sorprendiendo tanto los actos humildes o aún más, el que alguien lleve a cabo una acción solo por ver felices a los demás.

Cuando un extraño hace algo de forma espontánea por otra persona, nos preguntamos casi al instante qué lo ha guiado para hacer dicha acción. Asimismo, cuando un amigo nos sorprende con un detalle, con un favor o con una bella acción, a menudo respondemos con aquello«te lo devolveré o estoy en deuda contigo».

Muchos tenemos el principio de reciprocidad integrado en lo más hondo de nuestro ser. Sin embargo, también sería adecuado aceptar esos actos con total apertura sin obsesionarnos en lo que deberemos o no deberemos hacer en un futuro. Se trata solo de apreciar ese instante, ese acto generoso y desinteresado que no busca más que darnos felicidad.

De hecho,esas personas mágicas disfrazas de normales no esperan nada a cambio. Porque lo que se hace de corazón no espera recompensas, el mayor tributo es saber que su acción ha arrancado una sonrisa, nos ha reconfortado y sembrado en nuestro interior esa confianza en el ser humano que nunca deberíamos perder.

Sabemos que son muchas las personas que necesitan de toda una galería para ser alguien, que las falsas apariencias crecen como la mala hierba. Sin embargo, tras la necesidad de atención lo único que se halla es la soledad y una profunda inmadurez emocional. Aprendamos pues a autoabastecernos, a no necesitar a nadie para saber lo somos y lo que valemos para poder así dar lo mejor de uno mismo a los demás de forma desinteresada.



Lo Que Decimos


Complejidad de la comunicación humana.

Cada vez que  intercambian significados dos interlocutores, intercambian lo que dicen y lo que muestran en la comunicación no verbal, y lo que dicen está fundamentado por lo que piensan y sienten, coloreado por lo que opinan de si mismos, del otro y del tema que les ocupa.

Este entramado puede llevar a los malentendidos, sí

Y también hacer de cada encuentro un rico crisol de entendimientos:

Si tengo en claro lo que pienso y siento, y eso me sirve para elaborar un mensaje claro.

Si lo que pienso del tema hace que me comprometa en desarrollarlo ampliamente o en desestimarlo si no vale la pena, no es oportuno o necesario.

Si mi opinión del otro ayuda a considerarlo un interlocutor válido, escucharlo desde el compromiso y la apertura.

Sólo hace falta comunicarse.

Con claridad, honestidad y compromiso. Sin juzgar, intentar cambiar al otro. Aceptando, validando. Eligiendo qué decir y cómo decirlo. Preguntando para entender. Disfrutando el encuentro. 

Multiplicando las posibilidades de entenderse.
Complejidad de la comunicación humana.

Cada vez que  intercambian significados dos interlocutores, intercambian lo que dicen y lo que muestran en la comunicación no verbal, y lo que dicen está fundamentado por lo que piensan y sienten, coloreado por lo que opinan de si mismos, del otro y del tema que les ocupa.

Este entramado puede llevar a los malentendidos, sí

Y también hacer de cada encuentro un rico crisol de entendimientos:

Si tengo en claro lo que pienso y siento, y eso me sirve para elaborar un mensaje claro.

Si lo que pienso del tema hace que me comprometa en desarrollarlo ampliamente o en desestimarlo si no vale la pena, no es oportuno o necesario.

Si mi opinión del otro ayuda a considerarlo un interlocutor válido, escucharlo desde el compromiso y la apertura.

Sólo hace falta comunicarse.

Con claridad, honestidad y compromiso. Sin juzgar, intentar cambiar al otro. Aceptando, validando. Eligiendo qué decir y cómo decirlo. Preguntando para entender. Disfrutando el encuentro. 

Multiplicando las posibilidades de entenderse.
Complejidad de la comunicación humana.

Cada vez que  intercambian significados dos interlocutores, intercambian lo que dicen y lo que muestran en la comunicación no verbal, y lo que dicen está fundamentado por lo que piensan y sienten, coloreado por lo que opinan de si mismos, del otro y del tema que les ocupa.

Este entramado puede llevar a los malentendidos, sí

Y también hacer de cada encuentro un rico crisol de entendimientos:

Si tengo en claro lo que pienso y siento, y eso me sirve para elaborar un mensaje claro.

Si lo que pienso del tema hace que me comprometa en desarrollarlo ampliamente o en desestimarlo si no vale la pena, no es oportuno o necesario.

Si mi opinión del otro ayuda a considerarlo un interlocutor válido, escucharlo desde el compromiso y la apertura.

Sólo hace falta comunicarse.

Con claridad, honestidad y compromiso. Sin juzgar, intentar cambiar al otro. Aceptando, validando. Eligiendo qué decir y cómo decirlo. Preguntando para entender. Disfrutando el encuentro. 

Multiplicando las posibilidades de entenderse.



La Fuerza Interior


“Tener fuerza interior puede ayudarnos a salir airosos de cualquier situación desfavorable o puede, sencillamente, ayudarnos a evolucionar y seguir creciendo. También nos puede servir para saber cómo actuar ante los obstáculos que van surgiendo en nuestro andar por la vida

Entonces, es necesario reforzar ese poder interior que todos tenemos y que en algunos casos se halla “dormido”.

Si ante el fracaso te levantas una y otra vez, si tienes la capacidad de trabajar duro para conseguir tus metas, si nada ni nadie te detiene hasta obtener lo que deseas. Entonces, ¡enhorabuena! Tu fuerza interior es realmente poderosa.

“El verdadero buscador crece y aprende, y descubre que siempre es el principal responsable de lo que sucede.”
-Jorge Bucay-

La clave está en no desistir, en nunca “plantar bandera blanca” ni darnos por vencidos, aun cuando la tormenta haya creado tantas olas y estemos muy lejos del puerto más cercano. No se trata de una simple metáfora, sino de la vida misma, que a veces pareciera alejarnos de nuestras metas aunque sostengamos fuertemente el timón o icemos las velas.

¿Qué diferencia a las personas con una gran fuerza interior?

En primer lugar, ellas tienen el control de lo que les ocurre, o al menos, actúan como si lo tuvieran. Algunos pueden decir que han sido bendecidos, otros que tienen buena suerte y otros que son empujados por una estrella, pero todos miran al futuro con esperanza.

Además, tienen esperanza porque saben que se van a equivocar pero también que van a aprender. Saben que no todo va a ser fácil, pero no encuentran una razón lo suficientemente poderosa que les diga que no van a poder.

En segundo lugar, las personas con una gran fuerza interior saben que hay cosas en las que no pueden influir ni cambiar, por lo tanto, no gastan sus energías en ellas. Por el contrario, se enfocan en aquello que está en sus manos y trabajan incansablemente para poder llevar a cabo lo que desean.

Si quieres mejorar tu fuerza interior deberás ver el pasado como una fuente de información a la cual puedes acceder cuando lo necesites. ¡Pero atención! Existen otras bases de datos para nutrirnos. 

Muchas personas viven atadas a su pasado y no es bueno. Todo lo que les ha ocurrido se convierte en un fardo o en una mochila pesada que no permite avanzar un solo paso. Los que realmente tienen una fuerza interior considerable saben que las vivencias del ayer son valiosas, pero que no hay que encadenarse a ellas.

Y por último, los que pueden sentirse orgullosos de su fuerza interior no quieren impresionar a nadie más que a ellos mismos. No actúan para demostrar a los demás lo que son capaces de hacer, sino que son felices por su propios logros.


La motivación es algo que no pierden ni por un instante y estas personas la alimentan celebrando sus logros; no para presumir sino para disfrutar de lo que han conseguido. 

Esto no quiere decir que no puedan comunicar lo que consiguen, sino que saben cuándo, cómo y a quiénes contar sus buenas noticias.


martes, 4 de febrero de 2020

Procrastinar



¿Te has oído a ti mismo alguna vez poner excusas como “esto no es importante” o “yo es que trabajo mejor bajo presión” para no hacer algo? Entonces, lo más probable es que sufras lo que los psicólogos llaman procrastinación o, hablando en cristiano, falta de voluntad. 

Nos referimos a personas que siguen un modus operandi perjudicial en su vida. Esos que se motivan mucho y, de repente, sienten que quieren hacer cosas nuevas y se proponen nuevos retos pero, al final, nunca los empiezan o suelen dejarlos a medias.

Por si fuera poco, justifican y ocultan su falta de voluntad en excusas como las que hemos dicho antes para evitar el sentimiento de culpa. Os alegrará saber que existe una explicación psicológica para este comportamiento, así como un tratamiento. No llegar nunca a terminar lo que te propongas no tiene por qué ser tú sino eterno, puedes luchar contra ello y te vamos a explicar cómo hacerlo.

¿Qué motivos llevan a alguien a sufrir procrastinación o falta de voluntad?

Según la especialista en psicología clínica del Instituto Barcelona de Psicología, Gemma Figueras, uno de los motivos por el que las personas desarrollan este comportamiento reside en la educación que se ha recibido en casa. “El tipo de conducta que inculcan en sus hijos los padres autoritarios y controladores impide que los niños desarrollen la capacidad de autorregularse, de internalizar sus propias intenciones y de aprender a actuar en consecuencia”, explica Figueras.

Por otra parte, la psicóloga Natalia Pomar nos cuenta que la frustración es una gran fuente de aprendizaje y también es importante empezar en la infancia: “si de pequeños no nos han enseñado a frustrarnos de vez en cuando, a perseguir metas con obstáculos y, lo más importante, a aprender de esos obstáculos, lo vamos a tener más complicado a la hora de sacar la fuerza de voluntad”.

La  procrastinación
 es un mecanismo de defensa que se desarrolla a partir de vivencias como estas. Lo que provoca es que actuemos con resentimiento y rebelión ante lo que suena imperativo, es decir, cosas del tipo “tengo que”. La mente se convence de que algo es difícil o complicado de realizar, incluso doloroso y, en consecuencia, busca excusas para no hacerlo a pesar de que el deseo de realizarlo sea muy potente. El problema más importante de este comportamiento es la imagen o percepción que se transmite a los demás.


Ya sea en el trabajo, en familia o en una relación sentimental o de amistad, es usual que no se confíe plenamente en una persona con falta de voluntad, porque se cree que no se va a comprometer y que puede dejarnos tirados en cualquier momento. 

Por otra parte, es un comportamiento que acaba dañando emocionalmente a la persona que lo sufre, ya que el círculo vicioso de proponerse algo y no conseguirlo termina por atacar la autoestima de la persona. “La falta de voluntad provoca en quienes la padecen frustración, angustia o incluso ansiedad”, asegura la psicóloga Figueras.


Ilusiones


Este afecto tiene dos acepciones muy distintas:

• Sentimiento de alegría y satisfacción que produce la realización o la esperanza de conseguir algo que se desea intensamente.

• Esperanza, con o sin fundamento real, de lograr o de que suceda algo que se anhela o se persigue y cuya consecución parece especialmente atractiva

En el primer caso se trata de un Afecto-Energía que nos lleva a la Automotivación. La ilusión como fuente de energía emocional renovable, sostenible y ecológica. Hablamos de la ilusión que nos ilumina, que nos conecta con la esperanza, que nos mueve a la acción creadora. La ilusión de que algo puede llegar a ser nos mueve a hacer planes para lograr nuestros objetivos. Nos abre a lo que nos rodea y pone a nuestros sentidos atentos y en alerta para detectar todo aquello que puede transportarnos a lo que deseamos, esperamos, queremos. Cuando nos ilusionamos nos salen chispitas de los ojos y nuestro cuerpo no puede estarse quieto. Nuestros maestros en la ilusión son nuestros niños. Ellos mantienen su llama y son capaces de contagiarnos una ilusión cargada de alegría.

En el segundo caso – sobre todo si no se basa en un fundamento real — nos encontraríamos con una ilusión como engaño de la mente, que supone esperar algo sin hacer nada para ocurra. Autoengaño. 

Consensuar el significado sobre de qué hablamos cuando decimos “ilusión” es clave.

Y cómo soportaría yo ser un hombre si el hombre no fuese también poeta y adivinador de enigmas y redentor del azar? – planteaba Nietzsche.

Lo que nos asombra nos llena de ilusión.

Es importante cuidar nuestras ilusiones porque si desaparecen, aunque sigamos existiendo, habremos dejado de vivir.

Mercè Conangla y Jaume Soler

Cada Minuto Cuenta

Mi vida dista mucho de ser perfecta, y sé muy bien que jamás lo será, pero he aprendido a disfrutar las pequeñas cosas….desde un vaso de agua fría cuando más lo deseo, hasta una puesta de sol que tenga el honor de observar.


En este momento de mi vida emociono con detalles que a otras personas les parecería insignificantes, y celebro cada minuto de mi existencia, agradecida de vivir, porque como siempre digo, hay muchos que no tienen ese privilegio, no solamente a los que parten de este mundo, sino a los que aún están aquí, pero no se dan cuenta.

Y es que cada minuto cuenta, y el tiempo no regresa.  Y muchos aún no entendemos para qué estamos acá.  La vida no es fácil, hay problemas, pesares, dificultades, presiones, pero está en nosotros reconocer que nada de lo anterior es perenne y que todo tiene una caducidad.  Entonces, de qué sirve lamentarse, llorar, culpar?  De nada, la vida continúa pasando y vamos perdiendo ese tiempo precioso que no regresa.

Los tiempos malos llegan solos, y cuando llegan parece como si se detuviera el tiempo y se convierten en una eternidad.  Pero eso también pasa.

Simplemente vive.  Levántate cada día con la mejor actitud, da gracias a Dios por la oportunidad de abrir los ojos, por todo lo que te ha dado y te dará, presenta tu día a Él y entrégale todo lo que has de emprender. Luego salta de la cama con tu mejor sonrisa y decide amar a todos, especialmente a aquellos que menos lo merecen.

Siempre digo que es nuestra decisión ser feliz, y no porque lo leí por ahí, sino porque lo vivo cada día.  Abro mi corazón a Dios y le invito a quedarse en él, y con El, llega la paz, la templanza, la paciencia y  la tolerancia hacia los demás.  

También llega el agradecimiento por todo lo que me llega, por lo bueno, por lo malo y por lo espectacular.

Seamos agradecidos, cada momento cuenta!


Insistir Con La Lectura

¿Qué significa hoy leer? ¿Cómo son hoy los aprendizajes? Los nuevos soportes y dispositivos lectores hacen necesaria la redefinición de ambos términos, y una de las funciones más importantes de la lectura sigue siendo su condición de herramienta esencial para el aprendizaje.

Con este punto de partida la ILE (Institución Libre de Enseñanza) ha organizado tres jornadas durante el mes de diciembre en Madrid, Logroño y León para las que se ha pedido la participación de nuestro programa LEERES del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.

Todas tienen una estructura similar, a pesar de ciertas variaciones: combinan talleres a puerta cerrada para profesores y asesores de formación con una mesa redonda, abierta al público, que los responsables de los talleres comparten con otros expertos.

¿Qué hacer desde las instituciones? Merece la pena repasar documentos como el Marco teórico de la lectura de PISA 2009, el informe de un grupo de expertos por encargo de la UE, o las Conclusiones del Consejo sobre alfabetizaciones múltiples de diciembre de 2012.

Desgraciadamente los factores socioeconómicos de la familia, la formación de las madres o el número de libros en casa son aún decisivos para los resultados de PISA en España pero estas circunstancias –cuando son adversas- consiguen minimizarse si desde la escuela se trabaja para hacer lectores “comprometidos” con la lectura, que hagan suyo el texto. 

Como ocurre con la formación de las rocas, uno puede llegar a ser buen lector por sedimentación o por implosión. Para acelerar el proceso hay que explorar dos vías muy distintas pero complementarias: si se interviene utilizando estrategias lectoras de orden metacognitivo que ayuden a aprehender el texto o si este se relaciona con la oralidad, con las emociones con lo performativo (lectura en voz alta, social, entre iguales, dramatizaciones, etc.) Podemos preparar al alumnado insistiendo en el valor propedéutico o terapéutico de la lectura. En ambos casos les ayudaremos a hacerse con el texto, a avanzar como lectores.

Todas estas posibilidades  han estado presentes en  las distintas intervenciones de Madrid y Logroño:
Rachel Whitaker, de la UAM, mostró un Plan de Formación del Profesorado Reading to Learn que ha sido objeto de un reciente Proyecto Comenius de cooperación entre distintos países europeos y que intenta, precisamente, acelerar el progreso lector en entornos poco favorecidos o con dificultades lingüísticas.

José Antonio Millán demostró que la lectura es hoy día un fenómeno multimodal y que la búsqueda y selección de información es parte fundamental del aprendizaje. En la Residencia de Estudiantes impartió dos talleres, el primero sobre cómo aprovechar las herramientas, cada vez más sofisticadas, que permiten buscar dentro de los textos, utilizando para ello la aplicación Web Revistas de la Edad de Plata y el segundo sobre cómo leer el lenguaje icónico, la señalética.

En Madrid Ana Gurruchaga, que fue directora del colegio ESTUDIO, tan vinculado al proyecto de Giner de los Ríos, nos habló de la importancia de la lectura en su centro, hasta el punto de que la vida escolar gira en torno a las cuatro bibliotecas que acompañan cada una de las etapas.

En Logroño, en el CEIP Cervantes de Fuenmayor (Rioja), también han hecho de la lectura el eje de las actividades del centro. Carmen del Poyo, su directora, contó cómo la incorporación de las familias como agentes dinamizadores de las actividades lectoras en infantil y primaria ha cambiado la vida de su centro.

Poco a poco o a grandes bocados, educar es ayudar a crear lectores. No hay más.

Grandeza De La Humildad

La humildad es una virtud que hoy está mal entendida y subvalorada. Inclusive, lo más común es que se confunda con “humillación”. Sin embargo, la humildad es la virtud por la cual una persona sabe cuál es el lugar que le corresponde, reconociendo sus cualidades, capacidades y, por supuesto, identificando sus propias limitaciones. Es ser realista y además, así uno sea el mejor del mundo en algo, ser humilde implica mantener en el ámbito de lo razonable las ansias de reconocimiento, adulación, honor y fama. Bajo ninguna circunstancia implica sentirse menos o dejar que lo pisen. Es saberse digno de ser valorado como ser humano y además, saber valorar al resto por esa misma dignidad.

Hoy la humildad no es fácil de cultivar, sobre todo en los ámbitos empresariales y en una sociedad en la que los más jóvenes han sido educados con mayores oportunidades de aprendizaje, sostenidos por una cultura de falsa excelencia donde el valor de una persona está puesto muchas veces ahí donde llegan sus éxitos profesionales. ¿Cómo no sentir el ego inflado cuando se escala en la pirámide jerárquica de una compañía cuando eso es para muchos la unidad de medida del triunfo?

Sin embargo, sin menospreciar el éxito profesional —que es muy bueno obtenerlo y seguramente se ha logrado con mucho esfuerzo— lo que hace la humildad es ayudarnos a mantener dichas conquistas en el lugar que les corresponde, siendo conscientes, además, de que eso no nos hace más que otros compañeros de trabajo y mucho más importante, no nos haría menos el no haberlos obtenido o perderlos.

¿Cómo trabajar la humildad?

Es una virtud que debe cultivarse continuamente y más aún cuando uno va creciendo materialmente en la vida. Algunas pautas que ayudan a no perder de vista lo realmente esencial y valioso son:
Reconocer las limitaciones propias con el fin no de tirarse al abandono si no de luchar por superarlas.
No compararse con otras personas ya que todos somos distintos. Cuando uno se compara siempre cabe la posibilidad de salir perdiendo.

Aprender a respetar la autoridad, ya sea natural o impuesta por una jerarquía empresarial. Muchas veces pensamos que sabemos más que nuestro propio jefe. Y puede que sea así, pero la humildad está en saber que precisamente es nuestro jefe. Del mismo modo, debemos reconocer que hay personas que saben más que nosotros y podemos aprender de ellos, así nosotros seamos sus jefes. La autosuficiencia nos hace menospreciar a los demás y nos convierte en soberbios.
 
En caso tengamos personas a nuestro cargo, ser humilde es no imponerse sobre ellos, sino más bien ayudarles a desarrollar sus talentos para bien suyo y de la empresa. También debemos buscar que esas personas tengan éxitos reconocidos. No hay mejor jefe que aquel que sabe identificar en su equipo el trabajo bien hecho y que ha contribuido a que uno mismo logre los objetivos. Ser humilde es tener la certeza de que uno solo no es quien logra las cosas.
 
Cuidarnos del perfeccionismo. Es un enemigo acérrimo de la humildad que más tiene que ver con el deseo inmaduro de colmar expectativas que con el trabajo bien hecho.
Evitar tirar en la cara del resto nuestros éxitos. No hay nada más detestable que un fanfarrón.
Finalmente, la mejor manera de trabajar en ser cada vez más humildes es saber identificar esos ámbitos en los que somos más débiles y podemos caer. Por ejemplo el querer tener cosas mejores que las de los demás, querer ser siempre el primero en todo, entre otros.

Por la humildad, el hombre reconoce y acepta con sencillez quién es realmente pero sin dejar de lado su grandeza y dignidad, lo que lo aleja de la humillación. Ser humilde es una virtud de los grandes. Por eso es tan difícil hacerse de ella.

Cuando Sobreviene El Espiral


El espiral tiene la capacidad de transportarnos tanto de subida como de bajada y no tiene restricciones en cuanto a las veces o la velocidad en que hagamos el recorrido.

Para aquellos que hemos tenido depresiones o lo que yo llamo “DOWNS” sabemos que todo comienza con un pensamiento de la mano de una emoción. Estos pensamientos son como los pancitos que dejaba Hansel durante el camino en el bosque. Con cada pancito un pensamiento, una emoción y un paso adelante en el espiral.

Cuando esos pensamientos son negativos, cargados de lo que se denomina en Terapia de Respuesta Espiritual (TRE) Emociones Discordantes, la dirección en la que vamos avanzando en el espiral será de bajada. A medida que seguimos profundizando o enlazando un pensamiento con otro, iremos más y más abajo y Hansel y Gretel se irán adentrando en el bosque oscuro, acercándose a la Casita de Caramelos. Estas emociones discordantes bajan nuestro nivel vibracional, bloquean nuestra energía creadora y la expresión de salud perfecta.

En su mayoría estos viajes espiral abajo son guiados por pensamientos sobre el pasado en los que tratamos de cambiar un suceso que ya ocurrió y que nos cuesta aceptar. O revivimos un acontecimiento doloroso queriendo repararlo de alguna forma en nuestra mente. Muchas veces estos pensamientos se vuelven diálogos interminables como mencioné en el artículo anterior. También están los pensamientos sobre el futuro, llenos de inquietudes y más que todo, de expectativas y mucha ansiedad por lo que pasará. Por supuesto, no sabemos lo que va a ocurrir en el futuro con certeza pero lo que sí sabemos es que en la medida en que sigamos en este viaje nos estaremos alejando del presente y por ende, estamos dejando de crear esa realidad que queremos en el futuro.