Sobre Barrabás se han escrito muchas obras ficticias que pululan entre
los relatos de Semana Santa,
tal vez por la forma en que llama la atención el personaje, de modo que
se han generado una variedad de mitos y leyendas sin fundamento. A fin de
separar la realidad de la fantasía y conocer la verdadera historia de Barrabás
y entender el papel que jugó en el juicio de Jesús tenemos que basarnos en
fuentes auténticas.
La verdad es que, debido a que no existe ninguna documentación externa
sobre este personaje, todo lo que podemos conocer sobre su vida es lo que se
encuentra en los evangelios. De manera que la manera correcta para conocer a
Barrabás es abordar un estudio bíblico sencillo, comparando los diferentes
versículos para entender al personaje. En este artículo nos limitaremos a
estudiar la historia de Barrabas en la Biblia.
Antes que nada es bueno diluir cualquier falsa expectativa. La
información que nos proveen los evangelios es muy escueta, limitándose a
señalar los aspectos que tienen que ver más directamente con el juicio de
Jesús. No sabemos de dónde era Barrabás (como para decir cómo comienza su
historia), ni cómo murió Barrabás, ni sabemos con quién se relacionaba. No
tenemos, en fin, datos suficientes para construir una historia completa de
Barrabas. Una completa biografía de Barrabas es, con los datos actuales, sencillamente
imposible.
Los cuatro evangelios destacan el trágico episodio en que se libera a
Barrabás y se condena a muerte a Jesucristo. Cada evangelista nos proporciona
en su relato un aspecto diferente de este personaje. El Barrabas de la
Biblia se construye a partir de estos diferentes aspectos. Las “pistas”
que nos brinda cada evangelista se complementan entre sí.
El apóstol Juan es sumamente breve en su tratamiento de este personaje,
indicando solamente que se trataba de un ladrón (Juan 18:40). Nota que el
epíteto “ladrón”, o el de “bandido”, no se empleaba sólo para designar a quien
robaba, sino al que asaltaba en general.
El apóstol Mateo indica, además, que era un preso famoso (Mateo 27:16).
La multitud tendría que haberlo reconocido cuando les fue presentado su nombre
por Poncio Pilato.
Marcos, el evangelista, señala que era un rebelde. Había tomado parte
con otros, que también se encontraban presos, en un motín, y habían cometido
homicidio (Marcos 15:7).
Finalmente, Lucas confirma lo dicho por Marcos, indicando que el motivo
del motín había sido la sedición. También ratifica que había cometido homicidio
(Lucas 23:19; Lucas 23:25).
De modo que tenemos el cuadro completo de nuestro personaje. Se trataba
de un revolucionario, un insurrecto, que se había rebelado contra el gobierno y
cuyos actos violentos habían culminado en al menos un homicidio, por el cual él
y su grupo ahora se encontraban apresados.
Los evangelios sinópticos muestran con claridad que Pilato no deseaba
tener nada que ver con la muerte de Jesús (ver Mateo 27:18-19), pero que estaba
enfrentado a una fuerte presión.
Aunque no se tiene claro su origen (si era judía o romana), existía la
costumbre de liberar en la Pascua a un prisionero (Marcos 15:6), y Pilato vio
la oportunidad de calmar a la multitud, agitada por los líderes judíos, y
liberar a Jesús (Marcos 15:8-10; Mateo 27:16-17; Lucas 23:20;).
No obstante, los líderes judíos instigaron a la multitud a solicitar que
más bien que a Jesús (Mateo 17:20-23; Marcos 15:11-14; Lucas 23:18). Pilato
hizo aún más intentos por liberar a Jesús (Lucas 23:22-23). Ante la reacia
negativa pública, Pilato se lavó las manos, simbolizando que se exculpaba por
el resultado de esta obstinación. Fue este el punto en que el pueblo declaró:
“Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos” (Mateo 27:24-25).
El relato termina con la declaración de que Pilato, entonces, “soltó a
Barrabás, y habiendo azotado a Jesús, le entregó para ser crucificado” (Mateo
27:26; Marcos 15:15; Lucas 23:24-25). Esta es la última declaración que
tenemos sobre la historia de Barrabás.
Es interesante saber que Barrabás y Jesús, siendo personajes
totalmente diferentes, compartieron en realidad el mismo nombre. En los
manuscritos anteriores al siglo III d.C. que provienen de Siria, Cesárea y el
Sinaí, como también en los escritos de Orígenes, el nombre de este ladrón en
Mateo 27:7 aparece como ”Iesous ho Barabbas“, que, traducido al
castellano, significa “Jesús Barrabás”.
Este sería el verdadero nombre de Barrabás, según estos
escritos. También aparece como Jesús Bar Abba, que significa “Jesús, hijo del
Padre”. La coincidencia de los nombres establece un contraste radical entre
“Jesús, llamado el Cristo” (según el mismo Pilato le nombra) y este otro Jesús
Barrabás, representante de los resultados de la maldad posible en el hombre. El
contraste es estremecedor, al considerar que Jesús de Nazaret es el verdadero
“Hijo del Padre” y el verdadero libertador y Salvador.
Un mito popular, una de esas historias frecuentemente repetidas (y uno
nunca termina de saber por qué), es el de que Barrabas fue
crucificado con Jesús. Como antes hemos dicho, simplemente no sabemos como
murió el ladrón liberado. Tampoco conocemos nada sobre su historia después de la
muerte de Jesús. El mito debió generarse al confundir a Barrabas, a quien se
señala como ladrón, con los dos ladrones que fueron crucificados
ese mismo día, lado a lado con Jesús. Lo último que sabemos de Barrabás es que
fue liberado, de modo que él no fue crucificado junto con Jesús.
Lo que sin duda ha sucedido es que puestos en la disyuntiva de escoger,
lo que seguramente sucedería, es que tal como lo venimos haciendo desde
entonces, la reacción nuestra y la de “las organizaciones celestiales” que nos
representan, es que volveríamos a anteponer los intereses corporativos de
“la organización” volviendo a crucificar una y mil veces a nuestro Salvador y
Redentor.