Estamos en otoño, diría que casi en invierno, a las ocho de la
tarde después de volver del paseo que realizo tres veces al día con mi pastor
alemán, a esa hora ya es noche, está oscuro, la temperatura ambiente, cuando no
llueve, ha bajado considerablemente y la sensación térmica que como se dice vulgarmente
“cala los huesos” es una invitación ineludible a sentarse al lado del calor de
la estufa y cuando ese “calorcito reconfortante” comienza a aclimatar el
ambiente, pensamos: para acostarnos temprano es tarde y para hacerlo tarde es
muy temprano, entonces no encontramos nada mejor que sentarnos con nuestro note
book en la falda por encima de alguna manta y ponernos a despuntar nuestro “vicio”
de escribir alguna cosa en su teclado.
Como los temas no son una cosa “de soplar y hacer botella” antes
que hacer ninguna otra cosa nos conectamos con nuestro e/mail y nos
actualizamos con las noticias que afortunadamente “la siempre atenta” casilla
de correo no nos deja de proveer.
Al enterarnos de todo lo que pueda estar pasando con esta “puesta
al día” que siempre realizamos, los perfiles de cada uno van cobrando vida
propia y podemos sentirles, tal como si ellos mimos estuviesen a nuestro lado
susurrándonos al oído, y entonces sí, las respuestas no tardan en llegar y se
plasman en nuestros artículos que posteriormente publicamos.
Esta es una buena forma de transitar por el invierno y al
resguardo del calorcito de los leños encendidos evocar las imágenes que cual si
fuesen parte de las chispas que saltan y bailan delante nuestro van cintilando
como flashes intermitentes en nuestra mente y corazón.
Hugo W Arostegui
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