No puedes lograr que los demás te respeten si primero no
tienes una idea clara de qué es el respeto. Es más fácil entender lo que
significa este valor si traemos a nuestra conciencia recuerdos, a modo de
ejemplos, en el que se manifieste. En este sentido, respetamos a
alguien cuando le reconocemos como un igual y lo aceptamos como es.
Esto quiere decir que toda conducta dirigida
a menospreciar a otro es una falta de respeto. Como también lo es cualquier
acción destinada a rechazar, negar o anular lo que piensa o siente. Es posible
no compartir, o no estar de acuerdo con ello. Pero de ahí a tratar de
desvalorizarlo o de cambiarlo hay un gran trecho.
No puedes lograr que los demás te respeten, si
primero no te respetas a ti mismo. Esto significa que debes percibirte
como igual a los demás, en términos de valor. En otras palabras, no sentirte ni
más, ni menos que nadie. También, por supuesto, aceptarte. Sentir que vales
como eres y por lo que eres.
“Siempre es más valioso tener el respeto que la
admiración de las personas”.
-Jean Jacques Rousseau-
La aceptación y la valoración de uno mismo se expresan a
través de actitudes y acciones. No son una realidad abstracta ni tienes que
decirlo para que otros sepan que eso es lo que sientes. Quien se
respeta a sí mismo tiene tres cualidades: autoestima,
asertividad y autenticidad.
La autoestima, si queremos definirla de manera sencilla, es
tener una buena opinión de
uno mismo. Tiene muy poco que ver con el narcicismo. Se trata
simplemente de “caerse bien”. Sentir simpatía por lo que piensas, dices y
haces, sin que eso signifique pensar que eres mejor que los demás. Tan especial
como solo tú eres y tan igual como lo es cualquier ser humano.
La asertividad,
por su parte, tiene que ver con ser capaz de defender tus derechos y de
expresar tus opiniones. Es especialmente importante cuando
estamos rodeados de un contexto poco favorable, en el que pensamos lo contrario
a lo que piensa la mayoría o la figura de autoridad. Por otro lado, este
atributo es hijo directo de la autoestima y una condición necesaria para lograr
que los demás te respeten.
Además, la
autenticidad se refiere a el hecho de mantener nuestra esencia, valores y
creencias, aunque egoístamente no sea lo mejor para nosotros en esa
situación. Esto es, expresar lo que piensas y lo que
sientes en cualquier contexto.
No simular o falsearte para causar una
determinada impresión. Actuar de forma espontánea. Piensa que solo puedes ser
auténtico si tienes conciencia de tu valor como persona.
Lograr que los demás te respeten no es un objetivo que se consiga
a corto plazo, especialmente si ya te has faltado al respeto en numerosas
ocasiones. Necesitas la
decisión firme de conseguirlo y una voluntad férrea para mantenerte en ese
propósito. Sin embargo, vale la pena.
La falta de respeto solo
trae males mayores y muchos sufrimientos innecesarios.
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