En estos días
pasados he tomado la decisión de poner un poco de orden en el contenido de uno de los cajones de mi escritorio, una muy postergada decisión por cierto, en el
cual se han ido acumulando con el paso del tiempo una enorme cantidad
manuscritos realizados en la más variada colección de objetos que uno pueda imaginar.
Lo que ha ido
apareciendo a medida que avanzaba mi “puesta en orden” me retrotrajo a épocas
durante las cuales cualquier objeto me resultaba lo suficientemente útil como
para insertar en ellos cualquier impresión que en aquel entonces me cruzaba por la
mente.
Servilletas
de papel, tarjetas de presentación, invitaciones para cumpleaños, casamientos, comprobantes
de gastos, etc. etc. contenían escritos prácticamente ilegibles por la cantidad
de garabatos que más parecían “ganchos de carnicería” que apuntes de una persona
supuestamente educada y en uso de sus facultades mentales.
Es por esta
razón, un tanto irracional, que al intentar ordenar el caos que tenía por
delante, me vino a la mente el mito de la
caja de Pandora con el cual titulo este artículo.
Parte de este
mito de la Grecia clásica dice lo siguiente:
“Llegó un
momento en que los mortales e inmortales se separaron. Mediante un engaño, Prometeo logró que cuando los
hombres hicieran sacrificios a los
dioses, los hombres se quedaran con los huesos y los inmortales pudieran disfrutar de la carne y los órganos. Zeus, en venganza, le quitó el fuego a los hombres. Sin embargo,
nuevamente Prometeo se las arregló para devolvérselos.
Zeus se puso
furioso, y ordenó a Hefestos que
creará la figura de una hermosa princesa en
arcilla, tan bella como un inmortal, y le diera vida. Entre varias ninfas, le
dieron sensualidad, cualidades para telar, y por último con el fin de darle un
toque de algo "bello malo",
le dieron el poder de seducir, mentir y crear caos.
A esta
imagen, se le llamó Pandora.
Y es conocida como la primera mujer, que traía consigo el mal. El hombre
entonces debía escoger entre:
·
Evitar
el matrimonio, y tener una vida donde no
perdería sus riquezas materiales, pero sin la posibilidad de tener una
descendencia que mantenga sus posesiones luego de su muerte.
·
Casarse, y vivir constantemente con los males que traía la
mujer.
Prometeo había advertido a Pandora que no recibiera ningún
regalo por parte de Zeus,
sin embargo ella hizo caso omiso de la advertencia. Recibió la que
hora comúnmente llamamos la Caja de Pandora (Ánfora
de Pandora o Jarra de
Pandora), que contenía dentro todos los males y que fueron liberados
cuando ella abrió la caja. La jarra se cerró momentos antes de que la esperanza
pudiera salir. De aquí se atribuyen la existencia de todos los males del
hombre.”
Esta
esperanza, último recurso de Pandora, es la que me anima a introducir mis manos
entre tanta multitud de papeles y mantener la confianza de que en algún momento
este postergado cajón de mi escritorio vuelva a recobrar el orden y la limpieza
que se merece.
Hugo W.
Arostegui
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