lunes, 15 de enero de 2018

Lo Que Pueda Pasar Nos Puede Pasar


Uno de los grandes errores del ser humano es creer que a él nunca le tocará pasar por alguno de los grandes males por los que pasan los demás. De ahí que le cueste aceptar serenamente, que, el día menos pensado, le puedan diagnosticar, por ejemplo: un cáncer. Creerse infalible es vivir alejado de la realidad. 

Lo importante es, “no bajar la guardia” y procurar, si llega el caso, que sus seres queridos vivan la inesperada y nunca grata situación, con la mayor naturalidad posible: sin traumas innecesarios.

Lamentablemente, todo hijo de vecino, está expuesto a los más diversos infortunios; a tener que soportar las más duras pruebas y, perder la serenidad, es un flaco favor que se hace uno a si mismo.

Hay muchas ineludibles realidades que los seres humanos, tal vez por no ser gratas, pretendemos ignorar, por ejemplo: creer que nunca envejeceremos, dejando para mañana tantas y tantas cosas que hubiésemos podido hacer hoy. 

Cuando reparamos en que “no tenemos tiempo, para perder el tiempo”, casi siempre es tarde. Es entonces cuando nos entran las prisas; cuando queremos recuperar, atolondradamente, el tiempo perdido; cuando valoramos las “pequeñas cosas” a las que nunca dimos importancia, pasando olímpicamente de ellas. ¡Craso error!

Las personas de mi generación, o sea, a las que nos conviene olvidarnos del calendario, hemos vivido situaciones sociales que nunca habíamos sospechado vivir, ni siquiera en un mal sueño. Ello ha sido fruto de la evolución de los tiempos. 
A unos, más que a otros, nos ha costado encajarlo; pero, lo inteligente es aceptarlo, con total naturalidad y positivamente.


Aceptar La Opinión Del Otro

La mayoría de nosotros creemos que podemos cambiar lo que los demás piensan; de otro modo, no pasaríamos tanto tiempo en la vida dándole vueltas a “qué opinan los demás de nosotros” y tratando de mejorar su juicio sobre nuestra persona. Eleanor Roosevelt dijo: “Nadie puede hacer que te sientas inferior si tú no lo permites”. Esta afirmación pone el foco de atención hacia nosotros mismos y no en los demás; por ello, quizá el único pensamiento que precisa ser cambiado es la creencia de que “los demás deberían pensar diferente”.


Querer tener razón es la enfermedad crónica de la humanidad, seguramente una de las causas que han enfrentado más a las personas, las naciones y las religiones organizadas del planeta. La posesión de las personas por sus propias ideas es siempre una causa de sufrimiento. El problema, al consistir las creencias en “posesiones mentales” no visibles, ha sido buscar la solución a nuestras diferencias tratando de cambiar a los demás antes que examinar la causa real de los conflictos (la necesidad de tener razón).

En demasiadas ocasiones comprobamos cómo querer imponer nuestras razones y opiniones a los demás nos cuesta caro. Tal vez logremos desautorizar las ideas de alguien, pero al final acabamos con una razón más y un amigo menos. ¿Vale la pena? Seguramente no. El resultado es que querer estar siempre en posesión de la verdad consume una gran cantidad de energía y tiempo que nos impide disfrutar de los demás y de la paz mental de saber que en el fondo todos tenemos nuestra propia lógica.



Ampliando Horizontes


Hojeando papeles viejos encontré una charla que ofrecí hace 25 años sobre cómo enfrentar los nuevos valores de la sociedad cambiante en que vivimos.

Mi argumento básico era que no se trataba de apegarse a valores que ya han sido sustituidos por conceptos diferentes, sino de darle un sentido diferente, más abarcador, a los nuevos valores. Decía que asistimos a una época en que la técnica, que nació al servicio del hombre, se ha convertido en ideología y ha puesto al hombre a su servicio. En consecuencia, el profesional en esa sociedad se representa en un técnico frío, un homo eficiencis, que conoce mucho de las reglas y poco de la gente.

Sin embargo, todas las historias de éxito que se escuchan se basan en tratar bien a la gente.

Creo que la principal regla para la transformación de los valores modernos es ampliar su horizonte humano. Que los jóvenes no se queden en la ingeniería, la administración, la computación o las estadísticas, sino que le añadan el componente humanístico y moral, pues aunque para sobrevivir como profesionales tienen que aplicar y conocer la filosofía de la eficiencia, para vivir una vida plena tienen que disponer de una batería ética alcalina que les recargue el corazón.

El hombre o mujer exitoso del futuro tendrá que serlo dentro de los valores de esa sociedad, pero ser reconocido por su forma de vida. Ojalá todos fuésemos individualistas en el cumplimiento del deber y de nuestras responsabilidades. Si alguien quiere influir en la sociedad del futuro tendrá que ser eficiente y exitoso, pero también ser moralmente valioso
.
La pobreza material y espiritual no inspira a nadie. La generosidad y la vida con moderación, sí.

Ojalá estas reflexiones le sirvan a alguien.

Alternativas


Muchas veces pensamos que estamos en el camino incorrecto, que nos ocurren cosas que no nos merecemos y que no parecen justas, sin embargo, no nos damos cuenta que la vida nos pone enfrente aquellas experiencias que necesitamos para aprender en la vida, para trascender y para seguir progresando.

Debemos tener la fortaleza en la vida para confiar en nosotros mismos, tener la valentía para asumir nuestras acciones, las consecuencias de nuestros actos y dejar de lamentarnos por cada nueva situación que nos toca vivir, abrirnos al progreso, abrirnos a la oportunidad y el entendimiento y dejar las quejas a un lado, dejar los pensamientos negativos, dejar los malestares y las emociones tóxicas, que sencillamente nos limitan y se convierten en una carga muy pesada para nuestro espíritu.

"La mayoría ve obstáculos; pocos ven objetivos; la historia registra los éxitos de esto últimos, mientras que el olvido es la recompensa de los primeros"
 Alfred A. Montapert.

Podemos decir de alguna manera, que tarde o temprano se llega ese despertar de conciencia que nos hace llevar una vida más equilibrada, serena y armoniosa, sin embargo, si reflexionamos, nos preguntamos cuál es el camino realmente más simple? el camino de la felicidad o el camino del sufrimiento?.. Concluir alguna de estas dos alternativas sin revisar a profundidad lo que pudiera significar no tiene ningún sentido, lo que sí podemos saber es que cada experiencia que nos toca experimentar, deja una huella en nuestra alma.


De manera que cada vivencia que pasa por nuestra vida, cada persona, cada escenario, cada decisión y cada alternativa que nos toca tomar en la vida, tiene un significado, no podemos sentirnos ajenos o incapaces de superar los obstáculos que se atraviesan en nuestro camino, tenemos la fortaleza y la voluntad para superar cada nuevo día, para recibir cada nueva enseñanza y para salir adelante.

domingo, 14 de enero de 2018

Andamos En Este Camino


En este largo camino de la vida pero a la vez tan corto, nos encontramos con personas que nos ayudan a construir las vivencias, personas de toda condición, con sus manías y con sus virtudes, pero que cada una de ellas es especial en ciertas etapas y, por desgracia, solo unas pocas estarán a nuestro lado al final del camino. 
Aunque muchos piensen que el recorrer este camino en soledad es algo amargo, tampoco lo es tanto, porque la soledad es un ingrediente más en la vida de las personas, un ingrediente que nos hace pensar y madurar y es que, ¿quién no se ha sentido alguna vez solo?.

Y es que la vida está cargada de sueños, porque soñar es gratis y solo luchando por el camino se alcanzan esos sueños, porque el que no lucha no gana y lo puedo decir con la fe que sólo la da la experiencia.

La vida es pasado, presente y futuro y todo ello la conforma, ya que tengo claro que la vida no está construida con los años vividos sino con las experiencias disfrutadas, experiencias de todo tipo pero es que eso es lo que hace a la persona ser como es y yo, por suerte, me considero una buena persona, que intenta ayudar lo máximo posible a los demás, que no se rinde ante las adversidades, que lucha, día a día, contras las piedras con las que tropieza, que si esa piedra le hace caer, se levanta las veces que haga falta y, por supuesto, soy una persona que comete errores y es que la vida, también, está cargada de errores, pero errores con los que se aprende a realizarse a uno mismo.


En definitiva, ¿qué es la vida? la vida es algo que no hay que dejar escapar ya que nunca se sabe dónde está la meta, la meta la debemos construir cada uno para cumplir nuestros sueños y es que, como dijo Calderón de la Barca, la vida es sueño y nunca hay que dejar de soñar.

Con La Frente En Alto


La vida está llena de sorpresas. A veces nos depara momentos muy tristes, pero en otras ocasiones nos brinda mucha alegría. 

Queremos compartir contigo un repertorio acerca de las mejores frases para reflexionar y levantar el ánimo, en esos instantes en los que parece que todo es muy complicado. Bien podrían servirte cuando necesites apoyar a un amigo o incluso, a ti mismo.

“Con la frente en alto debemos vivir, sin dar pie a nada que nos haga bajar la mirada, en ocasiones podemos tropezar o cometer errores que nos cuesten mucho, pero siempre está la opción de volvernos a levantar

1. Cuando todo en el horizonte se ve demasiado oscuro, no te dejes caer. Una vez que las estrellas han dejado de brillar, es porque el sol se encuentra a punto de salir. Mantén tu vista siempre en el cielo con esperanza, pues llegará el momento en que puedas resurgir de la adversidad más fuerte que nunca.

2. La diferencias de las consecuencias que sufrimos día a día, es directamente proporcional a nuestras acciones. Encárgate siempre de crear tu propio camino, camina ofreciendo lo mejor de ti a quiénes te rodean, pues un día puede que sea demasiado tarde para cambiar las cosas a tu alrededor.

3. La gente siempre va a decepcionarte, de una u otra manera. Absolutamente nadie es perfecto, ni siquiera tú mismo. No te aferres a los errores del pasado que pudieron haber cometido otros, o en las cosas en las que pudieras haber fallado. Vive el presente y labra tu futuro sin resentimientos y acepta que todos cometemos equivocaciones.

4. Hay verdades que son aún más dolorosas que los engaños en sí. No obstante, siempre vale la pena ir por la vida con honestidad. Trata de ser sincero con la gente que amas, aunque esto signifique decepcionarlos en ocasiones. Las mentiras pueden resultar reconfortantes en un principio, pero suelen volverse una carga muy pesada a largo plazo.

5. El pasado es imposible de cambiar. El porvenir en cambio, puede depender de tus decisiones. No bases tus días en los tiempos que ya han transcurrido. Piensa en las cosas que te deparan, perdona tus equivocaciones y continúa tu camino con la frente en alto, pues no hay peor cosa que el estar encadenado a los sucesos del ayer.

6. Siempre existirán personas que quieran impedir tus triunfos, pero en ti está la capacidad de impedirlo. No caigas en provocaciones, no cedas ante los intentos de quebrar tu voluntad ni mucho menos te prestes a escuchar a quiénes te menosprecian. Las agresiones son el mayor símbolo de la envidia ajena.

7. Hay momentos en la vida que duran una eternidad y otros, que apenas persisten por algunos minutos. De ti depende el quedarte con lo mejor de cada uno de ellos, por más intensos o fugaces que se presenten.

8. De nada sirve esperar a que algo suceda, si no movemos las circunstancias a nuestro favor. Si tienes una idea, defiéndela ante las posibilidades del fracaso, pues no hay nada peor que preguntarse, que habría pasado si tan solo nos hubiéramos arriesgado a intentar algo distinto.

9. Olvidar los instantes oscuros es una tarea muy difícil, que contrario a todo lo que pudiéramos creer, nunca nos hará del todo bien. La mayor virtud de los errores y desgracias, es tener presente la importancia de trabajar para procurar que nunca se vuelvan a repetir. Trata de salir siempre adelante y no dejes que los hechos del pasado obstruyan tu camino, sin embargo nunca los olvides del todo, pues hasta en las cosas más dolorosas hay una enseñanza.


El Derecho De Ser Persona


En principio, sostengo que aquello que vale para los mapuches y los aborígenes en general.

Sus derechos no provienen de su condición de "indios" o de su pasado, sino de su condición de personas. Sus derechos son los derechos de todo ciudadano. Suena a obvio, pero hay que decirlo para refutar a los que por motivos racistas o de clase intentan negárselos, pero sobre todo para polemizar con quienes suponen que la fuente de sus derechos nace de la pertenencia a una tribu y no de la pertenencia a la condición humana.

Es verdad, sus padecimientos sociales provienen de la pobreza y la marginalidad, una pobreza y marginalidad no muy diferente a la de muchos criollos o a la de los millones de argentinos que, según las estadísticas, oscilan entre la desesperanza de la miseria y los abismos de desolación de la indigencia. 

Sacarlos de ese lugar es una de las enormes deudas pendientes de los argentinos y en particular de su clase dirigente. Puede que las políticas sociales deban incluir diferencias nacidas de la historia, pero en todos los casos lo que no se debe perder de vista es que el drama de la indigencia afecta a todos por igual. 

No es el "privilegio" de una tribu, una etnia; es en toda caso la tragedia de los postergados, los excluidos, los explotados o como mejor quieran denominarlos, una tragedia que no hace distinciones de orígenes.

Respeto la Constitución nacional, pero como ciudadano puedo permitirme disentir con algunos de sus enunciados sin que ello signifique rebelión o desacato. En particular no comparto la denominación de "pueblos originarios". 

Como dijera un antropólogo con cierto tono de humor, si queremos ser coherentes con este enunciado, la "originalidad" exclusiva pertenece a Adán y Eva. Pero para no irnos tan lejos, digamos que la historia de la humanidad es la historia de ocupaciones, invasiones, derrotas y victorias, encuentros y desencuentros. 

No hay pueblos "originarios", históricamente hay pueblos emergentes que a través de procesos complejos se despliegan a lo largo de la historia.

Los derechos de los denominados indígenas son tales no por su condición de indígenas, sino de hombres, de personas. Reivindicar con las mejores intenciones políticas una condición biológica está más cerca de las ideologías racistas que de posiciones progresistas. 

Postergar al individuo en nombre de la comunidad o la tribu es regresivo y en un punto reaccionario; postular el retorno al pasado atribuyéndole virtudes mágicas o redentoras es negar la historia con sus contradicciones y sus cambios.

La realidad de las diferentes tribus existentes en nuestro país es diversa como diversos son sus reclamos y las metodologías para llevarlos a la práctica. 

No es la causa comanche la que hoy nos aflige políticamente, sino la violencia que en nombre de esa causa practican algunos grupos. También en este punto la ley es la referencia ineludible entre lo permitido y lo prohibido. 

Elegimos respetar la vida y dirimir nuestras diferencias pacíficamente. Todo lo demás puede y debe discutirse.