lunes, 23 de mayo de 2016

Reflexionemos:


En esta época  del año se suelen realizar retrospectivas, una especie de balance anual en el cual cotejamos “nuestro estado de situación” con relación a todo lo que nos habíamos propuesto realizar a lo largo de este año que inexorablemente, finaliza, en unos pocos días más.

Cuando nos ubicamos en esta especie de coordenada donde confluyen cual si fuesen meteoritos, retazos de vida, episodios que han sido, que pudieron haber sucedido, que quizás nos hubiesen reconciliado con quién decimos amar mientras le dejamos desvanecer, -como quién contempla un espejismo- en medio de la bruma de nuestras postergaciones, una más entre tantas otras, como pequeñas grandes perlas de un collar que sólo el tiempo, el que se nos ha escurrido como arena entre los dedos, sería el único capaz de colgarlo en el cuello de nuestro ego, sí aquel mismo “yo”  que todo lo succiona en su mezquina voracidad. 

También se dice que este es un tiempo de redención, que “la gracia divina” nos redime de todos nuestros fracasos, que podemos recorrer raudamente el engañoso camino de la justificación, todo lo malo que sintamos que hemos hecho pierde trascendencia ante lo inconmensurable del “perdón universal” un perdón que nos redime de nuestras miserias y nos exime del deber de la necesaria retribución “gracia por gracia” de cuánto hayamos recibido.

Todavía hay quienes creen que el árbol de navidad y sus adornos nos representa y enaltece que basta con lucir sus intermitentes luminarias y colmarlo de buenos deseos para sentirnos en paz y plenos de buena voluntad, compramos y recibimos innúmeros regalos y regamos nuestra ofrenda con abundante licor en una mesa rebosante de deliciosos manjares, entonces elevamos nuestras copas y brindamos ¡feliz navidad!.

La vida que nos representa se manifiesta “de la piel para adentro”  y el camino de la verdadera redención pasa indefectiblemente por la casa de nuestro prójimo no de un prójimo cualquiera, impersonal, desconocido, nos referimos a aquel que no le encontraremos en el camino de “las buenas intenciones” nos referimos a aquel que ha nacido en el mismo vientre en el cual ha germinado tu  humana concepción y por la cual se derramó su sangre para rescatarle de las tinieblas a la luz. Ese es tu prójimo.

En un muro en las redes sociales, encontré escrito este mensaje: 

“…EN ESTE DÍA TAN ESPECIAL DONDE NO SE RECUERDAN RAZAS NI RELIGIÓN DONDE NO EXISTEN FRONTERAS PARA LOS AUGURIOS DE PAZ Y BUENA VOLUNTAD LES DESEO A TODOS MIS AMIGOS UNA FELIZ NAVIDAD Y QUE EL PRÓXIMO AÑO PODAMOS CUMPLIR TODAS LAS METAS QUE NOS PROPONGAMOS "FELIZ NAVIDAD " FELIZ AÑO 2014"
                                                                                              Virginia Pereira

El anhelo de esta amiga es que podamos alcanzar la convivencia en paz a través de la aplicación en nuestras vidas, sin hipocresía y sin tapujos, de los valores que nos identifican como verdaderos exponentes de un linaje esencialmente humano y al referirnos al término “humano” implícitamente incluimos: “seres únicos, indivisibles, inteligentes, creados para vivir en sociedad y en armonía con su entorno, tal cual lo expresara el coro de ángeles que nos anunciara la natividad “Gloria a Dios en las Alturas y en la tierra paz y buena voluntad entre los hombres”


Hugo W Arostegui

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