martes, 27 de diciembre de 2016

Otra Vez La Misma Piedra


El sistema financiero en su voracidad ha tomado por asalto la venta de endeudamiento con el lema: “compre ahora y pague después”  una estrategia para dinamizar el mercado de consumo comprometiendo los ingresos de los potenciales consumidores con el corrimiento de las cancelaciones de sus compras de bienes de consumo en por lo menos ciento ochenta días.

Esta vez, como en tantas otras veces, se ha recurrido al ya viejo y gastado recurso de “patear la pelota para adelante” lo que debemos hoy lo dejamos “stamby “ a la espera de alguna otra oportunidad y el nuevo crédito que tan beneficiosamente las instituciones financieras, vale decir, bancos, tarjetas de crédito, etc. las utilizamos para solventar nuestras compras de fin de año, nos tomamos unas vacaciones y listo.

Quiere decir que literalmente “ nos vamos todos” y el último que se recuerde de “apagar la luz”
Ahora bien lo que necesitamos es perseverancia y no la que podamos tener para volver a tropezar con la misma piedra, sino para cumplir con nuestro endeudamiento y su cascada de intereses que a la hora de “pagar nuestras deudas” aparecen como “convidados de piedra”.

Bueno es entonces recordar el significado de algunas palabras, por ejemplo:

Qué es Perseverancia:

Se conoce como perseverancia a la firmeza o constancia en una cosa. También, alude a la duración permanente o continua de una cosa.

El término perseverancia proviene del latín “perseverantia”.
Como tal, la perseverancia es constancia, persistencia, firmeza, dedicación o tesón, tanto en las ideas, como en las actitudes, en la realización de algo, en la ejecución de los propósitos, y también en las resoluciones del ánimo.

El término perseverancia puede ser empleado en cualquier circunstancia de la vida, se debe tener un objetivo claro o una meta que justifique el esfuerzo y perseverancia o dedicación en un período de tiempo generalmente extenso. 

Por eso, se dice que la perseverancia es la clave del éxito en muchas situaciones, aunque se debería decir que la clave del éxito es saber cuándo perseverar y cuándo no.

Por otro lado, perseverar puede ser negativo, ya que se puede gastar mucho esfuerzo y tiempo en algo que no produce ni va a producir ningún resultado. Por tanto, una persona debe saber no sólo cuándo perseverar, sino también hasta qué punto abandonar y centrar sus esfuerzos en algo diferente con otras estrategias que le permita no volver a caer en los mismos errores que lo llevo al fracaso pero que de igual manera dejo un aprendizaje.

La perseverancia también es importante y forma parte del desarrollo de la persona y de las relaciones interpersonales, ya que en toda relación entre dos personas alguna vez hay conflicto y es necesario un gran esfuerzo para resolver esos conflictos, no tener miedo al fracaso o a los errores, y tener un control de los problemas y superarlos para mejorar, crecer personalmente y continuar viviendo.

La perseverancia es el valor humano fundamental que permite al individuo no rendirse y continuar hacia adelante a pesar de las dificultades, los obstáculos, la frustración, el desánimo, el aburrimiento, o la tendencia o los deseos de rendirse o abandonar una situación.

La perseverancia es un valor positivo que ayuda, o aumenta la probabilidad de alcanzar metas difíciles, que conlleva a apreciar más los logros obtenidos. 

También la perseverancia aumenta la sensación de auto-eficacia cuando tienes éxito, y ayuda a mejorar las capacidades y las habilidades, a desarrollar nuevas técnicas para superar los obstáculos y a aprender de los errores.

La perseverancia le permite al individuo conseguir grandes logros individuales, en cualquier ámbito de su vida, bien sea amorosa, profesional, económica, cultural, social, entre otras.

Hugo W Arostegui


lunes, 26 de diciembre de 2016

El Día Después


Las clásicas fiestas navideñas ya han pasado y ahora recomenzamos con nuevos bríos nuestra actividad diaria, claro, ahora no es lo mismo que el resto de los días, todavía nos queda ese saborcito propio de los encuentros, el saludo filial con la familia extendida y aquel un tanto más protocolar, pero no menos cordial con amigos, vecinos, compañeros de trabajo y, por qué no, con cuántos conocidos, y algunos no tan conocidos, con quienes nos hemos cruzado por el camino.

En este intercambio de saludos he tenido algunas singulares oportunidades de mantener un contacto, como se dice ahora “en vivo y en directo” con algunos que son familiares y con otros que el vínculo ha nacido y crecido a través de nuestros contactos por los diversos medios que felizmente se han multiplicado como consecuencia de las llamadas “redes sociales”

De todas estas situaciones generadas lo que me queda como corolario que amerita que nos hagamos una reflexión que podamos compartir con todas las salvedades del caso es la relacionada con la familia, la que hayamos constituido dentro de las formalidades del caso y aquella familia, la que brota como un yuyo silvestre, de hecho, carente de formalismos de orden institucional, pero adherida con muy fuertes vínculos a nuestros afectos de cada día.

Es obvio que tenemos que actualizar nuestro concepto de familia y ampliar nuestra visión de lo que se nos ha inculcado por la tradición y aquella, la que se hilvana por medio de los lazos que se van formando a través del tránsito de nuestras vidas.

La cultura del mundo occidental y cristiano del cual provenimos la mayoría de nosotros parte de la base de “una sagrada familia” en torno de la cual armamos nuestros pesebres y festejamos el nacimiento “del niño Jesús” no hablemos de fechas ni de escenarios, simplemente recordemos las imágenes que aprendimos a venerar de José, María y el pequeño niño en el pesebre, pues bien me pregunto: ¿Qué es lo que vemos? Vemos a José que no es el padre biológico de Jesús, a María, y al pequeño niño Dios, esta es la sagrada familia que en cierto modo se constituye en  el modelo de nuestras propias familias, lamentablemente no aparecen en el relato ni los otros hermanos y hermanas, hijos de José y de María que crecieron junto a Jesús y han sido excluidos, vaya uno a saber  los por qué, de la historia que nos han contado.

La cruda realidad, la que sí nos muestra a “nuestras familias” tal como se han ido constituyendo por los lazos afectivos del amor y la convivencia es la que de alguna forma se junta alrededor de nuestras mesas o por los medios modernos de comunicación y ahí están son “nuestra familia” tan sagrada y tan digna de veneración como toda familia que se sienta ligada por los sentimientos conjuntos que anidan en nuestros pechos muy junto a los latidos de nuestro agradecido corazón

Hugo W Arostegui


domingo, 25 de diciembre de 2016

El Sentimiento Solidario


Una vez que hemos pasado los tradicionales festejos y luego de haber compartido los mejores augurios de felicidad es probable que los primeros efectos que sintamos luego de cenar en abundancia, compartir regalos, elevar nuestras copas en un brindis y retirarnos a descansar ya transcurridas las primeras horas de la madrugada navideña, es muy probable que estemos un tanto aturdidos, cuando no aún mareados, tomando analgésicos por probables malestares estomacales e intenso dolor de cabeza, quizás nos comencemos a preguntar:  “ y ahora qué”
Bueno ahora amigo/a, compañero/a , ahora comienza la etapa que tiene su sentencia en un dicho popular, la cual nos dice: “del dicho al hecho hay un trecho”
La singularidad de esta ocasión, quizás nuestra mayor oportunidad, es que los dichos ya están dichos y que ahora solo nos resta comenzar a transitar por esta senda de compartir nuestra solidaridad, seguramente tendremos muchas ocasiones de obtener satisfacción en los futuros y previsibles encuentros con nuestras amistades, pero de todas las cosas que hagamos ninguna podrá compararse por el sentimiento de gozo que proviene del ejercicio directo de nuestra solidaridad, nada puede compararse con un apretón de manos o un fuerte abrazo, ese sentimiento tan particular y genuino que nos torna tan humanos.
LA SOLIDARIDAD  ¿QUE ES LA SOLIDARIDAD?
“La solidaridad es una de los valores humanos por excelencia, del que se espera cuando un otro significativo requiere de nuestros buenos sentimientos para salir adelante.
En estos términos, la solidaridad se define como la colaboración mutua en la personas, como aquel sentimiento que mantiene a las personas unidas en todo momento, sobre todo cuando se vivencias experiencias difíciles de las que no resulta fácil salir.

Debido al verdadero significado de la solidaridad no es de extrañarse que escuchemos este término con mayor frecuencia cuando nos encontramos en épocas de guerra o de grandes      desastres naturales.

De este modo, gracias a la solidaridad es posible brindarle una mano a aquellos que resultan menos favorecidos con este tipo de situaciones”.

Hugo W Arostegui


sábado, 24 de diciembre de 2016

Esta Vez Es Para Ti: Muy Feliz Navidad



El ser humano es codicioso y cuanto más tiene, más desea; a causa de esto se han producido miles de guerras durante toda la historia que han provocado: incontables muertes, familias destrozadas, infancias perdidas, esperanzas rotas… Sin embargo, muchas veces se nos olvida destacar que el ser humano también es bondadoso.

A veces es imposible creer que eso sea verdad. ¿Quién puede pensar en el prójimo con todo lo que le ocurre a uno mismo? Es sencillo, porque ayudar, reconforta.

Homero dijo: “Llevadera es la labor cuando muchos comparten la fatiga”. Una persona que vivió en el siglo VIII a.C. se dio cuenta de la miseria que había y de la necesidad de ayudar a los demás. Pero no solo fue Homero, también Alejandro Dumas con su famosa frase: “Todos para uno y uno para todos” demuestra que se debe socorrer al que lo precisa.

Está muy bien irse a colaborar a distintos sitios, pero de nada sirve si no somos capaces de ayudar a las personas que conocemos y queremos. Estar pendiente del de al lado, es algo que se está perdiendo. Cada uno vive en su burbuja, en la que está muy cómodo, pero no debería ser así.

El ser humano, aparte de ser codicioso y ambicioso, es social, convive y es capaz de darse cuenta de lo que les ocurre a las personas que tiene cerca, por eso es su deber auxiliar al que lo necesite.

Un adolescente muchas veces piensa que puede con todo, que no necesita a nadie, que es mejor estar solo. Se equivoca, como en muchas otras cosas. La persona necesita de los demás para sostenerse en ellos, para ser escuchado, para ser amado y para amar. Sin los otros, la desesperación, la desmotivación, la depresión… ganan poder en nosotros y nuestra forma de ser se envilece.

Como dijo Alfonso Reyes: “Cuando una mano se alarga para pedirme algo, pienso que esa mano puede ser, mañana, la que me ofrezca un vaso en mitad del desierto”.

Si personas de distintas épocas han sido capaces de darse cuenta de que debemos ayudar a los demás, ¿cómo es posible que a nosotros nos cueste tanto? Salgamos de nuestro propio mundo y creemos uno en el que los demás sean la prioridad
.
Hoy tu mano es mi mano, tu necesidad debe ser mi mejor manera de dar, ambos somos los prójimos que debemos amarnos, todos, tú, yo y los demás, encarnamos la imagen de la gratitud por este presente que se nos ofrece en la mayor gratuidad, el que compartimos desde que venimos a este mundo, el cual es este maravilloso don de la vida en plenitud.  

Hugo W Arostegui


Madurando


Caramba, el tiempo pasa, nuestra mente permanece dentro de este cascarón que nos recubre, ella, nuestra mente, la consecuente testigo de todo este proceso, continúa dictándonos todo lo que percibe, ahora ya no permanece callada, no nos habla a través del dolor que nos aqueja por alguna impericia cometida, ahora no es necesario que nos grite desde nuestro interior, solo nos susurra suavemente, ahora es un nexo vital y moderador que nos ayuda a comprender mejor todo el valor acumulado de eso que llamamos con ternura, madurez.

“Cuando tomamos decisiones mirando el largo plazo. Cuando tenemos la capacidad de asumir las consecuencias de nuestros actos. Cuando hemos conocido el éxito y el fracaso. Cuando entendemos que la vida continúa y que, al final, uno siempre sigue respirando. Cuando hacemos todo eso, hemos madurado.

“Inmaduro”. A los hombres pareciera quedarles muy bien ese calificativo. Y a las mujeres les encanta decírselos. Basta un solo acto que huela a adolescencia, a descompromiso, a entretención, y son “inmaduros”. Y de ahí a la imagen del treintón o cuarentón con apariencia de 15 y mentalidad de 18, es cuestión de segundos… 

Son los estereotipos los que más le pesan al inmaduro o inmadura (no es un privilegio o desventaja de género esto de no pensar exactamente como piensa el resto).

Y les pesa también ese aire de obligatoriedad que acompaña siempre al “inmaduro(a)” y que tiene que ver con que lo que viene es que se ajuste al resto y “madure”. Pero la madurez no es una alternativa que se pueda tomar de entre varias posibilidades. Ese es el problema. La madurez tiene que ver con un proceso inconsciente de experiencias de vida, cambios biológicos y sicológicos que no se manejan a voluntad.

Por todo lo anterior es la pregunta ¿cuándo maduramos? La respuesta es todo lo que viene.

Primero, una definición. Aunque algunas veces se usan casi como sinónimos, madurez no es lo mismo que adultez (aunque pueden coincidir). La adultez es una clasificación social y tiene que ver, como dice a Tendencias el sicólogo y experto en adolescencia estadounidense Stephen Wallace, con “una edad particular en la que cada sociedad determina que el individuo se ha convertido, legalmente, en un adulto”.

La madurez es otra cosa. Más sutil y que no tiene que ver con una edad en específico ni un período exacto. Es, según los especialistas, el momento (generalmente después de los 30) en que una persona asume que si algo sale bien o mal en su vida, es sólo la consecuencia de sus propias acciones. En otras palabras: es el momento en que una persona es capaz de tomar las mejores decisiones posibles pensando más en el beneficio de largo plazo que en lo inmediato, dice el siquiatra de Clínica Las Condes Elías Arab.

Y eso, como es obvio, no es para todos igual. Los procesos y las historias personales influyen en los tiempos de cada quien y, por eso mismo, hay algunos que nunca maduran. Aunque se estima que la mayoría lo hace de los 30 años en adelante y a partir de tres condiciones imprescindibles. Primero, el cerebro, la máquina que permite toda nuestra vida emocional, debe haber finalizado su maduración, algo que nunca ocurre antes de los 25 años. Segundo, la persona se debe haber enfrentado a experiencias no traumáticas, pero sí poderosas y capaces de cambiar la perspectiva, como el fracaso. Por último, debe haber alcanzado la autonomía en tres sectores claves: emocional, moral y económico.”

Hugo W Arostegui


viernes, 23 de diciembre de 2016

Dar Algo De Ti



Cuentan que a un pueblo lejano, un día llegó un hombre ya bien anciano. Decían de él que era sabio. 
Unos jóvenes universitarios decidieron probarlo. Fueron hasta él y le preguntaron:
‘Si eres un sabio, entonces dinos quien es la mejor persona de este pueblo.’

El sabio aceptó el reto y al día siguiente, se posicionó en una calle donde se dice que todos los ciudadanos pasaban continuamente. Colocó un cartel que decía: ‘NECESITO ALGO DE USTED. POR FAVOR, DONEME ALGUNA COSA.’
La gran mayoría le dio dinero.

Pero, cada vez que le daban dinero, él lo arrojaba a otro mendigo que se encontraba a su lado. La gente se sorprendió con su actitud.
Al día siguiente, de nuevo estaba él con el mismo cartel.

Esta vez, muy pocos le dieron dinero – que fue debidamente arrojado al otro mendigo – pero le trajeron comida, de la mejor y de la peor.
Nuevamente, el sabio dio toda la comida recibida a otros mendigos cercanos y, al llegar la hora del almuerzo, comió de su propia comida.
Nadie entendió que quería realmente el sabio.

Llegó el tercer día, estaba él con el mismo cartel pero esta vez le dieron menos dinero que el día anterior y muy pocos le dieron comida y la que recibió él la distribuyó con los otros mendigos del lugar, pero, un hombre apareció se acercó al sabio, le preguntó cómo estaba, le sonrió, conversó un rato con él y después se retiró.
Cuando el hombre se fue, el sabio se movió y abandonó el lugar.
Dos días después, los jóvenes preguntaron sobre lo que había sucedido.
‘Mis jóvenes, la realidad es que tanto el dinero como la comida que me dieron no tenían nada de especial. Simplemente cumplían con su deber, por tener algo, dando a los que no tienen. Sin embargo, la persona que se acercó, me sonrió y conversó conmigo es la mejor de todas, porque me dio la riqueza de la vida y la comida del alma.

‘Siempre que busquen a alguien bueno, verifiquen que, junto con cualquier cosa material, esa persona de algo de si misma.’


Autor desconocido.

Al Pie Del Cañón


"Estar al pie del cañón" quiere decir estar ahí, dispuesto a hacer lo que sea, a ayudar, a no huir de los problemas, a apoyar a alguien, no desaparecer cuando algo va mal
“Pica, pica, Tararira, plata viva del juncal, si no se me corta el hilo, junto al agua me hallarás”
 Osiris Rodríguez Castillo

Cuando llegamos al final de un año y nos preparamos para desearnos los unos a los otros que tengamos unas muy felices fiestas, agregamos a los mismos deseos como si fuesen un agregado imprescindible: “un muy feliz año nuevo” con la clara intención de que nuestros deseos y augurios para el próximo año irán acompañados de “un compromiso implícito” de que así como nos sentimos felices por este año que ha pasado de igual manera manifestamos nuestros deseos de que estaremos atentos a todo lo que pueda venir por delante y que pueden contar con nosotros en toda ocasión en que nos puedan necesitar.

Eso es lo que entendemos por estar “al pie del cañón” atentos y confiables en cuánto a nuestra capacidad solidaria de aportar lo mejor de nosotros cada vez que se estime que sea necesario.

Cierto es que no somos “los dueños de nuestro destino” el futuro definitivamente no nos pertenece, eso no depende solamente de nuestra voluntad e intenciones, pero al igual que aquel niño que a orillas del río se mantenía atento a su caña de pescar, expresamos el mismo sentido que el contenido en esta estrofa:

“Pica, pica, Tararira, plata viva del juncal, si no se me corta el hilo, junto al agua me hallarás”
Hugo W Arostegui