sábado, 11 de junio de 2016

Conferencia de Madián, hijo de Abraham Parte VI

Ventilando la historia, una brisa de aire fresco.

Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán  todo asunto pequeño.

Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo.

Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su lugar.

Y oyó Moisés la voz de su suegro, e hizo todo lo que le dijo.

Escogió Moisés varones de virtud de entre todo Israel, y los puso por jefes sobre todo el pueblo, sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez.

Y juzgaban al pueblo en todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moisés, y ellos juzgaban todo asunto pequeño.

Y despidió Moisés a su suegro, y éste se fue a su tierra.”
                                                                                                                      Éxodo  18: 13 – 27

Como pueden apreciar, las enseñanzas de Jetro, son una magnifica lección de liderazgo, dictadas por una persona dotada de gran lucidez y poder de persuasión.

Tal como lo dicen los escribas, Moisés, una vez concluida la tarea de su suegro, le despidió, y éste se marchó nuevamente a su tierra.

Durante todo el trayecto de regreso, Jetro comentó, con quienes le acompañaban, sus impresiones, y les pidió a su vez, que le dijesen cuáles habían sido las suyas, sobre todo, lo que hubiesen podido captar en el comportamiento colectivo del pueblo.

Resultaba evidente, que Jetro mantenía aún una gran preocupación sobre el comportamiento futuro de esta nación liderada por su yerno, los años de cautiverio en Egipto habían dejado profundas huellas que serían muy difíciles de superar.

Los hechos posteriores, le darían razón a las inquietudes de Jetro, sin duda,  él conocía muy bien el temperamento de su yerno, y la dureza de cerviz del pueblo que conducía.

Ahora les comentaré algunos pasajes de la vida del pueblo de Israel en el desierto donde podremos apreciar el primer entredicho serio, entre Jehová y Moisés, el diálogo absurdo inventado por los escribas de Moisés, en el intento de justificar a su caudillo no escatimaron recurso alguno, incluso el de recriminarle a Jehová por su temperamento impulsivo.

Esta lectura, que citaré en breve, para un lector agudo e inteligente, le parecerá una obra prima de desfachatez y absoluta falta de escrúpulos.
  
El largo peregrinar del pueblo de Israel por el desierto, comienza con la búsqueda de orientación divina por parte de Moisés, quién luego de unos tres meses desde la salida de Egipto, es llamado por Jehová.

“ En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí .

Habían salido de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte.

Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel.”
                                                                                                                      Éxodo 19: 1 – 3

Como es por todos conocido, las instrucciones recibidas por Moisés, dictadas por Jehová, insumieron un tiempo bastante prolongado, algo así como el de unos cuarenta días, plazo demasiado extenso para el gusto del pueblo que quedó a su espera.

La ausencia de Moisés, superó la capacidad de los jueces nombrados para ayudarle y éstos no pudieron contener la enorme ola de descontento que, a medida que transcurrían los días, se incrementaba más y más, hasta llegar a un punto en que le exigieron a Aarón, la construcción de un becerro de oro para adorarle.

“Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no sabemos que le haya acontecido.

Y Aarón les dijo: Apartad los zarcillos de oro que están en las orejas de vuestras mujeres, de vuestros hijos y de vuestras hijas, y traédmelos.

Entonces todo el pueblo apartó los zarcillos de oro que tenían en sus orejas, y los trajeron a Aarón; y él los tomó de las manos de ellos, y les dio forma con buril e hizo de ello un becerro de fundición.

Entonces dijeron: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.

Y viendo esto Aarón, edificó un altar delante del becerro; y pregonó Aarón, y dijo:
Mañana será fiesta para Jehová.

Y al día siguiente madrugaron, y ofrecieron holocaustos, y presentaron ofrendas de paz; y se sentó el pueblo a comer y a beber, y se levantó a regocijarse.”
                                                                                                                                     Éxodo 32: 1 – 6
  
El jolgorio, las risas y canciones, el alcohol de sus bebidas enturbiando sus sentidos, provocaron tal escándalo, que el sonido llegó a la cima donde Jehová instruía a Moisés.

Es en este momento en que ocurre lo que les había mencionado anteriormente.

Los escribas, en su relato, enfrentan en una lucha moral, a un Moisés que intenta increpar y amonestar a Jehová, por sus intenciones de destruir a Israel. Leamos:

“ Entonces Jehová dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido.

Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.

Dijo más Jehová a Moisés: Yo he visto a este pueblo, que por cierto es pueblo de dura cerviz.

Ahora, pues, déjame que se encienda mi ira en ellos, y los consuma; y de ti yo haré una nación grande.

Entonces Moisés oro en presencia de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿ por qué se encenderá tu furor contra tu pueblo, que sacaste de la tierra de Egipto con gran  poder y con mano fuerte ?

¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra?

Vuélvete del ardor de tu ira, y arrepiéntete de este mal contra tu pueblo.

Acuérdate de Abraham, de Isaac y de Israel tus siervos, a los cuales has jurado por ti mismo, y les has dicho:

Yo multiplicaré vuestra descendencia como las estrellas del cielo, y daré a vuestra descendencia toda esta tierra de que he hablado, y la tomarán por heredad para siempre.

Entonces Jehová se arrepintió del mal que dijo que había de hacer a su pueblo.”
                                                                                                                                     Éxodo 32: 7 –14

Estos pasajes ameritan un análisis si se quiere psicológico, los escribas nos presentan a un Dios tremendamente pasional, lleno de ira y de deseos de destrucción, un Dios insensato al que es necesario hacerle recapacitar, al que hay que amonestar y llamar al arrepentimiento.


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Hugo W Arostegui

Conferencia de Madián, hijo de Abraham Parte V

Ventilando la historia, una brisa de aire fresco.

Les hablaré ahora de Moisés:

Esta historia que voy a relatarles, tiene muchas aristas, es para mí, como si tuviese que describirles las distintas facetas de una piedra preciosa en bruto, que ha sido golpeada y desgarrada en mil formas diferentes, de manera que iré recogiendo uno a uno los pedazos , intentando recomponer la figura original.

Mi relato comienza cuando Moisés huye de Egipto luego de dar muerte a un egipcio que estaba golpeando a uno de los hebreos, sus hermanos.

Este Moisés, fugitivo de Faraón, el cual procuraba matarle, buscó refugio en la tierra de Madían, mis descendientes. 

Luego de proteger a las siete hijas de Jetro, el sumo sacerdote, las cuales habían sido echadas por los pastores, del pozo  donde pretendían abrevar las ovejas de su padre y llenar las odres con agua, al contarles éstas mujeres a Reuel, su padre, lo que les había sucedido, el les mandó que fuesen a buscarlo y que le invitaran  a comer junto a ellos.

“Y estando sentado junto al pozo, siete hijas que tenía el sacerdote de Madián vinieron a sacar agua para llenar las pilas y dar de beber a las ovejas de su padre.

Mas los pastores vinieron y las echaron de allí; entonces Moisés se levantó y las defendió, y dio de beber a sus ovejas.

Y volviendo ellas a Reuel su padre, él les dijo: ¿ Por qué habéis venido hoy tan pronto?

Ellas le respondieron: Un varón egipcio nos defendió de mano de los pastores, y también nos sacó el agua, y dio de beber a las ovejas.

Y dijo a sus hijas: ¿Dónde está ? ¿Por qué habéis dejado a ese hombre?

Llamadle para que coma.”
                                                                                                                         Éxodo 2: 16 – 20

Este fue el primer encuentro, entre Moisés y Jetro, luego de largas horas de conversación entre estos dos hombres, donde Moisés desnudó su alma ante el sacerdote que atentamente le escuchaba, el relato de su origen hebreo, la confesión del crimen que había cometido, su huida, y su actual condición de fugitivo errante.

 Jetro conocía muy bien la historia de los hebreos, sus parientes lejanos, de los cuales tenía profusa información, el sabía, por revelación, que estaba muy próximo el ansiado tiempo de su liberación del cautiverio en Egipto.

Su mayor preocupación, eran los antecedentes de este pueblo, de dura cerviz, que había adulterado mediante el engaño los deseos de Isaac, el hijo de Sara, mujer de Abraham, que habían vendido al menor de los hijos de Jacob a los mercaderes, impulsados por los celos y la envidia, todos estos episodios ensombrecían el corazón de Jetro, y muchas veces había preguntado a Jehová, ¿ cómo estarán nuestros hermanos cautivos, luego de cuatrocientos años de cautiverio ?

Con el correr de los días, Jetro comenzó a sentir simpatía y confianza por Moisés, hacía tiempo de que Jetro necesitaba a alguien que le ayudase en las tareas y consultando con sus siete hijas, ellas le contaron de que habían pensado en sugerirle de que le diese abrigo definitivo a Moisés y que le ofreciese a Séfora por mujer.

“ Y Moisés convino en morar con aquél varón; y él dio a su hija Séfora por mujer a Moisés.”
                                                                                                                      Éxodo 2: 21

Mientras Moisés vivió en la tierra de Madián, fue instruido por Jetro en todo lo relacionado con el sacerdocio de Melquisedec, participó activamente en los servicios religiosos y compartió con los parientes y amigos de su suegro, entre los cuales se encontraba el profeta Balaam, hijo de Beor, hermano de Reuel.

El tiempo transcurrido en la tierra de Madián, fue un tiempo de preparación para un Moisés, rudo, de rígida instrucción militar en la corte de Faraón, adorador de los dioses egipcios, que necesitaba la orientación y guía que le permitiesen superar sus limitaciones, padecía de una ligera parálisis en el labio superior, que le dificultaba el habla, aunque apenas se percibía debajo de su profusa barba.

“ Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tu hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe en la lengua.”
                                                                                                                      Éxodo 4: 10

Luego que Moisés recibe la revelación de Jehová, en la cual le asigna la tarea de volver a Egipto para liberar a sus hermanos cautivos, comenta este hecho con su suegro y éste le dice que obedezca a Jehová y que fuese en paz.

“ Así se fue Moisés, y volviendo a su suegro Jetro, le dijo: Iré ahora, y volveré a mis hermanos que están en Egipto, para ver si aún viven.

Y Jetro dijo a Moisés: Vé en paz.”
                                                                                                                      Exodo 4: 18 

Los sucesos ocurridos en Egipto, no serán motivo de comentario en esta exposición porque es muy poco lo que yo pueda agregar a lo que ha sido comentado por los escribas de Moisés en el Libro de Éxodo, por lo que me limitaré a retomar mi relato comentándoles  algunos  sucesos posteriores al cruce del mar Rojo.

Cuando el pueblo de Israel estaba en Horeb, se vio enfrentado a Amalec, en Refidim, el combate fue tan intenso, que se dice que Josué, literalmente deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.

Estando Jetro ofreciendo holocaustos a Jehová una mañana, se le apareció un ángel y le dijo: Jetro, he venido a ti enviado por Jehová, para decirte que es necesario que visites a tu yerno Moisés, y que le instruyas en cuánto a la forma correcta de conducir a su pueblo, vé, y lleva contigo a Séfora, su mujer, y a sus dos hijos, Gersón y Eliécer.

“ Oyó Jetro sacerdote de Madián, suegro de Moisés, todas las cosas que Dios había hecho con Moisés, y con Israel su pueblo, y cómo Jehová había sacado a Israel de Egipto.

Y tomó Jetro suegro de Moisés a Séfora la mujer de Moisés, después que el la envió, y a sus dos hijos...

Y Jetro el suegro de Moisés, con los hijos y la mujer de éste, vino a Moisés en el desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios.

Y dijo a Moisés: Yo tu suegro Jetro vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella.

Y Moisés salió a recibir a su suegro, y se inclinó, y lo besó; y se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y vinieron a la tienda.”
                                                                                                                                     Éxodo 18: 1 – 7

Escuchó Jetro a su yerno Moisés, y luego de dijo que había sido comisionado por Jehová, para darle algunas instrucciones relacionadas con la buena administración que debería aplicar en la conducción de tan numeroso pueblo, le explicó además de que estaría algunos días junto a él, para darle algunas sugerencias que creyese oportuno realizar.

Convocó Moisés a todos los ancianos para ser instruidos por su Jetro, y luego de ofrecer holocaustos y sacrificios a Jehová, se dispusieron a comer con el suegro de Moisés delante de Dios.

“ Y tomó Jetro, suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios; y vino Aarón    y todos los ancianos de Israel para comer con el suegro de Moisés delante de Dios.”
                                                                                                                                      Éxodo 18: 12
  
Como hemos apreciado, la visita de Jetro a Moisés, fue mucho más, que la simple visita de un suegro a su yerno, como sutilmente nos la transmiten los escribas de Moisés.

Jetro, estaba allí, comisionado por Jehová, su presencia obedecía a un mandato divino que sólo él podría realizar, Jetro, era sin duda el suegro de Moisés, pero además de este detalle puramente filial, Jetro era el Sumo Sacerdote presidente del sacerdocio de Melquisedec, el mismo quórum al que había sido ordenado Moisés, en su estadía en la tierra de Madián.

Les hago esta observación, porque la considero fundamental para una correcta comprensión de la importante misión cumplida por Jetro en el campamento de Israel en el desierto.

Dejemos ahora, que sean los propios escribas de Moisés, los que nos realicen el relato de las enseñanzas de Jetro a su yerno Moisés, y a los ancianos de Israel; Leamos:

“ Aconteció que al día siguiente se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde.

Viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo:

¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde?

Y Moisés respondió a su suegro: Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios.

Cuando tienen asuntos, vienen a mí; y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes.

Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces.

Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo.

Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo; Está tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios.

Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer.

Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez.



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Hugo W Arostegui

Conferencia de Madián, hijo de Abraham Parte IV

Ventilando la historia, una brisa de aire fresco.

Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda.

Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Más él enmudeció.

Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Porque muchos son llamados y pocos escogidos.
                                                                                                                      Mateo  22: 1 – 14

“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.”
                                                                                                                      Mateo  25:  31 – 32

Me agradaría hablarles un poco, sobre mi hermano, Ismael,  hijo de la egipcia,   Agar, la concubina de mi padre.

Abraham, que en ese entonces tendría unos cuarenta años, se sintió sumamente atraído por una de sus hermanas, me refiero a Sarai, la cual era hija de Taré, su padre, y a la cual tomó por mujer.

“ Y a la verdad también es mi hermana, hija de mi padre, mas no hija de mi madre,    y la tomé por mujer.”
                                                                                                                      Génesis 20: 12

Sarai, era una hermosa mujer, cosa que puso en aprietos a mi padre en mas de una oportunidad, los monarcas de distintas naciones, se interesaban tanto en ella, que Abraham, se vio obligado, en forma reiterada, a recurrir a la mentira, por temor a perder su vida, diciéndoles la media verdad, de que Sarai, no era su mujer sino que era su hermana.

Esto que les menciono, lo pueden corroborar, realizando una simple consulta a vuestras escrituras, en realidad, sólo lo comento como un simple agregado, el punto al cual me quiero referir, está relacionado con la influencia que Sara ejercía sobre las decisiones de mi padre, especialmente en el triste episodio de Agar e Ismael.

No obstante su hermosura, Sarai, o Sara, como ha sido llamada después, no podía tener hijos, y eso ha sido causa de frustración y recelo, durante toda su vida.

Tal como era costumbre en la época, Sara, creyendo que Jehová la había hecho estéril, le solicitó a su marido, que se allegase a su sierva Agar, para que pudiese darle hijos a través de ella, de esa manera, su sierva concibió un hijo, al cual pusieron por nombre, Ismael.
  
El nacimiento de Ismael, la felicidad de Agar por ser madre, causaron una gran amargura en Sara, su carácter, de por sí muy difícil y altanero, se tornó irascible y agrio, y por esta circunstancia, atormentaba constantemente a su sierva, Agar.

Dejemos que los escribas, son su forma tan particular, de relatar ciertos hechos, nos lo cuenten:

“ Entonces Sarai dijo a Abraham: Mi afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira con desprecio; Juzgue Jehová entre tú y yo.

Y respondió Abraham a Sarai: He aquí, tu sierva está en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca.  Y como Sarai la afligía, ella huyó de su presencia.

Y la halló el ángel de Jehová junto a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente que está en el camino de Sur.

Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿ de dónde vienes tú, y a dónde vas ? Y ella respondió: Huyo delante de Sarai mi señora.

Y le dijo el ángel de Jehová: Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano.

Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud.

Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción.

Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará.

Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿ No he visto también aquí al que me ve ?

Por lo cual llamó al pozo: Pozo del Viviente-que-me-ve. He aquí está entre Cades y Bered.

Y Agar dio a luz un hijo a Abraham, y llamó Abraham el nombre del hijo que le dio Agar, Ismael.”
                                                                                                                      Génesis 16: 5 – 15

Muchas veces me he preguntado: ¿ cuántas mujeres, a lo largo de toda la historia de la humanidad, han tenido el privilegio de hablar con los ángeles y con el propio Jehová ? por mas que los escribas pretendan ignorarla, Agar nos ha demostrado que fue una magnífica mujer, una digna madre del primogénito de Abraham.
  
Las promesas que Agar recibe, de que a través de su hijo, sería madre de multitudes que no podrían ser contadas, nos revelan que en los planes de Jehová, tanto ella como su hijo, tenían una gran importancia y consideración, en el diálogo que se mantiene entre ellos, podemos intuir un gran amor y consideración.

Lo que no deja lugar a dudas, es que Jehová Dios, reconoce los suplicios y humillaciones a la que era sometida Agar, por parte de su señora, la introvertida y envidiosa, Sara.

Ismael, mi hermano mayor, fue tal como le describió el ángel a su madre Agar, un hombre fuerte y poderoso, imagen y semejanza, de su padre, Abraham.

Cuando yo era niño, mi padre estaba muy anciano, de manera que puede decirse de que no le conocí, crecí sabiendo de la importancia de mi progenitor, aunque no pude integrar el grupo de personas que solían estar a su lado, mi madre le cuidaba y estaba junto a él, pero a nosotros, los que éramos muy jóvenes, por orden de Isaac, no se nos permitía acercarnos a su tienda.

La razón por la cual, he querido contarles algo sobre Ismael, ha sido la impresión que causó en mí el día en que le conocí.

El estado de salud de Abraham, se había agravado y se esperaba su muerte en forma inminente, de manera que Isaac, decidió enviar aviso a sus hermanos, los hijos de las concubinas, los cuales, por disposición de Abraham, tenían sus heredades bastante lejos de donde habitaba Isaac.

Recuerdo el día en que vi llegar a Ismael, acompañado de sus hijos, al frente de una caravana custodiada por unos cincuenta hombres fuertemente armados, montados en sus camellos.

Ismael, con sus hombres, acamparon cerca de donde teníamos instaladas nuestras tiendas, razón por la cual, tuve la oportunidad de acercarme a él, nosotros, los menores, habíamos oído muchas historias sobre Ismael, el comentario general de quienes le conocían, era que no había entre los hijos de Abraham, otro hijo tan parecido con él, que su primogénito, Ismael, el hijo de la egipcia Agar.

Estar junto a este hombre de aspecto formidable, significó para mí como el poder estar junto a mi padre, del cual había oído innumerables historias, pero con el cual me había visto impedido de convivir, fueron encuentros esporádicos los que mantuve con mi hermano Ismael, pero los he vivido intensamente, su imagen permanece en mis retinas desde entonces, su tierna mirada y su sonrisa anidaron para siempre en mi corazón.

Debo pedirles disculpas por dejarme dominar por la emoción, no obstante haber preparado este encuentro con la debida antelación, y haberme prometido a mi mismo de que no les dejaría ver mi lado mas sensible, cada vez que evoco estos momentos vividos en mi juventud, no puedo evitar un nudo en la garganta, que me nubla la vista y me hace carraspear, otra vez les digo, disculpen.


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Hugo W Arostegui

Conferencia de Madián, hijo de Abraham Parte III

Ventilando la historia, una brisa de aire fresco.
  
De esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive, Rehoboth, Cala y Resén entre Nínive y Cala, la cual es ciudad grande.

Mizraim engendró a Ludim, a Anamin, a Lehabim, a Naftuhim, a Patrusim,a Casluhim, de donde salieron los filisteos, y a Caftorim.

Y Canaán engendró a Sidón su primogénito, a Het, al jebuseo, al amorreo, al gergeseo, al heveo, al araceo, al sineo, al arvadeo, al zemareo y al hamateo; y después se dispersaron las familias de los cananeos.

Y fue el territorio de los cananeos desde Sidón, en dirección de Gerar, hasta Gaza; y en dirección a Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboim, hasta Lasa.

Estos son los hijos de Cam por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones.”
                                                                                                        Génesis 10: 6 – 20

He hecho mención a estas escrituras, para demostrarles, que la posteridad de Cam fue altamente bendecida, y que de su linaje, surgió Nimrod, el primer poderoso de la tierra, el cual contó con la aprobación de Jehová, y fue el constructor de grandes ciudades que han llegado a ser de gran relevancia, como es el caso de Babel o Nínive.

Otro dato importante a tener en cuenta, para comprender mejor los acontecimientos posteriores a la salida de Israel de su esclavitud en Egipto, es que gran parte de lo que ha sido llamada como “la tierra prometida” pertenecía por derecho de conquista, a la posteridad de Canaán.

Este importante grupo humano, esta civilización, guardó una estrecha relación con su Creador, y en mis días, muchos profetas que instruían y ministraban a su pueblo, gozaban del reconocimiento y estima en todo el orbe por el  cual se desplazaban.

Volveré, entonces, a comentarles sobre la deuda de gratitud, que mi padre Abraham, contrajo con la descendencia de Canaán.

En la lectura de este relato, podremos aprender muchas cosas, relacionadas con la nobleza de corazón de los cananeos, leamos:

“Fue la vida de Sara ciento veintisiete años; tantos fueron los años de la vida de Sara.

Y murió Sara en Quiriat-arba, que es Hebrón, en la tierra de Canaán; y vino Abraham a hacer duelo por Sara, y a llorarla.

Y se levantó Abraham de delante de su muerta, y habló con los hijos de Het, diciendo:

 Extranjero y forastero soy entre vosotros, dadme propiedad para sepultura entre vosotros, y sepultaré mi muerta delante de mí.

Y respondieron los hijos de Het a Abraham, y le dijeron:

Oyenos, señor nuestro; eres un príncipe de Dios entre nosotros; en lo mejor de nuestros sepulcros sepulta a tu muerta; ninguno de nosotros te negará su sepulcro, ni te impedirá que entierres tu muerta.

Y Abraham se levantó, y se inclinó al pueblo de aquella tierra, a los hijos de Het, y habló con ellos diciendo: Si tenéis voluntad de que yo sepulte mi muerta de delante de mí, oídme, e interceded por mí con Efrón hijo de Zohar, para que me dé la cueva de Macpela, que tiene al extremo de su heredad; que por su justo precio me la dé, para posesión de sepultura en medio de vosotros.

Este Efrón estaba entre los hijos de Het; y respondió Efrón heteo a Abraham, en presencia de los hijos de Het, de todos los que entraban por la puerta de su ciudad diciendo:

No, señor mío, óyeme: te doy la heredad, y te doy también la cueva que está en ella; en presencia de los hijos de mi pueblo te la doy; sepulta tu muerta.

Entonces Abraham se inclinó delante del pueblo de la tierra, y respondió a Efrón en presencia del pueblo de la tierra, diciendo:

Antes, si te place, te ruego que me oigas. Yo daré el precio de la heredad; tómalo de mí, y sepultaré en ella mi  muerta.

Respondió Efrón a Abraham, diciéndole:

Señor mío, escúchame: la tierra vale cuatrocientos ciclos de plata; ¿ qué es esto entre tú y yo ? Entierra, pues, tu muerta.

Entonces Abraham se convino con Efrón, y pesó Abraham a Efrón el dinero que dijo, en presencia de los hijos de Het, cuatrocientos ciclos de plata de buena ley entre mercaderes.

Y quedó la heredad de Efrón que estaba en Macpela al oriente de Mamre, la heredad con la cueva que estaba en ella, y todos los árboles que había en la heredad, y en todos sus contornos, como propiedad de Abraham, en presencia de los hijos de Het y de todos los que entraban por la puerta de la ciudad.”
                                                                                                                      Génesis 23: 1 – 18

 De esta lectura, podemos extraer una valiosa lección de solidaridad y convivencia pacífica entre los pueblos, Abraham, en su dolor, encontró la comprensión y el apoyo de los cananeos, que veían en él, un fiel representante de Jehová su Dios.

Como seguramente sabéis, somos descendientes de Sem, lo que posiblemente ignoran, es que Sem, mi abuelo  materno, era el mismo rey de Salem, es decir Melquisedec, a quién mi padre, Abraham, pagó sus diezmos.

Esto lo menciono simplemente para que entendáis, de que nuestro Dios, no hace acepción de personas, que para él, todos sus hijos son iguales, y si en algo se puede señalar alguna diferencia, ella, la diferencia, se sustenta en el grado de compromiso que individualmente asumamos en cuánto al cumplimiento de sus mandamientos.

De manera que la mayor mentira que heredamos de las escrituras, es la de que existen pueblos escogidos, a los cuales todo les es permitido, y otras naciones consideradas de segunda clase, las cuales son puestas para el servicio, para ser utilizadas al antojo arbitrario de aquellos que se auto proclaman “pueblo escogido por Dios.”

Jesús, en el meridiano de los tiempos, al igual que el profeta Enoc, en la antigüedad, nos lo enseñó claramente, leamos:

“Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo:

El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir.

Volvió a enviar otros siervos, diciendo; Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas.

Más ellos, sin hacer caso, se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; y otros, tomando a los siervos, los enfrentaron y los mataron.

Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad.

Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad  están preparadas; mas los que fueron convidados no eran dignos.

Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis.

Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados.


Continúa

Hugo W Arostegui