miércoles, 28 de junio de 2017

Respetar Las Individualidades


No hay una prevención respecto de cómo encarar las relaciones amorosas y la convivencia, de manera sana. Las personas se enganchan en una pareja y se ilusionan con que todo va a estar bien.

Pero al poco tiempo suelen surgir diferencias. Cuando la situación se ha vuelto insostenible y acuden a terapia, de a poco se empiezan a dar cuenta, a reconocer todas las cosas que han venido sufriendo quién sabe desde qué cantidad de tiempo y que no registraban. Este solo hecho de darse cuenta de qué es lo que pasa, ya produce un alivio.

Aquello de la "entrega total" en el amor no es sano. Cada uno debe mantener su individualidad. Que ame profundamente al otro no significa que le pueda permitir que avasalle su terreno. Respetar los espacios del otro también es respetar lo que el otro quiere y apoyarlo en eso. Porque en la medida en que el otro esté bien, pueda desarrollarse y seguir compartiendo con su pareja, ese vínculo va a estar bien. De lo contrario, será un vínculo que destruye, que enferma.

Hay que tratar de que la vinculación no sea a través de la carencia que tiene cada uno, sino a través del amor. Si tengo carencias, no debo buscar que el otro las supla sino trabajar yo en mi propia persona. Esto contradice el mensaje que expresan las canciones románticas: "tú eres el sentido de mi vida, lo que completa mi ser, sin ti no puedo vivir..." 

En realidad no debe haber un apego, una dependencia, sino dos individuos que juntos tienen un proyecto en común. Es un vínculo más sano. El otro no es su bastón, no es su apéndice. Si el vínculo se termina, no se va a terminar la vida ni la posibilidad de ser feliz. Habrá un duelo, pero eso se supera.

Hugo W Arostegui



martes, 27 de junio de 2017

Solidaridad


Somos seres sociales, vivimos en un mundo rodeado de personas y de otros seres vivos. Cada paso que demos, cada sonrisa, cada mal gesto o bonito detalle, repercutirá en los otros. Y así a la inversa. Por esto, es crucial desarrollarnos en sociedad, solidarizar y por sobre todo ser empáticos, en nuestro diario vivir, los detalles pueden ser tan simples, y la recompensa maravillosa.

Compartimos con ustedes 12 hermosas frases, de grandes personajes, quienes han proclamado con su voz un verdadero sentimiento de amor por la humanidad:

1. “Si ayudo a una sola persona a tener esperanza, no habré vivido en vano.”
Martin Luther King, Jr.

2. “Solo puedes proteger las libertades de este mundo al proteger la libertad de otros hombres. Solo puedes ser libre si yo soy libre.” Clarence Darrow.

3. “Las grandes oportunidades para ayudar a otros rara vez llegan, pero las pequeñas, nos rodean todos los días.” Sally Koch.

4. “Ser libre no es sólo desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás.” Nelson Mandela.

5. “La solidaridad es la ternura de los pueblos.” Gioconda Belli.

6. “El lazo más fuerte de simpatía humana debería ser unir a las personas de todas las naciones y todas las lenguas.” Abraham Lincoln.

7. “El propósito de la vida humana es servir, mostrar compasión y tener voluntad de ayudar a         otros.” Albert Schweitzer.

8. “Hemos venido a este mundo como hermanos; caminemos, pues, dándonos la mano y no uno detrás del otro.” William Shakespeare.

9. “Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.” Eduardo Galeano.

10. “He comprendido que mi bienestar sólo es posible cuando reconozco mi unidad con todas las personas del mundo, sin excepción.” León Tolstoi.

11. “Solidario por predestinación y por oficio. Solidario por atavismo, por convencionalismo. Solidario a perpetuidad. Solidario de los insolidarios y solidario de mi propia solidaridad.” Oliverio Girondo.

12. “Cada uno de nosotros es todos los hombres.” Sergio Pitol.



Encuentros


Cada persona que pasa por nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada. Esta es la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad Jorge Luis Borges

Nuestra vida se encuentra repleta de encuentros con los demás, ya sea con un familiar, un amigo, nuestra pareja o incluso un desconocido. Andamos continuamente encontrándonos con los otros, 

interaccionando con ellos, sin embargo, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre la naturaleza y riqueza de estos contactos. Ya sea un pequeño instante, como largas horas conversando, cada uno de estos encuentros, lleva consigo mucha riqueza y crecimiento si nos detenemos a observarlos.

Dos personas se encuentran, dos mundos se encuentran
El encuentro entre dos personas, ya sea a través de la amistad, el amor o cualquier otro motivo, es algo complejo. Cada persona es un mundo, un misterio, con sus experiencias pasadas, sus características personales y sus miedos. Las relaciones con los demás por lo tanto son un misterio, un enigma.

Cuando dos personas se encuentran, es como si se creara un nuevo mundo a partir de ellas, con tan solo reunirse, una nueva existencia aparece, y es a través de este fenómeno cuando ambas personas comienzan a cambiar y transformarse, fruto de la relación que ha comenzado entre ellas. Así lo señalaba el famoso psiquiatra suizo Carl G. Jung, “El encuentro entre dos personas es como el contacto de dos sustancias químicas: si hay alguna reacción, ambas se transforman”. 

Y aunque en el comienzo tan solo se reúnan las periferias o superficies de éstas, si se gana intimidad o se vuelve más cercana, poco a poco pueden llegar a unirse sus centros o profundidades. Es decir, ya no son una persona y otra, desde el momento en el que se relacionan se forma como un compedio de todas sus interacciones, la esencia de la relación en sí misma.

La importancia de las interacciones
Cada persona responsable de un encuentro colabora con una palabra, una frase, un gesto o su silencio. Lo importarte es que nunca dejamos de comunicarnos, porque aun cuando no lo pretendemos y callamos, ya estamos enviando un mensaje al otro con nuestro silencio. Y sin embargo, muchas veces pasa desapercibida la riqueza de todo esto. Ya sea un encuentro agradable como uno desagradable, todo lo que sucede nos influye, permitiéndonos crecer de una u otra manera. Lo importante es que nos demos cuenta, que vivamos la interacción, y saquemos el jugo que ésta nos ofrece para avanzar en nuestro aprendizaje.

No es solo preocuparnos qué hay de bueno o malo en el otro, sino de ver cómo nos afecta, y qué podemos extraer de todo ello hacia nosotros. Sumergirnos en ese encuentro, y aprovecharlo para ir creciendo, dándonos cuenta de dónde erramos, cómo acertamos, que enseñamos o nos enseñan, siendo capaces de apreciar la belleza de la interacción, la capacidad de compartir.

Lo importante no es trabajar solo con nuestra experiencia, sino enriquecernos con la que nos enseñan, y aprovechar el momento para disfrutar de esa vivencia, positiva o negativa, pero que si somos conscientes jamás nos dejará indiferente porque aprenderemos de ella.


Cultivando La Amistad


“La amistad es lo más noble y hermoso. ¿Qué puede haber que brinde más fuerza a nuestra existencia? Constituye el tesoro más preciado que nos brinda la vida. Uno podrá tener mucha fama o riquezas, pero la vida que se transita sin amistades resulta árida y desconsolada. Acaba siendo una existencia egocéntrica, orientada a desviarnos del camino correcto.”

“Nacimos en este diminuto planeta situado dentro de un vastísimo universo, para compartir este preciso momento de la vida cósmica. Entre los siete mil millones de personas que habitan esta Tierra, constituye un raro hallazgo encontrar a alguien con quien poder establecer un lazo humano transparente y libre de opacidad. Alguien con quien uno pueda expresarse tal como es, auténtico y sin temores, para gozar de una comunicación profunda, de corazón a corazón, sin tener que enredarse en explicaciones que todo lo complican.”

“En todos los casos, recuerden que la clase de relaciones humanas que se establezcan dependerá sólo de ustedes. No interesa ‘cómo son los demás con uno’, sino ‘cómo es uno con respecto a los demás’. Nunca sean esa clase de personas que sólo está en las buenas y desaparece en cuanto surge el menor contratiempo. Sean cuales fueren las circunstancias, por favor, permanezcan siempre junto a sus amigos, con lealtad invariable.”

“Las relaciones humanas muchas veces son como la imagen que nos devuelve el espejo. A veces, uno piensa: ‘Ah, si él fuese menos agresivo, yo podría abrirme más’, ‘si ella no fuese tan hostil conmigo…’. Pero, al mismo tiempo, esa otra persona también se está preguntando: ‘¿Por qué tendrá que ser tan cerrada? Si se abriera un poco más, yo podría hablarle de un modo más amable…’. De ahí la importancia de que sea uno mismo el que entable el diálogo. Si, a pesar de eso, los tratan con frialdad, consideren que la persona realmente digna de lástima es la que actúa de esa forma. Por supuesto, hay situaciones en que los sentimientos superan toda posibilidad de control. En el corazón se producen movimientos y cambios que, a veces, no conseguimos manejar. Entonces, ¿qué hacer? 

Mi consejo es que no cambien sus principios de rectitud, que mantengan firme su individualidad, con la postura de no transigir, aunque los demás cambien. Aunque los ofendan o los defrauden humanamente, tengan la fortaleza y la integridad de jurarse que jamás harán sentir a otros como les ha tocado sentirse a ustedes.”

“Si bien uno se siente muy herido en sus sentimientos cuando le sucede algo así, tiene la posibilidad de entablar nuevos lazos de amistad con otras personas. Lo que no quisiera es que su corazón se cerrara y dejaran de creer en los demás. 

Es verdad que si uno no confía en nadie, tampoco correrá el riesgo de ser traicionado ni tendrá motivos para temer a la traición. Pero terminarán encerrando su vida en los estrechos confines de su propio mundo. En realidad, sólo el que ha pasado por los dolores más amargos puede abrazar a la gente con auténtica generosidad. Por eso no me canso de decirles que tengan fortaleza de espíritu. 

Y, si no, fíjense en el Sol: no toda la luz que irradia se refleja en las estrellas que brillan gracias a su luminosidad. También hay muchos rayos que llegan a lugares donde la luminosidad no tiene utilidad alguna. ¡Cuánta luz desperdiciada!, uno podría pensar. Pero el Astro Rey sigue inmutable, irradiando todo ese caudal de brillo sin escatimar nada. 

Alguien rechazará la luz de amistad que le ofrecen, por qué no, pero es probable que esa persona se aleje del camino de ustedes. Sin embargo, lo que quiero que rescaten es otro aspecto: que cuantas más luces ofrezcan a los demás, más brillará la vida de ustedes mismos. 

Lo importante es que sigan avanzando por el camino que hayan elegido transitar, sin pensar en lo que puedan decir los demás. Mientras se mantengan imperturbables, fieles a ustedes mismos, llegará un momento en que los demás comprenderán el sincero esfuerzo que han estado realizando. 


La Soberbia


La palabra soberbia proviene del latín superbĭa y es un sentimiento de valoración de uno mismo por encima de los demás, sobrevaloración del yo respecto de otros, es un sentimiento de superioridad que lleva a presumir de las cualidades o de las ideas propias y menospreciar las ajenas.

La soberbia se diferencia del orgullo en que éste último es disimulable, apreciado cuando surge de virtudes o de causas nobles, y la soberbia manifiesta el deseo de ser preferido por otros, basándose en la satisfacción de la propia vanidad, del yo, del ego. Se puede decir que el orgullo puede derivar para la soberbia. 

La soberbia es una actitud orgullosa consistente en la perspicacia de aquella persona que se envanece a sí misma.

Popularmente, se llama también soberbia a la rabia o al enfado que muestra una persona de manera exagerada ante una contrariedad. Y es considerado por la teología católica uno de los siete pecados capitales.

Manifestaciones del orgullo en grado de soberbia
Si una persona manifiesta algún tipo de rebeldía cuando no quiere obedecer, su orgullo se ha transformado en soberbia.
Si una persona es autoritaria al mandar, tiene envidia de los valores de los demás, critica a los envidiados, es una persona con soberbia.
La mayoría de los momentos con malhumor en la convivencia familiar y la mayoría de los enfados derivan de un orgullo individual que se ha transformado en soberbia.

Las personas con soberbia nunca tienen dignidad y mucho menos aceptan sus errores.

Frases sobre la soberbia
"El oro hace soberbios, y la soberbia, necios." Proverbio

"Un día será el mundo con su impersonalidad soberbia contra mi extrema individualidad de persona, pero seremos uno solo." Clarice Lispector

"La soberbia es el vicio de los ignorantes." Leonardo Murialdo

"Donde hay soberbia, allí habrá ignorancia; mas donde hay humildad, habrá sabiduría." Salomón

"La soberbia es una discapacidad que suele afectar a pobres infelices mortales que se encuentran de golpe con una miserable cuota de poder." José de San Martín


Cuando La Lengua Muerde


Sabemos que la lengua no mastica, y sin embargo, es capaz de morder. A veces con palabras, otras con el tono, y a menudo, con esas frases cobardes que van de oído en oído y siempre de espaldas. Porque a quien le falta músculo en el corazón le sobra en la lengua, siempre tan ágil, siempre dispuesta a desplegar sus artes.

Resulta curioso cómo a pesar de que la palabra sea en realidad el lenguaje del cerebro y el resultado de nuestra evolución como especie, seamos capaces de utilizarla aún para hacer daño. Esa área tan afinada y sutil como es nuestro mundo emocional aún no ha cogido las riendas para aprender a ser más empáticos. Más cercanos.

Personas capaces de convivir y no de alzar cercos mediante los rumores, las agresiones verbales o los desprecios.

“La lengua es como un cuchillo afilado: mata sin sacar sangre”
-Buda

Algo que todos sabemos es que la lengua es capaz de herir con la misma intensidad que los palos y las piedras. Puede que el ser humano haya evolucionado de forma notable, no hay duda. Ahora somos entidades sofisticadas, más hábiles, más aptas y destinadas a sobrevivir en un contexto igual de cambiante y exigente que el de nuestros antepasados. Sin embargo, hay varios aspectos que nos obligan a reflexionar, a hacer un pequeño acto de conciencia.

Hace años que hemos dado ya un nuevo salto como especie. Hemos abierto el camino a la era digital. Ahora bien, más allá de potenciar aún más la conexión entre el propio ser humano y sus semejantes, las nuevas tecnologías lo que consiguen, en ocasiones, es todo lo contrario.

La lengua encuentra en este escenario un sutil anonimato para deleitarse, para 
ejercer y provocar a través de la palabra -le bastan 140 caracteres- daños auténticos. Heridas que a veces ocasionan serias consecuencias y en las que la responsabilidad queda difuminada.

¿Por qué lo hacemos? ¿Por qué “mordemos con la lengua” hasta el punto  de destruir vidas ajenas?
La palabra que hiere: un dolor real

Hay momentos en que la ira nos consume. En que la tensión del momento nos hace decir en voz alta la palabra menos apropiada. La que rompe todas las piezas que conforman el corazón de la persona que tenemos en frente, y a la que por supuesto queremos. Porque tal y como suele decirse, siempre será mejor optar por el silencio en un momento de tensión, que lamentar 100 años de posterior arrepentimiento.


Con ello queremos decir que todos, absolutamente todos, disponemos de ese poder. El de hacer daño a través de la lengua. A través de la palabra. Ahora bien, cuando decimos “daño” no hablamos solo de una simple metáfora. Porque el dolor emocional causado a través del lenguaje es real.

La Prudencia


A veces rendirse no es de cobardes, sino de valientes. Piensa que no siempre rendirse significa falta de valor, sino todo lo contrario: coraje, prudencia, inteligencia emocional. Es más, en algunas circunstancias de la vida el valor necesario para poner un punto y final es mayor que el se necesita para continuar con la historia.

Dejar de oponer resistencia puede ser una buena solución y, en ocasiones, la única salida que tengamos. Y no, no significa que nos sometamos a algo o a alguien ni que nos quedemos sin fuerza como dice el diccionario. Sin embargo, ceder ante alguna adversidad suele ser juzgado por los demás como un acto negativo que nos retrata como débiles, cuando no como cobardes.

La cobardía y la prudencia son dos actitudes distintas
Casi por inercia muchos tendemos a calificar, etiquetar y confundir actitudes que podrían explicar una misma conducta. Este es el caso de ser un cobarde y el de ser prudente. Cualquiera de las dos actitudes podrían explicar que alguien abandonara un proyecto. Sin embargo, si nosotros nos encontramos en este proyecto será más fácil que expliquemos su marcha por cobardía para evitar una disonancia cognitiva -una falta de sincronía entre lo que hacemos y lo que pensamos- molesta para nosotros.

Prácticamente toda situación novedosa, responsabilidad o cambio conlleva un miedo, menor o mayor, y todos somos conscientes de ese miedo cuando estamos ahí. Sin embargo, hay personas que por encima de ese miedo valoran que continuar es una mala opción para ellas y por ello no son cobardes. De hecho en muchos casos son valientes porque para ellas quizás era más sencillo continuar y lo complicado era no hacer lo que los demás esperaban.

“El que es prudente es moderado; el que es moderado es constante; el que es constante es imperturbable; el que es imperturbable vive sin tristeza; el que vive sin tristeza es feliz; luego el prudente es feliz”
-Séneca-