En esta época del año se suelen realizar retrospectivas,
una especie de balance anual en el cual cotejamos “nuestro estado de situación”
con relación a todo lo que nos habíamos propuesto realizar a lo largo de este año
que inexorablemente, finaliza, en unos pocos días más.
Cuando nos ubicamos en
esta especie de coordenada donde confluyen cual si fuesen meteoritos, retazos
de vida, episodios que han sido, que pudieron haber sucedido, que quizás nos
hubiesen reconciliado con quién decimos amar mientras le dejamos desvanecer,
-como quién contempla un espejismo- en medio de la bruma de nuestras
postergaciones, una más entre tantas otras, como pequeñas grandes perlas de un
collar que sólo el tiempo, el que se nos ha escurrido como arena entre los
dedos, sería el único capaz de colgarlo en el cuello de nuestro ego, sí aquel
mismo “yo” que todo lo succiona en su
mezquina voracidad.
También se dice que este
es un tiempo de redención, que “la gracia divina” nos redime de todos nuestros
fracasos, que podemos recorrer raudamente el engañoso camino de la
justificación, todo lo malo que sintamos que hemos hecho pierde trascendencia
ante lo inconmensurable del “perdón universal” un perdón que nos redime de
nuestras miserias y nos exime del deber de la necesaria retribución “gracia por
gracia” de cuánto hayamos recibido.
Todavía hay quienes creen
que el árbol de navidad y sus adornos nos representa y enaltece que basta con
lucir sus intermitentes luminarias y colmarlo de buenos deseos para sentirnos
en paz y plenos de buena voluntad, compramos y recibimos innúmeros regalos y
regamos nuestra ofrenda con abundante licor en una mesa rebosante de deliciosos
manjares, entonces elevamos nuestras copas y brindamos ¡feliz navidad!.
La vida que nos
representa se manifiesta “de la piel para adentro” y el camino de la verdadera redención pasa
indefectiblemente por la casa de nuestro prójimo no de un prójimo cualquiera,
impersonal, desconocido, nos referimos a aquel que no le encontraremos en el
camino de “las buenas intenciones” nos referimos a aquel que ha nacido en el
mismo vientre en el cual ha germinado tu humana concepción y por la cual se derramó su
sangre para rescatarle de las tinieblas a la luz. Ese es tu prójimo.
En un muro en las redes
sociales, encontré escrito este mensaje:
“…EN ESTE DÍA TAN
ESPECIAL DONDE NO SE RECUERDAN RAZAS NI RELIGIÓN DONDE NO EXISTEN FRONTERAS
PARA LOS AUGURIOS DE PAZ Y BUENA VOLUNTAD LES DESEO A TODOS MIS AMIGOS UNA
FELIZ NAVIDAD Y QUE EL PRÓXIMO AÑO PODAMOS CUMPLIR TODAS LAS METAS QUE NOS
PROPONGAMOS "FELIZ NAVIDAD " FELIZ AÑO 2014"
Virginia
Pereira
El anhelo de esta amiga
es que podamos alcanzar la convivencia en paz a través de la aplicación en nuestras
vidas, sin hipocresía y sin tapujos, de los valores que nos identifican como
verdaderos exponentes de un linaje esencialmente humano y al referirnos al término
“humano” implícitamente incluimos: “seres únicos, indivisibles, inteligentes,
creados para vivir en sociedad y en armonía con su entorno, tal cual lo
expresara el coro de ángeles que nos anunciara la natividad “Gloria a Dios en
las Alturas y en la tierra paz y buena voluntad entre los hombres”
Hugo W Arostegui