domingo, 14 de enero de 2018

El Derecho De Ser Persona


En principio, sostengo que aquello que vale para los mapuches y los aborígenes en general.

Sus derechos no provienen de su condición de "indios" o de su pasado, sino de su condición de personas. Sus derechos son los derechos de todo ciudadano. Suena a obvio, pero hay que decirlo para refutar a los que por motivos racistas o de clase intentan negárselos, pero sobre todo para polemizar con quienes suponen que la fuente de sus derechos nace de la pertenencia a una tribu y no de la pertenencia a la condición humana.

Es verdad, sus padecimientos sociales provienen de la pobreza y la marginalidad, una pobreza y marginalidad no muy diferente a la de muchos criollos o a la de los millones de argentinos que, según las estadísticas, oscilan entre la desesperanza de la miseria y los abismos de desolación de la indigencia. 

Sacarlos de ese lugar es una de las enormes deudas pendientes de los argentinos y en particular de su clase dirigente. Puede que las políticas sociales deban incluir diferencias nacidas de la historia, pero en todos los casos lo que no se debe perder de vista es que el drama de la indigencia afecta a todos por igual. 

No es el "privilegio" de una tribu, una etnia; es en toda caso la tragedia de los postergados, los excluidos, los explotados o como mejor quieran denominarlos, una tragedia que no hace distinciones de orígenes.

Respeto la Constitución nacional, pero como ciudadano puedo permitirme disentir con algunos de sus enunciados sin que ello signifique rebelión o desacato. En particular no comparto la denominación de "pueblos originarios". 

Como dijera un antropólogo con cierto tono de humor, si queremos ser coherentes con este enunciado, la "originalidad" exclusiva pertenece a Adán y Eva. Pero para no irnos tan lejos, digamos que la historia de la humanidad es la historia de ocupaciones, invasiones, derrotas y victorias, encuentros y desencuentros. 

No hay pueblos "originarios", históricamente hay pueblos emergentes que a través de procesos complejos se despliegan a lo largo de la historia.

Los derechos de los denominados indígenas son tales no por su condición de indígenas, sino de hombres, de personas. Reivindicar con las mejores intenciones políticas una condición biológica está más cerca de las ideologías racistas que de posiciones progresistas. 

Postergar al individuo en nombre de la comunidad o la tribu es regresivo y en un punto reaccionario; postular el retorno al pasado atribuyéndole virtudes mágicas o redentoras es negar la historia con sus contradicciones y sus cambios.

La realidad de las diferentes tribus existentes en nuestro país es diversa como diversos son sus reclamos y las metodologías para llevarlos a la práctica. 

No es la causa comanche la que hoy nos aflige políticamente, sino la violencia que en nombre de esa causa practican algunos grupos. También en este punto la ley es la referencia ineludible entre lo permitido y lo prohibido. 

Elegimos respetar la vida y dirimir nuestras diferencias pacíficamente. Todo lo demás puede y debe discutirse.


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