martes, 16 de enero de 2018
Protagonismo
El
protagonista es el personaje principal de la historia, quien sostiene la
trama y, generalmente, es el centro de atención de la
misma. Están mejor caracterizados que el resto de
personajes y se da a conocer una mayor cantidad de información sobre él
respecto al resto del elenco. El protagonista participa en los eventos más
relevantes de la historia y
por regla general son sus actos los que hacen
que la trama avance.
En
una historia puede haber varios protagonistas, en cuyo caso todos son igual de relevantes y todos desencadenan
acontecimientos fundamentales en la trama. A menudo, cuando en la historia
participan personajes secundarios con mucha frecuencia (como los inseparables
amigos del protagonista) es muy común confundir a estos con protagonistas. Es
importante que el escritor tenga clara la diferencia entre llevar en su historia a
tres protagonistas o a un protagonista y a sus dos amigos. De lo contrario el
lector puede terminar confundiéndose y ser incapaz de seguir
adecuadamente el argumento central.
Uno
de los mayores fallos que puede cometer un escritor es convertir a su protagonista en el ombligo
del universo en el que vive. Es
un error muy común y generalmente ocasionado por la falta de planificación o
por un exceso de aprecio hacia ese personaje. Un paso siempre previo a la
labor de crear los personajes de tu historia es crear el mundo donde vivirán.
Recuerda que NO es el mundo el que se
adapta a los personajes, sino que son los personajes quienes se adaptan al
mundo. Ten esto muy presente antes de empezar a crear
personajes. Aunque tu idea inicial haya sido en torno al héroe y
aparentemente no importe el mundo en el que viva, y lo único relevante sea lo
que le ocurre o lo que hace, aún así debes empezar por el mundo.
Un personaje no puede
definirse si no tiene un entorno que lo defina. No puedes decir que tu personaje
es un ferviente creyente y temeroso de Dios, si ni siquiera sabes si existe la
religión en tu mundo. Tampoco puedes adjudicarle una profesión, sin antes
haberte parado a pensar si lo vas a ubicar en un mundo donde existe esa
profesión y no es incompatible con otros aspectos del mundo. Si no lo
planificas como es debido, tu historia terminará generando múltiples
incongruencias y sinsentidos. Y lo peor de todo es que el lector lo notará. Se
percatará de que tu personaje es el ombligo del cosmos y que el universo ha
sido creado a partir de él. Créeme, se nota, y mucho.
Ningún
personaje realista tiene un mundo hecho a su medida. El mundo real es un lugar
donde nadie puede elegir
dónde ni cómo nacer. La vida está llena de obstáculos impuestos por la propia
existencia que
muy a menudo nos superan. Un personaje que se precie debe toparse y
enfrentarse a este tipo de obstáculos en algún momento de su vida. Por ello
debe vivir en un mundo donde haya encontrado dificultades, aunque sean
simples trivialidades cotidianas.
Un personaje no puede
definirse si no tiene un entorno que lo defina. No puedes decir que tu personaje
es un ferviente creyente y temeroso de Dios, si ni siquiera sabes si existe la
religión en tu mundo. Tampoco puedes adjudicarle una profesión, sin antes
haberte parado a pensar si lo vas a ubicar en un mundo donde existe esa
profesión y no es incompatible con otros aspectos del mundo. Si no lo
planificas como es debido, tu historia terminará generando múltiples incongruencias
y sinsentidos. Y lo peor de todo es que el lector lo notará. Se percatará de
que tu personaje es el ombligo del cosmos y que el universo ha sido creado a
partir de él. Créeme, se nota, y mucho.
Ningún
personaje realista tiene un mundo hecho a su medida. El mundo real es un lugar
donde nadie puede elegir
dónde ni cómo nacer. La vida está llena de obstáculos impuestos por la propia
existencia que
muy a menudo nos superan. Un personaje que se precie debe toparse y
enfrentarse a este tipo de obstáculos en algún momento de su vida. Por ello
debe vivir en un mundo donde haya encontrado dificultades, aunque sean
simples trivialidades cotidianas.
En
una historia puede haber varios protagonistas, en cuyo caso todos son igual de relevantes y todos desencadenan
acontecimientos fundamentales en la trama. A menudo, cuando en la historia
participan personajes secundarios con mucha frecuencia (como los inseparables
amigos del protagonista) es muy común confundir a estos con protagonistas. Es
importante que el escritor tenga clara la diferencia entre llevar en su historia a
tres protagonistas o a un protagonista y a sus dos amigos. De lo contrario el
lector puede terminar confundiéndose y ser incapaz de seguir
adecuadamente el argumento central.
Uno
de los mayores fallos que puede cometer un escritor es convertir a su protagonista en el ombligo
del universo en el que vive. Es
un error muy común y generalmente ocasionado por la falta de planificación o
por un exceso de aprecio hacia ese personaje. Un paso siempre previo a la
labor de crear los personajes de tu historia es crear el mundo donde vivirán.
Recuerda que NO es el mundo el que se
adapta a los personajes, sino que son los personajes quienes se adaptan al
mundo. Ten esto muy presente antes de empezar a crear
personajes. Aunque tu idea inicial haya sido en torno al héroe y
aparentemente no importe el mundo en el que viva, y lo único relevante sea lo
que le ocurre o lo que hace, aún así debes empezar por el mundo.
Un personaje no puede
definirse si no tiene un entorno que lo defina. No puedes decir que tu personaje
es un ferviente creyente y temeroso de Dios, si ni siquiera sabes si existe la
religión en tu mundo. Tampoco puedes adjudicarle una profesión, sin antes
haberte parado a pensar si lo vas a ubicar en un mundo donde existe esa
profesión y no es incompatible con otros aspectos del mundo. Si no lo
planificas como es debido, tu historia terminará generando múltiples
incongruencias y sinsentidos. Y lo peor de todo es que el lector lo notará. Se
percatará de que tu personaje es el ombligo del cosmos y que el universo ha
sido creado a partir de él. Créeme, se nota, y mucho.
Ningún
personaje realista tiene un mundo hecho a su medida. El mundo real es un lugar
donde nadie puede elegir
dónde ni cómo nacer. La vida está llena de obstáculos impuestos por la propia
existencia que
muy a menudo nos superan. Un personaje que se precie debe toparse y
enfrentarse a este tipo de obstáculos en algún momento de su vida. Por ello
debe vivir en un mundo donde haya encontrado dificultades, aunque sean
simples trivialidades cotidianas.
Un personaje no puede
definirse si no tiene un entorno que lo defina. No puedes decir que tu personaje
es un ferviente creyente y temeroso de Dios, si ni siquiera sabes si existe la
religión en tu mundo. Tampoco puedes adjudicarle una profesión, sin antes
haberte parado a pensar si lo vas a ubicar en un mundo donde existe esa
profesión y no es incompatible con otros aspectos del mundo. Si no lo
planificas como es debido, tu historia terminará generando múltiples incongruencias
y sinsentidos. Y lo peor de todo es que el lector lo notará. Se percatará de
que tu personaje es el ombligo del cosmos y que el universo ha sido creado a
partir de él. Créeme, se nota, y mucho.
Ningún
personaje realista tiene un mundo hecho a su medida. El mundo real es un lugar
donde nadie puede elegir
dónde ni cómo nacer. La vida está llena de obstáculos impuestos por la propia
existencia que
muy a menudo nos superan. Un personaje que se precie debe toparse y
enfrentarse a este tipo de obstáculos en algún momento de su vida. Por ello
debe vivir en un mundo donde haya encontrado dificultades, aunque sean
simples trivialidades cotidianas.
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